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Capítulo 2🔥

El amor verdadero es cuando alguien acepta tu pasado sin juzgarte, tu presente sin cambiarte y tu futuro sin limitarte.

Narra Rose.

Por fin nos han dado a Jordy de alta, ya con las indicaciones del doctor y demás. Marcus se fue a primera hora de la mañana y acaba de llegar con una nueva camioneta, una minivans de color plata. Tiene suficiente espacio para la silla de ruedas que ya hemos comprado y sobra espacio para que todos estemos cómodos.

Ian ayuda a su padre a subir a Jordy mientras que él protesta asegurando que no está invalido. Mi hijo es demasiado necio e independiente. Sobre todo necio.

¿A quién habrá salido?

Hoy es oficialmente 30 de Mayo, día del cumpleaños de mi amado esposo, y aunque sé que acabamos de salir de un gran susto con Jordy, no pienso dejar pasar su cumpleaños número 50 por debajo de la mesa, así que he organizado con los tíos de Ian una celebración sorpresa tanto para Marcus por su cumpleaños como para Jordy para que sienta el apoyo de su familia en todo momento.

Ni Ian ni Selene, mucho menos Marcus saben algo, por lo que me toca inventarme algo para retrasar nuestra llegada a casa porque Leonardo me ha advertido que aún le faltan unas cosas.

—Mi rey, ¿podemos hacer una parada antes? —cuestiono acariciando el cabello de Marcus, ya estando sentados con rumbo a la casa. Ian se ha llevado el auto de Marcus mientras que Selene conduce el de Ian.

—Por supuesto, la mia regina. ¿A dónde? —cuestiona. Pongo todo mi cerebro a trabajar para pensar en una idea que decir ahora.

Solo dije lo que se suponía debía decir, pero, ¿ahora qué?

Piensa, Rose, piensa. De seguro debe faltarte algo en casa...

¿Helado? No.

¿Coca-Cola? Menos.

¿Medicina para Jordy? Acabamos de comprarla.

Estoy por bufar cuando una idea llega a mi mente.

—Debo comprar tampones —suelto. Jordy ríe desde atrás. Lo miro mal—. Las mujeres debemos usarlo, no juzguéis —me quejo. Intensifica su risa, contagiándonos a nosotros. Marcus asiente y gira a la izquierda.

Después de unos cuantos minutos, Marcus estaciona el auto frente a una farmacia, bajo rapido y camino hasta ella. Una vez adentro, marco el número de Leonardo para ver si ya todo está listo. Al segundo tono contesta.

—Dime que ya todo está listo. No sé qué más inventar para retenerlo —confieso. Leonardo ríe. ¿Es que acaso todos piensan reírse de mí hoy?

—Ya pueden venir, Rose. Lo único que está faltando y que no veo, es el pastel de cumpleaños. Tú lo hiciste ¿cierto? —Golpeo mi rostro con mi mano derecha. ¿Cómo pude olvidarlo?—. Lo olvidaste —declara Leonardo al otro lado de la línea. Suspiro.

—Soy la peor esposa del mundo. Conseguiré un pastel, lo prometo —aseguro y cuelgo la llamada. Enseguida me meto en Internet para buscar el número de alguna repostería que haga domicilios en cuestión de segundos. No puede llegar después de nosotros, claro está.

Le marco a una y luego de pedir que envíen una de lo que sea, me encuentro haciendo una transferencia de camino al auto. Suspiro cuando la termino de hacer y subo a la camioneta.

—¿Y los tampones? —pregunta Marcus viendo mis manos vacías. Cierro los ojos... Es que no se puede ser más idiota. Lo juro.

—No había, por eso me he tardado. Lo lamento —miento. Marcus asiente no muy convencido.

—Está bien, busquemos otra farmacia —declara. Asiento porque así es mejor, le daremos tiempo de llegar el pastel antes que nosotros. Detenemos frente a otra farmacia y en esta si compro los benditos tampones.

Marcus estaciona la camioneta en la entrada de nuestra casa y sonrío al verla. Amo nuestro hogar, tanto el exterior como el interior y el amor que se respira estando dentro.

Ya el auto de Marcus e Ian están aquí, por lo que Selene e Ian ya deben saber de la sorpresa para Marcus. Ayudo a bajar a Jordy y lo sentamos en su silla de ruedas para luego caminar hasta la puerta. La abro para ambos, adentro todo está en silencio.

—Vayamos al jardín para que Jordy lleve sol —sugiero sin demostrar mis nervios. Pasamos la sala y la cocina para salir a la puerta corrediza polarizada del jardín, la abro y del otro lado sigue siendo todo silencio hasta que Marcus se adentra más a la alberca y entonces todos salen aventando espuma y tiras de colores hacia Jordy y Marcus que ríen felices mientras todos coreamos un 'Sorpresa' para ellos.

Todos comienzan a abrazar a Marcus para felicitarlo y a Jordy por su pronta mejoría. Zoé se me tira encima para abrazarme. No la veía desde ayer. Es toda una belleza mi hija.

—¿Se portaron bien? —le pregunto mientras la abrazo. Ella asiente feliz.

—¿Jordy estará bien? —susurra bajito viendo a su hermano.

