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Capítulo Nº 9 | parte 3

Algo tarde en horario y en días, pero estuve bastante desanimada estos días.
Actualizo a esta hora porque es el único momento en el que pude.



Tomamos un taxi para ir a la casa de Emily, según ella no era muy lejos de allí y rogaba que fuera cierto porque no tenía suficiente dinero encima. Para mi suerte, en verdad no era muy lejos del bar pero por los peligros de la noche ella prefería movilizarse en automóvil antes que caminar, incluso al estar a mi lado.

Me sorprendí cuando ingresé en su casa, parecía ser igual de humilde que yo pero, a diferencia de mí e incluso de mamá, pude notar que el lugar era un caos, y cuando entramos vi a quien supuse que era su hermano allí en la cocina bebiendo cerveza y jugando póker con un grupo de chicos. Apenas si levantó la mirada para vernos y dijo:

—¿Uno nuevo?

—No te interesa —le gruñó ella.

—Obvio que no me interesa, pero todos los putos hombres que traes se beben mi cerveza y al próximo le cortaré la mano —escupió el tipo.

—¡Vete a la mierda!

Emily me tomó de la mano y me guio hacia una habitación, pero no pude evitar ver a ese tipo y su grupo de amigos que nos miraban fijo, no era una mirada como si quisieran matarme o algo, más bien como si sintieran pena por mí, y no supe por qué.

La habitación de Emily era bastante normal para lo que creí que sería siendo de ella, me esperaba algo más gótico, más oscuro, sin embargo solo era el cuarto de una chica, no muy diferente al de Becky en realidad, ya que al de Chrissy aún no había ingresado como para poder compararla. La única diferencia era que Emily parecía no tener una cama, solo el colchón allí en el suelo, lo cual miré con curiosidad, y ella pareció notarlo porque no tardó en agregar:

—No hace ruido, detesto que las camas hagan ruido —dijo al dejar en una mesa de noche sus llaves, sin dejar de mirarme fijo—. ¿Quieres beber algo primero?

—Lo que tú prefieras.

—¿Siempre eres una mierda insegura o solo es conmigo? —escupió con asco—. ¿Tienes testículos o vagina?

—¿Siempre eres así de basura o solo es conmigo? —agregué yo con una ceja levantada.

—Es lo que me hace especial.

Emily me miró fijo por unos instantes, pero yo no podía dejar de ver todo a mi alrededor. Era muy obvio que estaba nervioso, después de todo nunca había hecho eso, nunca había ligado con una chica en un bar para luego ir a alguna otra parte, era algo extraño y me era imposible dejar de sentirme incómodo. Además, sumándole a mis nervios, estaba esa ansiedad que me producía preguntarme qué estaba haciendo Chrissy.

Ella entonces colocó música en un mini equipo, rock pesado del tipo que a mí no me gustaba, y más alto también de lo que a mí me gustaba oír la música, pero supuse que era para tapar los sonidos que venían de la cocina y evitar que salieran los nuestros. Me animé a acercarme a ella y la tomé de la cintura para poder besarla, y ella me abrazó del cuello para seguir el beso.

Todo el fuego que había tenido antes desapareció y necesitaba recuperarlo, pero la imagen de Chrissy con Eric me interrumpía a cada instante.

Y me maldije por ello.

Emily se alejó un poco de mí, sin dejar de mirarme de esa forma que estaba comenzando a surtir efecto en mí. Dejó caer su vestido negro y pude ver su hermoso cuerpo apenas cubierto por esa lencería negra, y ese portaligas que tenía con las medias y los zapatos era erotismo puro, era hasta pornográfico. Su cuerpo era perfecto, y no dudé en acercarme a ella para volver besarla mientras me aferraba a su culo.

Nos terminamos de desvestir lo más rápido que pudimos y nos dejamos llevar por el momento allí en el colchón del suelo. Gocé cada parte de ella, especialmente sus preciosas tetas, las cuales apretujé, besé y saboreé cuanto quise, pero estaba ansioso por estar con ella, caliente como el fuego mismo. Así que luego de besarla y asegurarme de que estuviera tan ansiosa como yo, tomé mi pantalón del suelo para agarrar un condón. Quise reírme cuando vi que en el bolsillo derecho tenía uno con tachas que me dejó Alex, y que en el izquierdo había uno extrafino que me dejó Chrissy. Era extraño conocer sus gustos con los condones...

—Este —dijo Emily al tomar el que tenía tachas.

Lo abrió ella con los dientes y me lo colocó enseguida con cuidado, luego me puse en posición para poder hacérselo. Me introduje allí entre sus piernas, me ubiqué con cuidado para no herirla, sin embargo ella me tomó con fuerza del trasero para acercarme más, y no tardó en decirme:

—Con ganas, niñita.

