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Pequeño detalle.

La luna acompañaba la pequeña y suave brisa que recorría la ciudad de Modstad. Esa noche las estrellas brillaban más que nunca y el cielo estaba completamente despejado, perfecto para aprovecharlo en una pequeña salida nocturna, eso era un pequeño detalle que aunque a muchos de los habitantes de la ciudad lo ignoraban, el capitán de caballería de los caballeros de favonius creía que sería un desperdició irse a dormir a esa hora, aunque no era muy temprano.

Por eso, caminando las solitarias calles y disfrutando de la música lejana de las tabernas, empezó a buscar la casa de esa persona.

Al hacerlo se quedó afuera unos segundos, mirando la ventana, ¿Sería buena idea entrar por ahí? Se quedó varios minutos pensando, con su ojo cerrado empezó a hacer memoria. 

Hacía unas cuantas semanas atrás que lo había ido a buscar a la mañana temprano para pasar tiempo “juntos”. En realidad lo había engañado para que lo ayudará a hacer unos trabajos que él no quería hacer. Por supuesto el chico no era para nada tonto y no tardo mucho en darse cuenta, en realidad poco minutos de empezar.

“–Ya me cansé de que vengas a molestarme mientras duermo.”

No le molestaba ayudarlo en su trabajo, de hecho, le agradaba mucho pasar tiempo con Kaeya, pero como caballero explorador pasaba bastante tiempo ocupado por lo que no podía verlo tanto como le gustaría. Lo que si le molestaba y no pensaba perdonarle tan fácil era el hecho de que le hubiera despertado ¡Sin el desayuno!

¿Cómo podía estar concentrado sin su café por las mañanas o una buena dosis de algo bien dulce? Simple ¡No se podía! Eso era lo que lo había enojado.

Después de ese día le sacó las llaves que tenía de su casa por miedo a que volviera a suceder lo mismo.

Le gustaba mucho cuando su novio había aprendido a cocinar para sorprenderlo, cuando las mañanas difíciles y llenas de obligaciones lo sorprendía con una pila de panqueques recién hechos con un montón de frutas y una taza de café. Sin duda lo amaba y solo por eso, solo por esos momentos, era que valía la pena totalmente haber pedido a Kaeya que fuera su pareja.

La comida lo era todo.

Sin embargo, el miedo de volver a pasar por la situación de no tener comida y trabajar horas extras…no, era mucho. Aunque no dudaba que en unos cuantos días se las devolvería, su hambre era mucho mayor que el enojo que tenía.

“Seguramente está abierta.”

La primavera estaba llegando, y con ello el cambio de la temperatura, las noches ya no eran frías sino todo lo contrario. Agni no soportaba mucho el calor, no soportaba el encierro que se provoca en su habitación, por esa razón dejaba un poco abierta la ventana.

Y en unos pocos minutos ya había logrado entrar a la habitación.

Todo estaba bastante oscuro, en la cama se podía ver a un chico de cabellos celestes que dormía en una posición que a Kaeya le dio un poco de risa, le recordaba un poco a los gatos que mientras más calor hacía más se estiran.

–Hey bello durmiente, es hora de despertar.

Sabía que su novio tenía un sueño un poco pesado, especialmente ese día. 

Sabía que había estado en una misión, y que había regresado tarde, lo que significaba que estaría bastante cansado.

Y era de esa forma, ese día se había acostado con todo su cuerpo adolorido, apenas había podido sacarse la ropa para ponerse algo más cómodo. Es que, estaba tan cansado que llegó un momento que sentía que su cuerpo ya no daba más, estaba cansado.

Kaeya se acercó un poco más, se sentó en el borde de la cama y empezó a tocarle el hombro. La idea era despertarlo y no lastimarlo, por lo que se aseguró de hacerlo con calma.

–Vamos, vamos, es hora de levantarse.

Pudo sentir cómo su hombro poco a poco se movía y sus ojos con mucho cansancio se abrían dejando ver su iris gris.

Sentía todo su cuerpo pesado, como si no fuera el suyo o como si le hubieran agregado peso. Le costó un poco ver, tenía lagañas en los ojos, y no fue hasta que se las saco todas que pudo ver con total nitidez a su novio.

Su mente aún estaba en el país de los sueños, no había hecho el clic de que estaba despierto y no estaba consciente de nada a su alrededor. Por eso con una pequeña sonrisa le hizo una pregunta al capitán, esperando que la respuesta sea afirmativa y lo hizo con mucha ilusión.

