01
Un pequeño híbrido de conejito, tan peludito y esponjoso como una bolita de pelusa, se acurrucaba lo más que podía contra sus otros hermanitos, intentando conseguir algo de calor.
Los últimos días no habían sido los mejores para la gran camada de conejos. Eran alrededor de 5 conejitos sin contar a su madre y a su padre, la comida para ellos había escaseado un poco, las pequeñas hierbas que antes crecían en la tierra del patio parecían esconderse de ellos sin querer ser comidas.
Tenía miedo de lo que sería de ellos. Su actual dueña ya no podía cuidar a tantos conejos, siempre viviendo con la posibilidad de que, en cualquier momento podrían concebir una nueva camada, y la mujer, sinceramente, no estaba interesada en tener y cuidar a las crías.
Fue en uno de esos fríos días que pudo escuchar su conversación con una de las vecinas, no tenía intención de adoptarlos, pero sí de regalarlos a quien quisiera acoger a alguno.
JiMin, un conejito muy peculiar, de un pelaje color castaño claro, ojos grises y una adorable naricita color blanco, no quería separarse de su familia.
Era todo lo que conocía y tenía, no imaginaba una vida separado de ellos, pero a cómo estaban las cosas, era posibilidad era la más cercana por ahora.
—Puedo darte a dos, si gustas. —Acordó la mujer con su vecina.
—Eso estaría excelente, ya sé a quién podría dárselos. A mí hijo y mi nieta, seguramente les encantaría tener uno. —Dijo, con una feliz sonrisa en su rostro ante el pensamiento de su hermosa familia y lo alegres que estarían con el regalo.
—En ese caso, puedes escoger los que quieras. Ven, pasa. —indicó el camino hacia el patio trasero, donde estaban los conejitos.
—Oww~ ¡son hermosos!, ¿estás segura que no quieres venderlos?. Seguramente las personas pagarían bien por ellos.
—No lo creo, lo pensé por un momento, pero quiero asegurar que estarán en un buen hogar, así que dárselos a conocidos es la mejor opción para mí. Ya no puedo mantenerlos a todos.
—De acuerdo, entonces, quiero a ese. —dijo, señalando a uno de pelaje marrón — y ese. ¡Son tan bonitos!. —señaló esta vez a JiMin.
El pequeño conejito intentó salir corriendo en cuanto se dio cuenta de que había sido elegido. ¡Él no quería irse!.
Su pequeño tamaño no le permitió huir muy lejos, cuando la mujer logró tomarlo entre sus manos con facilidad, para después proseguir a agarrar al otro conejito dormilón que ni siquiera se dio cuenta de lo que sucedía.
Metió a ambos en una caja con pequeños agujeros para respirar, claramente hechos a mano, ¡se ahogarían ahí adentro!.
Intentó forcejear y salir corriendo lo más que pudo, pero era bastante pequeñito y débil en comparación con la humana.
Solo esperaba que su nuevo hogar no fuera tan malo como pensaba.
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