No se puede hacer nada para cambiar lo que ya pasó, pero sí se puede hacer mucho para cambiar lo que viene.

Narra Rose.

Hoy mi esposo amado ha llegado mucho antes a casa y ahora nos encontramos haciendo la comida los dos. Por lo que Rocío debe estar aprovechando de descansar. Todavía no sé qué sería de mi vida sin ella.

Luisana, su hija, también se ha vuelto como una hermana para mí y viene muy seguido para acá. Solo que al inicio de año empezó con un nuevo trabajo que calificó como: "El trabajo de mis sueños".

Me hace falta tener aquí a Arianna y Rodolfo. Realmente a esta casa le falta vida mientras lo niños están en el colegio. Son demasiadas horas de clases. Me fijo cuando Selene entra a las instalaciones de mi hogar y detengo lo que hacía para limpiar mis manos con el delantal. No es común verla cuando no está ni Ian ni Liam, aquí.

—Hola —saludo, acercándome a ella. Al estar frente a frente, noto que tiene los ojos irritados. Ha estado llorando. Suspiro—. Vamos por un café —propongo y me quito el delantal, dejándolo sobre la mesa del jardín y entro a la a casa, con ella pisándome los talones.

En la cocina sirvo dos tazas de café de la tetera y me siento en la barra, frente a ella. Solo le da vueltas y vueltas a su taza sin beber.

—¿De qué quieres hablar, Selene? —Voy directo al grano. Suspira y me mira brevemente.

—¿Qué sientes por Ian, Rose? —pregunta. Suspiro. Por supuesto que es de Ian. Obviamente no iba a venía invitarme a ir a un spa. Lógicamente sigue dudando de Ian y yo.

—Es una persona muy importante en mi vida. Es el padre de mis hijos, mi amigo, mi socio y mi hijastro, en cierta manera. —Sonrío un poco ante eso último. Ella solo asiente.

—¿Si tuvieras la oportunidad de volver con él...

—No. Jamás lo haría. Amo a Marcus, Selene. Tú tienes que entender que aunque le digas a tu hijo que está mal mi relación con Marcus, que ese es otro tema que hablaremos luego —advierto. Ella no dice nada—, yo lo amo y no voy a alejarme de él ni por tu opinión ni por la de nadie. No volvería con Ian porque no es Marcus. No volvería con él porque no lo veo de esa manera. Y, definitivamente no volvería con él porque él te ama, Selene —declaró convencida de mis palabras. Sus ojos se humedecen.

—A ti también te ama, Rose. Me lo ha dicho hoy —confiesa en un susurro. Suspiro. ¿Se han dado cuenta que suelo suspirar por todo?

—Yo también lo amo, Selene. No como a Marcus, obviamente, pero lo amo. Estoy dispuesta a hacer por Ian lo mismo que haría por mis hijos, Liam, Marcus, Rocío, Xavier, Arianna, Rodolfo, mis mujeres favoritas y hasta por ti, Selene. Porque sin familia. Ustedes son mi familia y a todos los amo. De diferente manera, claro, pero los amo —aseguro.

—Si no estás enamorada de él, ¿por qué él se sigue desviviendo por ti? Al principio de nuestra relación creía que era normal porque, bueno, los mellizos estaban creciendo, pero ya ha pasado mucho, Rose. Ya le di un hijo y sigue dando más por ti que por mí —explica.

—Selene, yo creo que te has dedicado más a ver lo que Ian hace por mí, como dices tú, que lo que ha hecho por ti y es por eso que no valoras lo tuyo. Tienes una familia preciosa, Selene. Cuídala. Deja de querer castigar a tu hijo por cómo yo trato a los míos. Deja de querer establecer en tu casa, mandatos con los que Ian no creció, porque sólo lo impulsa a llevarte la contraria. 

»—Entiendo a la perfección lo de cuidarse de la azúcar y todo eso, pero, ¿alguna vez Liam ha ido al médico más que por una gripa? No. A los niños se les hacen exámenes semestralmente, los tenemos controlados con su salud, Selene. ¿Un helado va a hacerle daño? Sí, ya sé que es uno diario, pero míralo de esta forma, ellos pasan seis horas en el colegio, aprendiendo, ¿no crees que merecen un incentivo? —cuestiono.

—No podrías entender mi control con la azúcar, Rose —determina. Suspiro.

