Espero que les guste~

Wukong extendió una toalla en el suelo a las afueras del baño, poniendo también un pote y una taza con agua al lado, alzando al confundido tritón para colocarlo allí. Dejó escapar un largo suspiro mientras limpiaba la bañera, ya teniendo la sensación de que debería buscar una manera más limpia para que el niño comiera. Al terminar, coloco el tapón y abrió la canilla, dejando que el agua volviera a llenar la bañera, sobresaltándose un poco al escuchar un chapoteo.

-¿Pero qué...?- salió y ahí lo vio. El pequeño ser estaba recostado boca arriba sobre la toalla extendida, la cual estaba completamente mojada, el pote a su lado vacío. -¿Te diviertes?- enarco una ceja y él sonrió, la punta de su aleta moviéndose con lo que estaba seguro era diversión. -Bien, alborotador, es hora de volver a la bañera- se inclino para alzarlo, ignorando el agua, para volver al baño pero antes de siquiera poder hacer el amague de bajarlo, el sonido de como la tela se rasgaba llamó su atención. Los ojos del dios se abrieron ligeramente, teniendo un presentimiento. -¿Acabas de...?- lo separó, sosteniéndolo por debajo de los brazos para mantenerlo alejado de su cuerpo, notando entonces el largo trozo de tela roja que colgaba de su boca, parte de eso aún unido a lo que quedaba su capa que usualmente usaba todo el tiempo. Había rasgado su capa, de seguro utilizando esos afilados colmillos con lo que le había arrancado la carne del pez a mordiscos. El niño parpadeo, inocente, abriendo apenas la boca para soltar la tela y mostrar una sonrisa, luciendo feliz. -Muy gracioso, Kid- Wukong solo pudo bufar, rodando los ojos, dejándolo en la bañera y cerrando las canillas, alejándose. En el camino, se sacó la capa para verla bien, haciendo una mueca ante el gran pedazo que ahora le faltaba y colgaba. Bien, iba a tener que conseguirse otra.

Paso por allí un tiempo después, notando como parecía divertirse de mojar todo el suelo del baño, su sonrisa grande mientras tiraba toda el agua que sus pequeñas manos podía acunar y parecía reír ante el chapoteo del agua contra el suelo. Y ahí es cuando se le ocurrió traerle algunos juguetes.

Consiguió una caja de plástico transparente que venía con varios dentro de aspecto amigable de caricatura, con una tortuga de dos tonos de verde, un cocodrilo fucsia y con algunas rayas en negro, una ballena azul y blanca, un pulpo de tonos morados y un cangrejo rojo. Además de conseguir una familia de patos, los más grandes de color rosa y azul, junto a un patito más pequeño color naranja. La mayoría siendo capaces de chillar si los apretabas, blandos y seguro para niños según las instrucciones.

-Hola, Kid- se acercó, los grandes ojos oscuros mirándolo con curiosidad. -Te traje un regalo- abrió la bolsa y dejó caer el contenido en el agua. El niño tarareo, parpadeando, luciendo asombrado por aquellas cosas coloridas que flotaba y animándose a extender su mano, tocando con uno de sus dedos a la ballena, las aletas a cada lado de su cabeza agitándose con entusiasmo y emoción. -Y mira esto- agarro al cocodrilo y lo apretó, el menor jadeando ante el sonoro y largo chillido que sino. Se animo, agarrando a la ballena para apretarlo, riendo en silencio ante el chillido. El dios tenía la sensación de que ese sonido en particular lo iba a perseguir por unos días.

Y tuvo razón porque los chillidos fueron constantes, sonando fuerte de alguna manera a pesar de venir del baño, pero Wukong no pudo encontrar nada en sí para enojarse, ver la sonrisa enorme en el rostro del niño cada vez que pasaba por allí solo lo hacía sentir contento. Y en la noche, se acercó para verlo dormir, sonriendo con cariño ante los juguetes que aún flotaban en el agua ahora quieta y notando al pequeño pato naranja preso entre las pequeñas manos ajenas, el niño durmiendo tranquilamente en el fondo de la bañera. Si, no había arrepentimiento de nada.