25.- "Confesión Secreta"
Anthony Walker
¿Cuántas veces discutimos? Muchas.
¿Cuántas veces decíamos cosas que no queríamos el uno al otro? También muchas.
Lo más importante, ¿Cuántas veces nos dijimos un "perdón"? Exacto, nunca.
Y ahora era cuando llegaba ese sentimiento de remordimiento por no decirle tantas cosas.
Más cosas pasaban por mi cabeza en estos momentos, estaba esperando de una forma tan inquietante que un doctor saliera a avisarme algo sobre mi padre, pero nada.
Recibir la noticia de que Frank tuvo un accidente, era para asustarse.
Llegar y ver a mi padre en una camilla, en urgencias y a un quirófano, me destruyó.
No sacaba de mi cabeza esa imagen de Frank en crisis, tal vez era porque se trataba de mi padre él que había ingresado por un accidente, o quizá porque jamás creí verlo en esa situación.
Porque era muy sorprendente que él hombre al que crees que nada lo detiene ni lastima, podía estar en una línea delgada entre la vida y la muerte.
Me quedé solo en el hospital, a cargo de dos hombres demasiado influyentes, dos hombres que jamás se quedan callados, y que cuando más quisiera que estuvieran aquí debatiendo, estaban en una habitación o quirófano del cual yo no tenía idea de su estado actual.
No podía llorar como quería, pero estaba aterrado de las malas noticias.
Mi abuelo, sorprendentemente me preocupaba.
Pero Frank, carajo, es mi padre, y no me quería imaginar que él no volvería a casa después de trabajar.
Volví a masajear mi cabello, sin ganas y ya cansado, había dado unas vueltas para ver a Jonathan en su habitación, todo normal, si no estaba su esposa, él prefería estar solo, y era respetable.
Era tanta espera impaciente, me estaba matando por dentro, el confort que tuve de Eliot se fue, porque él ya se había ido del hospital, y tampoco podía conservarlo en un lugar como este.
—Familiares de Frank Walker— escuché que un doctor dijo entre el silencio de la sala de espera.
Me levanté enseguida. —Soy su hijo.
—¿Usted es...?— extensión su mano a mi.
—Anthony Walker— respondí de la misma forma, sellando el saludo.
—Doctor Rivera, un placer— volvió su mirada a la lista en sus manos —su padre llegó de urgencias a quirófano por un choque de auto, presentó lesiones en el cerebro de baja gravedad, las lesiones en las costillas fueron causadas por el desuso del cinturón de seguridad, y varios cristales del parabrisas se incrustaron en sus extremidades. Realmente, es más común de lo que parece.
Y me lo dice con tanta confianza.
Sería muy descarado molestarme por su tranquilidad, si me pongo a pensar, su trabajo consiste en esto.
Escuché todo lo que me estaba diciendo de forma pensante, hasta el momento, me relataba las heridas que Frank tuvo.
No estaba preparado para escuchar lo peor, y por eso es que quería ignorarlo hasta que me dijera lo que en verdad necesitaba oír.
—Hicimos lo posible por salvarlo. Y después de la intervención de varios cirujanos...— bajó su lista más serio.
No lo diga. No lo diga.
—Ahora su padre está en reposo y en habitación, está un poco débil por todo, y el único inconveniente es que, la lesión en el cerebro aún lo tiene en coma, siempre es difícil saber cuándo despertarán las personas. Pero creemos que su padre estará bien —concluyó.
Las lágrimas cayeron de forma espontánea y voraz.
Fue un alivio inmenso el que se apareció en todo mi cuerpo.
—Gracias— fue lo único que pudo salir de mi boca.
Asintió simpático. —Ya puede ir a visitarlo, solo una persona tiene acceso a entrar y pasar la noche ahí.
Otras palabras más salieron de su boca indicándome cosas, las cuales se me hacía difícil poner atención, porque estaba más centrado en el alivio de que Frank iba a estar bien, o al menos, esa era la esperanza que me dieron.
Me inundaba esa sensación de poder respirar otra vez, y fue hasta este momento en el que en verdad había soltado las lágrimas.
