Capítulo 14 🔥
Aveces la palabra que soluciona todo es la única que no queremos decir... Un lo siento... Un te quiero.
Aixa de Alsina.
Narra Ian
Parte 2/3
Cuando vi a Selene enfundada en el vestido negro, brillante, con escote en todo el medio de los senos hasta el ombligo, su cabello largo, recogido en una cola alta y esos tacones del demonio, bajando las escaleras, juro que quería volver a desposarla. El maquillaje que le hicieron le hace resaltar sus ojos oscuros y me tiene embobado, sin poder desviar la mirada de ella.
Incluso no la desvié para ordenar la comida cuando llegamos al restaurante y no planeo desviarla en toda la noche.
—Ian, ya deja de mirarme o vas a desgastarme —pide en un susurro. Sonrío.
—Tengo que llevarte más a ese spa. Estás preciosa, cariño —aseguro. Selene sonríe, desviando el rostro para que no note su sonrojes.
—¿Entonces no estoy preciosa el resto de días? —pregunta, pero detecto la burla en su tono. Sonrío.
—Siempre, pero hoy reluces —explico. Muerde su labio inferior justo cuando la camarera regresa con nuestra orden.
Comemos entre risas disimuladas y miradas furtivas, al llegar la hora del postre, le hago la señal a la chica para que traiga las flores y la cadena. Selene alza una ceja cuando dejan el ramo de flores sobre la mesa. Se supone que dentro del ramo, está la bolsita con la cadena. Estoy nervioso. Me siento como si fuera a pedirle matrimonio.
—No digas nada, preciosa. Es una rosa por cada cita que me he saltado contigo. Hay más de cien, así que sé que me he saltado muchas —reconozco, sonriendo nervioso. Selene ríe bajito y toma mi mano por encima de la mesa para luego inclinarse sobre las rosas, cerrar sus ojos y aspirar el olor.
—Son hermosas, amor. Gracias por esto —confiesa al separarse.
—Hay algo más —aclaro. Selene alza una ceja y yo le señalo el centro de las rosas. Ríe de nuevo y baja las rosas de la mesa para apoyarlas sobre sus piernas y meter la mano entre las mismas en busca del collar. Imagino que ya sintió la bolsa porque me mira más sonriente todavía.
La saca y regresa las rosas sobre la mesa para abrir la bolsita... Sigo nervioso. ¿Me ayudan?
Saca del interior la cadena con el dije de tocador de disco y, al verme, sus ojos están cristalizados. Me preocupo.
—¿Está todo bien? —pregunto confundido. Selene se levanta de su asiento, rodea la mesa y se lanza sobre mí. Menos mal y soy rápido para echar mi asiento hacia atrás y recibirla bien.
—Te amo tanto —susurra sobre la curvatura de mi cuello. Sonrío. Creo que le gustó.
—Y yo a ti, preciosa —prometo. Se separa, limpia sus mejillas y se coloca en cuclillas para yo colocarle el collar, lo hago encantado de la vida.
Al terminar con eso, vuelve a su asiento y sé que es hora de comenzar a decir todas mis disculpas. Eso sí no me lo enseñó mi padre, pero debo reconocer que el regaño de Rose, me hizo organizar todas las palabras en mi mente.
Es curioso como hace horas escuchaba a Rose decirle a Selene que no le importaba ser su amiga, pero en el centro comercial, se comportó como si fuera amiga de toda la vida de Selene y le molesta mi trato con ella.
—Quiero disculparme, Selene —comienzo tras suspirar. Selene me mira atenta. Me acomodo en mi asiento para poder seguir hablando—. Te he descuidado tanto estos últimos años que entiendo que es mi culpa tu inseguridad con respecto a mi relación con Rose. Entiendo que creas que me sigue interesando como mujer, porque es cierto que me he pasado más tiempo los últimos tiempo con ella o en la casa de ellos, que en la nuestra. —Paso saliva cuando Selene coloca su manos sobre la mía.
—Valoro que hagas esto, Ian, pero quiero que sepas que no son tus disculpas las que quiero —dice. Arrugo el rostro. Mi padre no me dijo qué decir en caso de que eso pasara.
—¿Entonces, qué? —pregunto cauteloso. Selene sonríe dulcemente.
—Tu atención, tu amor, tu tiempo. A ti como mi esposo —resume. Suspiro lento.
—A mí me tienes y te prometo que de ahora en adelante, te demostraré que me tienes masque nunca —prometo. Selene asiente.
—Yo sé que también he fallado, Ian. No solo tú debe disculparse porque sé muy bien que mis constantes celos y dramas, no le hacen bien a nuestra relación. Quiero pedirte disculpas por eso. Supongo que asumía que si te estabas alejando de mí y, cada vez te veía más cerca de Rose, era porque algo tenían de nuevo. —Toma una respiración larga y profunda—. No debí desconfiar de ti, perdón —culmina. Niego con la cabeza.
—Creo que ninguno de los dos debimos hacer muchas cosas que hicimos que no nos favorecía como esposos, solo quiero que de ahora en adelante, esas cosas no se repitan y podamos volver a ser lo que éramos al comienzo, pero mejor. Más enamorados, más entregados, más apasionados. Quiero estar contigo, Selene. Te amo y no quiero estar con otra persona que no seas tú —declaro firme. Selene suelta mi mano y seca sus lágrimas.
