U N O

Me desespero, ven a mí.
No te vayas, no me abandones.
Está oscuro, frío, tan lúgubre... otra vez.

No me hagas esto, me estás encerrando, ábreme.

¿Por qué finges que no hago nada por ti? Si yo soy quien te ama, quien cura tus pétalos dañados.

No sigas por favor, duele, duele mucho, demasiado.
Tanto que ya no sé quién soy, para qué sirvo, tanto, pero tanto que estoy empezando a odiar el hecho de que te amo.

¿Yo te amo? O, tal vez, la pregunta... la verdadera pregunta de todo esto es;
¿Tú me amas?

Espero que, muy dentro tuyo, la respuesta sea sí.

Ámame, te lo ruego.