De forma rápida, llamé a Ayden solo para explicarle, y decirle casi lo mismo que el doctor me mencionó, esperaba que, él hiciera lo mismo con Erika.
Después de una larga charla calmando a mi papá, y asegurarle que yo cuidaría de ambos, me acerqué a recepción a preguntar en qué habitación se encontraban los dos pelinegros.
Y claramente, al primero que habría de visitar era a Frank.
...
Cerré la puerta detrás de mi sigilosamente, impactado por la imagen que veía.
Nadie nunca piensa que en algún punto de su vida, podría ver a su padre sobre una camilla de hospital, conectado a tantos cables, vendado, con una máquina a un lado que indicaría si está en peligro o no.
Eso era lo que yo estaba viendo, a pesar de la resaltante iluminación en la habitación, todo se sentía tan oscuro.
Se hacía muy difícil ver esto, porque era tan real y a la vez tan complicado de creerlo. Solo era Frank Walker, tan imponente y fuerte, viéndose ahora tan débil, sin despertar. Su cuerpo debajo de la única sábana.
Tomé asiento en la silla más cercana a la camilla, masajeando mi cabello por la notoria tensión que mantenía.
Me mantuve un tiempo sentado, asegurándome de que Eliot haya llegado a dormir sano y salvo. Que Sam y Ayden estuvieran más calmados.
Hoy no iba a dormir, de eso estaba seguro, quería quedarme despierto en cualquier caso, hasta que mi padre despertara, también debía cuidar de Jonathan.
Casi una hora después, ya era cerca de la una de la mañana, el silencio habitaba, hasta yo podía escuchar como respiraba con tanto apuro.
Volví a ver al pelinegro, recordando bien lo que Erika y Ayden pudieron decirnos en sus condiciones abrumadas.
—Pensé que odiabas a Jonathan— exclamé en voz baja, ahora entendía a las personas que hablaban con sus familiares en coma, quería hacerle sentir a Frank que alguien estaba aquí esperando su despertar —pensé que si él estaba cerca de fallecer, no te importaría.
Crucé mis brazos en un intento de cubrirme por el frío, debí haber pensado en eso antes de quedarme.
Sin embargo, el frío era mínimo si lo comparaba con mi necesidad de no dejarlos solos.
—Mírate, siempre preocupante por todos, menos por ti— seguí, negando —ni siquiera al hombre que te ha causado tanto daño a ti y a tu familia lo dejas atrás... Con eso, pruebas una vez más que, eres la mejor persona que existe.
Si él estuviera despierto y escuchando, quizá lo que estaba diciendo ahora, solo estaría en mi mente, no me atrevería a poder decírselo a la cara, y eso era lo que más detestaba saber.
—¿Alguna vez te dije que, agradezco eternamente que seas mi padre?, ¿O alguna vez te agradecimos todo lo que has hecho por nosotros?— mis ojos humedecieron al instante, sin dejar de hablar —por más peleas y desacuerdos que tuvimos, no pudimos haber tenido más suerte de tenerlos a ti y a Ayden de padres.
Negué rotundamente, era una gran impotencia, que ahora sí quería que despertara.
—Tú no puedes oírme, y es detestable que te esté diciendo todo esto apenas, todo porque tú solo te preocupaste por tu propio padre y terminaste sufriendo más daños... Cómo siempre— añadí, dando una risa muy amarga —nadie te merece como hijo, esposo, padre, hermano o amigo, nadie alcanzaría a pagarte todo lo que haces.
Si fuera alguien que yo no conociera quién estaba aquí hablándole a alguien inconsciente, diría que es ridículo, pero ahora que se trataba de mi situación, lo entendía perfectamente.
—Solo te recuerdo todas esas veces que bromeabas diciendo que eras inmortal— sonreí débilmente —que jamás morirías siendo tan joven como ahora, y también que si ibas a morir, sería en algo increíble como... Peleando con un león o pescando un tiburón.
De solo volver a pensar en esas charlas en las que él decía eso, cuando yo apenas tenía quince, en las que él me juraba que nunca moriría de forma normal y "mediocre" como él lo decía, que él quería que fuera algo más extremo y de recordar.
