23.- "Regreso"
Anthony Walker
La camisa de Eliot salió de su cuerpo por culpa de mis manos, al mismo tiempo que sus pantalones y el resto de su ropa, dejándome así, admirar lo cautivador que siempre ha sido de todos lados.
De igual manera él no dudó en despojarme de toda mi ropa, para después seguir en la batalla de besos y caricias.
—Querías que te hiciera morder la almohada, ¿No?— pregunté al castaño, volteando su cuerpo por completo, su cabeza contra la cama, y sus caderas levemente empinadas a mi.
Su rostro apenas y estaba girado, para así poder verlo aunque sea la mitad de su cara.
Me permití admirarlo, admirar cada bendita parte de su cuerpo.
Su piel era tan suave a cualquier tacto, se estremecía con tanta facilidad.
Y eso no me estaba ayudando a estar más cuerdo.
Me incliné hasta él, continuando en besar su cuello, sus hombros y espalda, quería dejar mi huella en cada lugar que pudiera.
La almohada que tanto pidió, fue abrazada por él enseguida.
Sin avisarle, fue que mis dedos masajearon su entrada, escuchando los suspiros y espasmos de Eli llegar a mis oídos de forma más excitante.
Ambos dedos de mi mano entraron en él, cuando Eliot por fin se decidió a levantar su rostro, con sus mejillas completamente rojas. Sabía que, seguramente yo igual estaba sonrojado, el color rojo no era lo único que había despertado en mi.
—Me estás torturando, Anthony— dijo en un gemido.
Él mismo, elevó sus caderas a mi, terminando de levantar por completo mi miembro.
Separé sus muslos con cuidado, dejando un beso más en su mejilla.
—Dime, ¿Qué es lo que tanto quieres, pequeño pervertido?
Su boca dejaban salir jadeos y respiraciones placenteras, y esa expresión... Carajo, yo quería tenerlo aquí y ahora.
—Yo quiero, que lo hagamos, toda la noche — exclamó.
Lo que ese chico que a como yo recordaba era inocente dijo, fue lo que terminó de excitarme, y de encender algo dentro, ahora en serio quería hacerlo gemir.
Que él pueda perdonarme, pero entré de golpe y sin avisar, provocandole un primer gemido elocuente.
—Eli, estás malditamente apretado— dije en una voz más sufrible, llegando a ser ronca.
Sus manos temblaban sobre la cama, dando pequeños gemidos, y no fue hasta que lo noté, cómo enterró su agarre en las sábanas, que mis manos se pusieron arriba de las suyas, las controlé con fuerza, y sus caderas se querían mover por si solas.
No, literalmente empezó a mover sus caderas hacia atrás y delante por su cuenta, hasta que lo detuve entre mis manos.
—¿Entusiasmado?— pregunté en burla.
—Necesito que te muevas dentro de mi— dijo casi en un ruego.
Su bonita cara había dejado caer un par de lagrimas.
Por mi parte, no resistí lo bien que se estaba sintiendo su interior, y no dudé en empezar a moverme, entrando y saliendo con suavidad.
Así como había iniciado de forma espontánea, terminé embistiendolo lo más rápido y fuerte que podía, dejé que ahogara sus gemidos sobre la almohada como él quería, y tomando sus caderas yo seguía provocandonos placer.
No tomé la cuenta de todas las veces que lo hice gritar mi nombre, pero no quería detenerme.
La vista desde aquí era tan excitante y hermosa, y más con la voz de Eli gimiendo.
El sonido de nuestros cuerpos chocando se distinguía con facilidad, y cuando menos tomó conciencia, lo giré de regreso, para así poder ver su rostro con más claridad.
Se aferró por completo a mi cuello, atrayendome a sus labios, y mientras lo penetré, él me seguía llevando al cielo besándome.
Dejé marcas por su cuello, sus hombros y pecho, incluso su espalda.
Sentí un par de veces sus labios morder mi cuello por igual, sus uñas rasgar mi espalda.
—Te extrañé tanto— dijo en mi oreja —tú eres él único para mí, Anthony Walker.
