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1. Underlust.

Gotas de sudor caían por sus huesos cansados, mordiéndose el labio para poder evitar soltar jadeos que podían provocar más excitacion en el monstruo que tenía sobre él, claramente había disfrutado de tales sensaciones que ya eran casi diarias, pero una vez tal necesidad era saciada, sentía asco de quien le había penetrado.

Era así en vivir la dicotomia, era una forma de vida a la que se acostumbró, pero ya era conocido por ser un poco "agresivo" tras un orgasmo, lo cual era cierto, se repugnaba a sí mismo por ceder.

Era normal, vivir en medio de personas que tarde o temprano estarían en su cama, pero ellos iban a él, nunca rogaba.

Tenía puesta su bata mientras tomaba café, procuró no equivocarse de ingredientes para no encontrarse con afrodisíaco, sólo quería relajarse antes de que en tal nuevo día hubiera una visita, según le avisaron era de un nombre desconocido, negando que su identidad fuera dicha del mismo modo que características, pero sentía un extraño augurio.

La puerta de su habitación se abrió sin apuro, haciendo de su impaciencia un lío, casi se ahoga con su café cuando vio entrar a alguien que sí reconocía, pero desde lejos, nunca creyó verlo como un "cliente".

El conocido, sonrió amablemente ante su reacción, y se quitó su abrigo para dejarlo a un lado y acercarse por el otro lado del colchón.

— Creo que sabes quien soy. —Dijo de forma cautivante.

— Eres quien roba mi dinero. —Respondió evitando tartamudear, no entendía el aura intimidante que desprendía su ser, pero el perfume que percibió al estar más cerca lo embriagó—... Blard...

El mencionado rió coquetamente, evitando decir sus causas para besarle, Geno al estar ensimismado no se quejó, siendo que cuando tomaba de aquella droga era más sumiso.

Fue un beso suave que se hizo al paso de los segundos bastante pasional, sus mandíbulas se movían frenéticamente en un baile de anhelo, un deseo interno. Blard era un esqueleto cautivante, pese no era muy interesado en tener relaciones de vez en cuando los tenía al aceptar a ciertas personas, era extraño verlo ir por alguien, y más por un "desconocido", entre ambos nunca hubo contacto hasta ahora.

El de lunares empujó suavemente el cuerpo ajeno por su hombro para acostarlo sobre las blancas sábanas, sus manos iban a su cuerpo para acariciar de una forma calmada pero con experiencia, hacia de si profundos escalofríos, para el de bufanda era primera vez que no sentía la desesperación del otro sobre sí o de él mismo, causando sentimientos encontrados.

Tras varios besos que arrebataron su aliento, su cuerpo ardía entre corrientes de placer, Blard no perdía tiempo pero tampoco lo hacía rápido, sus falanges bajo su ropa lo volvían loco y su espalda se arqueaba cada vez que el mayor tocaba su herida, parecía que con sólo unos toques ya conocía toda su anatomía, sus puntos débiles.

Geno en tan solo unos minutos se sentía en un paraíso secreto y prohibido, hasta el punto de ya soltar su voz con suaves gemidos, quería moverse, también participar, pero estaba paralizado, el adverso hacía su papel con extrema calidad, ya estaba colapsando incluso sin llegar a una unión.

Sin embargo todo ese placer disminuyó poco a poco, las caricias en sus huesos descubiertos por la ropa suelta pararon, dejando solo un recuerdo de las gratas sensaciones que experimentó, pero solo produjo ansiedad y confusión, más cuando al volver abrir su Cuenca, el contrario ya estaba arreglandose la ropa para retirarse.

— O-Oye, ¿A dónde crees que vas?

— No quiero que llegues al orgasmo. —Explicó, sonriendo pícaro pero cada vez suavizando su mirada, dejando perplejo al de bufanda— No quiero que me odies.

Cerró la puerta dejando solo a Geno, alisando su ropa todavía extrañado, no comprendía lo que acababa de pasar, pero... No estaba satisfecho.

...

Todo ese tiempo estuvo reacio a mantener relaciones, las primeras veces quería comparar el placer que había tenido oportunidad de sentir pero era en vano, la calma y habilidad de aquel tipo nadie podía superarla ni igualarla.

Estaba desesperado, tan ansiado, no quería perder oportunidad como esa pero tampoco aceptarla, su orgullo era fuerte, no diría en voz alta que esos diez minutos de caricias habían hecho de él un conflicto interno.

Caminando iba por la pequeña ciudad, abrigado por la nieve de la época, estaba pensativo en lo mismo que yacía en su cabeza ese tiempo, hasta toparse con la mirada de alguien encima suyo, pensaba que era otro monstruo que quería sus atenciones, iba a mirar con desprecio cuando supo de quien se trataba, el responsable de sus agonías.

