21. Gatos.
— Pórtense bien, gatitos.
Eran las últimas palabras de la dueña de esos hermosos gatos, cerrando la puerta del hogar, la luz del día caía en las ventanas, siendo especial para que el gato mayor de la pequeña familia dejara de estar sentado adelante de la puerta para volver donde estaba la madre de sus mininos.
Una gata de pelaje blanco, fino y sedoso estaba recostada en la cama que era para ellos, y cerca estaban tres pequeños gatos, de pelaje moteado similar a la del padre, debido a que por cosas de la naturaleza pertenecía a una especie calicó, eran difícil que sean machos y además fértiles. Tres mininos blancos, además de que uno tenía una de las características de la madre, ojos de distinto color.
Los tres tomaban de la leche que su madre producía, y ésta comenzó a ronronear por la cercanía de quien era nombrado Blard por su dueña, se sentó inclinándose para lamer la cabeza de la adversa.
La gatita que estaban entre los hijos, dejó de tomar ante la presencia ajena, maullando agudo mientras se acercaba a las patas del gato mayor, era una gatita mimada por Blard, y tenía nombre por Moka, no tenían todavía prendas debido a su corta edad, pero la dueña ya estaba pensando qué hacerles, Geno, la madre, tenía una bufanda pequeña de color rojo, y en cambio Blard que se deshizo de su ropa, la gata se negó quitarselo, no podía estar tranquila sin tal prenda.
Pronto la hora de la ducha llegó para los pequeños, entre maullidos ambos padres pasaban sus lenguas por el pelaje de los menores, pero era difícil cuando los dos mayores, claramente por minutos, amaban jugar entre ellos, correteando y saliendo de la camita, llevaban meses pero los suficientes para correr.
El menor, Daiki era más débil que sus hermanos, pero no por ello estaba mal de salud, habían sido llevados al veterinario y solo necesitaba un tiempo con leche especial ciertas horas para desarrollarse tan bien como sus hermanos, sin embargo también debía alimentarse de la leche de su madre. Al ser más tranquilo, era el primero que terminaba la ducha, y mientras Geno seguía limpiandole, Blard se levantaba empezando a buscar a los otros mininos que se perdían bajo el sofá o los muebles.
Era fácil de encontrarlos debido a su aroma, ambos gatitos estaban escalando el sofá con sus pequeñas garritas, gracias a los objetos que tenía su dueña era más fácil subirlo, habían muchas cosas para ellos, eran lo principal en esa casa. Blard subió al respaldo del sofá, esperando no ser visto por los menores, siendo un éxito. Esperó lo suficiente cuando Moka, y su hermano, Rai estuvieran preparándose para atacarse entre ellos para saltar y asustar a los dos, quienes cayeron al "reposagatos" según su dueña, pero era el reposa pies, haciendo de su caída nada peligrosa.
Blard maulló grave, tomando a Rai primero por su espalda para acercarlo a Geno, no tuvo que devolverse pues Moka lo siguió. Daiki ya estaba limpio, tomando un poco más de leche de su mamá, pero ante la llegada de sus hermanos quedó sentado maullando bajo, también quería más mimos de su mamá o papá quienes bañaban a sus hermanos.
Geno movió su cola donde él, haciendo que se acercara donde ellos, pero pronto los tres gatitos quedaron en la cama solitos, pues ambos padres decidieron también alimentarse de la comida que tenían para ellos. Daiki pronto fue "atacado" por Rai, unos juegos que los tres compartían, aunque a veces quedaba aplastado y Moka llegaba para lanzarse encima de Rai evitando cualquier descuido. Al quedar cansados, el menor era el primero en acurrucarse, y posteriormente ambos hermanos mellizos se acostaban sobre él sin tapar su cabeza, de ese modo, evitaban que su pequeño hermanito tuviera frío, tenía menos pelaje que ellos.
La gata de bufanda roja llegó primero, se estiró, y rodeó a sus hijitos con su cuerpo por un lado, Blard por el otro, ronroneando por ahora las pequeñas lamidas de la gata blanca en su cabeza, así era parte de su pequeña rutina, dormían, tomaban leche, jugaban y volvían a descansar, era la vida diaria de los gatos.
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