Por cada palabra que dijo, más quería embestirlo. Y como buen hombre de palabra, aumenté la velocidad.
—Más, ¡Más!— seguía gimiendo a mi oído con esa agudeza y dulzura.
Lo empujé contra las sábanas una y otra vez, en cada ocasión con más rapidez, escuchando sus plegarias porque yo siguiera.
La vista en primer plano que tenía después, era hermosa.
Su rostro hacia las expresiones más excitantes y lindas que alguna vez ví. Su boca seguía soltando esos gemidos que eldulzaban mi oído, y sentir cómo sus manos se clavaban en mi espalda para aferrarse, eso estaba acabando con mi cordura.
Quería joderlo hasta el amanecer.
Durante toda la noche no dejamos de hacerlo, menos cuando fue él quien tomó la decisión de montarme en algún punto, su rostro sonrojado y el mío no podían dejar de estarlo, y no hubo melodía más hermosa que su voz gimiendo.
Quería tenerlo para mí, no solo sexualmente, en serio quería que Eliot fuera de mi y lo disfrutaramos en todos los sentidos.
—Mierda, ¿Dónde aprendiste a moverte así?— pregunté cegado por sus movimientos —me vas a hacer terminar antes, Eliot.
Acercó su rostro al mío, sin detener ni un solo momento sus lindas caderas que saltaban e iban a todas las direcciones para darnos placer a ambos.
Sonrió cerca de mis labios, dejando un casto beso. —Entonces, te haré terminar mientras me follas.
Mi cuerpo no aguantó, mis manos lo detuvieron para yo poder ser quién lo penetrara, no sabía desde cuándo él decía esas cosas, o si este era su lado oculto de perversión, pero yo lo disfrutaba.
El calor que su cuerpo me dió, más la felicidad de sentirlo conmigo, fueron totalmente inexplicables.
—Mi estómago— gimoteó en un pequeño llanto —se siente lleno.
Mis ojos se expandieron, y pocos segundos me tomó volver a estar arriba de él, jodiendolo, llenándolo más, mierda, se sentía increíble su interior, su cuerpo, su voz, sus expresione, todo.
—¡Tony, se siente tan... Ah, así!
Entre más gemidos y placer, logramos venirnos por igual, y pude salir de mi chico con el máximo placer del mundo.
Ambos cuerpos llenos de sudor y cansancio, además del reciente alcohol que nos había hecho avanzar de forma rápida.
Bendito alcohol.
—Feliz cumpleaños— soltó con su cabeza en mi pecho, su respiración realmente agitada.
Reí negando, dejando un beso en su cabeza. —El mejor regalo del día.
No quería dejarlo así, y yo mismo nos llevé al baño a limpiarnos, solo para después regresar a la cama y dormir.
No tenía tampoco nada en qué pensar, apenas hace unas horas lo ví luego de dos años, y ahora lo estaba acostando a un lado de mi después de tener sexo.
Mañana habría de preocuparme de eso, ahora debíamos descansar.
Sentí un calor diferente cuando lo recosté conmigo, este era más cálido y protector, en el que estaba seguro de que él se quedaría conmigo y yo con él.
Agradecía tanto haberlo visto de nuevo, y ahora, en serio iba a cuidarlo.
Con su cabeza apoyada en mi pecho, y unas últimas palabras de ambos, nos quedamos realmente dormidos.
...
No había nadie a mi lado, sentía la presencia de una persona, pero a mis costados no existía nadie ahora mismo.
Seguía en un estado somnoliento, creyendo que todo lo que pasó ayer, fue parte de un sueño.
Y salí de esa idea, hasta que escuché una voz dulce y ahogada por debajo de mí.
—Tony, me aplastas— se quejó la persona que estaba debajo de mi cuerpo.
Apenas me desperté por completo, me hice a un lado, viendo la pequeña figura de Eliot Callaghan sobre la cama.
—Lo siento— dije recuperándome, haciéndolo reír tiernamente.
La sábana cubriendo su cuerpo desnudo hasta la cintura, estaba lleno de mordidas y chupetones.