Alcé una de mis cejas al oírla, así que me dirigí directo a su cuello para poder besarlo, mientras me movía y sentía esa presión que se sentía tan bien. Traté de hacer que ella también se sintiera bien, la estimulé tal y como me había dicho Chrissy que siempre debía hacer, y disfruté de ver sus gestos, de ver la forma en que sus tetas rebotaban tan preciosas, por lo que no pude evitar apretujarlas nuevamente en mis manos mientras la embestía.

Pasó un buen rato antes de que ambos llegáramos al clímax, ella llegó antes que yo, lo cual era extraño porque me estaba costando concentrarme y mantenerme en el momento. Tardé un rato más en llegar, y luego de ello nos recostamos para fumar ambos un cigarrillo.

—Eres un 7 —dijo ella al soplar su cigarrillo—. Creí que eras un 10.

La miré sin comprenderla, quería preguntarle a qué se refería pero por su actitud me di cuenta que aunque preguntara, no me daría una respuesta.

A diferencia de Chrissy, de la hermosa Chrissy, el momento luego fue incómodo. Quizá conocía a Emily del instituto, pero nunca había cruzado palabra alguna con ella que no fueran insultos. Tenerla desnuda a mi lado, estar allí desnudo en su casa, en su cama, sin siquiera conocernos, era realmente incómodo. No sabía si debía hablar, de qué podía hablar, o si mejor era quedarme en silencio y solo fumar.

Emily entonces se puso de pie sin importarle que la viera desnuda, y aunque eso era lógico, sabía que algunas chicas se sentían incómodas y preferían taparse. Me sorprendió esa actitud, la vi bajar el volumen de la música y luego se acercó nuevamente hacia mí y, con una hermosa y pícara sonrisa, me tomó del rostro para besarme. Luego se recostó a mi lado para seguir fumando.

—¿Sueles hacer esto seguido? —le pregunté al soplar el humo de mi cigarrillo—. Por lo que dijo tu hermano...

—¿Mi hermano? —Ella me miró con una ceja levantada y comenzó a reírse—. Bill no es mi hermano, es mi padrastro.

—¡¿Tu padrastro?! —dije con sorpresa y no pude evitar controlar mi rostro tan expresivo.

El tipo de la cocina parecía demasiado joven como para ser su padrastro.

—Si un tipo me gusta no pierdo el tiempo y voy a lo mío —dijo con un suspiro—. ¿Tú sueles hacerlo seguido?

—Por supuesto... —mentí.

No podía decirle que no, que en realidad solo me había acostado con dos mujeres antes que ella, y que una fue con mi mejor amiga estando bastante ebrios los dos, aunque fue algo consciente la situación se dio por ello y eso era innegable.

///

Cuando desperté en la mañana, cerca del mediodía, me encontré con la sorpresa de no saber dónde me encontraba, al menos hasta que reconocí a Emily durmiendo allí a mi lado. Ella seguía dormida, así que no sabía en realidad qué hacer, ¿debía irme, debía despertarla, debía esperar a que se despertara sola?

Tomé mi teléfono, aún tenía batería por el poco uso que le di en la noche, pero tenía pocos mensajes, uno de Eric que decía que iría a verme en la tarde y uno de La Mafia donde solo había un mensaje de Alex en la madrugada que decía: «LA CAGUÉ», así, en mayúsculas y con un emoji en shock. Decidí enviarle un mensaje por privado, si Chrissy no le había respondido era probablemente porque continuaba dormida, y no me pareció adecuado llenarla de mensajes hasta despertarla.

Texteé rápidamente para Alex, le pregunté qué había pasado con ese mensaje y le pedí ayuda con algo. Quería preguntarle qué debía hacer, y Alex tardó un poco pero me llamó por teléfono:

¿Qué pasó? —fue lo primero que me dijo.

Me levanté rápido de allí para no despertar a Emily, me alejé lo más que pude en esa habitación tan pequeñita y, casi en un susurro, respondí:

—Nada grave, es que ella sigue dormida y no sé qué hacer, ni siquiera sé dónde estoy.

Un clásico —se rio él—. Suele pasar, lo importante es que no te vayas. ¿Oíste? NO-TE-VAYAS, lo único que demostrarás es que no vales nada como hombre y que eres un completo cobarde, tampoco la despiertes, está agotada así que solo espera. ¿De acuerdo?

—¿Y qué carajo hago mientras espero? —me quejé en voz baja.

Me tienes a mí, imbécil.

—¿Qué con ese mensaje? —pregunté.

Alex se quedó en silencio por unos instantes, lo oí suspirar antes de decir:

Nada grave, ya lo arreglé. Ahora cuelgo la llamada, hablemos por mensaje así no la despiertas.