–¿Vamos a comer panqueques de desayuno?

Ahora que su sueño se había ido, al menos una pequeña parte, podría empezar a sentir como su cuerpo empezaba a exigir comida. 

Tenía hambre y era bastante evidente la razón.

Kaeya soltó una pequeña risa, y no pudo evitar sentirse un poquito mal al arruinar esa carita llena de ilusión…solo un poco, bastante poco.

También le parecía tierna la imagen de Agni recién despierto. Aunque era verdad que le gustaba mucho cuando se arreglaba y le parecía sexi la forma en como combinaba su ropa con sus gustos, dándose la total libertad de usar lo que más le gustaba, también era verdad que le gustaba ser el único que pudiera verlo con el cabello despeinado, con los ojos aún hinchados y con restos de legañas.

–Creo que aún es temprano para desayunar.

Su cara cambió totalmente de ilusión a desagrado. Miro la ventana, encontrándose con el cielo negro y algunas luces de la ciudad, miro a su novio, después miro al reloj, el cual marcaba las 2:35 de la madrugada. Estuvo un rato mirando al piso, pensando que hacer, al final tomó un fuerte suspiro y miro fijamente el ojo de su novio para hacerle saber su decisión más que importante.

–Quiero dormir.

Ignorando el hambre que empezaba a nacer de su cuerpo, se volvió a acostar y dándole la espalda a su invitado indeseado volvió a cerrar los ojos para seguir durmiendo.

Kaeya se estaba riendo bastante con la situación, sabía que Agni disfrutaba mucho de dormir. Lo había descubierto el día que lo había invitado a dormir la siesta.

Flashback.

Ambos jóvenes se encontraban de camino a la casa de Agni, Kaeya seguía a su novio con una sonrisa en su rostro y ojos que brillaban por las ideas que corrían en su mente. Su novio, por otra parte, caminaba por delante de él mientras le agarraba la mano.

Kaeya estaba sorprendido, bastante. Después del almuerzo Agni lo había ido a ver a su oficina y con voz segura le hizo una pregunta que aceptó sin duda.

“–¿Te gustaría acostarte conmigo?”

Lo acepto porque la verdad es que deseaba mucho a su novio, y le daba igual qué hora era del día.

Debía admitir que le parecía extraño que se lo preguntara de esa manera tan directa. Lo pensó un momento y tal vez era por su personalidad coqueta que nunca se sabía muy bien qué era lo que quería, nunca cerraba nada en concreto y siempre dejaba todo a la imaginación, tal vez a Agni le había cansado eso y quería tener algo bien en claro.

“Si, seguramente es eso.”

Agni tenía los ojos entreabiertos y al llegar a su habitación se dio la vuelta para dar un fuerte abrazo a su pareja.

–No hay nada mejor que una siesta con algunos rayos de sol golpeándote en el rostro, ¿Verdad?

Su sonrisa estaba acompañada de sus ojos cansados, los cuales se podían ver levemente hinchados y que le costaba mantenerlos abiertos, era como si todo su cuerpo lo estuviera obligando a descansar.

Pensar era difícil, moverse era difícil, estar parado era difícil, mirar algo muy detenidamente era difícil. Todo le parecía extremadamente difícil, lo único que necesitaba era una buena siesta.

–¿Qué?

El de ojo azul lo quedó mirando por un rato completamente extrañado.

¿Qué?

Eso era lo único que podía pensar. Y era que estaba tan en su mundo, pensando en como iniciar ese bello y placentero encuentro con su novio, que no se dio cuenta que con cada paso que daba parecía que se iba a quedar dormido.

Después de eso vio como su novio se quitaba varios de sus accesorios, las orejas que tenía que eran idénticas a las de Sacarosa estaban llenas de aretes, empezó a sacarlos con tal rapidez que parecía que lo hacía con enojo. Y entre risas decidió hacer lo mismo, ya que varias de sus prendas eran incómodas para dormir al igual que innecesarias.

Al terminar vio como su novio lo esperaba con los brazos abiertos desde la cama. Se acostó a su lado con los ojos cerrados y solo fue cuestión de segundos para sentir un peso sobre su hombre.

“Que tierno.”

Le dio pequeños mimos en la cabeza hasta quedarse dormido. No tenía mucho sueño, pero el sol golpeando su rostro hizo que le dieran ganas de dormir.

