Dentro del espejo.
Este relato participó en el: "Concurso de escrituras" de: Editorial-IW
Aquí estoy, despertando con el maquillaje corrido, el olor a cigarro impregnado en mi piel y mi ropa junto con aquel fuerte y delicioso olor a vodka.
Aquí estoy, otra nublada mañana con los sonidos de la ciudad a lo largo y ancho de mi cabeza, todos aquellos gritos, cláxones sonando sin cesar, risas y llantos, todo en un solo lugar.
No puedo, no puedo más; Me digo a mi misma siempre que lo recuerdo, las lágrimas afloran y mi maquillaje comienza a correrse como la noche pasada, y la pasada, la otra pasada, y la mayoría de mis noches después del accidente.
¿Por qué? ¿Por qué te fuiste si me dabas confianza? ¿Por qué me dejaste sin despedirte si eras mi todo? Luego de tu partida apareció lo peor de mí, la parte de mi vida que deseaba que no apareciera más, lo que nunca creí que me pasaría.
Son apenas las 6:00 am y debo ir al instituto, rápidamente me levanto de mi cama y comienzo mi triste, gris y desesperada rutina. He roto la mayoría de mis espejos, no puedo verme más en ellos, ¡No! Me repito todas las veces posibles, ¡No, no, no, no!
No puedo, no puedo más; voy al baño y me veo en el último espejo que me queda junto con mí única amiga, aunque mi psicólogo diga lo contrario, la balanza siempre me ha mostrado lo peor de mí, y el espejo me lo refleja. Por eso, creo que les quiero y odio tanto, algo así como un sentimiento ambivalente.
Es, es como si dentro del espejo destellara mi vieja yo, rellenita pero feliz, con una sonrisa que marcaba los hoyuelos de mis mejillas y mostraban aquellos brackets que tanto te gustaban. Aunque trataba de hacer dietas siempre me decías que era innecesario, que siempre estaba bien y era perfecta, que: "Cualquier hombre te va a querer, seas como seas, siempre serás especial para alguien", esas palabras siempre vuelven a mi mente cuando me miro en este espejo, recordándome que era especial sólo para ti, que sólo tenía una media naranja que ha sido exprimida mientras la otra mitad se pudre más rápido de lo que esperaba.
Dentro del espejo veo también a alguien que no soy yo, o tal vez sí, me veo gorda, fea, estrías por doquier, celulitis, caspa, ojos oscuros y arrugas en mis expresiones, mis manos regordetas, las dañé, tanto que te gustaban mis manos y las he dañado, veo también cicatrices, nunca recuerdo exactamente el porqué de ellas, sólo recuerdo una, ¿Cómo olvidarla? Recuerdo que jugábamos en los kartings y hemos chocado, mi piel la atravesó el alambrado de la pista ¿Cómo llegué hasta allí? Recuerdo que con dolor reíamos, éramos felices. Mi cuerpo se ha dañado, mi sonrisa se ha borrado. La balanza dice que peso menos de 40kg, pero es imposible, semejante gorda no puede pesar menos de 40kg, definitivamente se ha estropeado y ya debo comprarme otra.
Termino de cepillarme los dientes mientras me baño apurada, pues llegaré tarde al instituto otra vez, siento como mis manos tocan mi rugosa piel, siento mis caderas y mi tórax, me duele el cuerpo y me siento cansada, pero así me siento todos los días, así que voy y agarro mi pantalón favorito, el que más te gustaba, el que llevaba puesto el último día que nos vimos, cojo la primera franela que consigo y antes de irme vuelvo a verme en el espejo, mi horrible y cruel espejo.
¿Por qué muestras todo lo que quiero esconder?-me pregunto siempre que me veo en ese espejo- Temo a que vean mi sobrepeso, que vean como era antes, esa parte le pertenece a él, sólo a él, nadie más puede verlo. No puedo ser feliz, conducir me trastorna, ir a una piscina me aterroriza, pasar por el frente de su casa me hace sentir presa... Y luego me respondo a mí misma con lágrimas en los ojos, rebobinando aquellas imágenes de cuando compartíamos en tu casa, cuando bebíamos vodka en la piscina, cuando cocinábamos, cuando éramos felices; también vuelven a mi cabeza aquella llamada un domingo por la noche, diciéndome que habías tenido un accidente automovilístico y que posiblemente no te salves, y así fue, no te salvaste...
Mis compañeros de clases me dicen: "Estás en el hueso", mis profesores me preguntan si consumo drogas, pero no, nadie entiende mi situación. Recuerdo que éramos los mejores estudiantes y que querías estudiar petroquímica, pero no lo cumpliste, no pudiste. Yo soy pésima en química como para estudiar semejante carrera, siempre fuiste excelente en eso y en todo lo que hacías, yo... yo sólo sabía seguir tus pasos y recostarme en tu pecho cuando tenía problemas.
No puedo, no puedo más; me repito siempre que puedo, a veces me falta demasiado el oxígeno y no logro subir las escaleras para entrar a clases, mis compañeros me ayudan y tratan de hacerme sentir bien, pero no puedo más.
Hace un tiempo un chico guapo me invitó a salir, fuimos a comer pizza, le asusté cuando le dije que iría al baño luego de ir a comer, él sabía lo que hacía y me dejó, como todos siempre me dejan: sola. Después de eso, así transcurre mi vida, voy al comedor sola, a veces veo tele sola, no tengo amigos, sólo compañeros que de vez en cuando me hacen reír y me alegran un día de los 365 que tiene el año.
Odio ir al baño del colegio, tiene espejos por doquier y es horroroso, me hace ver lo horrible y demacrada que estoy, las chicas se burlan de mí, me dicen que soy inteligente, fea, repugnante y que así me voy a morir. Eso lo sé, soy repugnante, mi cuerpo es repugnante, mi inteligencia ridícula es repugnante. A veces quisiera que dijeran algo de mí que no supiera. Eso me lastima, ver aquel montón de chicas siendo bonitas, preparándose para salir con su novio, y yo... yo reviviendo siempre tu partida.
Dentro del espejo se refleja lo que soy y lo que no soy, una chica gorda y tímida, quien jugaba con coronas antiguamente y ahora me botaron de la academia de modelaje por dar un mal ejemplo, muestra lo que soy y lo que no soy, una chica flaca al borde de la muerte comiendo un cupcake de chocolate.
Lo que soy y lo que no soy, alguien feliz pidiendo un deseo, que anhelantemente vuelvas conmigo para ser felices, y sobre todo, confiar; confiar que en este oscuro mundo brilla para nosotros una luz perpetua.
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