36: La obra de arte más bella del mundo
"Tu sonrisa es una obra de arte, vuelve todo lo malo en bueno"
"Tus pequeñas manos son una obra de arte, todo lo que tocas lo conviertes en algo mágico"
"Tu rostro es una obra de arte, haces de mi mundo, un lugar increíble"
"Tus labios son una obra de arte, besarlos es como tocar el cielo y en tus labios quisiera quedarme por la eternidad"
"Tu cuerpo es una obra de arte, tocar tu piel es mi deleite, es un honor, es un placer"
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Mientras caminaba, lágrimas caían de sus ojos, lloraba de tanta alegría que lo embargaba, de ternura y de amor.
¿Cuándo había hecho todo esto? Se preguntaba mientras miraba de cerca cada detalle de los dibujos hechos a lápiz y las pinturas. Todo, absolutamente todo era perfecto, casi irreal.
¿Se puede amar tanto como Namjoon lo ama a él? Si. Un amor tan grande, tan profundo y tan sincero no iba a poder conseguir si no es con él. Intenta secar las lágrimas de sus mejillas con el puño de su abrigo, ve cada color, cada detalle de su rostro y cuerpo plasmado en esos cuadros y se vuelve a preguntar: ¿Cuándo pasó?
Namjoon había estado planeando todo esto desde hace más de un año, había dibujado día tras día cada detalle de Jimin, cada rasgo, cada mueca, cada expresión. Lo había estado haciendo como si fuera su más grande trabajo.
Y es que Kim Namjoon, ahora dueño de una de las empresas de arquitectura más grandes del país, serio, obsesivo y metódico. Está completamente conquistado por el diminuto chico loco del piso de arriba. Ya no quiere seguir esperando, ya no quiere pasar un solo día sin poder despertar a su lado, todos los días, cada día de su vida.
Jimin sigue observando las pinturas, haciendo memoria de los momentos vividos, puede recordar desde el primer instante en el que conoció a Namjoon, se ríe porque nunca imaginó que el vecino gruñón iba a enamorarlo de tal forma que parecía un loco.
Se gira al escucharlo. No cabe duda que es él.
— Nunca hubiera imaginado que un chico tan diminuto, tan infantil, tan inoportuno, tan desordenado, tan parlanchín, tan curioso, tan descuidado... Podría volverse para mí... La obra de arte más bella del mundo.
Y es aquí, el instante perfecto en el que sus ojos se encontraron, Jimin no puede dejar de sonreír y a la vez quisiera dejarlo de hacer, porque cuando sonríe, sus ojos desaparecen totalmente, mantiene su cabeza levantada para ver a Namjoon a los ojos, el más grande está a tan solo unos pocos centímetros de su rostro, lo mira y contempla cómo para descubrir algún otro detalle, lo acaricia para imprimir en sus manos la suavidad de su piel, lo mira y lo vuelve a mirar, el hoyuelo en su mejilla es más notorio hoy, es más grande y sobretodo más bonito. Están solo los dos, en medio del gran salón. Apenas una pequeña luz los ilumina y es así como quieren estar. Aferrados el uno al otro, cómo si la vida se hubiera puesto de acuerdo en encajarlos, en crearlos para que se pertenezcan el uno al otro. El destino jugó a su favor, no saben quién es más dichoso, o Jimin por encontrar a Namjoon o Namjoon por encontrar a Jimin. Pero ambos tienen el mismo sentir. Son afortunados de tenerse, de tocarse, de sentirse y de amarse.
El silencio dice más que mil palabras, se encuentran dentro de una burbuja de dulce paz, quisieran estar así toda la vida, juntitos, dónde el mundo y su ritmo acelerado dejan de funcionar, dónde todo se paraliza y son solo ellos dos mirándose cómo si fueran lo más maravilloso de este planeta.
Y es que sí, Jimin es lo más hermoso en el mundo de Namjoon y solo Dios sabe lo mucho que el grandote lo ama. Lo sigue contemplando hasta que rompe la corta distancia entre los dos para unir sus labios con los de el amor de su vida. Lo besa lentamente y con suavidad, llenándose de su esencia, de su aroma, de él. Toma sus manos y acuna las mejillas del más pequeño para besarlo más profundo, Jimin se aferra al cuello de Namjoon cómo si se aferrara a la misma vida, a su vida.
Se alejan solo para tomar un poco de aire y se vuelven a mirar, no pueden dejar de hacerlo, sonríen y Jimin se apoya al pecho de Namjoon que late a mil por horas, pero se siente bien, se siente más vivo, más seguro y más amado.
Namjoon apoya su mentón en la cabeza de Jimin luego de dejar infinitos besos en ella. Mientras habla Jimin siente las vibraciones en su pecho y se aferra aún más con fuerza.
— Perdóname por no enviarte un mensaje o dejarte una nota. No podía esperar hasta ahora.
— Si lo hacías, te iba a encargar de dañar la sorpresa, ¿Verdad?
— Me conoces tan bien, no soy bueno guardando secretos y era posible que me pusiera a llorar ahí mismo.
— ¿Era posible? Kim Namjoon, eres el ser humano más llorón de este planeta.
— Lo sé, es que te amo.
— Y yo a tí. Pero... ¿Cuándo hiciste todo esto?
— Eso es secreto de estado.
— Namjoon...
— ¡Okay! Te he estado dibujando desde hace mucho tiempo. Aunque no tenía claros mis sentimientos hacia tí, mi corazón me lo decía, tenía que hacerlo, inconscientemente no quería perderme de ningún detalle.
— ¿Y las pinturas?
— Cuando Taehyung se casó, hablamos y quiso ser parte de la sorpresa.
— ¡Vaya y yo que venía a golpearte!
— ¿Me perdonas?
— ¡Claro que sí tonto!
— ¿Te casas conmigo?
Jimin se alejó unos centímetros de Namjoon, aquella pregunta dió vueltas en su cabeza y retumbó en sus oídos como una explosión. Lo miró contrariado y al ver que el más grande sacó una pequeña caja de su bolsillo y se la extendió mientras se arrodillaba, todo se hizo más real.
— ¡Si, si, si, si!
Namjoon con manos temblorosas coloca el anillo en su dedo y sonrió al ver a Jimin hacer su baile feliz y era como verlo el primer día que se conocieron, dentro de esa fachada sería que ahora debía mantener estaba ese chico que casi rompe su cabeza con un cepillo, el que le canto "sana, sana, colita de rana", el que volvió su mundo un caos, y sobretodo el que llenó su vida de color.
Y es aquí donde un par de hombres totalmente diferentes, en todo sentido, cómo polos opuestos, se comprometieron a seguirse volviendo locos... Pero locos de amor.
Fin
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