22. Flowerfell.
Aquellas cuencas preciosas estaban amenazadas por esas pequeñas flores, a Blard le asustaba vera su amado postrado en la cama, con aquellos pétalos obstruyendo su visión derecha. Suspiró pesaroso, acariciando delicadamente al de bufanda roja, estaba muy débil, más debido a su estado previo. Ya no servia llorar, no frente a él, debía parecer fuerte, por Geno.
— Todavía no estoy ciego, Blard, puedo ver los rastros de tus lágrimas.
Blard se llevó la mano a la mejilla, sentía la humedad, tuvo que sonreír con cariño para disimular.
— Es inevitable, aún así, ¿Cómo te sientes?
— Mejor. —Mintió, y Blard lo sabía.
— ¿Tan mejor que aceptas un abrazo mío?
Con pequeñas risas, el mayor se levantó para inclinarse y abrazar delicado al menor, podía percibir el roce de los pétalos en su cráneo, no quiso soltarlo, era una tortura verlo así, necesitaba que todo fuera solo una pesadilla, despertar y verlo con fuerzas. Tras estar minutos así con Geno ya dormido por la calidez ajena, Blard solo fue por té para velar por su amado.
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Con ojeras veía como su cuerpo cada día tenía más flores, como cada semana estaba más débil, le dolía, pero debía respirar, relajarse y distraerse. Stave le ayudaba un poco, pero era difícil para ambos, todo le recordaba a Geno, llegó hasta el punto de apenas soltar ruidos que hacían evidente su vitalidad, casi inexistente.
— Geno... Siento mucho no poder encontrar una cura... Realmente... Lo lamento... Tú pediste que no llorara, pero es imposible, te amo tanto... Por favor, no dejes que esas flores te venzan, tienes determinación, eres...
Quiso tomar su mano, pero sus falanges estaban cubiertas de flores, quería arrancarlas pero Stave le había contado que eso era mucho peor. Sollozó, no escuchó nada, siquiera su respiración, ahogando su llanto se levantó de golpe, la silla se cayó y no le importó, Geno no respondía.
— ¡Blard! —Gritó Stave, había estado cerca y al escuchar el estruendo se asustó, no esperaba ver a su hermano tomando sin fuerza los hombros del enfermo, el cual caía inerte, el de pecas se cubrió la boca estupefacto— ¿Geno...?
Solo un breve silencio hasta que Blard depositó su cuerpo con gentileza, y asentir a su familiar, había llegado su hora, y por su estadía en el vacío su cuepro demoraría en convertirse en polvo, ambos hermanos se abrazaron, ambos dejando caer las lágrimas saladas por sus mejillas.
Las flores son lindas, pero no cuando quitan la vida de un hermoso ser más bellas que ellas, sin merecer tal destino.
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