Los cuales orgullosamente dejé yo.
Tallé mis ojos aún con sueño, pero aún sintiendo esa sorpresa y emoción de nuevo, de saber que todo fue real, que ayer pasé un gran festejo de cumpleaños y la mejor noche de mi vida.
Eliot me miró boca abajo, con su cabeza en la almohada, y dándome esa sonrisa mañanera que tanto extrañaba.
Su cabello incluso cambió a otro estilo, más largo y más rizado. Me di cuenta que sus piercings tampoco fueron una ilusión, y hasta ahora puse atención al pequeño tatuaje que llevaba en su hombro, lo había observado ayer, y de la excitación del momento no le tomé importancia.
Un bote pequeño con pinceles de distintos tamaños y formas, todos en tinta negra, sombras y representaciones de luces. A este chico en verdad le gusta mucho la pintura.
—No recordaba que amanecieras arriba de las personas aplastandolas— dijo risueño.
—Alguien me ha dicho que es de familia— contesté.
—Jamás me aplastaste cuando dormías conmigo— contraatacó acercándose a mí.
—Solo lo hago cuando termino muy cansado— me defendí.
Negó sonriendo, se apoyó sobre sus codos y llegó lo suficientemente cerca a mi para besarme, pasé solo una mano detrás de él para acercarlo más y corresponderle.
Terminó por recostarse sobre mi pecho, y como tanto lo había extrañado, comenzó a hacer figuras con su dedo sobre él.
Observé su espalda y cuello, bien, quizá me excedí un poco.
Pero, estaba feliz de haber sido el culpable.
—Piercings, tatuajes, más atrevido de lo que recordaba. ¿Qué hiciste con el inocente Eliot?— acaricié su cabello al interrogar.
—Hice muchas cosas cuando me fui— contestó tranquilo —debo exigir que te sientas orgulloso de mi.
—Me interesa escuchar toda la historia.
A partir de ahí, se dedicó a relatarme todo lo que ha hecho durante dos años, todas sus decisiones que al final lo llevaron a cruzarse conmigo en un bar.
Me quedé maravillado y realmente orgulloso de lo que me contaba.
Entre tantas cosas buenas, las más relevantes eran que, además de irse a otra universidad de artes, tuvo la valentía para de una vez por todas, darle la cara a sus padres, de dejarles en claro que él no era un niño qué proteger.
Ahora estudia, trabaja, y se divierte a como le venga en gana. Y todo lo hizo solo.
No mencionó a nadie quien pudiera estarle motivando a eso, era Eliot contra el mundo, y aún así, parecía irle demasiado bien.
Desde luego que era sorprendente como el chico al que tenían que poner bajo el cargo de un niñero, ahora me estaba contando cuánto ha hecho de forma independiente.
Por una parte, no me imaginaba todo lo debió pasar por sus padres para llegar a dónde está, y por la otra parte, en verdad me encontraba muy calmado y admirado de Eli.
Dentro de tantas cosas, notaba que su atrevimiento de ayer se fue, era muy raro entender su inocencia, incluso desde la primera vez que lo ví ebrio.
Porque ayer pareció perder la vergüenza de todo, incluso cuando estábamos en medio de lo nuestro, aún recordaba su voz rogando por más.
Y hoy, resulta que no le toma importancia a lo sucedido, actúa como si ni siquiera lo recordara.
O al menos, no lo mencionaba tanto.
No me molestaba eso, a final de cuentas, yo sé bien lo que pasó, y Eliot sigue aquí conmigo, ¿Qué más podía pedir?
—¿Te molestaría dejarme duchar aquí?— preguntó sentándose lentamente —es lo menos que merezco luego de haber sido utilizado como mordedor para bebés.
—No me arrepiento de ninguna de las marcas que tienes— le aclaré riendo —ve a ducharte, a menos que necesites compañía.
—Sí, cómo no.
Se levantó cuidadosamente, caminando hacia el baño con una sola sábana cubriendolo, no sin antes tomar su ropa del suelo.