—Tenía celos —dice de pronto. Arrugo el rostro.
—¿De qué? —cuestiono sin comprender.
—De Rose. Esa es la verdad. Desde que la conozco, tu relación con ella ha sido tan buena, que me confundía. Siempre riendo, tomándose del brazo o durmiéndose sobre tu hombro después de reír o algo así. Lo miraba desde lejos, Ian. Al principio nunca dije nada porque yo solo era una recién llegada y no conocía la historia. Pero cuando comenzamos a vivir juntos y nos casamos, quería poder decirte como eso me incomodaba.
»—Es estar en una reunión familiar con mi mamá y tú riendo en una esquina con Rose o, aquella vez que Rose de pequeña se cayó estúpidamente y tú saltaste en su rescate? Marcus estaba ahí, Ian, pero fuiste tú quien la ayudó. Él solo sonrió. Lo vi. ¿Por qué sonreír? No lo entiendo —confiesa. Suspiro. Nunca creí que todas esas cosas, que para Rose, mi padre y yo, o para cualquiera que nos conoce desde siempre, sabe que es normal, para ella sea motivo de inseguridad.
—Nunca quise hacerte daño con eso. Como has dicho, son reacciones instantáneas. No son planeadas. Me gusta reír, no importa con quien. Rose tiene un sentido del humor muy parecido al mío y por eso encontramos muchas cosas graciosas que para el resto, tal vez no lo sea. Si hubiera sido Arianna, Rocío o tu madre la que se cayeran, también habría reaccionado igual por ellas. El que sea Rose no la hace más especial, preciosa.
>—Sí, es normal para nosotros tener esa relación que para ti es incómoda, pero ahora que lo sé, intentaré que cambien ciertas cosas. No te aseguro que cambie todo, porque no quiero sentirme incómodo a su lado por no poder reír o robarle cualquier cosa mientras estamos en familia. Es algo espontáneo en mí querer estar a su lado al ver una película en el cine porque siempre empezamos una guerra en silencio con las palomitas azucaradas.
>—O la competencia sana que tenemos con el buscar a los niños al colegio. Tienes que entender, preciosa, que nunca tuve una hermano, prima o pariente femenina. Siempre fui solo yo, mis tíos nunca me dieron primos ni mi padre más hermanos. Todas las chicas que iba conociendo siempre terminaban siendo algo mío o de mis amigos, pero no podía considerarlas mis amigas, así que no tengo muy claro cómo debe ser una relación de amistad con una mujer, pero a Rose la veo como una amiga. Solo que es una amiga con la que tengo hijos y conozco a la perfección para saber qué hacer y no hacer para molestarla. No puedo tener la misma relación con Arianna, Luisana o Iliana, porque ellas no tiene la misma confianza conmigo. Nunca la pasaron ni yo tampoco.
>—Puedo comprender lo que dices, pero creo que soy tan despistado y seguro al mismo tiempo, que si tú tuvieras una relación con un hombre como la que yo tengo con Rose, nunca dudaría de ti porque no le encuentro la malicia en tratarnos como lo hacemos. Desde que estamos juntos, ¿he mirado a Rose como a ti? —inquiero. Selene medita un rato y luego niega.
—Tienes razón, Ian. Entiendo todo lo que has dicho y puedo notar que mi inseguridad quizás no tenía ni pies ni cabeza, estaba exagerando —dice. Niego con la cabeza.
—No, no estabas exagerando porque si me pongo en tus zapatos, con la malicia que las personas hoy en día tienen, sí se ve mal. Comprendo que se vea mal el tener hijos con Rose y que ella esté casada con mi padre. Entiendo que no sea común que yo tenga tan buena relación con ambos. Sé muy bien que no todos los mortales están preparados para entender nuestra historia o, tan siquiera para escucharla, pero es nuestra realidad, preciosa. Y tenemos ya siete años juntos, ya es hora de que asumas la realidad del triangulo que conformamos Rose, mi padre y yo, porque es un triangulo que nunca va a separarse. No me imagino a mi padre con otra persona que no sea Rose y no me imagino a Rose con alguien más que no sea mi padre. Yo siempre estaré atados a ellos como lo estoy contigo, mi amor. Y no quiero, no quiero que me sueltes ni que tengas dudas de cuánto te amo —suplico. Selene vuelve a limpiar sus lágrimas para después tomar mis manos.
—Te prometo que voy a comenzar a ser diferente. Ya no habrán más dudas ni malos tratos —asegura. Sonrío.
—Solo quiero que seas feliz. Yo te prometo que voy a pasar más tiempo en casa, contigo y con Liam. Que me voy a involucrar más en tu vida y que voy a demostrarte cada día lo mucho que te amo —declaro.
—Gracias —susurra. Sonrío y levanto la mano para llamar a la camarera Llega enseguida.
—La cuenta, por favor —pido. La chica se retira y regresa luego con la cuenta. Cancelo y salimos tomados de la mano y con la otra mano, Selene lleva sus rosas.
—¿Vamos a casa? —pregunta luego de un rato de andar conduciendo por la calle. Niego con la cabeza.
—La noche es joven y las sorpresas apenas comienzan —aseguro. Selene me mira con una enorme sonrisa en sus labios y los ojos brillantes. Le devuelvo la sonrisa.
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