Ni siquiera para eso dejaba su orgullo,, Frank siempre marcó querer ser diferente a todos, y lo ha logrado exitosamente.
—No estás solo, Frank, tienes a una familia que te espera para que te quejes en alemán— concluí, limpiando la lágrima que salió de mi.
Seguí hundiéndome en la inquietud de que despertara, no me alejé de mi padre en dos horas, por más que esperara y quisiera, él aún no despertaba, y pude haberme quedado más tiempo, hasta que recordé que debía ir a ver a alguien más.
Afortunadamente, la habitación de Jonathan estaba cerca de aquí, en la cuál, en poco tiempo ya me encontraba abriendo la puerta.
En cuanto la vista del otro pelinegro con canas se posó en mi, pareció tener una expresión de esperanza, de esas que, se asimila a qué están alegres de que alguien viniera a verlos.
Comparado con mi padre, Jonathan se veía más estable, sentado en su camilla viendo televisión... Mientras su hijo luchaba por despertar.
—¿Cómo sigues?— pregunté tomando asiento en un sofá.
—Ya estoy más muerto que vivo— contestó de forma sarcástica, el gran hombre Walker apagó el televisor.
Se veía menos tétrico realmente, él no estaba dependiendo de alguna máquina o suero ahora mismo, solo estaba sentado en la camilla, recuperándose.
Elevé una ceja. —No creo que las bromas de muerte sean correctas ahora, considerando que ambos nos están dando un gran susto.
—¿Quiénes son "ambos"?— preguntó inquieto.
Aplasté mis labios arrepentido.
Entonces, él no sabe.
De cierta manera lo entendía, prácticamente él sufrió un ataque cardíaco, llegar y decirle que su hijo mayor sufrió un accidente del cual no sé cuándo va a despertar, no sería lo más adecuado.
—Erika nos dijo la noticia de una forma muy... ¿Elocuente?— dije dudoso, pasando mi mano por la parte trasera de mi cuello.
Negó con intenciones de salir de la camilla, parecía que estaba mejor a como lo habían relatado.
No hizo tanto esfuerzo, pareció no poder levantarse por si solo, por lo tanto, decidió quedarse dónde mismo.
—Frank y tú son pésimos para mentir, nunca lo hacen y cuando lo hacen, no saben cómo— explicó —¿Qué es tan grave para que yo no lo sepa?
—No estás en condiciones como para alterarte, descansa, que pronto debes regresar con Erika.
Dió un suspiro bastante cansado, y podía escucharse ese silbido de que, sus pulmones estaban dañados, y su corazón, dejaría de funcionar a corto plazo.
Su respiración se escuchaba bastante cansada y ronca, en serio estaba mal.
—¿A qué edad empezaste a fumar?— pregunté.
—Tenía veinte cuando probé el primer cigarrillo— respondió simple —no creas que fue por culpa de las personas... La mayoría me decía que no lo hiciera.
Crucé mis brazos. —Y como puedo ver, no hiciste mucho caso.
Las conversaciones con Jonathan, a veces no eran desagradables, y él siempre tenía la respuesta para todo, quizá a su manera y forma de pensar, pero jamás dudaba en hablar.
Nunca entendería por qué alguien con tanta facilidad para hablar, solo lo hacía para dañar, probablemente solo era Jonathan Walker defendiendo sus ideas, y quizá nada más yo intentaba tener una conversación con él en calidad de abuelo-nieto.
—Tenía un mejor amigo cuando era joven— comentó mirando a un lugar perdido —él siempre insistió en que debía dejarlo, éramos muy diferentes, e incluso se tomó la molestia de ayudarme para tener mi primera cita con Erika. A decir verdad, él era el que me impedía hacer cosas que no debía.
—¿Y qué pasó con él?— añadí.
Sus defensas estaban bajando, era muy rara la vez que él me contaba algo así, y parecía decirlo con tanta nostalgia.
Negó. —Él solo... No pude verlo otra vez, nunca creí que no volvería a verlo pero, así fue.
—Se oye a que él fue tu único amigo.
