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La vi...

Por problemas para lograr colocar esta imagen en la parte multimedia o donde debería estar, tuve que colocarla aquí abajito, esta foto la he tomado del internet y me ha encantado y considero que no podría privarles de ver el pequeño pueblo que me ha inspirado. Espero algún día lo visiten.

-Vamos, comienza de nuevo. Quiero que me digas tu nombre, tu edad, donde vives y por qué estas aquí.

-Mi nombre es Cynthia Hidalgo, tengo 23 años de edad, vivo en Las Piedras Estado Mérida y estoy aquí porque vi a alguien en la ventana del salón de visitas de mi casa...

Como ya lo saben, mi nombre es Cynthia Hidalgo y me encuentro en una mañana nublada en el consultorio de un psicólogo en la ciudad de Mérida. Esta es mi segunda visita a este consultorio y me temo decir que no he avanzado ni un poquito. Soy de Valencia, pero por cuestiones familiares me vine para acá a cuidar a mi difunta abuelita. Tengo tres meses aquí residenciada, después de la muerte de mi abuela me tocó organizarlo todo, donar la ropa, lavar, limpiar, organizar velorio, novenarios, y encariñarme de las compañeras de la iglesia de mi abuelita.

Este es un pueblo muy chiquito y frío si lo comparamos a la temperatura de Valencia, las personas son agradables en su totalidad, muy trabajadoras y honestas. No digo que en la ciudad no las haya, pero estas personas se merecen un premio, labran la tierra aún con bueyes, no hay delincuencia, ni ranchos, prácticamente todos son familia, y los borrachitos son una coa seria que nos hace reír a mí y a las amigas de mi abuela, siempre tienen un cuento nuevo. Los niños son una dulzura, con sus cachetes colorados por el frío y sus poesías sobre "La loca Luz Caraballo". Todos los venezolanos admiramos a los gochos, por su testarudez, por su fuerza de voluntad y valor. Pero, más allá de los cuentos graciosos y de miedo que nos relatan cada uno de los merideños, hay mucha verdad que todos ignoramos y hasta nos reímos de ellos.

Un día normal, después de la muerte de mi abuela, mientras organizo todo para irme dentro de unas semanas a mi casa, regresar a mi vida, mi rutina y al calor valenciano que tanto extraño (Aunque el frío no es insoportable, pero a veces en las noches tengo que tener dos suéteres y medias largas, cabe destacar que soy muy friolenta.) Escucho ciertos pasos detrás de mi, pasan por la cocina, cruzan por el salón y siento el llanto de un niño. La verdad no le presto atención, la costumbre de sentir a mi abuela merodeando por la casa son de hacer traicionar a mi subconsciente y bueno, un niño puede llorar en cualquier momento y por si fuera poco, al lado de la casa hay una bodega, y pues, siempre los niños quieren algo que los padres no tienen planificado comprar.

Cuando camino hacia la habitación de mi abuela, debo pasar por el frente del salón de visitas de la casa. Esta casa tiene años de construida, tal vez desde 1800 y algo, mi abuela dice que menos tiempo, pero ¿Quien sabe? ¿Cómo obtener registro de una casa tan vieja? en fin, la casa es de arquitectura colonial, abierta en el centro de la casa, ventanales en todo el frente de la casa con barrotes de madera y una especie de muritos debajo de las ventanas por la parte del salón, mi abuela relata que cuando llegó a esa casa, siempre se sentaban allí mujeres elegantes y coquetas esperando a algún pretendiente con una serenata o que el sacerdote tocara las campanas para ir a la misa.  

Ajá ¿Dónde quedé? ¡Ah sí, ya recordé! Cuando camino hacia la habitación de mi abuela, debo pasar por el frente del salón de visitas de la casa, allí antiguamente hacían aquellos "bailes de salón" y aquellas grandes fiestas. Pero, hay algo particular esta vez, después de la muerte de mi abuela no suelo abrir las ventanas de la casa como por respeto a ella, pero esta vez una de las ventanas, la que da justo a la puerta que va hacia el pasillo que conduce a la habitación de mi abuela, pareciera que estuviera abierta, pero ¿Será la brisa? lo coloco en duda porque si eso hubiera sido por lo menos el estruendo de la ventana al abrirse de golpe debo escuchar. Pero no le presto atención y continúo mi camino.

Al cabo de unos minutos vuelvo a escuchar el llanto de un niño y otra vez unos pasos pero en esta oportunidad, se escuchan en el salón y luego en la habitación contigua.