Mordí mi labio viéndolo huir hacia el pequeño cuarto, y sintiendo el metal del piercing, recordé todo lo que ayer hicimos.
Tiempo después de que él se duchara, salió del baño con una gran sonrisa y relajación, arregló su cabello y otras cosas como su camisa frente al espejo de una pared.
De mi lado, ya había despojado la cama de las sábanas sucias, y solo era mi turno de ser quién se duchara.
—¿Vas a quedarte un rato más?— pregunté con la toalla lista sobre mi cintura, solo era cuestión de entrar al baño.
El chico castaño, asintió desde la silla que era solo para él, observando que se quedaron algunos cuadernos suyos en el escritorio.
—Me gustaría estar el día contigo, ¿Puedo?— preguntó.
—Si por mi fuera, te dejaría quedarte todo el año y el que sigue— le informé honesto.
—Eso me agrada— rió, ladeando su cabeza.
Giré para entrar a la ducha, y antes de ello, volvió a llamarme más burlesco que antes.
—Por cierto, Tony— habló, mordiendo su labio inferior —tampoco me arrepiento de ninguna de las marcas que tienes.
Lo miré con los ojos entrecerrados, sabiendo bien a qué se refería.
Aún más curioso, entré al baño solo para mirar mi espalda por el espejo, estaba llena de rasguños, y mi cuello tenía una mordida también.
Sonreí asintiendo, entonces Eliot es más salvaje de noche. Me gusta eso.
...
—Y este es el clavijero, lo que hace es sostener y tensar las cuerdas que van por el mástil hasta este lado— señalé sobreponiendo mis manos por las de Eliot, para que sintiera el lugar que estaba explicándole, que era una parte de la guitarra.
Su cuerpo estaba enfrente del mío, sentado entre mis piernas para darme la espalda, ambos en el muelle.
Así como la primera vez que lo ayudé a tocar guitarra, ahora estaba enseñándole las partes de esta a petición de él.
Mi cabeza terminó entre su cuello y hombro, dejando castos besos en su mejilla.
No esperaba que él tuviera aún la confianza de tener este trato conmigo, en el que sin ser nada aún, actuábamos como si lo fueramos todo.
Tal vez los años cambiaron muchas cosas en nuestras vidas, pero me estaba convenciendo que no cambió en nada lo que sentíamos.
—Extrañaba tu guitarra— comentó descansando su lomo y cabeza en mi pecho —en especial porque fue bandalizada por mi.
—Temía que el dibujo se despintara— dije haciendo énfasis en el pincel dibujado que aún seguía plasmado en ella —¿No tienes que ir a estudiar?
—Originalmente sí— suspiró cómodo, cerrando sus ojos dispuesto a dormir —no tengo ganas de presentarme, después de todo, ya terminé las clases importantes, ya no tengo qué asistir si no quiero.
—Eso quiere decir qué tienes el día libre.
—No— respondió sencillo —tengo el día bastante ocupado contigo. Por cierto, ¿Cómo está tu familia? Sam debería estar apunto de salir de preparatoria, ¿Cierto?
Asentí. —El pequeño Sammy ya tiene auto y permiso de conducir.
—¡Pero si apenas ayer tenía quince años!
—Los dieciocho no tardan en darle la bienvenida— contesté —está creciendo de una forma muy autónoma, me alegra saber que no necesita de nadie.
—Es una lastima que sea tan cerrado con sus sentimientos, supongo que fue culpa de su última novia.
Dudé. —¿Tú supiste de Grace?
—Me lo contó el segundo día que fui a tu casa, en verdad se desilusionó.
—Parece que eras más hermano de mi hermano que yo— finalicé riendo.
Dejé el instrumento por un lado, rodeé con mis brazos su cuerpo, siguiendo en mi tarea de llenarlo de besos.
Adoraba ver cómo sonreía y reía cuando hacía esto, para que al final terminara dejando sus labios a disposición de los míos.
Me gustaba demasiado besarlo de forma profunda y al mismo tiempo con delicadeza, lo raro aquí era, que no supe nunca qué fuimos, o si seguimos siendo algo.
