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veintidos



No había algo peor para un estudiante con lobo que tu periodo de exámenes cuadrase con el mismo que el de tu celo; y para la desgracia de JiMin, justo esto le había pasado. Con la poquita suerte que tenía, apenas solo uno era el que no había podio ir a hacer por obvia justificación. De cualquier forma estaba tranquilo por haber tenido la posibilidad de hablar con el profesorado, haría el examen en cuanto su etapa de calor acabase.

Pero bueno, tampoco todo era horroroso, estaba siendo el primer celo que pasaba acompañado; puesto que siquiera con JonGin había sentido la confianza o conexión como para hacerlo, y ahora se encontraba allí con YoonGi, quien había pedido la semana libre en la cafetería; y estaba faltando a clases. 

Su nuevo jefe había sido más que compresivo con el tierno alfa, al haberle estado ayudando incluso horas extras con cosas referentes a la cafetería, el hombre le concedió aquellos días de descanso rápidamente como compensación. Unos que desde luego le hubieran venido bien para descansar... si hubiera podido; porque JiMin exigía su atención a cada momento. 

-- Yoon-ah, está empezando a doler otra vez. -- Se quejó con un puchero pronunciado sobre sus abultados labios, pegándose aún más si aquello era posible al cuerpo del alfa. 

Ambos estaban sentados en el sofá del apartamento, el más joven sentado entre las piernas de su pareja; con la espalda recargada en su pecho. El albino le abrazaba desde detrás mientras veían algo en la televisión. Iban por el tercer día del periodo de celo, un poco más de la mitad había pasado, puesto que para un omega duraban cinco. 

Lo peor ya se había dado, y con lo peor me refiero a de las mejores cosas que YoonGi tenía memoria de haber experimentado. El omega de sus ojos reclamándole por ser tocado a cada momento, los jadeos del pequeño ensordeciéndole, toda la casa llena de ese aroma que le hacía delirar de la mejor manera... Simplemente no tenía palabras para describir estos tres días tan fantásticos -y cansados- que llevaba. 

-- ¿El supresor está dejando de hacer efecto, Mimi? -- Le preguntó, escondiendo su rostro en la curvatura del cuello ajeno para comprobar si su aroma se había intensificado. -- ¿Te traigo otro nuevo con algo de comer? --

-- N-no, ahora mismo no, ahora te quiero a ti, tu atención. -- Murmuró removiéndose un poco entre las piernas ajenas, escuchando como un suspiro se escapaba de los labios del de cabellos blancos. 

Por supuesto con intención de complacer al dolorido omega (y porque adoraba hacerlo) YoonGi deslizó una de sus manos por dentro de la camisa de pijama la cual JiMin se había encargado de robarle, deslizó sus dedos por su abdomen plano, acarició sus pectorales los cuales aún se encontraban más sensibles de lo normal; por haber sido estimulados apenas hacía unas horas por la boca del pálido y porque el celo en si los ponía así. -- Hyung, m-más. -- Pidió girando con suavidad su rostro, así pudiendo ganarse besos de su pareja. 

-- Tienes fiebre, omega. -- Avisó en cuanto sus frentes se juntaron, llamándole por aquel apodo que había descubierto que a JiMin le satisfacía tanto. Uno un tanto íntimo, pero que ellos sentían perfecto usar entre los dos. 

En respuesta el de mejillas regordetas quiso lloriquear, claro que tenía fiebre, una ola de calor lo estaba golpeando de la manera más cruel, pero para su suerte los labios suaves del mayor no tardaron en capturar los suyos con lascivia y amor, mucho amor. No podían siquiera prestar una mínima atención a la serie que había puesto el más joven en la televisión. 

Park apenas era capaz de inundar sus pulmones en el aroma a leche y pan recién horneado que hacían a su omega temblar de satisfacción; y el dueño de este estaba demasiado concentrado en mantener a ralla a su lobo inexperto. En estos instantes en los que el alfa albino se encontraba paseando su pulgar por uno de sus pezones; con la camiseta del chico alzada pero sin ser quitada, lo que más quería era terminar ya de corromperse con ese chico que gimoteaba en su boca. 

Porque a pesar de que había ayudado con todo lo posible al menor, intimando también, no habían llegado hasta el final. Min había hecho sus más grandes esfuerzos por mantenerse en sus cabales, algo que le estaba costando mucho; cada día que pasaba más de hecho. No era fácil controlar a tu animal hambriento de contacto con su pareja predestinada, menos en época de celo. 

