- necesito decirte algo - en los últimos días no podía dormir bien tras mi descubrimiento, no salí de casa una semana después de que lo descubrí
- ¿es por eso que estás tan extraña?- él puso su mano en mi hombro, miré su rostro, era como un cuervo humanoide, más grande que alguien promedio brazos largos y manos, que, para el que no lo conociera pensaría que son garras listas para atacar, un nigromante, eso era, una rama de la magia donde juega con los muertos, ¿que podría ser peor que eso es una sociedad de mierda? Yo.
- tus amigos y yo estamos preocupados, soy tu novio, me ignoraste una semana
- esto no es facil
Sabía que no había manera para decirlo que suavizara el golpe, y solo lo dije.
- soy una bruja
En un mundo perfecto, mi confesión sería una alegría ¿qué tiene de extraño un brujo y una bruja?... pero en un mundo de escoria como en el que existimos la peor basura de todas eran las brujas.
- es una muy mala broma
Comencé a llorar, en su mirada no sé que esperaba, tal vez que riera y le dijese que era mentira, pero cuando eso no ocurrió frunció el ceño con reprobación, dolor... asco.
- vete de aquí
- v-vivo- me interrumpió gritando
- ¡vete de este pueblo! Te dejaré escapar - Aunque sus palabras solas querían darle una ilusión a mi corazón su tono y mirada lo aplastaron - si vuelves a aparecer aquí, pones un solo pie o intentas hablar con un solo habitante de aquí yo lo sabré y yo mismo me aseguraré que no puedas volver a ver la luz del sol
No podía moverme, o eso quise pensar porque cuando me di cuenta ya estaba corriendo hacia la salida del pueblo, hacia el bosque, no sé que haría, no sabía lo que me esperaba, solo sabía que ya no habría vuelta atrás.

Corrí, corrí hasta que mis piernas me fallaron, hasta que mis sentidos se apagaron y solo vi a lo lejos un grupo de chicas junto a un río, era extraño que alguien estuviera en un lugar vacío como este, pero cuando me vieron corrieron y desaparecieron entre los árboles, no me iba a detener para analizarlo, tenía que llegar lo más lejos posible.
Cuando el sol se puso ya no tenía a dónde llegar y estaba a punto de caer por el hambre y cansancio, pero una cabaña a lo lejos me vio, ¿o la vi? No lo sabía, mis sentidos daban vueltas.
Estaba bien pasar una noche un poco más comoda si los residentes de la casa no sabían mi sucio secreto, eso creo, así que simplemente pediría algo de apoyo.
Toqué la puerta y una mujer con muchas niñas detrás de ella que rondaban los doce y dieciocho abrió la puerta, cuando la vi, simplemente caí de cansancio.

Al despertar la mujer supo lo que era yo y lo mismo pasó conmigo, supe lo que eran ellas, era como un lenguaje peculiar de magia que nos comunicaba, al principio estaba asustada, pero ellas me arroparon, me vistieron, me acompañaron, me dieron mi espacio y me enseñaron a no temer, todo al rededor de un mes, se convirtieron en más de lo que podía tener en la basura de mundo en la que vivía, más que amigos, más que un novio cuyo amor terminó con tres palabras, ellas me hicieron su hermana, su confidente, me hicieron una de ellas, eramos una, unidas, fuertes y eternas.

Casi tres meses de mi llegada y sabía la mayor parte de todo lo que me enseñaban estudiaba en la mañana practicaba en la noche, solo con el descanso suficiente para comer y estaba cerca de alcanzar el nivel de mis hermanas, las que eran de mi edad.
Ese día la rutina no cambió, pero después de tanto estudiar la vida comenzaba la muerte, al fin estaba muy cerca de alcanzarlas.
Todas reunidas para comer, en la mesa rectangular y larga, solo esperabamos a la pequeña rubí, una de las menores que no debía tardar, salió por frutos al bosque, todas hablábamos con tranquilidad hasta que la puerta de entrada se azotó cuando miramos Rubí entraba por ella agitada, solo una palabra hizo que todas comenzaran el protocolo para esconderse.
- nigromante
La puerta fue golpeada con fuerza más de una vez, solo mi nombre en una voz que creía haber olvidado y ahora había más de un problema.
Después de varios minutos sin cesar decidí encargarme de eso, todas se ocultaban por precaución, que buscaran a una de las suyas ya era extraño, que terminaran encontrando a todas haria esta casa una hoguera. Cuando me levanté del lugar en el que nos ocultamos en la cocina dos de mis hermanas me siguieron y una me dio algo en la mano, un metal frío y calentado por sus manos.
Dos de mis hermanas me siguieron en silencio; abrí la puerta apenas lo suficiente para que me viera y no sabía cuanto había cambiado, antes hubiera sabido que significaba esa mirada, lo hubiera comprendido, escuchado, animado, ahora no solo no lo sabía, no me importaba, cuando habló una parte de mi quería seguir aferrada, extrañaba todo antes de que cambiara pero ahora en realidad no tenía ese sentimiento.
- por favor vuelve, todos te están buscando... yo te extraño
- ya no pertenezco ahí...
Ya no me importa lo que sientes es lo que en realidad quise decir, mi mano ocupada fue apretada por una de mis hermanas atrás de la puerta, sabía cómo terminaría esto.
- bien, si no vas a volver les diré la verdadera razón por la que huiste
Mi otra hermana abrió un poco la puerta, lo suficiente para que la viera y lo miró como nunca había presenciado.
- no puedes irte de aquí nigromante
Él reconoció lo que era ella de inmediato y en un arrebato intentó abrir la puerta alegando que había más brujas, ahí llegó mi limite. Todo fue en cuestión de segundos, el intentó entrar, yo tome su brazo y con el impulso de su propio cuerpo enterré el cuchillo en su estomago. Cayó con un fino hilo de vida algo de mi se estaba desapareciendo con él, no supe el qué, solo pensé algo que de alguna manera el parecía haber escuchado, porque me miró con dolor.
"Ahora son mis hermanas"
Ya no era parte de ellos y él no revelaría el secreto ni siquiera por accidente.