—Lo fue— recalcó, su voz aún más nostálgica —a veces pienso que, si él siguiera aquí, yo habría sido mejor padre, mejor esposo y mejor amigo.
Negué. —Preferiría pensar que todo pasa por algo, y que si pasa algo malo, al final se va a convertir en otra cosa que agradezcas.
—No sé qué concepto tengas de crecer, pero llega un punto en el que simplemente las personas se van de tu vida, no las vuelves a ver, y no necesitas recordar a qué se debió— confesó débil.
—Al menos... ¿Quedaste bien con él?
Miró a un punto fijo, probablemente recordando esos momentos con aquel hombre.
—Jamás le pedí perdón por los dolores de cabeza que le hice pasar. Y tampoco le agradecí todas las veces que me salvó de arruinar mi vida.
Me levanté asintiendo. —Yo creo que, tienes muchas disculpas que darles a varias personas... En especial a mi padre.
—No me alcanzarían mis últimos años de vida para hacerlo— se puso más cómodo en la camilla —yo sé que Frank y Daniel estarán mejor cuando me vaya.
—Jonathan— lo llamé —aunque ninguno lo exprese, ellos te quieren y tú a ellos. Qué lástima que en la sangre de un Walker no esté el término "pedir perdón".
—Tu padre y tu tío tienen una idea muy clara de lo que es ofrecer disculpas sinceras, que no lo ejerzan con tanta frecuencia es diferente.
—Entonces, permíteme disculparme a nombre de todos ustedes por las cosas malas que han hecho.
—Y por eso tú eres diferente a los demás Walker— concluyó.
Reí amargamente. —Descansa. Si necesitas algo, voy a estar... Afuera— dije para poder salir de la habitación.
Respiré profundo. Tal vez Jonathan recapacitaría más tarde que temprano.
Esperaba que algún día pudiera hacer las pases con mi familia, y aunque quizá este sea el detonante que lo haga entender, también era mi última esperanza.
...
—Todavía no despierta— dije por celular, abatido y desganado —ya pasaron tres días.
—Los doctores dijeron que estaría apunto de despertar— respondió Eliot con confianza —Tony, has estado tres días ahí, ¿Por qué no vas a dormir hoy?
—No puedo dejar que mi abuela esté aquí, y Ayden tampoco está en condiciones— expliqué —aparte, tú viniste a verme, eso es suficiente para tener más energía y quedarme.
Suspiró preocupado. —Todo saldrá bien, pero tú también debes cuidarte, solo saliste del hospital para ducharte y regresaste, Ayden se ofreció a quedarse, tus tíos igual.
—Es mi padre, Eliot— agregué, recargado en las sillas de la sala de espera —quiero estar con él.
—Y yo quisiera acompañarte más tiempo, nada más termino de llenar algunas cosas de las prácticas, e iré contigo en cuanto pueda.
—Yo de aquí no me iré.
Rió. —Hasta pronto, Walker.
Colgó amablemente. Dejándome otra vez entre los apuros del hospital.
Tres días y dos noches, Jonathan mejoró de manera rápida y fluida, hoy en la mañana fue que pudo darse de alta en el hospital, regresó con Erika a casa, y por precaución, aún no le mencionamos nada sobre su hijo.
Por otro lado, nada nuevo pasaba con mi padre, Ayden, Sam, Bruno y Daniel eran los que entraron a verlo un poco, incluso personas de su trabajo, amigos, gente que estima a Frank y se enteraron de esto.
Las dos noches que pasaron, volví a estar con ambos, casualmente, había tantas cosas que quería seguir contándole a Frank, y lo hacía, le relataba como seguía fascinado por la llegada de Eliot, o como tenía muchas ganas de regresar a la universidad para terminar de arreglar asuntos pendientes con alguien.
Lo cierto era que, había gran parte de cosas que no le dije, y que se vieron escritas en la letra de una canción que ahora quedó plasmada en una hoja reutilizable que me dieron en recepción.
En clases, estaba agradecido con Tristán que me cubrió en todo momento, en las materias, en el trabajo, ahora entendía lo importante que era un mejor amigo, como en estos casos.