—Vale, yo no voy a decirte cómo criar a Liam, solo quiero que cuando esté aquí en mi casa, no lo prives de comer lo que yo no le prohibido comer a mis hijos —pido—. Con respecto a lo de Ian. Si algo sé perfectamente de Ian, es que si no te amara, ya te hubiera pedido el divorcio. Porque tanto él como yo tenemos claros que no hay que estar juntos para criar a nuestros hijos, aplica lo mismo contigo. Créeme que si no te amara, ustedes ya estuvieran divorciados —zanjo.

—Creo que no debí venir —dice de pronto, levantándose del asiento. La imito.

—No te vayas, Selene. Si ya no quieres hablar de Ian, yo sí quiero hablar contigo de lo que le dices a Liam de mí y Marcus —aclaro. Mira al cielo y vuelve a sentarse.

—Rose, no puedes prohibirme expresarme y decir lo que pienso —declara. Asiento.

—Lo sé, puedes expresarte y decir lo que piensas de cualquier tema que no sea mi matrimonio. Y mucho menos al hermano de mis hijos, Selene. ¿Por qué dices que mi matrimonio con Marcus es incorrecto? ¿Acaso cree que el tuyo con Ian es mejor que el nuestro? ¿De verdad? ¿Por qué no es malo el matrimonio de Rodolfo con Tony? ¿Por qué no es malo casarte sin amor, solo por obligación? ¿Por qué esos matrimonios si son correctos y el mío con Marcus, no? —insisto sin poder detenerme. En mi mente sigo formulando nuevas preguntas de matrimonios que de seguro, ella no podría defender.

—¿De verdad crees que porque existen los matrimonios del mismo sexo o porque hay culturas que se casan con contratos y eso de por medio, el tuyo no es malo? Rose, estás casada con el abuelo de tus hijos. ¿Eso no te dice algo? —Abro la boca para responder, pero me calla levantando su mano—. Sí, lo sé. Si no hubiera sido por la inmadurez de Ian en aquellos años, nunca hubieras terminado con Marcus, pero eso pasó, Rose. Toda esa historia pasó. Tú estuviste con el hijo y con el padre, y no te importó eso en lo absoluto. En vez de iniciar tu vida alejada de ambos, te aferraste a ellos —replica. Asiento de nuevo.

—¿Y tú crees que no me resistí? ¿Que no intenté enamorarme de nuevo de Ian para ser una familia feliz? ¿Que no intenté mirar hacia otro lado para olvidarme de ambos Lombardi? —inquiero. Ella se queda callada—. Lo hice, Selene. Quise enamorarme de Ian de nuevo, pero no pude. Me lancé de bruces contra otro hombre para alejarme de los dos. ¿Sabes cuál era el problema? —insisto.

—¿Qué? —pregunta ante mi silencio.

—Que no importaba con cuál de ellos dos estuviera, si con Ian o con Xavier, yo seguía pensando en Marcus. Seguía deseando que fuera él quien me tocara. El problema es que creía que me iba a tocar vivir amándolo, pero sin tenerlo. Por eso, Selene, por eso es que ni tú opinión al respecto de nuestro amor o la de terceros, hará que yo retroceda a aquellos tiempos en los que me cuestionaba todo. No más. Lo amo, él me ama e Ian te ama a ti —zanjo—. Pero quiero que dejes de estar confundiendo a Liam sobre lo correcto o incorrecto que es el amarnos —exijo.

—¿Entonces, qué? ¿Dejo que piense que puede hacer esto cuando crezca? —réplica. Aquí voy de nuevo a suspirar.

—Esperemos que él no tenga que pasar por esto, pero si le inculca desde pequeño que es malo, que no es correcto, ¿crees que tendrá una buena opinión de Marcus y yo? ¿Le hemos dado algún mal ejemplo a nuestros hijos y Liam? No. Hemos recalcado desde siempre lo importante de amarse, Selene. No me interesa ser tu amiga y que ya dejes mi vida tranquila, lo único que quiero es que dejes de meterle cizaña a Liam sobre mi relación —repito, esta vez más firme que la anterior.

—Buenas tardes —dice Marcus, entrando a la cocina con Ian a su lado. Selene y yo suspiramos. Pongo mi mejor sonrisa en el rostro. Espero que no hayan escuchado nada. 

Sísísísí, ya sé, me tardé, jajaja. Pero, ya tengo varios capítulos acumulados, así que no volveré a retrasarme. 

Pd: Tengo ganas de publicar mañana, si se portan bien y me dan mucho amor con sus comentarios, subo mañana también, siquesiiii.

Los amo muchooooo.