Porque es claro que no somos solo amigos.
En medio del beso, solo mantenía su cabeza apoyada en mi hombro, pero su cabeza girada a mi, en la que poco a poco su mano me mantenía pegado a él desde mi cabello.
Me alejé de él, besando su frente al final.
—¿A dónde quieres ir?— pregunté.
—Mmh...— miró a otro lado, pensando —no lo sé, me gusta ir a donde sea.
—Bueno, hay ciertas personas que hace mucho no vemos.
Volteó a verme asombrado. —¡No sé a dónde vamos, pero hay que ir!
...
Los brazos del chico rodearon a Eliot, y sorprendentemente, él ya estaba más alto que mi castaño.
—¡Eliot!— gritó Sam abrazando a Eli, cargandolo un poco en el aire.
—¡Hola, Sammy!— respondió en saludo, abrazando por igual a mi hermano, cuando por fin lo dejó en el suelo, el castaño sonrió —mírate, la última vez estabas más pequeño que yo.
—Bailar por todos lados hace milagros— contestó el ojiazul.
Mientras ellos iban al sofá a hablar de todo lo que no han podido, yo me dirigí a la segunda planta de la casa, para buscar a mis padres y que pudieran recibir a Eli.
La decisión de traerlo aquí, no solo me emocionó a mi, en cuanto lo mencioné, Eliot no dudó en apuntarse.
Y ahora estábamos aquí, en casa de Ayden y Frank. Dos personas cuya vida ha estado más complicada últimamente, por testigo de Sam, han estado discutiendo de más.
Ya incluso antes de llegar a su dormitorio, escuchaba sus voces en una callada pero notoria discusión.
Llegué a la puerta de ellos, tocando la puerta sutilmente.
—No estamos, vuelva pronto— fue la respuesta de un Frank serio y casi enojado.
—Eliot y yo estamos aquí— dije tranquilo.
Un silencio se hizo presente, al que después de rato, el castaño de ojos rojos abrió la puerta.
Limpió lágrimas. De su rostro ví sus ojos sollozantes, y nada más se dió a limpiar sus cara de eso.
—Qué bueno que nos visitas— cambió su humor a uno más alegre, dándome un abrazo rápido —¿Eliot? ¿Dónde está?
—Abajo, con Sam— contesté aplastando mis labios, era la primera vez que veía a Ayden así.
Asintió decidido, dando la vuelta más tranquilo, bajó las escaleras por su cuenta, dejándome ver al pelinegro que permaneció en el dormitorio.
Restregó su cabello con sus manos, buscando relajarse.
—¿No vas a bajar?— pregunté.
—Ya voy— contestó mirándome.
No sabía por qué, pero siempre que Frank miraba a las personas, se podía sentir cómo sus ojos eran tan profundos y fijos, y sus expresiones muy rígidas.
Una sola mirada, y ya te sentías muy intimidado.
Yo no me veía así cuando miraba a las personas, ¿Verdad?, ¡¿Verdad?!
—Bien— agregué —no duraremos mucho aquí, solo es para saludar.
Asintió de acuerdo, sin decirme otra cosa. Cómo siempre, Frank Walker iba a fingir que nada pasaba, y que él estaba bien, cuando probablemente era todo lo contrario.
Bajé más apresurado al sofá, encontrando a Ayden hablar y abrazar a Eliot, Sam por igual se mantenía hablando, y yo necesitaba ahora mismo a uno de ellos tres.
—Sam— lo llamé en susurro, giró su cabeza a mi, dónde aproveché para hacer un ademán para que se acercara.
Me adentré a la cocina, a esperar a que el menor entrara por igual.
Puso un pie dentro de aquí, dejándome ver así, que aunque ni siquiera estaba cerca de estar de mi altura, él en verdad creció, ahora podíamos decir oficialmente que, Ayden era el más bajito.
—¿Puedo saber por qué razón, motivo, causa y fundamento, Ayden estaba llorando?