Lo siguió, intentando no ser visto, pero tras la última vuelta de la esquina, lo vio entrar por unas rejas, en el suelo había un papelillo, decían la clave de la puerta además de una firma que se le antojó conocida.

Siguiendo sus instintos puso la clave, siendo la indicada, suspirando se adentró, era un sistema de casas, tuvo que revisar el papel para encontrar más indicaciones, y a las puras las halló, fue y tras llegar a la casa, un camino de pétalos encontró, y subiendo la escalera ya estaba claro que se encontraría con ese esqueleto.

En vez de estar posando seductoramente, solo tomaba con tranquilidad de un té, el aroma herbal le hacía dudar si tenía esa droga.

— Veo que sí me seguiste. —Habló— ¿Acaso estás desesperado?

Geno se ruborizó avergonzado y molesto.

— Yo veo que tú lo estás con tanto preparativo.

— entonces, ambos estábamos desesperados por volvernos a ver.

— No... Solo estoy dudoso... De por qué... Uhg, Blard, no te ac- ngh.

Se mordió el labio debido a un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, Blard cada vez que hablaba se acercaba a pequeños pasos y le dio un pequeño beso en su cuello tras un soplido, tomando de sus manos con el fin de acercarlo hasta él, tal impulso hizo que Blard quedara recostado en la cama y Geno encima.

— Quiero oír tu nombre. —Dijo, sin tener que afirmar los brazos ajenos, debido a que el menor no se apartó, es más, se había sentado justamente en su entrepierna y apoyándose en el pecho impropio, movió su cadera de forma lenta, necesitada.

— Tú sabes quien soy...

— No, de hecho no lo sé. —respiró profundamente— Solo sé que eres demasiado adorable como para tener tal trabajo, simplemente no estás satisfecho.

— Cállate... No lo sabes.

— Lo sé muy bien. —Sus manos acariciaron sus piernas— No estarías aquí.

— ¿Q-Qué ... Quieres de mí?

Tales roces se hacían rápidos, profundos, Geno trataba de concentrarse y poder hablar sin tartamudear o que jadeos escaparan, pero era difícil cuando Blard le estaba volviendo a tocar después de ese tiempo agonizante, quería simplemente dejarse hacer.

— Qué disfrutes de verdad, me encantas mucho, Geno, quiero que conozcas el paraíso.

Geno se sintió extraño, esas palabras podían estar proviniendo de un casi desconocido, pero producían calor en sus mejillas, producía que su alma latiera estupefacta.

Con los roces más rápidos debido a la excitacion, Geno besó a Blard con desespero, hasta calmar sus deseos y así el mayor tomar el control, sus lenguas se conocieron, la ropa se hizo a un lado, pidieron terminar con lo que se inició tiempo atrás.

El menor tenía corrientes tan distintas a la que acostumbraba, no eran forzados por la droga, lo estaba haciendo por su propia lujuria, o quizás sólo pasión. En ese instante quería que el tiempo fuera eterno, alzando su cuerpo para hacer un vaivén, conociendo las debilidades de su amante, soltando su voz totalmente persuadido por el tono grave que usaba el mayor, por tales manos que lo estaban volviendo loco.

Entre sus ruidos, llegaron al clímax, uno donde Geno contrajo su interior inmerso en espasmos deliciosos, cayendo a un lado de la cama que no era suya.

Sintió el cuerpo adverso dejarse caer a un lado, pues a últimos momentos cambiaron de posición para que Blard encontrara su punto sensible con éxito, Geno jadeaba recuperando el aire perdido, mirando la nada por un tiempo, trataba de procesar.

— ¿Cómo te sientes? —Preguntó suavemente el mayor, evitando el contacto, Geno le miró extrañado, no entendía por qué ya no le tocaba, quería... Quería ser abrazado.

— Mal... —Dijo casi sin pensar, al darse cuenta desvió la mirada— Digo... Ahg, ojalá te mueras.

Blard rió, pero llevándose las manos en la nuca, cerró sus cuencas, parecía decepcionado.

— Entonces, la puerta está abierta si no te gustó, Geno, al menos... Lo intenté.

El aludido gruñendo sonrojado no pudo resistirse y se colocó encima para abrazarlo, Blard tras segundos reaccionó para arreglar la postura y ponerse de lado, Geno se acurrucó, queriendo captar más su suave aroma.

— Me quedaré más tiempo, Blard...

— ¿Y tus clientes?

— No me interesan, solo contigo... Me he sentido diferente.

— Con eso me basta, pícaro ~.

Geno le dio un pequeño golpe, suponía que no estaba mal hablar con él ahora que sus deseos ya estaban saciados, era una tranquilidad muy grata.

-. -.. -. -. -.....---.-.-.--

QUERÍA DAR UN AVISO.
Las otras historias trataré de terminarlas.

Dejaré de subir nuestras historias para terminar las que ya tengo.
Besitos <3
Y espero que disfruten.

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