-- Tócame, alfa, tócame más. -- Dijo sobre su boca mientras se besaban con cada vez más desespero, tomando la mano libre del mayor para llevarla él mismo hacia sus pantalones. 

Y ahí YoonGi se dio cuenta de dos cosas; de que si no se movían del sofá su chico iba a terminar por manchar todo con su lubricante natural, y además de que no sabía cuanto tiempo más iba a poder manejar sus instintos. -- Vamos a la habitación ¿Vale? JiMinie, venga, allí te ayudo tanto como quieras, pero tienes que levantarte, corazón...-- Pedía con voz ronca el chico que solía ser tímido, aunque ya no más con su pareja.

Park al escuchar aquello, sintió como las orejitas de su lobo se alzaban con atención, acababan de oír algo lo cual les interesaba demasiado. -- ¿T-tanto como yo quiera? -- Murmuró relamiéndose los labios, rozando con su lengua los labios contrarios en el proceso por la cercanía entre las dos bocas. 

-- Tanto como quieras. -- Aseguró enterrando sus largos dedos en la piel de su cintura. 

-- Entonces lleguemos hasta el final, compláceme, lo necesito, hyung... -- Ese pedido en voz jadeante sonaba más a una orden de parte del omega; pero bueno, el de ojos felinos se consideraba su más fiel sirviente. 

Min tuvo que tomar aire un segundo al sentir en su interior como su lobo se descontrolaba... se temía una cosa, y no estaba en lo incierto, JiMin con su aroma, sus jadeos, sus manos y pedidos habían hecho que el peliblanco terminase de entrar en celo. Sus celos habían terminado por sincronizarse ¿Qué tan descontrol podía salir de ahí? -- Hasta el final, mil veces si quieres. -- Fue lo que terminó por decir el pálido, consiguiendo que los orbes del menor brillasen en deseo. 

Con sus piernas tambaleándose por el dolor en su bajo abdomen y también sentirse incómodamente mojado, el rubio se colocó de pie, siendo enseguida seguido por el contrario. 

YoonGi acunó entre sus manos el rostro del otro jovencito, pegando sus bocas con desespero mientras varios gruñidos salían de su garganta. Las manitas del universitario se perdieron por dentro del polerón del pálido, arañando con suavidad sus omóplatos al sentirse derretir en esos besos fogosos y esos jadeos roncos de parte de su pareja. 

Parecían un solo cuerpo andando torpemente hacia la habitación, esa en la cual todo acabó por salirse de control y por fin pudieron romper la última barrera que los separaba.





-- ¿Por qué estás tan nervioso? -- Inquirió JiMin en una inevitable risa en mitad de la estación de tren. 

Con incredulidad fue que le miró el pálido, lloriqueando de manera infantil antes de responder.

-- No puedo creer cómo es que aún me preguntas; tus padres se han enterado de que he pasado tu celo contigo hace más de una semana ¡Y han comprado billetes para venir desde Busan! ¿Me quieren matar, es eso? -- 

Una vez más el rubio sintió que iba a morir ahogado en su propia risa; adoraba ver a su alfa con las mejillas sonrojadas y nervioso, aunque se sentía un poquito mal por disfrutar de estos momentos, le parecía demasiado tierno. -- YoonGi-ah, ellos solo quieren conocerte, a ti y a tus papás, era algo que ya teníamos medio planeado de todas formas... -- Explicó, alzando sus manos para poder colocar de manera correcta la bufanda color azul pastel que cubría el cuello del mayor.

-- Lo haces sonar muy pacífico, pero la realidad es que vienen dos alfas a buscarme porque he intimado con su querido único hijo ¡y encima omega! -- Murmuró, sintiéndose avergonzado de que alguien llegase a escuchar su conversación. 

JiMin le miraba sonriendo de esa manera tan bonita, esa que lo había enamorado literalmente desde el primer día que lo vio entrar por su antigua cafetería. -- Hyung, no les temas, tú me cuidas, ellos están agradecidos contigo y tu familia por eso. -- Intentó tranquilizar, colocándose apenas un poco de puntillas para depositar un casto beso en sus labios.

Bueno, eso era cierto, el más joven siempre le repetía lo mucho que sus padres agradecían todo lo que estaban haciendo por su "cachorro" pero aún así... aún así temía este momento demasiado, sentía que iba a ser devorado por dos lobos cabreados por haber hecho cosas de adultos con su angelito, el cual ya era un adulto en realidad, pero quien sabe, los alfas siempre eran demasiado protectores. 

Park estaba abrazado al pálido, descansando su cabecita sobre el hombro de este y recibiendo caricias en sus cabellos dorados de su parte mientras esperaban la llegada de sus progenitores, quienes más que pronto llegarían. 

"Tren destino Seúl, llegado desde Busan, vía 12" Se escuchó por megafonía, haciéndole saber a la estación entera que ese tren ya había llegado y los pasajeros estaban bajando. 

-- Tranquilo, Gigi. -- Susurró por última vez, depositando un beso en su mandíbula. 

Él solo esperaba ser alguien lo suficientemente bueno como para que los padres de su omega lo aceptasen; no que resultasen ser una de las tantas personas que solían repudiarlo por su personalidad. Por ser un alfa poco común. 

-- ¡JiMinie, mi vida! -- Se escuchó no demasiado lejos, el llamado poniéndose totalmente alerta con una deslumbrante sonrisa. 

En cuanto la mujer que le había nombrado estuvo en el campo de visión del rubio, este se soltó de su pareja para salir corriendo hacia ella. Nadie se imaginaba cuanto extrañaba a sus padres, los había tenido que soltar demasiado pronto, y él los adoraba y soñaba con sus abrazos todos los días. -- ¡Mamá! No puedo creer que estéis en Seoul, no venís desde que hace años tuvisteis que ayudarme con la mudanza. -- 

-- Estamos aquí, no podía seguir sin ponerle cara al jovencito que por lo visto te ha sobre marcado con su aroma... hueles como si te fueran a meter en un hornito para cocinarte justo ahora. -- Vaciló YeongMin, mirándole con una de sus cejas alzadas a su hijo, aunque sus ojos no tardaron en deslizarse hasta el otro chico que lo miraba con mejillas encendidas y manos entrelazadas delante suyo. 

Así que ese era el alfa. 

-- ¡P-papá! -- Exclamó de nuevo el rubio, ignorando el comentario de su madre. Siquiera se había dado cuenta de que YoonGi había hecho aquello... pero de alguna manera se sentía aliviado, puesto que él había  hecho lo mismo. 

De cualquier manera, eran actitudes normales después de entrar en celo. Después de este periodo lo común era estar un tanto receloso con el mundo.

JiMin se apresuró en abrazar a su otro progenitor, recibiendo como quince besos en su sien que le hicieron sentir como un cachorrito feliz. Cuanto le gustaba cuando sus padres lo mimaban, y qué tan pocas oportunidades tenía de que aquello pasase. 

-- Bueno ¿No nos presentarás? -- Dijo ella con su mentón alzado, casi estando a punto de estallar en una carcajada al ver a ese joven alfa tan nervioso con la mirada agachada por sentirse intimidado. 

El hijo de los Park se movió hasta el chico con el que ahora compartía la gran mayoría de su tiempo; no titubeó al tomar su mano y entrelazar sus deditos. -- Él es- --

-- Soy Min YoonGi, el alfa que está enamorado de su hijo. U-un placer conocerles. -- Se apresuró el albino a decir, inclinando su cuerpo en una reverencia sin soltar la mano ajena. 

El hecho de que el de ojos felinos se hubiera presentado por si mismo (y casi sin titubear) había hecho que JiMin sonriera bastante orgulloso. No era algún misterio, él ya había asimilado que lo más seguro fuera que su pareja necesitase un poco de tiempo para ser capaz de tener soltura frente a sus padres, era tímido después de todo. 

Y él adoraba aquella faceta suya.

-- Un alfa albino... nunca esperé que mi hijo acabase con uno, sois ya muy pocos los que quedáis. -- Dijo con grata sorpresa el alfa mayor; quien no había podido evitar fijarse en el físico deslumbrante del compañero de su pequeño. Cuando JiMin les dijo que su novio parecía un omega, no creyó que aquello también fuera por su físico. YoonGi era muy lindo. -- Soy HyunSu, Park HyunSu. -- 

El recién presentado estiró su mano hacia el jovencito, quien hizo lo mismo con su mano libre en un rápido movimiento. Lo único que resonaba en su cabeza es que debía de dar buena impresión. -- E-es un placer. -- 

Tras ese murmuró tembloroso él sonrió, rodeando la cintura de su esposa después de soltar la mano del pálido. -- No te asustes con ella, YeongMin es una alfa con un instinto protector muy grande. -- Dijo, y Yoon pudo ver como el pecho de ella se inflaba orgullosa. 

