Capítulo 20🔥
Él me eleva al cielo mientras ardemos en el infierno.
Pasiones Infieles. Aixa de Alsina.
Narra Rose.
Tres semanas han pasado desde que tengo la sospecha de estar embarazada, desde entonces he ocultado de buena manera toda duda que pueda tener, aunque claro, entiendo que se les haga extraño el que no haya querido comer helado durante la primera semana, así que ahora finjo hacerlo, no me como, pero hago creerles que sí. Subo con el helado o dejo que se derrita por estar haciendo cualquier cosa y miento diciendo que voy a guardarlo en el refrigerador, obviamente no es lo que hago.
Cada día me convenzo más de que estoy embarazada. ¿Cómo es posible que no quiera un helado? Eso es un delito. Jamás me pasó con los mellizos. Oh, bueno, sí, pero podía tolerarlos, ahora ni eso.
Lo cierto del caso es que estoy empezando a creer que es psicológico. Eso tendría mucho sentido.
Justo ahora estamos abordando el avión con rumbo a los Estados Unidos. Marcus nos comentó la semana pasada que tenía una sorpresa para los niños y para mí. Viajamos todos, por supuesto. Ian, Selene, Liam, los mellizos, mis mujeres se sumaron al viaje con sus parejas, y hasta Iliana, Xavier, Ariana, Luisana, Rocío y Rodolfo con Tony, han acordado ir a Estados Unidos. Es algo así como unas vacaciones familiares.
Ian y Marcus compraron un avión privado hace unos cuantos años , así que al ser un avión privado, las comodidades no se hacen esperar. Los niños están entretenidos mirando algo en el TV de pantalla plana mientras veo a Rocío leer un libro y Selene dormir sobre el hombro de Ian. Sonrío al verlos. Selene ha dejado de ser una perra para ser más una persona. Cosa que agradezco, por supuesto.
—¿Todo bien, mi reina? —cuestiona Marcus, tomando mi mano para besarla. Sonrío.
—¿Recuerdas nuestro primer viaje juntos? —pregunto en respuesta. Su sonrisa adquiere ese toque perverso que me encanta.
—¿Cómo olvidarlo si me encargué de alejar de tu mente cualquier encuentro previo a ese? Además, claro, de que estuviste llorando con un libro —agrega. Sonrío. El encuentro previo que se encargó de que yo olvidará era lo el sexo oral que Ian me había hecho ese día sin mi consentimiento. Acaricio su rostro con ternura.
—Te has encargado de borrar de mi mente cualquier encuentro antes de ti, mi rey. Siempre has sido tú —prometo. Sonríe satisfecho.
—Desde que te conocí, siempre has sido tú, la mia regina. No creí volver a casarme o tan siquiera enamorarme, pero desde que te vi sonrojarte al mirarme, supe que serías mi perdición, amada mía.
»—Te vi ahí, tan tierna, tan dulce, tan inocente, que me cautivaste, pero entonces en la habitación cuando me desnudabas con la mirada, te volviste pecadora. Ya no eras la misma chica inocente que había conocido horas antes, esa que miraba ahora era puro fuego. Tus ojos se dilataron mientras recorrías mi cuerpo sin descaro alguno. No quiero ni imaginar lo que pasaba por tu mente al verme, pero lo que yo vi en tus ojos no lo había visto nunca. Era contención.
»—¿Por qué? Me preguntaba mentalmente. ¿Por qué se contiene? ¿Qué la hace contenerse? Tenía tantas preguntas sobre ti. Quería explorarte. Quería escudriñar cada parte de ti y descubrirte, Rose. Quería saber porqué te contenías, porqué te resistías. Pensaba que tenías novio y por eso lo hacías, pero entonces me recibiste el beso y todo se fue a la mierda —declara. Río bajito porque es muy raro escucharlo decir groserías. Mucho más en español. Él sonríe igual.
—¿Por qué? —Me atrevo a preguntar. Marcus sonríe y se inclina para tomar mis labios en un suave beso que me deja atontada.
—Porque descubrí que el sabor de tus besos era lo único que quería probar desde ese momento en adelante. El como temblabas entre mis brazos, como introdujiste tus manos con cuidado por dentro de mi camisa para tocar mi espalda, el como te entregaste en ese simple beso, Rose. No había algo que me pidieras y que yo no hiciera por ti —confiesa.
—Recuerdo que me dejaste los labios hinchados. Y que yo comparé mi primer beso con una pelea de perros, lo cual te causó mucha gracia —comento y Marcus ríe suave.
—Lo hizo. Me hizo gracia la sinceridad espontánea que te envuelve. Esa que sale a luz sin pensar. Siempre he creído que dices todo lo que piensas sin pensar antes todo lo que dices —argumenta. Ruedo los ojos, pero sonrío. Tiene razón.
—Así me amas —me pavoneo. Vuelve a reír.
—Así te amo —admite—. ¿Qué te atrajo de mí? —pregunta de repente. Suspiro y muerdo mis labios.
—¿Quieres la verdad decente o la verdad cruda? —inquiero, lo que hace que ría, esta vez más fuerte.
—La cruda, por supuesto. Esa es la verdad tuya —reconoce. Asiento.
—Cuando te vi atravesar la puerta del restaurante me hechizaste. Recuerdo que no sólo me fije en que tu traje era hecho a medida por cómo se amolda a tus brazos, sino que incluso me encontré detallando tu hombría y notando que también estabas bien notado de ahí. Lo cual no me equivoqué. —Marcus ha tenido que agarrarse el estómago para poder reír con ganas, está inclinado hacia atrás en su asiento y de su boca brota la más grande carcajada que he escuchado nunca. Incluso ha despertado a Selene, Rocío ha dejado de leer y los niños nos miran. Me sonrojo.
—No puedes estar hablando en serio —declara en medio de la risa. Mi sonrojo aumenta.
—Me pediste la verdad —me defiendo. Marcus deja de reír de pronto y me toma el rostro con ambas manos para luego darme el señor de los besos. Coloco mis manos sobre las suyas, aceptando de buena manera lo que su lengua hace con la mía. Cuando nos separamos, sus ojos han adquirido esa oscuridad que me encanta.
—¿Así que... Mi físico fue lo que te atrajo? —inquiere. Yo sigo tonta tras ese beso, por lo que respondo cuando he recobrado el habla.
—A ver, sí. En ese primer momento, sí. Nunca había visto a un hombre tan guapo, sexy, elegante y deslumbrante al mismo tiempo. Me cautivaste desde ese instante. Entonces cuando me tocó atenderte y me viste, ¡Dios, te juro que sentía como el océano de tu mirada me invitaba a perderme en él! —exclamo sin exagerar. Marcus sonríe dulcemente.
»—Nunca sentí algo igual. Ni antes ni después de ti. Con nadie me había sentido tan atraída. Quería lanzarme a tus brazos al mismo tiempo que me regañaba mentalmente por no saber si tenías una familia. Recuerdo con exactitud que cuando me diste el dinero de la propina, que tomaste mi mano para depositarlo en ella, quería tirarme en el suelo a meditar sobre mi vida. —Río y él me imita.
—¿Por qué? —pregunta. Suspiro, mordiendo mis labios.
—Porque esperaba sentir esa chispa que describen los libros y las novelas —confieso.
—¿Y no fue así? —insiste. Niego con la cabeza.
—No, lo que sentí fue un tornado, ligado con un maremoto, un tsunami y una manada de animales caminando en mi estómago —reconozco. Marcus vuelve a reír, esta vez más bajo.
—Fue mejor, entonces, ¿no? —Asiento sin dudar.
—Contigo todo siempre es mejor —declaro. Sonríe—. ¿Puedo hacerte una pregunta? —digo al rato de solo mirarnos y sonreír como un par de idiotas enamorados. Marcus asiente.
—Qual è il tuo desiderio, mia regina? —pregunta en italiano, haciendo que la panty que tengo puesta, se humedezca por completo. Me sonrojo.
—Cuando te dije que te amaba aquel día de mi cumpleaños, ¿qué pensaste? —Eso es algo que he querido saber desde siempre. Suspira.
—No es lo que pensaba, es más bien, lo que deseaba —explica. Asiento para que continúe—. Deseaba ser un hombre libre. Deseaba no tener que volver a Italia por Alessandro. Deseaba poder quedarme contigo, amarte como te merecías —confiesa. Mis ojos se humedecen de inmediato. Odio este cambio de hormonas.
—Pero, ¿me amabas? —insisto. Quiero saber si para ese entonces, yo me había enamorado sola.
—Te amé desde que te vi llorar cuando regresé a España la primera vez. Te amé, Rose, cuando te vi tan vulnerable por mi partida. Te amé desde antes de darme cuenta de que te estaba amando. Tenía tanto tiempo sin amar a una mujer que no creía recordar el sentimiento, pero tú lo hiciste. Tú me hiciste recordar y, estoy seguro que no he amado a nadie como a ti, ni siquiera a Silvya —confiesa. Cubro mi rostro con mis manos cuando ya las lagrimas salen a montones. Marcus se desabrocha su cinturón para tomarme entre sus brazos y abrazarme.
—Te amo tanto, mi rey —susurro sobre su pecho.
—Y yo a ti, mi reina —asegura.
Este cap es mi favorito hasta ahora en todo el libro, jajaja. Lo amo. Amo esta pareja. Es imposible no amarla.
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