Esa misma noche cuando fue al bar hablo con Rosaria sobre lo que había pasado esa tarde, su compañera de copas solo dijo que le parecía una increíble idea para una cita.

Fin del flashback.

Sin embargo, también lo conocía lo suficientemente para saber que había algo que le gustaba aún mucho más que dormir, y eso era la comida.

–Dije que no había panqueques, pero nunca dije que no había comida.

Aunque Agni ya estaba por quedarse dormido, y la voz de su novio se escuchaba lejana, la simple mención de la comida fue más que suficiente para que poco a poco se despertara. Aún sentía su cuerpo cansado, pero el incentivo de comer era mucho más grande, además ahora que estaba despierto empezaba a ser consciente del hambre que tenía, con eso se mezclaba su gula y el hecho de que la última comida que había tenido había sido varias horas atrás, el almuerzo.

–¿Qué tenés planeado?

Levantándose lentamente y sentándose en la cama, esto para evitar posibles mareos, empezó a limpiarse las lagañas de los ojos, era tan molesto no poder ver bien por el simple hecho de no poder abrir del todo sus ojos.

Una pequeña risa salió del de cabellos azules. Aunque una parte de él le empezaban a molestar lo lento que podía ser su pareja, a veces su falta de energía era un poco… bastante desesperante, decidió centrarse en la pequeña parte que todavía le daba gracia la situación.

–Sorpresa.

Con la confirmación de que no iba a saber nada hasta que llegara el momento, se levantó de la cama, buscó algo de ropa y se encerró en el baño.

Estando ahí se aseguro de lavarse bien la cara para sacarse el sueño y el resto de baba que aun salía de su boca. 

Eran esos momentos en donde se preguntaba, ¿Cómo Kaeya podía considerarlo tierno mientras dormía? No importaba cuanto lo pensaba, no tenía sentido.

“El amor te hace ciego.”

Una vez un poco más despierto empezó a cambiarse, una camisa sin mangas y una bermuda. No pensaba elaborar mucho su atuendo como normalmente lo hacía desde que había llegado a Modstand, tenía mucho sueño para pensar en que combinación de anillos le quedaria mejor o directamente en buscarlos, además, si Kaeya queria verlo bonito y arreglado tendría que haberle avisado con antelación.

Una pequeña risa salió de sus labios al tener ese pensamiento. Era todo lo contrario a lo que antes pensaba, antes, cuando recién estaba conociendo al de parche y estaban teniendo sus primeras citas, siempre se aseguraba de ir bien arreglado, quería usar todas las cartas que tuviera para poder enamorarlo y al final funcionó.

……..

Después de estar caminando por un tiempo, ambos jóvenes hablaban sobre su día y de varios otros días en los que no se vieron, y de lo que habían hecho.

Agni junto con Amber era un caballero explorador, al ser los dos únicos exportadores tenían muchos trabajos y normalmente iban de un lado a otro. Kaeya como capitán también estaba lleno de trabajos, incluso si los revolvía a su manera, una que le divertía mucho y era bastante cómoda, solía estar bastante ocupado. Por esa razón podían pasar varios días en donde solo se veían por segundos o de lejos.

Además, todavía había que hablar sobre un tema importante, un plan que querían hacer pero no era tan simple como parecía y tenían que hablarlo bien para evitar problemas futuros. Aunque Kaeya tenía muchas ganas de hablarlo, decidió que lo mejor sería esperar a que Agni estuviera un poco más despierto y eso sería después de comer.

Siguieron caminando hasta llegar al viñedo del amanecer, Agni miró con cierta curiosidad a su pareja y con cierta extrañeza pero decidió no decir nada. No era la primera vez que iban juntos, sin embargo siempre que lo hacían eran por motivos profesionales y no personales. Las veces que había ido por motivos personales había ido solo, ya que según lo que había visto de Diluc, era unos de los pocos caballeros que le agradaba.

Al llegar el lugar estaba completamente silencioso, eso le llamó la atención teniendo en cuenta que siempre que iba había varias personas trabajando, pero después recordó la hora que era y le pareció normal.

Vio la mesa vacía y miró a Kaeya con bastante enojo, este simplemente siguió su camino.

–La noche está hermosa como para comer adentro.

Asintió dándole la razón y siguieron caminando hasta llegar a la terraza.