Y sin esperar mi respuesta, él me colgó. Me quedé como un idiota viendo mi teléfono allí en mi mano, pero suspiré y apoyé el teléfono en la mesa de noche. Quería vestirme, adoraba estar desnudo pero no en una casa ajena, además me estaba muriendo de ganas por orinar y no tenía ni idea de dónde se encontraba el baño. Así que ya vestido, con mi teléfono que vibraba debido a los mensajes de Alex, me animé a salir despacio de la habitación para poder buscar ese baño.

—A la derecha la salida.

Me sobresalté cuando oí esa voz masculina, pude ver allí en la cocina al mismo tipo de la noche anterior, me miraba fijo mientras fumaba, apoyado contra la mesada y con una taza en su mano. El aroma a café llegó a mis fosas nasales.

—Busco el baño...

Él levantó una ceja ante mi respuesta.

—Extraño, muy extraño —dijo y señaló con su cabeza la izquierda—. El baño está allí.

Me apresuré a ir hasta allí, el lugar era más o menos parecido a mi casa, solo que en peor estado por falta de orden. Botellas se veían en los suelos y las colillas de cigarrillos parecían ser la única alfombra posible en toda la casa. Me dio un tick en el ojo porque yo era quien limpiaba toda mi casa, me ponía nervioso ver las cosas así.

Me lavé la cara y enjuagué mi boca al robar un poco de pasta dental con agua, luego me miré allí en el espejo, me concentré en ver la cicatriz que tenía en mi frente, la que me había dejado esa gótica preciosa en el instituto. Nunca hubiese imaginado que mis fantasías se harían realidad y que en verdad me acostaría con ella.

Salí un poco más tranquilo, pero bastante desorientado y sin saber cómo reaccionar si el padrastro de Emily quería decirme algo. Sin embargo, cuando pasé nuevamente por allí, no me dijo nada, parecía solo mirarme con curiosidad, al menos hasta que abrí la puerta de la habitación.

—No pareces su tipo —dijo con frialdad—. ¿Qué hiciste?

—No sé a qué se refiere —dije con una de mis cejas levantadas.

—«¿Se refiere?» ¿Cuántos años crees que tengo? —escupió con su ceño fruncido—. Apenas tengo veintinueve, ¿qué te pasa?

No dije nada, solo lo miré algo extrañado porque la situación era demasiado incómoda, así que ingresé en la habitación de Emily y me acerqué al colchón para poder sentarme a su lado y encenderme un cigarrillo. Respondería esa lluvia de mensajes de Alex o me volvería loco toda la tarde. Le dije por mensaje lo que acababa de pasar con el padrastro de Emily, y él no tardó en responder:

«Raro, muy raro, Ricitos de oro...».

No respondí, solo me quedé viendo que Chrissy aún no había escrito nada en el chat, ni a mí por privado, pero Eric sí, así que supuse que no habían pasado la noche juntos. Miré como un idiota la pantalla de mi whatsapp esperando ver si algo cambiaba, si de repente podía ver un «escribiendo» en el chat de Chrissy, pero eso claramente no sucedió. Quería hablar con ella, preguntarle por su noche, si había pasado algo más con Eric, y al pensar en eso sentí una fuerte presión en mi pecho y no pude evitar rechinar mis dientes de solo imaginarlo.

Terminé por respirar hondo y escribirle yo. Le dije que necesitaba hablar con ella, porque en verdad necesitaba hacerlo, no solo quería saber sobre ella, no solo tenía esa necesidad, sino que también quería preguntarle sobre «ser un 7» como dijo Emily.

—¿Con quién hablas?

Dirigí mi mirada hacia Emily, me miraba allí recostada a mi lado. Sus intensos ojos verdes clavados en mí ya vestido, por lo que no dudó en levantar una de sus cejas.

—Creí que ya te habrías ido.

—¿Debía hacerlo? —inquirí con sorpresa.

—Todos lo hacen, ¿por qué contigo sería diferente?

Porque Alex me mataría —pensé, sin embargo respondí con otra verdad—. Porque yo no soy así.

Ella me miró con curiosidad, como si mi respuesta le sorprendiera, y en verdad no le mentí. Quizá me había asustado al encontrarme solo, pero no me agradaba la idea de irme y dejarla dormida como si fuera una prostituta, no me parecía correcto.

Emily se puso de pie con algo de pereza y la vi cambiarse allí frente a mí, sin importarle aún que la viera completamente desnuda. Lo que me sorprendió más, en realidad, era que no tenía un solo vello en su cuerpo, su piel era impecable, sin un defecto, al menos yo no le vi ni uno solo –aunque seguramente con un solo vistazo mamá le encontraría todos, incluso los inexistentes–. La vi colocarse ropa interior que tomó de un mueble y luego una camiseta negra algo suelta, tenía el nombre de una banda que yo no conocía. También se colocó unos jeans y una cárdigan negro, era la primera vez que la veía con ropa más cómoda, porque hasta en el instituto solía llevar sus faldas.

