A veces me pregunto si no sentir nada es inhumano, si es de pecadores o si de verdad vale la pena siempre sentir algo.

A mi edad he presenciado muchas muertes, he visto llegar al mundo muchos niños, he presenciado de lejos tantas guerras que me recuerda que mis problemas son tan pocos e inútiles que aún así me dejan devastada por ser tan vanidosa.

Un día cuando era joven una anciana me dijo: "Saldré a la cocina sólo para ver a aquella niña que conocí cuando era tan pequeñita, ya niños he visto muchos niños a lo largo de mi vida y ver a unos más no me interesa"

Y aunque me sentí mal por el desinterés de esa señora, a medida que fue pasando el tiempo me di cuenta que tiene la razón, todos los niños tienen la misma inocencia, la misma mirada y necesitan de los mismos cuidados, pero aún así son especiales pero ya a cierta edad lo tuyo no es ir a bodas ni ir a conocer los nietos d tus hijos, lo tuyo es ver programas de preguntas y respuestas por la tv para demostrarte a ti misma de que aún no lo has olvidado todo.

Un día hablando con la misma Sra, le toqué el tema de la muerte, de si le temía, sobre que sentía al ver morir a tanta gente a su alrededor, y las respuestas fueron sorprendentes para mi.

Primero me dijo que no le temía a la muerte, si le tuvo miedo alguna vez en su juventud pero ya de vieja no le importaba tanto porque eso era lo único que le esperaba y está en lo cierto, a medida que el tiempo pasa ya dejas de esperar la quincena o de esperar el verano para ir a la playa, sólo esperas el momento de tu muerte y deseas que sea lo mas rápido y plácido posible.

Me relata también que cuando era una niña perdió a su hermano mayor, quien era como una figura paterna al igual que un amigo y un verdadero compañero para todo. Me dice que su hermano murió en sus brazos con una enfermedad que estaba atacando el pueblo en ese tiempo, fiebre amarilla si su memoria no le falla y que después de eso ya nada le dolía, podía morir cualquier persona y ella estaba tan tranquila que muchos la buscaban sólo para que ella les diera fuerzas y para apoyarlos, ya no lloraba, no sentía lástima, sólo pedía que Dios lo recibiese en el cielo y que le diera su bendición, a veces, sólo a veces lloraba y me explica que su llanto no era un llanto sumiso, no un llanto ahogado, eran gritos que hasta ella misma se atormentaba, eran pesadillas, eran madrugadas de insomnio, eran ganas de irse con el pero siempre algo que la retenía y ese algo era su símbolo de fuerza.

Después de terminar su relato sobre el aprecio tan acogedor que le tiene a la muerte me dice: "Mija, yo no sé si no sentir es inhumano, no sé si es de pecadores, o si vale la pena sentir algo, pero sólo a veces logro sufrir y eso por dos cosas muy sencillas: La situación de Venezuela y mi hermano que se ha ido"

La señora de quien les hablo falleció el 15 de Diciembre del 2015, fecha de nacimiento de su hermano.

Y es así, en esta vida sólo se debe esperar la muerte, es lo  único que tenemos asegurados desde el primer latido de nuestro corazón y mientras eso llega se debe disfrutar, dar las gracias, sonreír, tener nuevas experiencias para poder contarlas a nuestros amigos de paso y quedar en la memoria de cada uno de ellos, después de eso, se puede ser lo amargado que se desee, ¡Total! A los adultos mayores se les pasa todo y siempre se les ve con buenos ojos.