Cuando llegaron el estómago de Agni rugió por el hambre y sus ojos estaban brillando de alegría.

–Te amo.

Le dio un pequeño beso en los labios y se sentó para empezar a comer, le costó un poco elegir, ¡Había mucha variedad! Y es que había de todo un poco, desde comidas saladas a dulces, también había algunos platos típicos de Liyue como Tofu con almendras.

–Eres el mejor Kaeya.

De las pocas cosas que extrañaba de su nación natal era la comida, por eso las pocas veces que podía comerla se aseguraba de saborearla tanto como podía.

Kaeya solo pudo reír mientras lo acompañaba comiendo más lentamente. Mientras lo hacía no podía evitar recordar los momentos cuando recién eran amigos.

Agni cuando llegó a Modstad había llamado la atención de varias personas, y es que cuando dijo el porqué estaba ahí varios quisieron ayudarlo.

“Me gusta mucho Liyue, pero la verdad es que no me sentía muy cómodo estando allí. 

Es como, que siento que no puedo ser yo mismo. ¿Y qué mejor lugar para ser libre que la nación de la libertad?”

Además, había otra razón de porque llamaba tanto la atención, y eso era porque se había hecho amigo de unas de las personas más sociables, Amber.

Por eso Kaeya no tardó mucho en darse cuenta de la existencia de Agni. Y cuando lo hizo sintió mucha curiosidad por el joven.

Pasaron bastante semanas para que su admirador secreto apareciera. Antes de eso se había unido a los caballeros de Favonius y había conseguido una casa. Pero cuando apareció, las flores en la puerta de Agni junto a pequeñas cartas como.

“Que tengas un lindo día bonito.”

No faltaban todas las mañanas. O era hasta que habló el tema con Kaeya.

“–Vaya, ¿Quien diría que tendrías un enamorado?”

Ese tipo de comentarios ya eran habituales, por eso no le dio mucha importancia. Sin embargo también ese día le preguntó qué opinaba al respecto y si creía que esa u otra persona tenía oportunidad de enamorarlo.

“–Me gustan, son bonitas la verdad, nunca antes alguien se había molestado en darme un gesto tan tierno.

»Sin embargo, si alguien quiere enamorar mi corazón, primero tendrá que enamorar mi estómago.”

Desde entonces los regalos empezaron a cambiar un poco y Kaeya se propuso a mejorar sus habilidades culinarias.

Lo primero con lo que se aseguró enamorarlo fue con sus brochetas afrutadas, actualmente con varias otras comidas.

–Hoy si que tienes hambre, ¿Verdad?

Una pequeña risa salió de los labios de Agni que asintió bastante energético. Cualquier señal de sueño o cansancio había desaparecido para quedarse solo con la emoción de su cena tardía.

–La misión que tuve me dejó tan cansado que me fui a dormir sin comer.

Kaeya chasqueó la lengua en desaprobación pero no dijo nada más, cuando vivieran juntos se aseguraría que deje de saltar comidas. Y hablando de vivir juntos, ambos chicos decidieron seguir hablando sobre su plan.

Agni desde hace bastante que vivía en su propia casa, aunque los caballeros podían vivir en la sede, la verdad es que se estaban quedando sin espacio y como él era alguien que le gustaba su propio espacio y comodidades, decidió dejar su habitación a alguien más. Sin embargo, cuando Varka se fue junto con varios caballeros, quedaron varios lugares y Jean empezó a intentar convencer a Agni de que se mudara, así podría ahorrar muchos gastos y tendría varias ventajas.

–¿Entonces te parece bien si lo hacemos de esa manera?

Sin embargo había una nueva razón para rechazar la propuesta, y es que quería llevar su relación con Kaeya a otro nivel, quería que vivieran juntos. 

Ahora mismo estaban terminando de hablar los últimos detalles, como el tema de las limpiezas o de las comidas, eso para evitar peleas tontas.

Y mientras terminaban de darle los últimos detalles a los pequeños detalles, Agni agarró un poco de la gelatina de menta que estaba en su plato. Según Kaeya todo lo que le había preparado era solo un pequeño detalle, según Agni era mucho más que un pequeño detalle.

Siempre quise hacer un one-shot para el cumpleaños de alguno de mis personajes favoritos.
Hoy, de pura casualidad (literal porque pensé que ya habia pasado) logre hacerlo para el cumpleaños del hermoso Kaeya.

¡Feliz cumpleaños Kaeya!

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