Voy a la habitación y no veo nada, no hay nada de diferente. Sólo mi ropa, mi maleta, unos libros, la laptop, no, nada nuevo... Hasta que volteo a la habitación de mi abuela y siento algo punzante en mi estómago junto con una ligera brisa fría que recorre mi cuello y así como si sintieras a alguien más en el cuarto. Sentir todo eso me dio escalofríos y un miedo recorrió todo mi cuerpo, en ese momento, tomo mi teléfono celular, un bolso pequeño y un suéter ligero y prácticamente de inmediato salgo despavorida de la habitación, pero cuando voy pasando por el frente del salóncito, la vi...

La vi allí plasmada mirando hacia afuera con un vestido liso y largo color blanco resplandeciente y como con encajes, con su melena suelta y un semblante triste. El problema no fue haberla detallado, sino ¿A quién estoy detallando? ¿Qué mujer es esa? En ese momento caigo en la realidad y comienzo a correr a la salida de la casa con una mente vagabunda y confusa y con el corazón acelerado.

Al salir de la casa vuelvo a mirar hacia la ventana y la muchacha sigue allí y es como si me estuviera viendo, luego se da la vuelta y desaparece con la brisa.

Yo me encontraba petrificada en la plaza Bolívar tratando de unir todas las piezas, pero había un problema ¡No tenía pieza alguna que encajar! En ese momento, llega la señora Murila -la señora Murila era una de las amigas de mi abuela y una de las que me ayudó y apoyó luego de su muerte- y me saca de mis pensamientos.

-¿Qué te sucede mija? Tienes una cara, como si hubieras visto un espanto. 

-¡Ay Sra Murila! ¿Qué pasa si le digo que me pareció ver uno de verdad verdad? 

-Pues le creo mija, ¿Usted va a pensar que la tomaré por loca? Aquí se han visto más cosas que gente floja.

-Pero Sra Murila ¿Qué dice usted si llamo al padre para que le rece a la casa?

-Mire ¿Que le hizo la mujer esa? Le tocó, le llamó, la condujo hacia algún lugar.

-¿Como sabe que fue una mujer?

-Ay Cynthia, esa casa tiene más años que nosotras dos y todas las mujeres de la iglesia. Por lo tanto, tiene historia, cuentos y cuenticos. Pero... hay un solo cuento que sigue vigente, y es el de Doña Carminha.

-¿Doña Carminha? ¿Esa es la mujer que yo vi?

-Lo más probable. ¿Te hizo algo?

-No, no me hizo nada, pero... ¿Por qué aparece? ¿por qué sigue aquí? Qué se yo, ¿A mi abuela le aparecía?

-Mira mami, van a ser las 12:00m y yo tengo que cocinar, así que si lo deseas, ven conmigo a mi casa ahorita, sino, yo vengo a las 4:00pm antes de la misa ¿Te parece?

-Está bien Sra Murila, nos vemos a las 4:00pm... ¿Usted cree que me haga algo?

-No si no llevas a ningún hombre. -Dice la Sra Murila pícara y sonriente-

¡Dios! ¿Ahora qué hago? En ese momento vuelvo a ver hacia la casa y las ventanas están cerradas, todo parece normal, ni yo me hubiera imaginado que en esa casa saliera algo.

Al entrar a la casa, llamo a mi mamá y le cuento lo sucedido. Lo más sorprendente de todo, fue la respuesta de mi madre cuando le dije que vi a alguien en la casa, ella sólo me dijo: Volvió a pasar. No te quedes mucho tiempo y regresa cuando puedas. Cuando mi madre me dice eso, me altero más; yo le preguntaba ¿Qué pasa? ¿Corro peligro? ¿Me va a hacer daño? Pero como cosa rara, se cae la llamada. Bueno, trato de no prestarle atención a las cosas y vuelvo a la habitación de mi abuela a retomar mis quehaceres, organizo todo, meto su ropa en unas bolsas para llevarlas a donación... en una de esas consigo un álbum de fotos entre la ropa interior de mi abuela; aunque, para ser más exactos, conseguí tres.

Uno de los álbumes son fotos de ella y mi abuelo de jóvenes, que si tomados de la mano, que si dándose un beso, ahora casándose, ahora llegando a la casa donde vivieron toda su vida. Pero, hay una foto en particular que me impresionó, tal vez sean delirios míos o sea verdad, pero, mi abuela sale en una mecedora con su vientre gigante y mi abuelo muerto de las risas a un lado de ella, supongo que en ese entonces mi abuela esperaba a mi tío Pedro, el hermano mayor de los cuatro que tuvieron, la cuestión no es lo bonito ni lo característico de la foto, sino que atrás de ello está Doña Carminha o por lo menos algo parecido a su silueta, un vestido y el cabello suelto, la foto me impacta de verdad, no se ve bien la cara sino ese manchon blanco con forma de cuerpo humano y mientras sigo observando la foto más detenidamente un fuerte golpe suena en toda la casa haciendome salir de mis pensamientos.

