"Porque eres tú" Extra Uno.
Porque eres tú
Dimitry Walker
Año escolar nuevo. Vida nueva.
El día de doy podía decir que mis ánimos eran mejores que los de ayer, y en verdad era así.
Luego de estar mi primer año consiguiendo amigos en la universidad, por fin hoy sabría si mi primo iba a entrar aquí, y claro, estaba igual de feliz por haber pasado a segundo año.
Confiaba en que así fuera, y por ello, no podía evitar estar más hiperactivo que otros días. Y eso lo sabía mi compañero de cuarto, era mi dormitorio a dónde tenía intenciones de dirigirme luego de desayunar y pasar un tiempo con mi mejor amiga, de la cuál por cierto, olvidé devolverle su cuaderno.
—¡Adivina quién verá a su primo hoy!— dije feliz abriendo la puerta.
—Oh, de nuevo tú— contestó el chico que hace un año estaba durmiendo en el mismo dormitorio que yo, empacando cosas en una caja.
Todas sus cosas habían desaparecido de aquí, haciendo creer que yo era el único dueño de la habitación.
—¿Qué haces?— pregunté pasando saliva pesadamente. Tenía miedo de que fuera lo que yo pensaba.
De nueva cuenta, él abrió la boca para hablar cosas hirientes.
—Escucha, no quiero sonar grosero, pero ya estuve un año contigo, y... La verdad es más cómodo dormir en una habitación individual, por eso decidí hacer un cambio— soltó con crudeza —es solo que tú eres muy, emh, ¿Extrovertido?
—No soportas mi personalidad— comenté aplastando mis labios, mis ánimos bajaron en picada.
Suspiró irritado. —Es que, Dimitry, eres muy pegajoso con las personas, y jamás guardas silencio, prefiero irme a dormir solo, ¡Las personas creen que estoy contigo o algo parecido porque siempre te me acercas!
—Puedes decirles que no es así...— aconsejé herido.
Ni siquiera sabía por qué me estaban doliendo sus palabras, si siempre y a cada momento, era lo mismo.
Las personas jamás iban a querer una relación amistosa conmigo, porque claro, siempre termino arruinando las cosas.
—Solo no vuelvas a aparecerte enfrente de mí, ¿Bien?— soltó —es mejor que tomemos distancia un tiempo.
—Pero yo...
Cerró la puerta, me dejó solo con el dormitorio.
En ese momento me rendí de querer conseguir la aceptación de alguien. No importaba qué hiciera, cuánto quisiera cambiar y ser diferente, jamás iba a lograr que alguien se quedara conmigo.
Tomé asiento en la orilla de la cama, aferrando mis manos a las sábanas.
Intenté, de verdad hice todo por no soltar una lágrima, y cuando menos lo creí posible, empecé a llorar.
Volví a caer en ese ciclo de llanto y de pena, con mis manos tapando mis ojos, a pesar de estar solo, odiaba cuando me veía llorar a mí mismo.
¿Por qué nadie quiere estar conmigo?
¿Por qué las personas hieren de esa manera?
No quería creer que yo era el problema, pero con tantas ocasiones iguales, empezaba a convencerme de que, yo era la única persona culpable de que los demás se alejaran.
Me preguntaba incluso por qué me seguía doliendo, si era algo cotidiano, algo que siempre sucedía y sucederá.
Aún estuve algunos minutos lamentándome, convenciendome cada vez más, de que mis posibilidades de ser aceptado por alguien además de Acacia, eran bajas.
Cuando pude controlar mis lágrimas y limpiarlas, volví al espejo del baño, solo asegurándome de que no había rastro de mi llanto.
Tallé mis ojos varias veces, y tuve qué detenerme al ver que mi nariz estaba roja por haber llorado un tiempo moderado. Antes, cuando me veía al espejo, recordaba que era solo para seguir obsesionado con mis piercings, y ahora, solo lo hacía para verificar que no tenía los ojos hinchados.
Estaba harto de esto.
Negué palmeando mi cara. —¡Tú puedes! Solo sonríeles, como cualquier otro día.
Porque claro, la única manera de que no quisieran meterse a investigar por qué lloro cada noche, era que no lo creyeran.
Con eso, y con una mejor personalidad que la real, salí del dormitorio, dispuesto a buscar a aquel pelinegro.
...
—¡PRIMO!— salté sobre un ojiverde de cabello negro.
Lo abracé fuertemente, cuando Anthony Walker y yo caímos por mi emoción.