—Oh, ya te diste cuenta— se cruzó de brazos relajadamente, inclinando su espalda en la isla de la cocina —discutió con Frank, quizá.
Lo miré en una mueca desentendida. —¿Y eso es normal para ti?
Pensó dándome el beneficio de la duda, aunque solo asintió al final. No estábamos hablando en un volumen muy fuerte, eran casi susurros.
—Después de su último viaje a Suiza, Frank ha estado firmando muchos proyectos con empresas, digamoslo... ¿Peligrosas?— comenzó —no sé bien de eso, solo sé que Ayden tiene miedo que alguna empresa involucre a Frank en algo más allá de negocios limpios, y no quiere que algún día lo llamen diciendo que algo le pasó.
—Eso no explica por qué lo encontré limpiando sus lágrimas.
—¡Es porque tiene miedo!— susurró entre dientes —Frank nunca lo hace llorar, lo sabes, él solo le dice que no pasará nada, y Ayden tiene miedo, incluso yo lo tendría. Por eso empieza a llorar cuando discuten de eso, porque teme que Frank no regrese a casa.
—¿Y Frank qué dice acerca de eso?— pregunté ahora más sereno —no puede estar preocupando a Ayden así, tampoco a nosotros.
—¿Tú qué crees que va a decir? ¿Perdón, no lo vuelvo a hacer?— sacó —solo le dice a Ayden que no pasará nada, es lo único que nos dice.
Negué viendo a Frank bajar las escaleras, no se percató que estábamos en la cocina, el hombre, con una sonrisa bastante convincente, saludó a Eliot, dándose paso entre la sala para sentarse a un lado de su esposo.
Ahí estaba de nuevo, él hombre invencible, él que siempre iba a actuar como si nada malo ocurriera. Mi padre.
Estaba de más decir que ahora me encontraba igual de preocupado, siempre supe que él acostumbraba a firmar proyectos con empresas cada vez más grandes, pero no esperaba que en serio estuviera apunto de firmar con otras que no debe.
Cualquier que sea su plan, solo esperaba que no tenga que lamentar que algo le haya sucedido.
—Es mejor que los dejemos hablar, ya verán a Eliot después.
—Anthony— me llamó el de lentes redondos y ahora, brackets, tomó una respiración nostálgica, sonriendo al final —extrañé a Eliot, en serio, más que a ti.
—Sam— lo llamé de vuelta, estando en total acuerdo —todos extrañaron a Eliot.
—No lo alejes de nuevo— me amenazó —no a él.
Dió una última advertencia sobre eso, las cuáles no dudaría de respetar, a partir de ahora, no iba a dejar que existiera poder humano que hiciera que Eliot de nuevo se fuera.
Estuvimos aún otro tiempo en el ambiente familiar Walker, Frank y Ayden trataron siempre a Eli como alguien más de la familia, y jamás lo hicieron sentir incómodo por el tema de haberse ido espontáneamente. Mientras que Sam, está claro que extrañaba contarle sus problemas a Eliot, se veía demasiado feliz por verlo otra vez.
Para cuando acordamos, ya íbamos de salida, aunque quisiera, no podía quedarme con Eliot en calidad de secuestrado, él debía regresar a dónde quiera que esté viviendo ahora.
Alegremente él se despidió de mi familia, dándose así entrada a mi auto, dejándome hablar con los otros tres en la puerta de entrada.
—¿Qué le dijiste a Ayden?— pregunté a Frank, en el momento que Ayden regresó a la casa y Sam por igual.
No me dijo nada que me diera respuesta a ello, señaló un lado de su cuello con su mano, en su expresión de burla.
—Yo sé que se extrañaron, pero al menos intenten ser discretos— comentó el pelinegro evadiendo el tema —es mejor que lo lleves ahora.
Tapé mi cuello avergonzado, de tantas veces, justamente hoy olvidé los chupetones.
Ni siquiera me importaba ahora, nada de lo que me dijeran podría cambiar mi estado de ánimo ahora.
Después de la visita, me encargué de llevar a Eliot a su universidad, sabía que había distintas universidades dónde estuviera la carrera de artes plásticas.