Cuando salgo es la Sra Murila, junto con la Sra Josefina y la Sra Bartola, amigas de mi abuela.

-¡Mija! Ya pensaba yo que Doña Carminha te había asesinado. -Dice la Sra Bartola-

-¡¿Qué?! 

-Siempre tu tan linda ¿Almorzaste algo? Tienes una carita de que no, aquí te traje unas caraoticas con carne mechada y arroz. -Dice la siempre preocupada Sra Josefina-

-Faltaron las tajadas y hubiera hecho el perfecto pabellón venezolano. ¡Gracias Sra Josefina! ¿Donde y a como consiguió todo esto?

-A pues mija, entre lo que tú nos distes después de la muerte de tu abuela y con lo que yo tenía en casa pues hice eso, ¿Acaso tu crees que yo no bachaqueo?

-Sra Josefina, usted no tiene edad para estarse metiendo en esas colas, la gente es muy violenta en esos lugares.

-Pues mira no, aquí casi nos hacen unas estatuas por ser fundadoras de esto ¿No ves lo viejas que somos? A nosotras nos tratan mal y se arma la tercera guerra mundial -Dice la Sra Murila-

Ya entienden porque me gustan tanto estas señoras.

Al cabo de un rato, retomamos la conversación de Doña Carminha. Las tres viejecitas me relatan que Doña Carminha fue la esposa de un hombre muy mujeriego y que le daba mucha mala vida a la pobre mujer, la doña era de padres portugueses pero se vino a enamorar bien lejos de Caracas. Dicen que Doña Carminha siembre fue una señora muy seria y celosa, una esposa fiel y que todos los días esperaba la llegada de Don Carlos, su esposo. Carminha tuvo un hijo a quién se dice que lo dejó morir de escarlatina porque su esposo no lo quería. El sr Carlos duró un tiempo perdido del pueblo y ella de luto esperándolo, el señor aparece dos años después con otra mujer y una hija llamada Ana, dice la historia que Carminha por los celos y la cólera corre a la mujer de su esposo y decide matarlo y le dispara una pistola en el pecho. Cuando ella ve la agonía de su esposo, decide suicidarse de una manera más lenta para sólo ella verlo morir y que ella sea lo último que los ojos de el vean al fallecer, así que se clava un cuchillo en el estómago y se acuesta con el en el suelo, esperando desangrarse.

-¿Por qué me aparece a mí? -Pegunto yo preocupada.

-Fácil, porque cree que eres la mujer de Don Carlos. -Responde la Sra Murila- Tu abuela también pasó por eso y peor, porque tu abuela llegó aquí recién casada, por lo tanto, esa mujer la vio embarazarse y dar a luz cuatro sanos y hermosos hijos, le vio cada uno de sus nietos, estuvo con ella cuando tu abuelo murió y vio a tu abuela morir.

-¿Y por qué no se va? 

-Por que estas tu. -Dice la Sra Bartola-

-Ay que ayudarlas muchachas, no podemos dejarla solita. -Dice la Sra Josefina-

-Mira Josefina, ya ella se va, déjala quieta que Carminha volverá a quedarse sola. -Responde la Sra Bartola-

-Y nosotras nos quedaremos sin puesto en la iglesia si seguimos aquí ¡Vamonos! -Dice la Sra Murila.

Así se van y vuelvo a quedar sola. A partir de ese día, no pude salir más de la casa, no podía hacer nada.

Organicé todo e hice lo que tenía que hacer, el fantasma de Doña Carminha seguía por ahí pero ya no le tenía miedo. Llegó el día en que me regresaba a mi calurosa  agitada tierra. Ese día, al llegar al aeropuerto en la ciudad de Mérida me notifican que el vuelo a sido cancelado y que quedará para dentro de un mes. Allí comienza mi martirio. 

Le aviso a mi mamá y le aviso a la Sra Josefina que estaré de regreso en casa, también le aviso a mi novio quien ya está molesto por tanto que me desvivo en darle vida a una casa que está muerta.

Cuando llego a la casa, escucho clarito el llanto de un niño seguido de un disparo y me quedo petrificada en la puerta de la casa ¿Por qué? ¿Qué sucede? Las lágrimas comienzan a aflorar y corren por mis mejillas mientras trato de no gemir. Me armo de valor y termino de pasar a la casa, cuando cruzo al pasillo que une el salón y la habitación de mi abuela, siento el aire tenso y un escalofrío recorre mi espina dorsal, veo un cuerpo tirado en el suelo y veo clarito como Doña Carminha se clava el cuchillo en el pecho y se  recuesta en los brazos de su amado.

Pero cuando me ve, veo como la mujer se levanta y se viene sobre mí, sacándome un grito ahogado y haciéndome sentir una punzada en mi esternón y caigo al suelo, a partir de allí no sé más nada.

Luego de un rato, despierto y me veo recostada en la habitación de mi abuela con la Sra Josefina doblando mi ropa y guardándola en el armario.

-¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Qué me pasó?

-Te has desmayado mi niña, de resto, no sé nada. Cuando entré a la casa te escuché gritar y te vi en el suelo, llamé a alguien para que me ayudara a recostarte y allí estás ¿Qué te pasó?

-Do-Do-Doña Carminha digo con la voz entrecortada viendo la expresión molesta de Doña Carminha junto a mi cama, o mejor dicho, la cama de mi mamá.

-Ay mi niña, calma ¿sí? Hay que temerle más a los vivos que a los muertos.

-Señora Josefina, pero yo no miento.

-Yo lo sé princesa, tranquila que todo se solucionará. Hoy hablé con tu madre, ella te llamó y le dije que estabas durmiendo porque te hice tomar un tranquilizante, estuvimos hablando y me dijo que tu novio vendrá a visitarte, le comenté lo del fantasma y me dijo que siempre los has visto, que está en ti aprender a dominarlos ¿Qué tan cierto es eso?

-La verdad no lo sé Sra Josefina, si los he visto, nunca me han dado tanto miedo como este...

-Bueno, te dejé comida en el microondas, yo me tengo que ir ¿Cuídate sí? Otra cosa, ¿Cómo haremos con tu novio?

-No lo sé Sra Josefina, no lo sé. -Dije pensativa-

-Bueno, ahí se ve. Nos vemos mañana madrecita.

Esa noche no pude dormir, la sentía en mi habitación, escuché el llanto de un niño varias veces durante la noche y me aterré cada vez que este resonaba por la casa, se movían las cosas, pero, en específico, se abrían y se cerraban las ventanas. Luego de aquel día, nunca me agredió pero sí estaba presente en todo lo que hacía, comencé a ir a misa más seguido, le dije al padre que visitara la casa, vi la documentación de la familia de Doña Carminha y la historia de la casa, pero no hallaba nada, nada me decía nada. En la casa habían sombras por doquier, negras y blancas, de día  y de noche, en la cocina o en el jardín, pasos y canciones, era espeluznante. A medida que pasaban los días menos quería salir de casa y más esperaba la llegada de Miguel, mi novio. Necesitaba contarle que sucedía, necesitaba hablarle, sentirle, expresar todo lo que siento, pero nada que llegaba. Fui a psicólogos, me hicieron tratamientos por medio de hipnosis para ver mi vidas pasadas y si tenía algún vinculo con aquella mujer, me recetaron algunas gotas y pastillas para los nervios y para poder dormir, pero a veces eso ni funcionaba, hasta que al fin Miguel llegó.

Cuando Miguel llegó yo no cabía en mí misma, era feliz otra vez aunque me asustaba la idea. Ese día charlamos, bromeamos, le mostré los álbumes de fotos, jugamos ¡Hasta bailamos! Muchos se preguntarán ¿Donde quedó el luto? Mi abuela murió de 99 años de edad y antes de morir me dijo que viviera feliz, tranquila, nada de luto y lloradera porque si ella murió feliz, todos debemos estarlo. Y así fue, hasta cierto punto.

Doña Carminha nunca agredió a Miguel, no volvió a hacerme daño como aquella vez. Antes de irme fui al cementerio del pueblo y le llevé unas flores, que según la Sra Murila siguen vivas.

Ya han pasado tres meses desde que me vine de aquella casa, aún siento la presencia de Doña Carminha de vez en cuando, a veces me marca los brazos, a veces me hala el cabello, otras veces no me deja dormir, pero sé que cuando vuelva a esa casa, me recibirá con los brazos abiertos.

La casa blanca a la derecha fue la que me inspiró y me sirvió de ambiente para el relato. Dueños: Desconocidos. Historia de la casa: Desconocida. Cabe destacar que el relato no es cierto totalmente.

Esta es la vista del pueblo, si no me equivoco, vía al cementerio de la población.

Vista desde la vía hacia: Pueblo Llano. Población aledaña a Las Piedras.

En esta foto no se distingue mucho, pero se puede ver que al fondo a la izquierda, eso que ven allí es el cementerio de Las Piedras, al fondo a la derecha está Santo Domingo y al centro de la imagen es la localidad de Las Piedras.

Les dejaré unos links en la descripción de mi perfil para que vean más fotos sobre el lugar y se animen a visitarlo.



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