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You Know Im No Good

Han pasado unas dos horas desde que estoy aquí, quizás más, realmente no tengo idea, solo sé que ya he vaciado casi una botella de whisky completa y no estoy ni la mitad de borracha de lo que quisiera.

No puedo dejar de pensar en él, en lo que ocurrió esta mañana y en lo que está por ocurrir —que aún no sé que será—; supongo que era lo mejor. Después de todo, sabía que eso nos marcaría.

O*o*O*o*

Realmente no sé qué hago aquí, me enferma este sitio, quiero irme a casa, encerrarme en mi habitación y beber para sentirme bien. Blake insiste en que esto me hará bien, que lo necesito y que ayudará a que nuestra relación pueda seguir adelante. ¡Iluso!

Ya hablamos con la recepcionista y nos pidió que esperásemos al doctor Fournier. Este lugar es deprimente, no me imagino el consultorio. Blake sostiene mi mano y la acaricia mientras estoy sumida en mis pensamientos.

De repente, se abre la puerta del consultorio y por reflejo, me levanto; sale muy sonriente una señora de unos treinta años y se despide de todos para marcharse. Ahí es cuando el doctor me mira y pregunta:

—¿Es usted Amy Winehouse?

—Si, soy yo —respondo sin muchas ganas.

—Por favor, entre —indicó el doctor con una sonrisa amable. Iba a entrar, pero Blake me abrazó, solo para susurrarme al oído:

—Esto es por nosotros —Y se separó. Quise contradecirlo, pero preferí callar y sonreírle para mantenerlo tranquilo.

Entré y vi el lugar, había un escritorio de madera, dos sillas giratorias, una biblioteca y un diván; opté por sentarme en una de las sillas, no tuve objeción así que me acomodé.

En breves segundos, el doctor apareció en mi campo de visión con unas hojas en la mano y una expresión profesional, acomodó sus herramientas de trabajo y comenzó a hacerme preguntas sobre mis datos básicos: nombre completo, edad, ocupación, núcleo familiar, etc.

Cuando ya habían pasado unos veinte minutos, me mira un poco más serio y pregunta con voz neutra:

—Cuénteme señorita Winehouse, ¿qué la trae por aquí?

—El chico que estaba afuera, Blake, fue quien me trajo, cree que usted podría ayudar a que nuestra relación funcione.

—¿Considera que su relación está fallando?

—No hay relación sin fallas; es algo que resolveremos entre dos, no hay necesidad de que alguien más se meta —No planeaba medir mis palabras, diría todo tal cual lo sentía.

—Entonces dígame, ¿en qué piensa Blake que está fallando su relación? —Me hice la loca y empecé a ver hacia el techo, no contestaría esa pregunta; el doctor pareció darse cuenta ya que, volvió a hablar—: Será mejor empezar por el principio, ¿cómo conoció a Blake?

—Lo conocí hace dos años en un bar cercano a mi casa.

—¿Se hicieron novios poco tiempo después?

—Si, unas dos semanas. Habíamos intercambiado números telefónicos.

—¿Viven juntos?

—Si, pero suelo pasar fuera mucho tiempo debido a mi trabajo. En ocasiones, él me acompaña —expliqué, sabiendo que nos acercábamos al tema esencial.

—¿Es su primera relación estable? —Era una pregunta difícil, pero contesté tal como lo sentí.

—No es estable, es el primer novio con el que vivo, pero estamos muy lejos de ser estables.

—Explíquese por favor —El doctor se acomodó mejor en su silla. Tuve que suspirar para responder.

—¡Me cela! Y tiene todos los motivos para hacerlo, pero me molesta y me duele que lo haga cuando desde un principio se lo advertí —Me sinceré, era el momento de decirlo.

—¿A qué se refiere cuando dice que tiene motivos?

—Yo mantengo encuentros casuales con mi ex, Gilbert. Así fue antes de conocer a Blake y... no ha cambiado —dije manteniendo mi vista fija en su expresión, quería ver si me juzgaba.

—Esos celos de los que habla, ¿cómo los demuestra?

—Vive interrogándome, me muestra fotos que amigos suyos me han tomado con Gilbert, revisa mis cosas esperando encontrar algo. Se angustia cada vez que salgo de casa porque asegura que veré a mi ex.

—¿Y si sabe que genera todas esas reacciones, por qué no para esos encuentros con su ex?

—Intenté hacerlo, pero solo me engañé a mí misma. Se lo dije desde un principio y él aceptó vivir así. La última vez que estuve con mi ex, no pude disfrutarlo porque estuve pensando en Blake; no voy a negar que me gusta hacerlo con Gilbert, pero no logra llenar eso que Blake si, no me siento feliz al saber que haciendo eso le causaré dolor —Hice una breve pausa y continué—: Me había dicho que nos casáramos y así ponerle fin a todo eso; realmente me sentí muy feliz ese día.

—¿Cree que casándose con Blake, dejará de ver a Gilbert?

—¿Quiere saber lo que creo? ¡Creo que esto es una pérdida de tiempo y que no llegaremos a ningún sitio! ¿Sabe por qué? Porque cuando Blake me pidió que nos casáramos, ese mismo día hacia menos de dos horas, había estado con Gilbert justo en la misma alfombra que él pisaba, y al darse cuenta ¿sabe qué hizo? Se encogió de hombros, demostrándome que le vale un comino porque sabe cómo soy —dije alterada, levantándome de mi asiento y golpeando el escritorio..

—Dice que él sabe cómo es usted, ¿cuál fue su reacción cuando le dijo "cómo era"?

—Se rió, si mal no recuerdo, llegó a encogerse de hombros en esa ocasión también —Era algo muy vago en mi memoria.

—¿Cómo se sintió usted con esa reacción?

—¡Mal! Me dolió y me hizo preguntarme: ¿Quién realmente metió el cuchillo primero? Yo con mi infidelidad, algo que ya le había advertido desde antes, o él con su indiferencia. —Fue inevitable que mis ojos se llenasen de lágrimas, lo había pensado pero decirlo en voz alta, hizo que se sintiera real—. Mire doctor, ahorrémonos las formalidades, yo sé que Blake me está esperando para decirme que se cansó y que ya no puede seguir así, por lo que será mejor darle prisa a todo esto —Salí de ahí, encontrándome a Blake con las manos en sus bolsillos.

—¿Ya terminaron? ¿Cómo te sientes ahora?

—Mucho mejor. ¿Nos vamos? —Lo agarré de la mano y al salir de la clínica, él me detuvo y me dijo:

—Quiero acabar con esto, ya no puedo soportarlo. No soporto tener que compartirte con alguien más, y como sé que no eres capaz de elegir, yo me voy —Parecía contrariado. Parte de mi reacción, fue soltarle la mano y verlo con una sonrisa.

—¡Lo sabía! Este estilo de vida no es para ti y lo entiendo. Siempre te lo dije: soy problemática. Pasa a la casa a recoger tus cosas mañana —Y me fui, no tenía más nada que decirle, no iba a rogarle.

O*o*O*o*

Y así terminé aquí, en el piso de la cocina, bebiendo y llorando porque me duele, porque quisiera cambiar y ser lo que él necesita. Pero la realidad es que no puedo hacer más, después de todo, sabía que no soy buena.

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