Desde luego el albino quiso llorar al comprobar de donde había heredado la dulzura el chico que tanto le gustaba. El señor Park no dejaba de tener una gran actitud de alfa, pero no parecía ser tan dominante ni mucho menos como lo parecía la mujer. 

-- No me pintes así, Su. Solo quiero conocerlo a fondo antes de quedarme tranquila, le estoy dejando a mi bebé en sus manos... -- Dijo estirando su mano derecha para acariciar una de las mejillas pomposas de su hijo. 

El hecho de haber tenido que ver  a JiMin partir de su hogar tan joven, apenas a la edad de dieciséis, le había hecho sentir como si fuera una mala madre, pero son cosas que nunca hablaría con su hijo, puesto que no debía de hacerle cargo de sus preocupaciones. Ese tipo de consuelo lo encontraba en su alfa, en su pareja.

Tener la sensación de no haber sido lo suficiente para su cachorro le hacía tener esta necesidad tonta de ser muy cuidadosa con él. -- No pasa nada, YoungMin-ssi; l-lo entiendo. -- 

Oh, la alfa de repente se vio perdida en una sonrisa conocida como gummy smile. El de cabellos blancos estiró sus labios hacia arriba mostrando sus dientes perlados y encías; ahí posiblemente entendió a lo que su hijo se refería cuando le hablaba del joven casi pastelero, remarcando una y otra vez lo super adorable y tierno que podía ser. 

-- ¡Bueno! No quiero hacer esperar a tus papás, Gigi, así que vamos al taxi. -- Dijo JiMin, colgándose del brazo del nombrado. -- Vamos, mamá, morirás con como cocinan los señores Min ¡Y cuando YoonGi-ah te dé de probar sus dulces no vas a querer comer otros! -- Contaba el más joven mientras caminaban. 

-- ¿Así que tu pasión por los dulces te llega por YoungMin-ssi? -- Bromeó, recibiendo un asentimiento de cabeza de parte del chico. 

HyunSu rió; si ese chico se ganaba el estómago de su mujer estaba seguro de que no iba a necesitar mucho más para que ella se sintiera a gusto con él. La alfa era amante de los sabores dulces y la repostería, a pesar de que se le daba especialmente mal cocinar. -- No lo puedes imaginar, YoonGi-ah; tengo dos glotones. -- 

Ambos se giraron con el ceño fruncido hacia el hombre, escuchándose a la vez las quejas de. "¡Papá!" y "¡HyunSu!". Estas provocaron que YoonGi riera, sabía de primera mano que su omega adoraba comer, y para él como cocinero, no había una mejor compañía que alguien quien disfrutase de la comida. 

Aún sentía a su lobo inquieto, exigiéndole no quedar en ridículo y además desesperado por no separarse demasiado del rubio de mejillas adorables, aún estaban sensibles, pero por suerte apenas ya era muy poco para como habían tenido que pasar los días anteriores. YoonGi incluso se vio sorprendido uno de los días atrás que de su garganta se había escapado un gruñido al estar esperando el bus con JiMin, y darse cuenta de que otro alfa no paraba de mirarle. 

Se sintió avergonzado, puesto que el desconocido siquiera hizo algo malo o amenazante, siquiera el omega se había dado cuenta de que alguien le estaba mirando, puesto que el chico lo hacía de forma inevitable, encantado por las angelicales facciones del más bajo. 

Definitivamente lo peor del celo era cuando salías de este y parecías tener aún tus instintos a flor de piel. 

El viaje en taxi no había sido demasiado largo ni mucho menos. Mientras iban en auto, JiMin se dedicaba a explicar a sus padres qué eran los edificios que veían por la ventana. Con la mayor suerte del mundo habían pasado por delante de su universidad y la antigua cafetería de YoonGi. La actual no pillaba de camino. 

Los ojos de la pareja Park brillaron encantados al bajar del auto; el cual Yoon había insistido en pagar. Ellos no eran una familia con demasiados recursos económicos, vivían en un apartamento, no demasiado grande pero acogedor; algo parecido en el que JiMin vivía aquí en Seoul. Por eso es que tener frente a ellos la casa de dos plantas de la familia del joven alfa era para ellos sorprendente. 

Pronto salió el hermano mayor de los hijos Min con una radiante sonrisa; otro alfa albino. -- Bienvenidos, dejadme ayudar con el equipaje. Soy EuiJin, el mayor de los hijos. --  Se presentó, al igual que hizo YoonGi antes con una reverencia.

Bueno, no era una mentira decir que el propio matrimonio Park se encontraba inquieto en su interior, aún así emocionados. No entendían cómo, en qué momento, de repente su hijo había crecido tanto y se encontraba tan seguro de haber encontrado a su pareja como para estar en casa de los padres de este, siendo la primera vez que se reunieran todos. 

YoungMin quiso llorar agradecida, cuando entraron en el hogar de los Min y vio como su hijo corrió hacia la omega del lugar para ser estrechado entre sus brazos se le estrechó el corazón. En esa casa querían a su cachorro, lo querían como si fuera uno de ellos. 

Los ojos de la alfa se cristalizaron ante la emoción, su marido ya estaba allí estrechando su mano con la pareja de adultos; y ella simplemente se quedó allí paralizada, viendo como la JiMin era mimado por las gentiles manos de la omega, como EuiJin tenía su brazo por encima de los  hombros de su hermano para tenerlo cerca y apoyarle, como ambos alfas se presentaban con ilusión por conocer entre ellos al fin... y lo vio, vio por qué JiMin no solo se había enamorado del hijo menor de los Min, sino también de todo su hogar y la calidez que todos desprendían. 

-- YoungMin-ssi. -- Llamó YoonGi, quien se había acercado a ella al verla un tanto separada, haciéndole salir de su pequeño trance. -- ¿Todo bien? --

-- Más que bien, YoonGi-ah. -- Murmuró, atreviéndose a dejar dos suaves palmaditas en los cabellos albinos del muchacho; recibiendo otra de sus sonrisas. 

Las presentaciones en el pasillo de la entrada pudieron durar casi diez minutos, todos pareciendo igual de contentos, puesto que la idea de verse ya llevaba un tiempo en el aire. 

En menos de lo esperado se encontraron en la mesa del comedor, siendo más personas en familia que nunca antes. La pareja de los Park contaban como era que habían tenido a JiMin, siendo después los Min los que relatasen su historia que por cierto EuiJin ya estaba harto de escuchar, pero aún así lo hacía sonriente porque sabía cuanto le gustaba a sus padres hacerlo. 

Por debajo de la mesa el joven de mejillas abultadas buscó la mano de su pareja para llamar su atención. -- Oye, príncipe de las flores... -- Llamó a media voz, haciendo que el nombrado sonriera atontado, muy enamorado de él. 

-- Dime, Mimi. -- Contestó en el mismo tono, acariciando la manita del chico. 

-- Te quiero mucho, me haces muy feliz. -- 

YoonGi, casi olvidándose de que todos estaban allí, o más bien rezando porque sus acciones fueran ignoradas por ambas familias, acercó su rostro para dejar un duradero besito sobre la pomposa mejilla de su omega; escuchándole ronronear a gusto y su aroma potenciarse inevitablemente. 

-- Ustedes... esperad al postre al menos. -- Se burló su hermano mayor mientras escondía su sonrisa burlesca detrás del vaso de refresco. 

JiMin rió, porque la vergüenza con los Min ya no existía y EuiJin se había vuelto como su propio hermano mayor. Sin embargo el rostro y orejas del alfa albino se vieron rápidamente sonrojados, mirando directamente hacia la alfa madre de su pareja, iba a disculparse y aceptar una cara de entrecejo fruncido. 

Pero más allá de aquello, se encontró con la mujer sonriendo; siendo el preciso momento donde Yoon se diera cuenta de quien había heredado la sonrisa su chico. La mujer le regaló una mirada que atesoraría en sus recuerdos; ella parecía demasiado feliz, luego siguiendo con su charla con la mujer albina. 

Todo esto era mucho, más y mejor de lo que algún día YoonGi pudo soñar al ver por primera vez a JiMin en aquella cafetería. 




¡Hola, angelitos míos! Aquí os traigo un nuevo capítulo, que aunque parezca que se acerca el final no es así para nada uwu. Más bien es como el final del primer arco de la historia. 

Espero que lo hayáis disfrutado, aquí vuestra porción de diabetes. 

Os quiero mucho, cuidadse. Kissuuu~~ 070422.

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