—¿Quieres que te llame un taxi? —dijo al tomar las llaves de la mesa de noche.

Miré hacia los costados sin saber muy bien qué responder.

—¿Me estás echando? —inquirí con una sonrisa torcida.

Ella levantó la mirada para verme.

—No en realidad, pero creí que tendrías otras cosas que hacer.

Me miró fijo por unos instantes, con curiosidad, así que me levanté del colchón y tomé mi chaqueta del suelo para colgarla en mi hombro. Era, sin dudas, el momento de irme a casa, no me quedaba en un lugar donde no era bienvenido, además de que resultaba muy incómoda toda la situación para mí.

—Creo que aceptaré el taxi —dije y coloqué un cigarrillo en mis labios.

Ella me dedicó una sonrisa y asintió, para luego acompañarme hasta la cocina, donde nuevamente me encontré con la mirada de ese tipo. El ambiente olía a café y cigarrillos, a acumulamiento de polvo y tabaco, pero también un poco a alcohol. Intenté no fruncir mi nariz, es que mi olfato era bastante sensible a los aromas por el hecho de disfrutar tanto de los té y las flores. No es que en realidad la casa oliera mal, es que esa mezcla no sentaba bien.

—¿Le ofreciste café a tu nuevo novio? —dijo el tipo al mirar a Emily.

—No es mi novio, y no. Ya se va.

—Es el primer tipo que se queda hasta que despiertes, ¿y lo echas? —dijo con una risa—. ¿Eres estúpida o solo te haces?

—De alguien lo aprendí, ¿verdad? —dijo ella y abrió la heladera para tomar de allí una lata de cerveza.

—¡Deja eso! Es hora del almuerzo, al menos desayuna —escupió él con asco.

—Una pena que no seas mi papi de verdad, ¿no, Bill?

—Es cierto, una pena, tendría que haber huido como él hace tiempo.

Claramente no encajaba en ese momento, pero mientras esperaba el taxi que ella me llamó unos minutos después, me senté a la mesa por invitación de ese tipo. No podía evitar mirarlo de reojo, era bastante atractivo, de ojos grandes y café, con un tono de piel algo bronceado, un cuerpo que se veía ejercitado y una barba de leñador que envidiaba no poder tener.

—¿A qué te dedicas? —me dijo mientras me miraba con seriedad.

Estaba a punto de responder, sin embargo Emily interrumpió.

—No es mi novio, es un tipo que secuestré del pub, ya deja de ser tan pesado y déjalo en paz —le dijo al darle un golpe en la cabeza que me sorprendió bastante.

—Solo estoy siendo amable, a ver si tú aprendes algo de eso, mocosa de mierda —le dijo él al lanzarle una lata de cerveza vacía.

—Esta mocosa acaba de cumplir los dieciocho y no le importa tu palabrerío —acotó Emily con una risita.

Me sentía realmente incómodo allí entre medio, con sus discusiones de familia, además supuse que en algún momento aparecería su madre y todo se volvería mucho más incómodo. Sin embargo, cuando comencé a oír insultos entre ellos dos y bromas sobre «no ser su padre» cada vez que él quería regañarla, me salvó el sonido de la bocina del taxi, por lo cual Emily me acompañó hasta el pórtico.

Allí fuera se encontraba el taxi, pero antes de que pudiera acercarme ella me tomó de la mano y me hizo girar. Me tomó del rostro sorpresivamente y me besó en los labios con suavidad, diría que hasta con cariño. Entonces dijo:

—Con 7 siempre se aprueba, Van der Hout.

La miré con rareza y luego la despedí para poder tomar el taxi antes de que me aumentara más de lo que podría pagar. Y durante todo el viaje fui sufriendo por ello, contaba mis billetes allí atrás del taxista, mientras miraba de reojo el taxímetro y rogaba poder llegar.

Comencé a textearle a Alex, le pregunté qué estaba haciendo. No tenía resaca ni nada porque no había bebido tanto, pensé que quizá podríamos hacer algo por la tarde, sin embargo su respuesta fue que estaba ocupado, supuse que iría a visitar a Bobby así que no hice más preguntas.

Fui soportando la música del taxista que no me gustaba nada, y menos cuando comenzó a sacarme conversación sobre «mi novia que está muy linda». Eso fue durante gran parte del viaje, e intenté no ser cortante con él por si las dudas, capaz que si le respondía mal me cobraba mucho más y tendría que pedirle prestado a mamá, no pensaba humillarme de esa forma.

Por suerte para mí, dejé de prestarle atención cuando me llamó Chrissy por teléfono.

—¡Chrissy! —dije enseguida al atenderle.

Wow, qué velocidad —se rio un poco—. Estoy yendo hacia tu casa, primero dejaré a Alex en lo de Caroline y ahora voy hacia allá. ¿Estás ahí?

—Estoy cerca —dije con entusiasmo.

De acuerdo, llevaré algo para el té. Nos vemos Al, el semáforo se puso en verde.

Luego de decir eso colgó la llamada, pero solo oír su voz me bastó para cambiar por completo mi estado de ánimo. Viajé más contento hacia mi casa y descubrí, allí en la puerta una vez que llegué, que sí me alcanzaba para pagar y que no tendría que pedirle prestado a mamá.

Cuando entré en casa vi a mamá lavar su plato en la bacha, así que me acerqué a ella enseguida y la abracé con cariño desde atrás para poder darle un beso en la mejilla.

—Upa, ¿qué pasó, bebé? ¿Por qué tan contento? —dijo ella con una risita.

—Nada en especial, vendrá Chrissy en un rato, ya debe estar por llegar.

Me alejé de ella para abrir el refrigerador y buscar algo de beber, estaba ese feo jugo de naranja que tanto le gustaba a mamá, pero tenía tanta sed que me olvidé de mi disgusto por ella y me bebí la mitad de la jarra. Luego fui a cambiarme de ropa, en realidad tendría que haberme dado un baño pero no sabía cuándo llegaría Chrissy y no deseaba hacerla esperar.

Me deshice de mi ropa con hedor a alcohol y cigarrillos para poder colocarme algo limpio que oliera bonito. Mamá siempre decía que un hombre que huele bonito vale por mil, así que siempre intentaba llevar colonia o tener ropa limpia y fresca.

La puerta de mi habitación fue golpeada de esa forma tan conocida para mí y, al instante, vi entrar a Eric con una sonrisa. Estaba con el cabello mojado, lo supe porque tenía puesto un gorrito de invierno que solo se ponía cuando salía de casa con el cabello húmedo.

—No me quedaré mucho, tengo cena en lo de Luke —dijo al ver el reloj en su teléfono—. Vamos a conocer a su prometido, así que ya sabes, debo ir presentable para no hacer pasar vergüenza a los Morrison.

—Tú no eres quien los hace pasar vergüenza, esos son Brian y John —dije con una risa que se contagió en él.

—¿Qué tal tu noche con Emily? —preguntó.

—Diferente, pero interesante...

Él me miró fijo con una mirada algo curiosa, pareció esperar algo pero yo no agregué nada más, solo lo miré y por instinto tomé mi cajetilla de cigarros para poder colocar uno en mis labios.

—Christine me besó —dijo de repente con una sonrisa inmensa, lleno de felicidad. Y yo sentí un vuelco en mi pecho que comenzó a molestarme más y más.

—¿En serio? —dije, como si no supiera nada, como si no los hubiese visto—. ¡Qué bien! Me alegro por ti.

—Quería contarte, tú me ayudaste a acercarme, no sé si esto hubiese sido posible sin ti —susurró con los hombros encogidos de forma tímida, de esa forma tan característica en él—. ¿Sabes...?

Oh, no. No, no. No.

Abrí mis ojos con sorpresa, no quería oírlo, Eric tenía una sonrisa tan grande que no quería saber nada, mi mente se encargaba de imaginar sola. Los dedos de mis manos crujieron de un movimiento y de repente me sentí algo mareado, especialmente cuando dijo:

—Fue... extraño —Sonrió con la mirada baja—. Me llevó hacia el auto y...

—Eric...

—¿Qué? —preguntó con ingenuidad.

—¿Te acostaste con Christine, eso quieres contarme?

—Sí, quería contarte que ya no soy virgen. ¿No es genial?

¡Maldita sea!

Eric me miró fijo, parecía buscar entenderme, quizá analizarme.

—¿No te alegras por mí?

—Claro que me alegro —dije con una sonrisa algo torcida—. Solo me sorprendió un poco, bien por ti, Eric. Ya no se reirán tus hermanos de ti.

—¿Recuerdas lo que hablábamos de Liz? —dijo con una sonrisa pícara y ahí comencé a desesperarme, comencé a sentir mi respiración acelerarse, porque Liz era la chica conocida por hacer las mejores mamadas en el instituto...—. Te aseguro que Chrissy es mil veces mejor.

MALDITA Y PUTA SEA.

—Eric, no quiero saber eso, por favor —dije con frialdad.

—¿De qué hablas? Siempre hablamos de estas cosas, cuando tú estuviste con Liz me contaste todo con detalles y yo lo hice contigo, ¿qué te pasa?

—¡Pasa que Christine es mi mejor amiga y no quiero saber sobre su intimidad! —grité, lleno de furia—. ¡Es incómodo, por Dios! Respeta su privacidad, yo no te conté cómo la chupa Becky o cómo me montaba.