—Ten, come algo— el castaño de ojos rojos se paró enfrente de mí, sacándome de todo pensamiento.
Alcé la vista para ver a Ayden con una bandeja en mano, ofreciendola amablemente, y el objeto metálico portaba comida, que a los ojos de algunos se veía normal, a los míos, un banquete.
—¿Ya comiste algo tú?— pregunté aceptando su favor.
—Antes de salir de casa— admitió tomando lugar a un lado de mi.
—¿Y Sam?— volví a cuestionar.
—Él se quedó, y no quise traerlo a la fuerza, sé que es más difícil para él estar aquí.
—Puedo llevarlo con Eliot o Izan para que...
—Anthony, basta— habló repentinamente, con más calma y seriedad —no puedes cuidar de todos al mismo tiempo. Yo sé que esto es difícil para nosotros, y que no quieres que esto nos afecte o que algo le pase a Frank, pero basta. No puedes solo, ya cuidaste de tu padre y abuelo tres días, necesitas descansar.
—Yo decidí no irme y dejar a Frank aquí, él aún no despierta, y pase lo que pase, no voy a abandonarlo— añadí firme.
Negó aplastando sus labios, al final dejó salir una sonrisa muy débil, y su mano arregló mi cabello, que en ese tiempo estaba más desordenado.
—He estado casado muchos años con alguien que aunque intente y lo niegue en todos los idiomas que sabe, no puede dejar de preocuparse por las personas— opinó seguro, con una pequeña burla —Frank no sabe cuándo parar, y al parecer tú tampoco. Jamás voy a cambiar eso de ustedes.
Abrí mi boca con todas las intenciones de decir algo más, y como siempre, Ayden Walker tenía la primera y última palabra cuando se trataba de dar un consejo o una orden a sus hijos.
—Quiero que hoy, pienses un poco en ti, tu padre estará bien, yo voy a quedarme esta noche. Y no, Tony, no es una petición, es un aviso, ve a dormir y a relajarte— indicó, suspirando por última vez —ya viste lo que pasa cuando amas demasiado, y no quiero que el siguiente en entrar a urgencias seas tú, por favor, ve a dormir.
Entre más palabras intercambiadas, al final tuve que acceder a ir a dormir, no lo había logrado en dos noches y tres días, y no estaba seguro de qué diferencia tendría si no estaba aquí.
Más tarde, bostezando y asegurándome de que mi padre no me necesitaría, Tristán vino por mi, luego de que ayer en la mañana se llevara mi auto.
Afortunadamente, Eliot venía con él, y fue tan rápido el momento en el que llegamos a la universidad, Tristán siguió mostrándome ese interés y apoyo, mientras que Eliot, fue secuestrado por mi.
...
Nos dejé caer completamente sobre la cama, el sueño me atacó en el momento en el que entramos al dormitorio.
Eli no se opuso en ningún sentido, y todo lo contrario, el mismo se puso más cómodo, esta vez era yo quién había quedado a una altura más baja que la de él, mis brazos rodeaban su torso, su pequeño y bonito torso.
Sentía los ojos pesados, aún con preocupación, me iba quedando dormido con él, la mano delicada que creaba arte de él, acariciaba mi cabello seguidamente.
Era tanta paz ahora, creía que estando con él, las cosas iban a estar mucho mejor ahora.
—Si necesitas irte, avísame— dije ya somnoliento.
—Deja de preocuparte, me quedaré contigo— susurró.
—Gracias, Eli— confesé luego de unos minutos.
Siguió acariciando mi cabeza, dándome esa confianza y serenidad que necesitaba ahora.
—Pase lo que pase, no te dejaré caer, Tony— escuché casi antes de simplemente quedar atrapado en un sueño —tú eres mi gran artista.
Ni siquiera tuve energías para reaccionar a eso, aunque por dentro, mis miedos se fueron, mi inquietud se convirtió a seguridad, y me convencí de que siempre fue él.
Siempre fue Eliot al que yo estaba esperando sin saber qué sería él quién le diera un cambio a mi vida de forma inesperada.
_________________
La vdd si me agüité por el buen amigo Johny, por qué no lo quieren?:(
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro