24.- "Accidente"
Eliot Callaghan
—No vas a largarte de aquí, Eliot, aún somos tus padres— regañó el hombre de canas.
Entre lágrimas y arrepentimiento, tuve que seguir soportando haberme ido de la universidad, hace ya varios meses.
—No me gusta vivir aquí— confesé con coraje, el miedo de hace tanto, de unos días para otros, se había ido —la nueva escuela tiene dormitorios.
—Mucho más caros, ¿Crees que alguien como tú podría pagarlos?— sacó.
Me levanté del gran sofá que configuraba la sala principal, de un solo movimiento, me decidí a callar la boca de este hombre.
—¡Sí puedo!— dije en voz alta —si quieres seguir dándome dinero, está bien, y si no, ¡No me interesa! Yo puedo pagar todo por mi mismo.
Elevó su cabeza dudando. —Entonces, ¿Qué esperas para irte?
...
—¡Callaghan!, ¿Quieres ir a una fiesta hoy?— preguntó algún chico de entre tantos nuevos amigos.
Primer año fuera de casa, y no podía estarla pasando más divertido.
Todo mi año escolar se ha estado resumiendo en fiestas, alcohol y sexo.
—¿En serio me lo estás preguntando?— le hablé —dime hora y lugar, llegaré temprano y me iré tarde de la fiesta.
A pesar del gran vacío y nostalgia que sentía, me quería convencer aún de que, pasar la noche con alguien diferente como siempre, algún día iba a hacerme olvidar de quién dejé en otro lado.
...
—Me dijiste, dos piercings y un tatuaje, ¿Verdad?— preguntó el tatuador del local cuando terminó de limpiar sus herramientas.
Asentí seguro. —Ya tengo los lugares en lo que los pondré.
¿Hace cuánto no había querido perforarme? O tener algo en la piel con lo que me sienta yo.
De no haber sido por la valiente decisión, no estaría aquí apunto de hacerlo.
...
—¡Callaghan!— me habló el mismo chico que solo aparece para invitarme a fiestas —¡Pasamos los exámenes!
—No esperaba menos de ustedes— respondí sincero, andando solo por los pasillos —búscame luego de la última clase y te diré, ahora no tengo ánimos de fiestas.
Y cómo buen obediente, al finalizar la última clase del día, llegó a mi dormitorio en busca de la confirmación de mi asistencia.
—Iré, pero solo tomaré dos vasos.
Cerré la puerta en su cara antes de que me dijera otra cosa. Ni siquiera tenía ánimos de salir del dormitorio ahora.
...
Valió la pena cada maldita hora, cada decisión y cada día de mi vida para poder volver a encontrarlo.
No hubo ninguna palabra para poder expresarme, para sacar esa alegría que sentí de volver a estar entre los brazos de Anthony. Una sensación que siempre fue tan mágica y relajante.
Dentro de los dos años que estuve ausente de su vida, me bloqueé respecto a lo que quería hacer con Tony.
Creía que, si no lo buscaba, jamás volvería a verlo.
Si lo buscaba, él quizá me odiaba por haberlo dejado.
Fue tanta la confusión, que al final terminé haciendo lo primero, no lo busqué, creyendo que ya no había esperanzas, y el día que menos esperé verlo, fue el día que terminé en mi antigua cama, con el chico dándome la mejor noche del mundo.
A pesar de que mi mentalidad y rutina cambiaron bastante, me había gustado más saber que con Tony nunca pude dejar de actuar como soy.
Era solo que, con Anthony nada me detenía de ser como quisiera.
En este largo tiempo, descubrí que, bondad no significa inocencia infinita, quizá estaba medianamente ligado, sin embargo, me di cuenta que siempre preferí ver el lado honesto y bueno de las cosas a darme cuenta de lo mal que iban. Y eso era lo que me hubiera gustado conversar de la vida cuando no estuve con Anthony.
Afortunadamente, ya estábamos juntos de nuevo.
Lo había extrañado tanto, que luego de la primer semana después de vernos, no nos queríamos separar, como los viejos tiempos.
Todo marchaba bien, ahora ambos compartíamos con el otro nuestro dinero, nuestro tiempo, días y noches a su lado.
Aún estudiando en lugares diferentes, no hemos dejado que eso nos siguiera alejando, ya sabíamos que dentro de poco nos graduariamos.
Ahora solo estaba concentrado en ver al pelinegro escribir algo en su cuaderno, seguramente la letra de alguna canción, o simples notas.
No necesitamos más que el estanque de la universidad dónde él seguía, el estanque, él sentado sobre el pasto con mi cabeza en su regazo. Era todo lo que se podía pedir para ser felices.
—Haces unos gestos muy graciosos cuando estás concentrado, Frank Walker— dije mirando al chico.
Rió negando. —Jamás vas a cansarte de recordarme nuestros parecidos.
—Es muy lindo que te parezcas a tu padre en los gestos— afirmé jugando con el pasto.
Siguió en lo suyo de forma amena, y de la nada, una pregunta vino a mi cabeza, al ver a lo lejos a cierto chico de pestañas largas, el cual nos observaba atento.
—¿Aún estás con Chad?— mi cabeza giró al estanque.
—No— respondió directamente —te lo dije hace tiempo, él descubrió que nos acostamos, no le mentí sobre eso, y nada más se fue, supongo que eso fue un "terminamos".
—Ya veo— añadí tranquilo —quizá tuvo miedo ahora que llegué.
—¿De qué hablas?— sacó más curioso.
Volví a mirarlo burlón, y con intenciones puras intenciones de ser visto por Chad, me puse en otra posición con rapidez, dejando a un lado su cuaderno, mis piernas fueron a los costados de su cintura, mientras que la mía tomaba asiento en su regazo de nuevo.
Pasé mis brazos a su cabello, y de nuevo lo amarré en una coleta, las coletas con su cabellera no eran muy largas, pero le quedaba muy bien, además de que me gustaba mucho cuando había mechones que se iban hacia delante.
Se podría decir que Tony también cambió bastante, no es el mismo rostro de alguien de dieciocho a alguien de veinte años, su perfil se hizo más atractivo y maduro.
—Sabes, a pesar de lo sobreprotector que fue Daren conmigo, y a pesar de cometer errores, él jamás me ha mentido.
Aún se encontraba confundido.
Resignado, supe que era hora de decirle la verdad de todo.
No sin antes, asegurarme que Chad nos estaba viendo, todo para marcar mis labios sobre los del ojiverde, uniendonos en un beso más apasionado y profundo el cual él correspondió enseguida.
Podía sentir los ojos de Chadler sobre nosotros, y quería asegurarme, de poder dejarle en claro que Anthony Walker, no está disponible para él ni para nadie más.
Nos separamos cuidadosamente, terminando de sentir el sabor metálico de su piercing.
—Creo que es momento que sepas por qué acabo de besarte a ojos de tu ex novio— platiqué convencido —probablemente haberlo golpeado esa noche no fue lo más ético, sin embargo, debía descargar el coraje que tenía hacia él.
—¿Celos?— preguntó elevando su singular ceja.
Dudé en una mueca. —Dígamos que, me molestaba que estuvieran juntos, pero me molestaba más cómo lo logró.
—Eliot, ¿Qué estás ocultando?— sujetó mi cintura.
Suspiré, listo para decirle la verdad, y cómo es que durante dos años, ha estado con el ser más falso del mundo.
—Las fotos que se filtraron de mi ese día, fueron planeadas... Por dos personas— empecé —Daren seguía en si papel de alejarme de ti, y Chadler estaba enamorado de ti de una forma enfermiza. Luego de todo lo que pasó, un día Daren fue a casa de mis padres a hablar conmigo. Y me contó todo. Me contó cómo fue que Chadler lo incluyó a su plan para quedarse contigo, fue inteligente. Que él tuviera una excusa para estar cerca de mi como para abrazarme de esa manera, Chadler tomaba las fotos... Y por consecuencia, tú y yo no habríamos de estar juntos.
Sus expresiones cambiaron de forma rápida y marcada, de curiosidad, pasó a confusión, de confusión a sorpresa, y ahora parecía que esa sorpresa se convertiría en enojo.
Claro que, yo me aseguraría de no dejarlo estallar, yo ya no tenía ningún rencor en mi, ya tenía a mis amigos y a Anthony de vuelta.
—Daren no negó haber ayudado. Pero, todo fue para que tú y yo jamás volviéramos a vernos o, a tener algo más. Todo para que Chadler pudiera cumplir su enfermiza y psicótica obsesión por tí, y para que Daren y mis padres estuvieran felices de que no me quedé al lado de su concepto de chico malo.
Buscando reconfortarlo, le sonreía cada que podía, dándole a entender que ya las cosas estaban bien.
—Casualmente, además de recibir las disculpas de mi hermano mayor postizo. Resulta que mis nuevos amigos de universidad, conocían a Chadler— seguí —y me contaron que, desde secundaria él siempre te quiso a ti, que alejaba a todos de tu alrededor, en preparatoria solo quiso buscarte sin éxito, pero que cuando se enteró que estudiabas aquí, vino corriendo por tu amor.
—¿Crees que se den cuenta si mato a alguien ahora?— preguntó en seco.
Reí. —No te preocupes. Él no contaba con que, Eli iba a volver tarde o temprano, si te soy sincero, me gustó mucho como te fuiste conmigo al dormitorio antes que ir a ver cómo estaba su psicópata mandíbula.
Negó rotundamente, me bajó de su regazo con rapidez queriendo ir tras Chadler seguramente.
Antes de todo eso, volví a tomarlo en un abrazo, en el que apenas y pude volver a tirarlo al césped, me senté arriba de él, justo en su cintura, no tenía idea de cómo iba a lograr mantenerlo inmóvil si soy un enano a su lado, pero estaba haciendo el intento.
Tomé su rostro en mis manos, me di cuenta que en verdad estaba enojado, que todo lo procesó demasiado rápido, y cómo no, yo habría reaccionado de forma más confusa.
—Bájate— ordenó con voz demandante.
Negué. —Tienes qué calmarte.
—Eliot, bájate, no quiero lastimarte a ti, a los otros sí, a ti no— volvió a ordenar.
—Hey, relájate— bajé hasta su cara, besando sus mejillas y labios —todo está bien, eso pasó hace mucho. Si te soy sincero, no pensé que en serio me creyeras.
—Estuve dos jodidos años sin saber nada de ti, creyendo que te pudo haber pasado algo, ¿Y me dices que todo está bien?— añadió en voz alta e indignada —yo estaba preocupado, y te extrañaba, Eliot, no tienes ni idea de todas las noches que lloré hasta dormirme porque era desesperante que no tenía idea de cómo estabas, dónde o con quién.
El dolor salió en cada una de sus palabras, que se impregnaron en mi mente demasiado pronto y sin avisar. Su cabeza sobre el césped aún, negando varias veces.
—Te esperé todos los días, a qué llegaras o a encontrarte en el dormitorio para estar contigo. Una llamada, un mensaje, o que por casualidad estuvieras en la calle— me miró atento, tensando la quijada —y nunca te aparecías, ¿Tú crees que no voy a enojarme? Por favor, incluso le había pedido perdón por haberlo engañado tantas veces.
Parecía imposible hacerlo callar, yo estaba tan concentrado en lo que decía, y él en hablar, que ya ni siquiera había necesidad de tenerlo controlado.
—Yo solo...— negó rindiendose, bajando el volumen de su voz —te necesitaba. Cuando te vi en el bar de nuevo, y que me di cuenta que en serio eras tú, jamás había estado tan feliz.
Posiblemente podía morirme de amor ahora.
Solo que, debía seguir vivo para estar con Tony.
Me recosté en su torso, dejando que sus extensos brazos me atraparan fuertemente.
—No quisiera que tuvieras más problemas con las personas— hablé cuidadosamente —no odies a nadie, por favor. Yo sé que lo que hicieron no estuvo bien en ningún sentido, pero, ya nada va a alejarnos, menos un chico con bonita voz.