Para cuando llegamos, esperó unos segundos en el auto, sonriendo como siempre.
—Ojalá pudiese describir con una palabra lo feliz que estoy— dijo mirándome espontáneamente —pensé que me odiabas ahora, después de una semana... Dejaste de llamar y mandar mensajes.
Recargué mi cabeza en el respaldo. —Jamás contestaste a ninguno de los dos.
—Viví cuatro meses con mis padres luego de irme, te conozco y me conozco, al final te habría dado la dirección, y si ibas a casa de ellos... Nada hubiera salido bien para ninguno— contestó jugando con sus manos.
—Hey— lo llamé, girando su rostro hacia mi —lo que hayas hecho o no, no fue tu culpa, no te odio, al contrario, yo nunca dejé de quererte, Eli. No me preocupa lo que pasó, ya estás de vuelta.
—Tony Walker— dijo en alto, acercando su cabeza a mi —nunca cambies.
Dejó un beso tierno en mis labios, sonrió de forma normal y divertida, hasta que solo preguntamos si mañana teníamos tiempo de ir a comer juntos.
Eliot no se opuso, incluso fue quién aconsejó el plan, y pasó a entrar a la universidad que estaba al lado de nosotros.
—Te veo mañana— cerró la puerta.
...
Hace bastante tiempo no caminaba con tanta felicidad y tranquilidad en los pasillos, sabía la respuesta de ello.
Solo cuando estaba feliz era cuando recordaba canciones en mi mente que me hacían imitar los instrumentos como si estuvieran presentes mientras caminaba.
—¡Amor!— gritaron por algún lugar, y el cuerpo de Chad se subió a mis brazos.
Lo sostuve por instinto, viendo al chico con un peinado nuevo, todo su cabello en trenzas africanas, el color normal platinado, se fue, ahora estaba cubierto de un negro azabache.
—No te he visto desde ayer— continuó decaído, dejando varios besos en mi cara —yo no sé qué pasó con Eliot, si él estaba ebrio o algo, ¿Puedo hablar con él?
—Eh, sí, Eliot ya no está aquí— lo bajé con cuidado.
Me alejé un poco de su cercanía, a él era quién más explicaciones tendría que darle sobre todo.
Aunquez en realidad no había ninguna, solo que yo quería estar con Eliot, y si él también lo quería, entonces habría de dejar las cosas claras con Chadler.
Dió una mirada confundida, su vista se posó directo a mi ropa, mi cara, y al final, mi cuello.
Su boca se abrió levemente, sorprendiendose, ahí supe que antes de poder explicarle las cosas, él iba a sacar sus propias conclusiones. Y que de nuevo, había fallado a la relación que tenía con él.
—¿Qué tienes en el cuello?— preguntó tocandolo. Se apartó en cuanto afirmó que era un chupetón lo que tenía pintado —Tony.
Sus ojos lo dijeron todo, se llenaron de lágrimas al instante.
—¿Te acostaste con Eliot?— añadió temeroso, sin dejar de observarme —¿Es en serio, Anthony?
No había manera de mentirle, yo ni siquiera me había preocupado de lo que podía pasar con Chadler desde que ví a Eliot ayer en el club.
Tampoco era posible culpar a Chad de estar conmigo luego de tantas veces, a pesar de que él era quién decidía quedarse, yo también seguía abusando de cada una de sus oportunidades.
Me sentía mal por él, y por eso es que no quería hacerle más daño.
—Siempre fue Eliot— contesté firme —Chad, tú eres muy bueno, y eres increíble, pero...
—Solo lo quieres a él— terminó por mi, asentí confiable, y él solo terminó por dejar salir una lágrima —entiendo.
Adoptó una postura más débil, podía ver qué ya no era tristeza lo que había en su rostro, era coraje.
—Ojalá no te arrepientas— finalizó, segundos después, se fue de aquí, directo a su dormitorio.
Creo, quizá, puede qué, no salió cómo esperaba.
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Por qué le haces esto al pestañitas we
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