—No, no lo hiciste porque es mi prima —escupió Eric—. Porque hablar de Liz, o hablar de la otra rubia en el instituto, no te importó en lo absoluto. ¿Qué diablos te pasa? Tú no eres así.

—Eric... —dije en un suspiro luego de respirar hondo para tranquilizarme—. Me alegro mucho por ti, de verdad, en serio que sí porque sé que deseabas hace mucho todo esto, pero entiende que Christine es mi mejor amiga y que no es cómodo para mí saber si la chupa bien o no, si coge bien o lo que sea. ¿Entiendes...?

Él me miró fijo por unos segundos, luego bajó su mirada mientras se rascaba la nuca y dejó ir un suspiro, solía hacer eso cuando se sentía culpable o se equivocaba, así que yo también suspiré. Quizá había sido duro con él, pero es que en verdad, en verdad me molestaba muchísimo que dijera tan libremente lo que hizo o no hizo con Chrissy en la noche.

—Está bien, lo siento.

—¿Empezarán a salir...? —me animé a preguntar.

—No —se rio y negó rápidamente—. Ella me dejó muy claro que solo era sexo, que podía ser de una noche o podía ser de otras más pero solo eso. No es que me vaya a ilusionar por acostarme con ella, no soy...

Apreté la mandíbula.

—¿No eres yo, eso ibas a decir? —escupí.

—No. «No soy estúpido», eso iba a decir —me miró fijo, pero supe que mentía.

Eric nunca era capaz de mantener fija la mirada por mucho tiempo cuando estaba mintiendo, y por ello fue que la corrió a los pocos instantes.

—No estoy ilusionado, solo estoy contento porque se dio y nada más, y pensé compartirlo contigo en persona porque eres mi mejor amigo —dijo con seriedad—. Pero lo lamento, no pensé que te molestaría tanto, no creí que tu amistad con ella había llegado a ese punto.

—Está bien, solo cuídate, y que salga todo de la mejor forma posible.

Eric se quedó por unos minutos más donde cambiamos por completo de tema, comenzó a hablarme de Luke y de Sean, su prometido, al que conocería en la cena junto al resto de su familia, incluyendo al homofóbico de Brian. Y aunque intenté prestarle atención, aunque intenté escucharlo y ser un buen amigo, no podía dejar de imaginarme a Chrissy acostándose con Eric en su auto, o yendo a un hotel, o siquiera estando con él, y mi mente era demasiado gráfica, mi mente imaginaba más de lo que deseaba, porque tenía bien clara la imagen de ella entre las piernas de mi amigo y quería lanzarle un puñetazo a él por ello. Y él no tenía la culpa de que me sintiera así, que sintiera eso que ni siquiera entendía qué era, que ni siquiera era capaz de comprender.

Se fue un rato después y en la puerta nos cruzamos a Chrissy, me concentré en ver la forma en que se miraron y hablaron, ella lo saludó con un beso en la mejilla y hablaron unos segundos antes de que él partiera a su casa, pero Chrissy lo siguió con la maldita mirada.

En otro momento la sonrisa de ella me habría elevado el espíritu, me habría alegrado y llenado de alegría, pero al ver su sonrisa solo pude sentir furia, un fuerte odio acumulándose en mí e incluso angustia en mi garganta.

Puse la tetera para prepararnos té a ambos mientras que ella se sentaba a la mesa y conversaba con mamá. La miré de reojo mientras trabajaba, la veía igual que siempre, como si nada hubiese pasado, como si no hubiese estado con mi mejor amigo horas atrás, y eso me molestó muchísimo más.

No sé si es que mamá sintió la tensión en el ambiente, si sintió que estaba enojado o que quería hablar con ella, pero se levantó bien rápido y dijo que iría a saludar a Ivana antes de que fuera a lo de Luke, se fue casi corriendo, así que Christine y yo quedamos solos allí, en casa.

Preparé su té de limón y me serví en otra taza, en la taza de Charizard que ella odiaba, mi té de rosas, y luego me senté frente a ella para poder verla al hablar, para poder ver sus gestos y su mirada. Especialmente para poder ver su mirada.

—¿Y? —preguntó con una sonrisa—. ¿Qué tal tu noche? ¿La pasaste bien?

—Muy bien —dije con sequedad—. ¿Y qué tal tú, la pasaste bien?

—Luego de que Alex y tú se fueron me quedé con Eric un rato más, la pasé bien.

Apreté mi taza con más fuerza, ella no pensaba decírmelo. No iba a decirme que se acostó con mi mejor amigo.

—¿De qué querías hablar? —me dijo de repente, con seriedad.

—¿Es bueno? —pregunté casi entre dientes de una forma que no me enorgullecía—. Eric.

—¿A qué te refieres?

—Si te gustó hacerlo con él —escupí—. Si es bueno, si te hizo sentir bien aun siendo virgen. Bueno, aun habiendo sido virgen, porque ya no lo es, ¿verdad?

Christine frunció el ceño y su mirada cambió por completo, sus gestos se endurecieron y el aire, de repente, se había vuelto frío y mucho más tenso. Era como una nevada propia dentro de mi casa.

—Así que en verdad se cuentan todo ustedes —dijo con seriedad—. ¿También le dijiste que tú y yo nos acostamos? ¿Eh?

—No, yo no soy así —me atajé con fastidio—. Él me lo dijo. —La miré fijo por unos instantes antes de agregar—: ¿En serio, Christine? ¿Eric?

—¡¿Cuál es tu problema?! ¡¿Qué diablos te importa si estuve o no estuve con Eric?! —chilló y golpeó la mesa con furia—. ¡Tú me insististe siempre para que saliera con él! ¡Tú luchaste todo este tiempo, casi un año, para que saliera con él! Y ahora que conseguiste tu cometido, ¿te pones así?

Y eso se sintió como un baldazo de agua helada, como un puñetazo en pleno invierno. Como un cuchillo sin afilar.

—¡Me pongo así porque es mi mejor amigo! —grité—. ¡Y sé que no lo hiciste porque te guste porque él no te gusta!

—¡¿Qué diablos te importa, Al?! ¡Me gustó, me tentó, cogimos y ya! —chilló—. ¡Somos amigos que se quisieron acostar! ¡Te dije que no tiene nada de malo que amigos se acuesten! ¡¿Cuál es tu problema?!

—¡Mi problema es que...! —Me quedé en silencio y la miré, sus ojos se abrieron de repente, como si esperara algo de mí—. Mi problema es que...

Pero no dije nada más, porque no sabía en realidad qué decir, no sabía lo que podría llegar a decir así de enojado como estaba. Y enojado sin saber por qué, ¿era porque lo estaba usando? Debería alegrarme por Eric, yo también me había acostado con ella. Quizá ese era el problema, quizá eso lo empeoró todo en vez de mejorarlo como yo creí, quizá ese era el verdadero problema...

—Tú te fuiste con esa gótica, te acostaste con ella, ¿o me dirás que jugaste al dominó con ella? —escupió Chrissy con asco—. Así que no vengas a hacerte el celoso, ¿oíste?

—¡No estoy celoso!

—¿Entonces por qué actúas así? —dijo ella con suavidad—. Te fuiste con esa gótica tetona, y no me digas que no te acostaste con ella porque sé que mientes, porque teniendo esas tetas ¿quién no se iría con ella? Porque teniendo eso... Es obvio que lo disfrutaste...

Su mirada, de repente, se tornó muy triste, demasiado triste para mi gusto. Así que estiré mi mano hacia ella para tomar la suya, la envolví entre las mías para darles calor, ya que estaban heladas. Sus manos siempre estaban heladas.

—Tú me dijiste que lo hiciera... —dije casi en un susurro, mientras miraba su mano entre las mías, sus uñas perfectamente arregladas y con algunos anillos que decoraban sus delgados dedos.

—Sí estuve con Eric —dijo también en un susurro—. Es un chico muy divertido y muy inteligente, es responsable y aunque es tímido tiene... tiene esa mirada que te quema.

—¿Te gusta...? —me animé a preguntar.

—Un poco.

—Entiendo... —susurré y bajé la mirada. No pude evitar tragar saliva, traté de que esa angustia que sentía desapareciera, así fue como pude levantar la vista y dirigirle mi mejor sonrisa—. Espero la hayas pasado bien, ¿sí? Y para que sepas: no le dejé contarme nada, respeto mucho tu intimidad. Te respeto a ti, Chrissy, y mucho.

Ella sonrió como respuesta y bajó la mirada, así que yo aferré con cariño su mano ahí, atrapada entre las mías. Luego le di una palmadita cariñosa para poder terminar de beber mi té y que ella pudiera beber el suyo.

No hablamos nada por unos minutos, solo nos quedamos allí en silencio y sonreí tras mi taza al ver sus pequeños sorbos de té, esos malditos sorbitos que me encantaban. Disfrutaba tanto de beber el té que yo le hacía con tanto cariño, cerraba los ojos al oler su aroma para luego sonreír. Luego de mamá, nunca había conocido una persona que disfrutara tanto de lo que yo hacía, que disfrutara de mis tés, de mis creaciones de esa forma.

—¿De qué querías hablar? —preguntó ella con un poco más de ánimo luego de que hizo su taza a un lado—. ¿O era eso?

—Era otra cosa... —dije y me encogí de hombros—. Pero ahora me avergüenza un poco preguntarte.

—Miré tu paquete, miraste mi culo, ya no pueden haber secretos entre nosotros —dijo con una sonrisa divertida—. Algo así me dijiste hace tiempo.

Me reí e hice mi taza a un lado, para luego apoyar mi cabeza en el puño y poder verla, tenía su rostro lavado, libre de maquillajes, por lo que esas pecas en su nariz y mejillas se lucían mucho más, al igual que sus finos labios rosados.

—Emily dijo que soy un «7», pero que creyó que era un «10...»

Los ojos de Chrissy se abrieron de par en par al igual que sus labios, luego frunció el ceño y golpeó la mesa, completamente furiosa.

—¡¿Qué diablos le pasa?! ¡Tú no eres un 7! ¡Claramente eres un 8.5! —chilló, pero como la miré extrañado, suspiró y comenzó a reírse—. ¿Hiciste con ella lo mismo que conmigo?

—Oh... —dije y torcí mis labios en una mueca—. Lo intenté, pero...

—¿Te apuraste, quizá? —dijo con suavidad y me miró con cariño—. Eres un 8.5, eres bueno en el sexo pero puedes mejorar, no eres un 7, ¿entiendes? Dudo que esa chica tenga más experiencia que yo para puntuarte.

—Pues... no sé, al parecer es usual que lleve hombres o algo así —añadí con un gesto torcido.

—Eso no tiene nada de malo —explicó ella—. Solo goza de su sexualidad y eso es perfecto, pero tú no deberías tener ese puntaje. ¿Puede ser que te hayas apurado? La primera vez... —Me miró fijo por unos instantes y tragué saliva al ver su mirada penetrante—. Ya sabes, la vez que Becky te botó que nosotros tuvimos un roce, te apresuraste mucho por la calentura del momento, eso no está bien y puede hacer que una chica no la pase tan bien como debería.

—Oh... Bueno, puede que sí me hay apresurado un poco pero...

—Al —dijo con suavidad y me tomó la mano con cariño—. Para ti, que eres un hombre, excitarte te toma segundos, quizá minutos, pero para nosotras las mujeres eso puede tomar hasta horas. ¿Entiendes? No debes apurarte. Recuérdalo y la próxima vez que la veas, ¡más te vale que te dé al menos un 9 o me voy a enfadar muchísimo contigo!

Sonreí como respuesta y luego me puse de pie para poder enjuagar las tazas, apenas si saboreé los macarons que había traído para el té, pensaba más bien dejarle a mamá que seguramente nunca los había probado.

No quise contarle sobre el padrastro de Emily, ni dar detalles de la noche, no quería oír tampoco los detalles sobre ella con Eric, pero no podía evitar imaginarlo y sentirme culpable por algo, pero no sabía por qué. Me sentía terrible e incluso me sentí algo mareado, debería estar feliz por ellos, porque Eric era el mejor hombre que Chrissy podría cruzarse y estaba muy capacitado para hacerla feliz, y Chrissy, sin dudas, era la mejor mujer que Eric podría cruzarse.

Estaba feliz, no es que lo odiara, pero a la vez me producía mucha angustia.

Un poco después me recosté un poco en el sillón y ella se recostó a mi lado mientras ambos fumábamos, aprovechando que no se encontraba mamá para regañarme. Dudé bastante si debía o no abrazarla, pero lo hice. Me animé a abrazarla con mi brazo libre y luego ella se acomodó mejor, me puse boca arriba y ella se colocó entre mis piernas para poder apoyar su cabeza en mi pecho y continuar fumando.

—Eres mi mejor amigo, Al —dijo ella en un susurro—. En verdad...

La abracé con cariño y le di un beso en la cabeza, allí en sus bonitos rizos pelirrojos.

—También eres mi mejor amiga —dije, mientras sentía el delicioso aroma a rosas en ella—. Te quiero muchísimo.

Y nos quedamos allí, en silencio.

Mi cigarrillo se consumió en mi mano, pero yo no podía dejar de pensar, de intentar entender lo que me estaba pasando, solo sabía que deseaba con toda mi alma poder seguir así con ella. Poder abrazarla de esa forma y pasar largos minutos juntos, sin hacer nada, solo estar allí. Porque con Chrissy los silencios no eran un martirio, los silencios eran agradables y el vacío que solía sentir, siempre terminaba por llenarse cuando estaba a su lado.


Última parte del capítulo nueve ya publicada♥

Espero se lea bien, como dije, estuve bastante desanimada así que no sé si tendrá la misma calidad que otros capítulos, espero que igual les guste. :)

Dejo acá abajo dos dibujos, uno me lo pidieron: 

El beso de Chrissy y Eric.


El otro es uno que hice hace unas horas así medio sketch a color xD

Y son Bill (♥) y Emily.

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