Rió desesperado. —Eres muy bondadoso, Eli. Pero si quiero hacer mucho daño a ciertas personas.
—Yo sé que en lo más profundo de tu corazón, vas a perdonarlos— dije en mi ya típico acto de mi dedo en su pecho —¿Verdad?
Elevé mi vista a él otra vez, sonriendo en medio de mi intento por convencerlo.
—Prometelo, Tony, no vas a hacerle daño, a nadie.
Tardó varios minutos en decirme algo, era como si se perdiera en su mundo otra vez, pensando sobre lo que estaba sucediendo en el entorno.
—Hablaré con él— susurró decidido —no voy a pelear, tampoco será hoy, pero voy a hablar, y créeme, no va a gustarle lo que voy a decirle.
Sonreí descansando en su pecho. —Siempre tan Anthony.
—Vamos a comer algo, o terminarás siendo tú mi comida.
Negué sonrojado, él en serio disfruta de decir tantas cosas pervertidas.
...
Elevé mis brazos al aire, siendo de nueva cuenta, el triunfador en tomar bebidas más rápido. El jugo de uva se esfumó de mi vaso.
—¡Soy el número uno, ayer, hoy y siempre!— dije, evidentemente, presumiendome al pelinegro.
—A la próxima tú vas a invitar la comida— contestó.
Pasamos un rato bastante agradable en un restaurante tranquilo, ni siquiera era algo lujoso, más bien, al aire libre, dónde el tiempo había corrido muy rápido estando con él.
Se podía expresar la alegría y serenidad con la que habíamos estado la mayor parte del día, de todos estos días.
Las personas jamás se preocupaban de vernos, o de esos momentos en los que nuestras manos se juntaban sobre la mesa, las pocas personas que observaban, en su mayoría eran chicas o chicos jóvenes que se fascinaban de vernos.
Aunque notaba las miradas y sus chillidos emocionados, había muchas ocasiones en las que los demás desaparecían, y mi mente me hacía creer que solo existíamos él y yo.
Por más que salgamos a citas, que nos besemos, que nos abracemos y pasemos las noches en más cosas además de dormir, ¡Aún no sé qué somos!
Yo me encontraba feliz de volver, sin embargo, ahora sí quería formalizar las cosas, antes de que algo pudiera salir mal.
Mantuvimos la charla un tiempo, hasta que atendió una llamada que llegó a su celular.
—¿Sí, qué pasa?— preguntó en estado normal, tomando mi mano sobre la mesa, mientras yo terminaba con un trozo de pastel de limón —¿Ayden, podrías hablar más claro?
Pasaron unos pocos segundos, en los que su mano dejó la mía sin avisar, elevé la mirada al pelinegro, el cual se había puesto pálido en cuestión de tan poco tiempo.
Respiró con más velocidad que antes un lapso corto, ahí, mis nervios subieron.
—¿A qué hospital?— preguntó balbuceando, y de manera rápida, su mirada perdida.
Otros segundos más, en los que ya me estaba asustando.
—Vamos para allá— informó, y colgó inmediatamente.
No me dijo nada, solo sacó tantos billetes de su billetera y se levantó de la silla conmigo, su mano se aferró a la mía, ningún aviso, nada, solo fuimos camino a su auto dejando tanto dinero en la mesa.
—¿Qué está pasando?— pregunté apurado.
—Frank va al hospital— respondió en seco —tuvo un, un, un accidente —tartamudeó en pánico.
Tal vez no entiendo lo que él ahora, tal vez su miedo y shock son mayores que los míos, pero ahora yo estaba asustado, nervioso, y ni él ni yo teníamos algo concreto en qué pensar.
Fue una noticia espontánea, una que no nos ha dejado procesarla ni sentir algo al respecto más que pánico.
Subimos al auto en cuestión de segundos, aún no me colocaba el cinturón y Anthony ya había arrancado. Con rapidez, el carro del pelinegro superaba autos, pasaba semáforos rojos, pero él no decía nada.
Mi agarré al auto incrementó con miedo, Anthony estaba conduciendo demasiado rápido.
El tiempo normal al hospital sería de quince minutos, pero con la velocidad con la que él manejó, llegamos en menos de diez.
...
Corrimos entre los pasillos del hospital cuando nos dieron acceso a entrar, Anthony se adelantó demasiado, hasta que llegamos cerca de la zona de urgencias después de escuchar una ambulancia venir.
En cuanto Tony hizo contacto con Ayden y Sam, corrió a ellos apurado. También estaba presente la abuela de Tony y Sam aquí, mucho más apurada, con lágrimas.
Yo apenas iba llegando, noté cómo el hombre de ojos rojos estaba demasiado alterado, temblaba, y no podía decirle nada a Anthony, él solo lo estaba abrazando junto con Sam.
Me acerqué a ellos a mostrar mi apoyo, y en ese instante, por las grandes puertas, varios médicos y otras personas, llegaron corriendo con alguien en una camilla.
—Presenta lesión en las costillas y lesión cerebral, cristales atravesaron sus hombros— informó uno de los paramédicos.
Vimos que la camilla corrió enfrente de nosotros, dejando ver apenas, a un Frank inconsciente, herido, y todos estaban alrededor de él, doctores, cirujanos, paramédicos y cualquier personal que se requiera.
La sangre de la madre del pelinegro bajó, dejándola ver pálida al observar a su hijo yendo a urgencias.
Ayden se quede en shock, Sam solo bajaba la cabeza nervioso, y Anthony abrazaba a su familia.
Llegué con ellos, y fue Sam quién no dudó en abrazarme a mi en respuesta. El ojiazul sin aguantar, sollozó conmigo.
Esto estaba pasando con mucha rapidez, la madre de Frank, y Ayden, solo estaban repitiendo el nombre de la persona que ahora estaba entre la vida y la muerte.
—Todo va a estar bien— dije a Sam.
—Eliot, tengo miedo— confesó con la voz temblorosa, su cabeza apoyada a un lado de mi en medio del abrazo.
—Nosotros igual— contesté —solo espera, ya verás que Frank saldrá de aquí riéndose de esto, ya sabemos cómo es.
Se aferró a mi aún más, para que después de rato, tuviera que ir a consolar a Ayden, a Tony, incluso me ofrecí a calmar a la madre de Frank.
Después de unos minutos que la mayoría se calmó, y en lo que las enfermeras tomaban algunos datos de Frank o de la familia, tuvimos lugar en la sala de espera, se podía identificar el ambiente de angustia y desespero.
—Fue mi culpa— soltó la madre con un papel en su mano, sorbiendo su nariz de vez en cuando —yo fui la que lo llamó... Mi hijo está en peligro.
—No fue su culpa— respondió Ayden, en otra silla de la sala llena de luz y limpieza —Frank estaba preocupado por su padre.
—¿Qué fue lo que pasó?— añadió Anthony a un lado de mi, con una voz seria, y su mano estaba fuertemente entrelazada con la mía.
—Jonathan empezó a sentirse mal en la mañana, me dijo que no me preocupara, pero después de unas horas, le estaba doliendo el pecho, y ya no podía respirar— explicó la madre —yo no supe qué hacer y, al primero que se me ocurrió llamar era a Frank, lo arruiné porque estaba muy asustada por todo.
—Y Frank salió de casa muy preocupado, le dije que se calmara— siguió Ayden, totalmente vacío de expresiones, pero su voz se entrecortaba —cuando subió al auto... Ni siquiera lo ví ponerse el cinturón de seguridad, lo seguí en el mío, fue horrible ver cómo de su impotencia se descontroló y chocó enfrente de mí.
Anthony negó débilmente, mostrándome su vulnerabilidad, claro que, yo esperaba que la sonrisa del chico apareciera como todos los días, pero ahora solo veía impotencia en su rostro.
Mi mano apretó la suya, recargué mi cabeza en su hombro en muestra de apoyo. No había nadie aún que pudiera decirnos el estado de Frank, todos estábamos nerviosos en cierto punto, claro que unos más que otros.
—¿Y Jonathan?— volvió a preguntar el ojiverde.
—Él está en reposo en otra habitación, debería ir a verlo...— comentó la mujer morena, sollozando —pero no quiero dejar a mi hijo solo.
Aún así, en unos minutos más tarde, la mujer tuvo que acudir a ver a su esposo luego de que una enfermera la llamara, notaba que Sam se sentía muy agobiado de estar aquí, y decidió ir a la cafetería, dejándome con Ayden y Anthony.
No había ninguna expresión que pudiera descifrar de Tony, él solo miraba al suelo, perdido, sus ojos llorosos aún. Mi mente veía todo de forma preocupativa tanto por Frank y por ellos.
Pero, ¿Qué estaba pasando en la cabeza de Anthony?
Lo único que podía imaginar, era que él creía lo peor.
—Frank es la persona más fuerte que conozco— susurró Anthony más a su padre que a mí, y aún así él no me soltaba —él va a estar bien.
Ayden asintió, dejando más lágrimas caer, para después tapar su rostro entre sus manos.
—Ve a casa hoy, con Sam— dijo el pelinegro, notando como ya estaba oscureciendo —yo me voy a quedar a esperar cualquier cosa.
—No puedo dejarte aquí— dijo Ayden apurado —yo debo estar con Frank, tengo que quedarme a su lado.
—Papá— volvió a llamarlo, seriamente, y habló en una especie de broma que ellos conocían —es Frank, él no moriría sin avisarte, lo prometo. Cualquier cosa, voy a avisarte.
Apenas rió. —Dile que lo estaré esperando en casa, muy enojado por asustarme.
—Lo haré— finalizó rendido.
Se giró a verme lentamente, e hizo lo posible por sonreír.
—Tú igual debes descansar, puedes llevarte mi auto— comentó desganado —voy a quedarme a esperar.
Me recliné en su hombro. —Voy a irme más tarde, ahora me necesitas aquí.
Las cosas siguieron su rumbo, Anthony hizo de todo y terminó casi por obligar a Erika y a su padre para que se fueran a descansar, él simplemente se ofreció a cuidar de ambos.
Antes de eso, dos hombres también vinieron a recibir la noticia, un hombre moreno y de rizos, que llegó con otro pelirrojo, el moreno solamente expresaba miedo, hasta que al final, el que parecía ser su pareja, pudo calmarlo, volvieron a irse dentro de poco, sabíamos todos que no podían quedarse en ese estado.
Sam, inconforme, fue quién llevó a los otros dos a sus casas. Y yo al final me quedé una hora más al lado del pelinegro, me encargué personalmente de comprarle la cena para que pasara la noche.
Y la realidad era que, aunque quisiéramos, solo una persona podía quedarse por paciente.
¿Cómo es que decidió darse el papel para cuidar de su abuelo y padre?
Con esto comprobaba más que, Tony era único y especial.
La atmósfera siempre fue de inquietud y desespero, estaban tardando mucho en el quirófano, o donde quiera que hayan llevado a Frank.
A las diez de la noche, tuve qué despedirme del ojiverde, pues ya no se aceptaban más personas para cuidar a alguien.
—Puedo llevarte y volver aquí, es mejor a que vayas solo— me propuso levantándose junto conmigo de la silla.
Negué tomando su rostro. —Ya es mucha carga para ti que estés aquí, no te preocupes, un amigo está apunto de llegar por mi.
—Gracias por quedarte— dijo besando mis manos, en voz baja.
—Todo va a estar bien, conozco a Jonathan y Frank Walker— respondí confiado —son hombres fuertes —toqué su rostro —pero tú, Anthony, tú eres más.
Lo abracé por última vez, dejando un beso en su mejilla, y así, dejé al chico que tanto amaba, solo en un lugar donde nadie sabía si las cosas en verdad resultarían bien.
Él no tuvo miedo de llorar en mi hombro en su momento, se mostró demasiado transparente a su preocupación.
Y yo también quería volver mañana, confiado en que llegaría con la noticia de que ambos hombres ya estaban mejor, y que dentro de poco saldrían del hospital.
Ojalá.
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No pues oiga:(
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