—Está bien, mi amor. Pronto podrá volver a correr contigo, ya verás —prometo. Ella asiente sonriente mientras que camina hacia su hermano para abrazarlo.

Cuando por fin le dan un respiro a Marcus, se acerca a mí sujetando dos copas de vino, acepto la que me ofrece.

—Te amo, mi reina. Gracias por esto —susurra sobre mis labios antes de besarme. Cierro los ojos para disfrutar de nuestro beso, su mano libre se posiciona en mi cintura y ese simple gesto envía corrientes por mi cuerpo. Nunca dejaré de desear a este hombre.

Nos separamos por falta de aire, pero antes de hacerlo tira de mi labio inferior hacia él, robándome un jadeo. Sonríe satisfecho.

—Todavía te tengo una sorpresa más —aseguro coqueta. Marcus me recorre el cuerpo con la mirada y por donde va mirando, yo me voy encendiendo.

—Si el regalo es tu cuerpo, sin envoltorio me gusta más —murmura seductor. Rio bajito. Mis mejillas las debo tener encendidas.

Dejamos nuestra plática hasta ahí porque Marcus es solicitado por sus ex-cuñados para la barbacoa.

Como ya Marcus y Jordy están acá, ya hay varias personas en la alberca. Ian ha sentado a Jordy en la orilla, con los pies colgando hacia adentro y todos están jugando a la pelota. Sonrío de ver todo lo que hacen para que mi hijo siga sintiéndose parte de las cosas. Él siempre ha sido activo, no quiero que sienta que no va a poder serlo ahora.

Suspiro y decido que voy a ayudar a los trillizos para que puedan soltar a mi esposo, aunque siendo sincera, él se ve como un pez en el agua, riendo y comiendo.

—¿Necesitan ayuda? —cuestiono llegando hasta ellos. Marcus rodea mi cintura y deja un beso en mi mejilla.

—Lo único que necesitamos es que vayan a cambiarse para que disfruten de la fiesta. Parecen sacados de una junta —se queja Luciano logrando la risa de sus hermanos. Giro los ojos.

—Eso me gano por venir a ayudarlos, malagradecidos, pero bueno, iré a cambiarme. ¿Vienes, cariño? —le pregunto a Marcus. Asiente sin dudar y se despide de sus ex-cuñados, prometiendo que irá a atender a su esposa. Se gana un golpe de mi parte y risa de parte de ellos. Son unos niños.

—Ven aquí —me pide, girando mi cuerpo para quedar de frente a él.

—Marcus, no. No tenemos tiempo. Debemos regresar rápido porque es tu celebración. Es tu cumpleaños, no puedes desaparecer —declaro firme.

Marcus hace caso omiso a mis palabras y reparte besos por todo mi cuello, robándome gemidos bajos.

—Por lo mismo de que es mi cumpleaños es que no puedes negarte, la mia regina. Te deseo —sentencia. Suspiro.

—Que sea rápido —pido sabiendo que rápido significa duro. Marcus ríe.

—Eres una salvaje —declara riendo. Lo imito y caminamos hasta el baño mientras que nos vamos desvistiendo en el proceso. Apenas llegamos, Marcus me alza, montándome sobre la encimera del lavado—. ¿Lo quieres duro? Duro será —zanja, y con eso, se posiciona en mi entrada para luego penetrarme de un solo golpe. Calla mi grito con un beso que me deja tonta.

Ya me tiene tonta.

Fiel a sus palabras, entra duro y sale lento, tortuosamente lento. Disfruta volverme loca porque sonríe ante mi movimiento de cadera para que salga más rápido y así poder tenerlo de nuevo más rápido aún, pero no, se toma su tiempo para enloquecerme.

No se aguanta solo de penetrarme, con su boca se toma la tarea de lamer, succionar y erizar mis pezones al 100%. Me muevo inquieta, necesitando más. Quiero rasguñar su espalda, sentir su peso sobre el mío, que se hunda más profundo. Necesito más de él.

—Por favor —suplico. Marcus gruñe y me vuelve a alzar para después él sentarse sobre el retrete con la tapa abajo. Apenas se sienta, puedo sentirlo hasta lo más profundo de mi ser. Jadeo satisfecha.

Apoyo mis manos sobre sus hombros y comienzo a marcar mi propio ritmo. No soy lenta, en lo absoluto. Es un ritmo desesperado, necesitado, urgido. Subo y bajo sin control alguno. Mis senos revolotean sin parar frente a nosotros y Marcus lucha con chupar alguna parte de ellos para callar así sus propios gruñidos.

Siento el momento exacto en el que vamos a corrernos juntos porque el miembro de Marcus se vuelve más pesado en mi interior, eso solo acelera mi orgasmo y juntos gritamos el nombre del otro al corrernos.

Apoyo mi frente sobre la curvatura de su cuello para recuperar fuerzas. Marcus en cambio acaricia mi espalda suavemente.

—Te amo —le prometo de pronto, levantando mi mano para acariciar su cabello.

—Y yo te amo a ti, la mia regina —confiesa de regreso. Sonrío genuino.

Amo ser su reina, pero más amo que él sea mi rey.

A🌙A

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