—Casi me rompes algo— añadió en un grito ahogado, salvando su guitarra de caer —estás más emocionado que yo y es tu segundo año.
—Por fin entraste, bienvenido a tu mejor decisión, creí que no tomarías música como carrera profesional— expresé, poniéndome de pie junto con él.
—Terminaron de convencerme— contestó.
La llegada de mi primo, probablemente podía hacer una diferencia, tenía una pequeña esperanza de que así fuera, y de qué al menos él podría soportarme más tiempo que la mayoría de las personas.
Luego de mostrarle tranquilamente parte de la universidad, creí que ya había pasado el tiempo suficiente con él, y tampoco quería hostigarlo tanto como era costumbre.
Para cuando volví a prestar atención en medio de la demostración, notaba que, parecía que estaba buscando a alguien con la mirada, siempre terminaba por voltear a varios lados, como si quisiera ver a alguna persona.
Después de ello, quise volver al dormitorio, al que ahora iba a ser un lugar vacío.
Aún no era ni siquiera tarde, sin embargo, ya no tenía ganas de salir de aquí.
Cerré la puerta detrás de mi, y dejándome caer en mi propia cama, fue que mi único consuelo y apoyo, era una almohada, la cuál abracé fuertemente.
—Creo que solo somos tú y yo contra el mundo— dije.
Me entretuve en mi soledad, hasta que escuché a alguien abrir la puerta con una llave.
En ese momento, mi mente pensó; seguramente no dejaron que él se cambiasen de habitación.
—¿Puedo pasar?— se escuchó la voz detrás de mí, totalmente diferente, más grave y más clara.
Volteé dudoso, encontrándome con la figura más alta que alguna vez haya visto, con una pequeña mochila detrás de él, tez morena, cabello seguramente teñido, de color azul, con rizos en él.
Aparte de ello, portaba en sus manos algunas hojas y una bebida en otra mano.
—¡Identifícate ahora!— fue lo primero que salió de mi boca al levantarme.
Fingí apuntarlo con un arma, y él en respuesta, levantó sus manos mostrando ser inocente.
—Tristán Hudson— respondió seriamente —compañero nuevo de dormitorio nuevo.
Abrí la boca en un grito ahogado.
Automáticamente, toda la tristeza de hace minutos, se convirtió en sorpresa.
—¡Hola!— grité alargando la "a", tendiendo mi mano a él —¡Soy Dimitry, veintiún años, un metro ochenta y tres de altura, originario de la ciudad, también estudio aquí!
Soltó una risa carraspeada. —Creo que sería malo que estuvieras en el dormitorio sin estudiar aquí. Y emh, mucho gusto, Dimitry.
Bajó sus brazos confundido, y cualquier persona normal lo estaría de ser recibido así.
—Puedes decirme Dim— le sonreí acercándome en un salto, y en un descuido, esa bebida que tenía en su mano, cayó sobre las hojas, luego, ambas cosas terminaron en el suelo.
—Oh... ¡Perdón, perdón!— me bajé rápido a juntar las hojas y la bebida que cayeron.
Negué internamente, primera impresión, y ya lo arruiné.
—Ya puedes solicitar tu cambio de dormitorio— indiqué —en serio, no voy a molestarme, no serías el primero.
—Hey— me llamó cuando me volví a levantar, tomando sus cosas de mis manos —no te preocupes, fue un accidente, no hagas un drama— finalizó casi en burla.
En este momento, puse más atención a sus ojos.
Wow.
—Jamás había visto a alguien con ojos morados— dije impresionado —¿Son de verdad?
—Pues, cumplen su función de mirar— añadió.
Sonreí. —¡Son lindos!
—Gracias— finalizó secamente, mirando a otro lado con nervios.
Observé mejor el contenido de aquellos pliegos blancos. —Oh, ¿Piano? Carrera musical, ¡Qué bueno!
Asintió aplastando sus labios, solamente empezó a ordenar sus cosas, preguntando cuál era su lugar, todo en silencio.
Entonces, no es de muchas palabras.
Hice una mueca sentado en mi cama, ahora debía contenerme de no alterarme tanto.
Yo sabía que, saltar, hablar de más, sonreír todo el tiempo, eran algo real, no era algo que me gustara fingir.
Solo que, desde hace tiempo que esa personalidad parece más una fachada para quedar bien.
Y probablemente, ahora debía ser todo lo contrario si quería agradarle a alguien.
________________
Pobrecito wey:( lo qm
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro