22.- "Festejo de Cumpleaños"
Anthony Walker
—¡Felicidades!— dijo Chadler en un grito emocionado, abrazado a mí.
Desde la primera hora que desperté, no he recibido más que felicitaciones de conocidos, amigos, familia, e incluso personas que no sabía que me conocían.
Por educación y respeto, siempre respondía con un agradecimiento y una sonrisa, aunque realmente, me arrepentía de haber salido del dormitorio hoy.
Y aunque no hubiera querido, Chadler y Tristán hubieran hecho lo posible por sacarme.
Desde hace mucho que, ellos dos son los que más se han esforzado para que yo volviera a despertar con las mismas energías que hace tanto tiempo.
Se apreciaba su esfuerzo, más no veía que sirviera de mucho.
Mientras tanto, ahora tenía un nuevo regalo qué llevar al dormitorio. También apreciaba el esfuerzo y molestia de las personas para gastar su dinero en esto, por más innecesario que lo viera.
—Yo sé que no estás muy emocionado por hoy, pero, haz un esfuerzo por pasarla bien— comentó el chico con una sonrisa.
—Haré el intento— respondí.
Chilló emocionado y paró sus puntas para besarme. Tomó mi mano alegre, y me hizo compañía para llevar los regalos que había obtenido después de todas las horas de clase.
Recibí la llamada de Ayden, en la cual, Frank aprovechó para solo decir felicidades de fondo, y aún más al fondo de ellos, Sam me dijo que me estaba haciendo más viejo.
Tiempo después, las llamadas de Daniel, Bruno, e incluso los padres de Ayden, también llegaron.
Mi día no estaba siendo muy diferente a otro, solo que hoy me recordaban que tenía un año más y un año menos de vida. Y la diferencia no era por las cosas que haría o que me sucedían, era por la "emoción" que sentía, que era muy poca.
Después de haber dejado todo atrás, terminé en el auto de Tristán, junto con Chadler, Greg, y Vanya.
Pero este no era el equipo original.
—¿Y a dónde vamos? Estoy muy curioso de saber por qué están actuando raro el día de hoy— dije con el mayor sarcasmo que pude.
—Primero te llenaramos de la comida más fina de la ciudad— contestó Tristán poniendo en marcha su vehículo —Rey Burrito, allá vamos.
—Qué elegantes— contesté.
En el camino, me mantuve hablando con Tristán en el copiloto, burlándonos de vez en cuando de los demás conductores.
Chadler estaba atrás con la parejita, y parecían tener más conexión a la hora de conversar.
Vi por el espejo de mi lugar, que cada vez mi cabello estaba creciendo más y más, ya debía cortarlo a como lo tenía normalmente.
—¿Quieres que te haga una coleta? Veo que te molesta un poco tu cabello— preguntó Chad en el asiento de atrás, sosteniendo su liga para peinarse.
Negué sencillamente. —Mañana iré a cortarlo.
Pasamos varias horas del día en el lugar de comida rápida, no fuimos a tantos lugares realmente, después de eso, aprovechamos para ir a jugar a un billar también, y finalmente, la noche había caído.
Ahora estábamos yendo directo a un club nocturno, ya había un poco de alcohol en nuestra sangre, a decir verdad, ahora creía que si podía pasarla bien hoy.
En el camino me enteré que no quisieron esforzarse mucho en una fiesta real, o en algo que solo haya sido para mí, ya que no querían correr el riesgo de que no me gustara, y era entendible, incluso yo hubiera preferido no arriesgarme.
Para cuando estuvimos en ese club, quisimos divertirnos como los cinco amigos que éramos ahora, aunque fuéramos pocos, podíamos pasarla bien.
—¡Una botella para el cumpleañero!— gritó el ojimorado, yendo directamente a la barra.
Caminamos detrás de él, Gregory tenía firme la mano de Vanya, y yo aferraba la mano de Chadler a la mía, solo por no dejarlo atrás.
Llegamos a la barra, en automático un barman fue el que empezó a servirnos bebidas de forma rápida.
Después de un rato hablando y riendo, sentí como alguien tocaba mi espalda. Di la vuelta curioso, viendo así, a una castaña de ojos dorados.
—¡Felicidades!— gritó Acacia con una sonrisa.
Mis ánimos volvieron a subir al instante, dando un abrazo enorme a la chica que venía con ropa más destapada que la que antes usaba. Y claro, con su cabello y rostro más arreglados.
Siempre lo habíamos dicho junto con los otros cuando los cinco estábamos reunidos, Acacia era una chica muy hermosa, y siempre la íbamos a cuidar de que alguien intentara sobrepasarse, lástima que luego de un tiempo, dejamos de estar al tanto de ella.
—Por fin vuelvo a verte— dijo cuando nos separamos, saludando por igual a los demás.
—Por fin te dejas ver— contesté sonriendole.
—Si no hubiera sido por ojos morados que me llamó hace una semana para invitarme.
Tomó asiento entre Tristán y ello, y los tres pudimos hablar con más humor que antes, los otros tres también estaban incluidos en la charla, aunque, la verdadera diversión estaba con Tristán y Acacia. Quizá porque toda nuestra atención era a la chica que nos contó que ha hecho de su vida.
—No nos has dicho si aún sigues siendo la misma Acacia que trabaja para si misma— comentó el ahora castaño claro.
—Afortunadamente sí— respondió tomando su celular de la barra que brillaba —hice mis prácticas en una escuela para niños discapacitados, y luego me pusieron a trabajar ahí, estoy en la sección de actividades recreativas, doy clases de baile con ellos, solo que, la paga no es mucha, y quise tener otro trabajo extra... Ahora soy capitán de meseros en un restaurante. El Golden Garden, deberían ir.
—Es el restaurante de Ayden— respondí sorprendido —lamento decirte que trabajas para mi padre, así que, ahora trabajas para mi.
Rió burlona. —¡Ajá, cómo no! Deberías estar con él ayudando en su restaurante, ha tenido más influencia últimamente.
—Sí, ¿Y aceptarte como mi capitán de meseros? No, yo soy más que eso— finalicé en broma.
Continuamos en una gran charla, en una interrupción, Acacia fue a atender su celular, cuando regresó a su lugar, su humor era distinto, ahora estaba más interesada en preguntarle a Tristán si estaba ocupado, o si tenía planes con alguien.
Ella trama algo.
—Enseguida vuelvo— comentó antes de perderse en la multitud.
Volví a hablar con mi amigo, mientras intentabamos adentrar a los demás en la plática. No era la plática más emocionante ni graciosa, pero tampoco era aburrida.
Unos minutos después de la desaparición de la castaña, escuchamos su chillido regresar.
—¡Logré traerlo! Aunque haya sido a la fuerza— dijo la de vestido plateado, trayendo de la mano a un Dimitry de ropa formal, con una camisa gris y pantalones negros.
—Bendita seas, Acacia Jones— susurró Tristán entre dientes, con su boca en su vaso de whiskey, casi ignorando que él llegó con nosotros.
—No iba a dejar que uno de mis mejores amigos pasara su cumpleaños sin su primo— añadió la chica.
—Estoy aquí en contra de mi sana y sobria voluntad— se quejó el de ojos café —¡Pero, aceptaré un trago!
Sin pensar, se sentó por un lado de nosotros, yo pasé a un asiento atrás del mío, y pensando que sería Dimitry quién se sentaría aquí, Acacia ganó el lugar, y por obvias razones, Dimitry y Tristán terminaron sentándose juntos.
El equipo estaba casi completo, solo faltaba una persona, la que en su momento fue la más importante para mí.
A quién engañaba, jamás iba a encontrarlo de nuevo. Él solo se fue porque no soportó ninguno de nuestros tratos, y no era probable que volviera.
...
Levanté mi cuerpo de la silla, solo por el capricho y pereza de Tristán de no querer ir por más hielos a la otra barra. Ni siquiera el barman podía ir por ellos, porque decidió que era hora de regar las plantas al baño.
Caminé entre tanta multitud de personas, sabía que podía estar aquí alguien que yo conociera, pero era una probabilidad muy baja que identificara a alguna de esas personas entre tantas.
En un instante, alguien a mi costado sufrió la caída de su celular, y por cortesía me ofrecí a levantarlo por ella.
—Gracias— dijo sonriendo.
Asentí en respuesta, retrocedí lento y di la vuelta para seguir mi camino, y justo cuando giré, alguien chocó conmigo ahora, haciendo que ahora la bebida de esa persona, se derramara en mi camisa, y su vaso fue directo al suelo.
—Lo siento, ¡No fue mi intención!— se agachó para tomar el vaso, y luego volver a levantar la vista —procura no ser tan brusco cuando me golpees.
Sus ojos café cayeron en los míos, su cabello castaño, lo que ahora parecía ser un piercing en su nariz, y otro en su oreja.
Abrí mi boca sorprendido, con un masivo conjunto de emociones y sentimientos.
Sorpresa, nostalgia, felicidad y bloqueo, todo en uno solo al ver la figura más pequeña que la mía enfrente de mí.
—Eliot— lo llamé bloqueado, tartamudeando.
El chico que ahora vestía más formal e incluso atractivo, me miró sonriente, con una expresión de la misma sorpresa.
Todos mis sentidos se habían bloqueado en ese momento, pero todo se sumó a la gran felicidad que estaba sintiendo ahora, como si hubiera encontrado algo que hace tanto busqué.
Una ráfaga de recuerdos vino a mi mente, poniendo en mi cabeza el día que él se fue de mi lado, y la forma dolida con la que dijo que no soportaba ese lugar.
—¡Tony!— dijo emocionado, dando saltitos.
Seguía sin moverme, sin decir nada más. De todos los días que esperé a saber algo de él, de tantas horas que quise al menos verlo por casualidad, el momento que menos me esperaba era este, y en este lo encontré.
—Eh, ¿Hola?— preguntó dudoso —sé que eres Anthony, ¡Te reconocería en cualquier lado!
Sonrió de forma cálida, mostrándome su inocencia de siempre. Antes de reaccionar por completo, ya le estaba sonriendo fascinado por el reencuentro.
Parecía que toda la felicidad que me faltaba hace años, estaba volviendo ahora, que esos días que ni siquiera me emocionaba llegar al dormitorio, habían desaparecido.
Levantó sus brazos inocentemente. —¿Abrazo?
Mis sentidos despertaron y volvieron a activarse, y sin siquiera esperar, me lancé a él, envolviendo a Eli con mis brazos.
Su risa juguetona se hizo presente en mis oídos a pesar de la música, de nuevo en mi interior, pude volver a sentir como mis emociones se desataban, como la alegría y la paz volvían a mi.
Los brazos de él rápidamente me correspondieron, y ahí estaba ese encaje, esa tranquilidad y sentimiento de estar en el lugar correcto.
—Te extrañé demasiado— susurré contra su oreja, acercándolo más a mi.
Dejó su cabeza en mi hombro, acariciando mi espalda en el abrazo.
—Yo te extrañé más— agregó sereno.
Me alejé un poco solo para verle la cara, mis brazos se negaron a soltar su espalda y cintura, y sus manos tampoco soltaron mi cuello, hasta que las pasó a mi cabello y rostro.
—Estás diferente— dije viendo sus piercings y la ropa más suelta que llevaba, su camisa estaba desabotonada tres o cuatro botones abajo, e incluso llevaba un collar brillante —no esperaba que estuvieras aquí.
—Han cambiado muchas cosas— respondió —vine con unos amigos pero, ¡Por favor, después de tanto, te encontré de nuevo! Deben esperar ahora. Aparte, te dañé la camisa.
Lo miré fascinado, el niño tan tierno e inocente que se fue, estaba realmente cambiado, físicamente.
Porque a pesar de desprender una fachada de persona atrevida y demás, yo seguía viendo a mi chico puro e ingenuo a las provocaciones.
Empezó a parpadear confundido, colocó una mano en mi cara con gentileza.
—Tony... ¿Estás llorando?— preguntó pasando su dedo por debajo de mi ojo.
Reaccioné al darme cuenta que sí, una lágrima había caído de mi por el shock y la felicidad que tenía.
Tomé su muñeca suavemente, aún no podía creer, en serio tenía a mi artista enfrente de mí, después de dos largos años, después de querer convencerme que él nunca existió, y que no necesitaba verlo... Ahora no podía estar más agradecido de haber sido yo quién tuviera que ir por hielos.
Reí incrédulo, ¿Desde hace cuánto estábamos en el mismo lugar sin darnos cuenta?
Nos alejamos lentamente, preguntándonos cosas muy básicas, un "cómo estás" "con quién has venido".
Estaba tan bien entre las personas, creyendo que solo éramos Eliot y yo, y en eso, alguien se colgó de mi brazo.
—¿Sigues buscando hielos? Porque tú camisa manchada me deja mucho qué pensar— preguntó Chadler por un lado, hasta que miró enfrente y observó al castaño —¡Oh, Eliot, qué sorpresa!
Eli sonrió, asintiendo gentilmente. —Hola de nuevo.
—Creo que los interrumpí en su charla— comentó Chad —solo nos quedamos preocupados por dónde estabas, de igual forma, Vanya y Greg ya se van.
—Sí, sí, que les vaya bien— añadí sin dejar de ver al de camisa blanca.
—Yo voy a irme con ellos, tengo mucho sueño realmente— comentó para finalizar —tus amigos se quedarán esperándote, oh y, tomaremos el auto de Tristán, dice que alguien puede llevarlos.
Al momento que ahora sí me volteé a mirarlo para despedirlo, sus labios se pusieron sobre los míos en un casto beso.
—Te veo mañana— dijo feliz, y luego volteó a ver a mi artista —qué bueno verte, Eliot, cuídate.
—¡Igualmente!— se despidió Eli.
Chadler se fue de la fiesta. Y no me inquietó ni un poco.
—Entonces... Chad y tú— dijo aplastando sus labios —hacen linda pareja.
—Oh, eso, eh supongo que somos algo.
Sonrió divertido. —¿Eso mismo decías cuando me besabas a mi? O cuando me tomabas la mano en el pasillo.
Negué de la misma forma. —Contigo todo fue diferente.
Miré por detrás de mi, viendo a las tres icónicas personas sentadas en la barra, hablando amenamente. Por inercia, extendí mi mano a Eliot.
—¿Quieres ir a tomar algo con nosotros?— pregunté sonriente.
Aunque quisiera robarlo y llevármelo solo para poder estar con él todos los días de los próximos dos años que no estuvimos juntos, lo haría. Pero, no podía ser yo el único que gozara de su presencia ahora.
—Yo encantado— añadió respondiendo al agarre de mi mano —podré decirle a mis amigos que tuve una mejor invitación que festejar porque pasamos los exámenes, ellos entenderán.
Con eso fue suficiente para que que yo lo guiara de nuevo hasta la barra con los otros tres.
El tacto de su mano volvió a crear el estallido de emociones, por cada segundo que pasaban nuestras manos juntas, menos ganas tenía de quedarme solo así.
Yo quería tener a Eliot para abrazarlo más, besarlo, demostrarle que en serio estuve esperando a que fuera él lo que llegara a mi vida de regreso.
—Adivinen quién me encontró— dije al haber llegado.
Los tres que estaban sentados, voltearon rápidamente, y claro que empezaron a sonreír y alegrarse al notar al pequeño.
Sin dudarlo, se abalanzaron contra él en un abrazo, en especial Acacia, que en serio lo abrazó como si fuera un hijo.
Después de la exitosa bienvenida a Eliot, nos concentramos lo cinco en hablar sobre todo, ahora reíamos en más cantidad y más alegres, incluso parecía que Tristán y Dimitry olvidaron que eran ex pareja.
Claro que, toda mi atención siempre iba a Eliot, aunque él no estuviera hablando, yo no podía dejar de admirarlo, siempre ha conservado esa aura de bondad que lo hacía ver tan lindo y especial.
Algunas horas después, el club comenzaba a vaciarse, y en el momento que vimos que ahora nos reíamos de nada, la mamá del grupo supo que ya era momento de irnos.
No me molestaba que fuera hora de volver, me alegraba más saber que estábamos reunidos otra vez, los cinco que más extrañaba tenerlos a mi alrededor.
—Supongo que puedo decir que fue una buena decisión traer el festejo aquí— dijo Tristán divertido —de nada, amigo.
Asentí riendo. —Gracias, no te hubieras molestado.
—¡Casi lo olvido!— Acacia dió un pequeño brinco en su asiento, sacando de su bolso de mano una pequeña caja, y lo deslizó en la mesa hasta mi.
Tomé el objeto entre mis manos, para así destaparlo con más curiosidad, y dentro de este, había un llavero de plata.
—¿Cuánto gastaste en esto?— dije sorprendido, viendo la clase de llavero que era.
Eliot intervino confundido. —¿Qué es?
—Un llavero con la forma de la guitarra de Jeff Beck, algún día Tony me contó que era su guitarrista favorito— respondió Acacia tranquila —solo que, este es especial, sé que preferirías que estuviera intacto, pero quise darle un toque que lo hiciera único y, le pedí a mi padre que hiciera algo con él... No fue lo que esperaba.
Puse el llavero en mis manos, encontrando cualquier cosa que se pudiera diferenciar del llavero normal.
Lo único que había notado era que en la parte de hasta abajo, había un orificio en forma rectangular, nada más eso.
Entre tanto buscar, con la atención de los cuatro, terminé encontrando un pequeño botón en el llavero, cerca del mástil. Al presionar el pequeño botón, una pequeña navaja salió del orificio rectangular.
—Ya no pienso entrar a tu dormitorio sin permiso— dijo Tristán asombrado.
—Gracias, ahora tengo un llavero y una esperanza de no ser asaltado— contesté feliz.
—¿Qué es lo que estamos festejando?— preguntó Eliot dando el último trago a su bebida.
—¡Mi primo avanzó al nivel veinte en su vida!— contestó Dimitry abriendo sus brazos.
—Oh, es el cumpleaños de Anthony Walker— añadió mi castaño sonriente —¿Por qué no me dijiste?
Dudé. —No sé, ¿Por qué será?
Rió negando, y aunque Acacia nos diera el consejo de irnos, nos quedamos más tiempo.
En el que evidentemente, Tristán, Dimitry y Eliot, como la última vez, terminaron totalmente alcoholizados.
...
—Las personas siempre vuelven a donde fueron felices— dijo la castaña irónicamente, deteniendo la marcha del motor.
—¿Qué haremos con las tres personalidades?— pregunté viendo a los que faltaban regados por los asientos de la camioneta.
—Oh, no, yo vine a traer a Tristán, Eliot y a ti. Dimitry y yo trabajamos mañana, no voy a dejarlo pasar la noche con las únicas personas en el mundo que pueden volver a salir a tomar si quieren— comentó.
—Bueno, ya sabemos que Dimitry no tiene sus cinco sentidos activos— miré a mi primo —tarado, ¿Estás ebrio?
Dimitry negó. —Yo jamás.
—Deletrea "naranja".
—Mmh— elevó su vista levemente, buscando ubicarse en el espacio-tiempo —¿La fruta o el color?
—No creo que lo logres— le informé a la chica.
—Siempre hay una manera de solucionar las cosas.
—Y cómo piensas que eso ocurra si él está pegado a Tristán como garrapata— señalé a la ex pareja, el castaño oscuro estaba realmente aferrado al torso de Tristán.
Volteó a vernos a todos, llevándose así una profunda negación.
—Dimitry, me debes una— susurró entre dientes —vamos a bajarlos.
No me opuse a su orden, en cuestión de un largo rato, nos encargamos de llevar a ambos chicos al dormitorio de Tristán, digamos que lo hicimos en son de amigos, y porque sería muy divertido que al amanecer descubrieran que durmieron en la misma habitación.
Eliot venía detrás de nosotros, riendo y caminando a como podía, era realmente difícil que fueran tres de cinco los que terminaban muy ebrios.
No podía decir que yo no lo estaba, pero no a tal cantidad.
Después de dejar a los dos en el dormitorio de Tristán, Acacia decidió que era buen momento para que regresara a casa, es la parte buena de que ella sabía controlarse en las fiestas, no corría ese tipo de riesgo al manejar.
—Eliot, ¿Necesitas que te lleve?— preguntó al castaño a mitad de pasillo.
Él negó, y por mera sorpresa, su cuerpo se pegó al mío, con su cabeza en mi pecho y sus manos tomando mi hombro.
—Si es que Tony no duerme con su novio, podría quedarme— dijo tiernamente —a menos que...
—Tu cama está intacta aún— respondí enseguida —la he mantenido así hasta que volvieras.
Sonrió convencido. —Entonces no te molestará si paso la noche aquí.
—Ni un poquito.
—Bien, entonces ya puedo dejar de preocuparme— se despidió la chica —descansen, y espero la hayas pasado bien, Tony.
—Dentro de mis ahora veinte años, fue el mejor cumpleaños que he tenido— concluí.
Nos fuimos por nuestro lado después de eso, y caminé en silencio al dormitorio que nos pertenecía.
Las luces del pasillo cada vez empezaban a ser mayor la cantidad que se encontraban apagadas, y antes de llegar, escuchamos que alguien salía de su propio dormitorio hasta el otro lado del pasillo.
—Anthony— me llamó Chad, ya con su pijama puesta —llegaron muy tarde.
—Estábamos divirtiéndonos— contesté sereno, mientras él se acercaba.
—Y, ¿Eli se quedará a dormir?
—Agh, eres un...— susurró Eliot, segundos antes de acercarse a él con tanta rapidez, y lo último que ví, fue al castaño golpear la mandíbula de Chadler con su puño.
—¡Eliot!— reaccioné sorprendido.
Pasé mis brazos por su cintura para detenerlo, justo viendo cómo quería abalanzarse contra él de forma violenta.
—¡No me llames "Eli"!— se quejó el de ahora piercings —¡Suelta, voy a matarlo!
—No, no lo harás— contesté bloqueado, solo para alejarlo por completo de ahí —lo siento.
Lo único que pude decirle a Chadler fue una disculpa, porque él, tomando su rostro con miedo y tristeza, fue de regreso a su dormitorio.
No fue hasta que Chadler se escondió en su habitación, que bajé a Eliot enfrente de la nuestra.
—¿Por qué hiciste eso?— pregunté exaltado.
Extendió su mano a mi. —La llave.
Su tambaleo no lo dejaba hacer mucho tampoco, y su rostro tenía una expresión entre ebria y enojada.
Le tendí la llave en su mano, e intentó ponerla en el cerrojo torpemente.
Por inercia, mi mano se posó sobre la suya, nada más para ayudarlo a abrirla.
—Siempre tan lindo— dijo sonriente, y entró con facilidad al lugar.
—Aún no me dices qué fue lo que pasó, ¿Por qué el odio hacia Chad?
Se dió pasó a la habitación, viendo su alrededor, y como habría de esperarme, toda su atención fue directo a la pintura de la pared. Ignorandome a mí.
—No la has quitado— susurró sin dejar de observarla —pensé que... Encontraría la pared de ese horrible gris.
Me senté en la orilla de mi cama, negando. —Nadie ha podido borrarla, ni siquiera me gustaba la idea de tener a alguien más durmiendo en tu cama.
Observé mi camisa, que aún estaba manchada por la bebida que Eli derramó.
Era el menor de mi interés ahora, mi única atención estaba en Eliot, de verdad se me hacía imposible imaginar que él estaba aquí después de dos años sin saber nada.
Puso su mano sobre la mano pintada de verde en la pared, la que estaba a un lado de su antigua cama.
—Tu mano siempre ha sido más grande que la mía— comentó divertido, volvió a mi solo para agarrar mi brazo y después guiarme hasta la orilla de su cama.
Me senté sin mucho en qué preocuparme, el pequeño cuerpo de Eliot se encontraba frente a mi, subiendo y bajando las puntas de sus pies inocentemente.
El ambiente se cambió a uno más callado y tenso, el alcohol en mi cuerpo no me dejó recordar lo que pasó hace minutos allá fuera.
Mi vista se puso sobre él, siguiendo cada uno de sus movimientos, admirando al pequeño artista que tanto extrañaba tener conmigo.
Se sentía irreal, como si lo que veía no estuviera pasando realmente.
Me dió una mirada persuasiva, acercándose a mi.
—¿En serio amas a Chad?— cuestionó dudoso —¿En serio olvidaste lo nuestro?
Sabía que su sentido de atrevimiento era por el alcohol, o quizá porque Eliot ya no es el mismo de hace dos años.
Sin embargo, debía darle más créditos a su estado embriagado.
—Yo jamás te olvidé— respondí hipnotizado en su rostro —eres el único para mí.
—¿Y por qué estás con él?... Supongo que algo debe tener para que lo quieras— suspiró —lástima que ahora soy yo el que está con su novio, en un dormitorio, cerrado, y solos.
Subió a mi regazo sin problema, abriendo sus piernas a mis costados, enseguida, sus manos comenzaron a tocar y acomodar mi cabello. Sus ojos café seguían a los míos, no podía dejar de ver sus pupilas dilatadas.
En un movimiento rápido pero delicado, una de las ligas que estaba en su mano pasó por mi cabello, haciendo una coleta pequeña con él, aunque uno o dos cabellos volvieran a pasarse al frente.
—¿Por qué nunca me hiciste el amor, Anthony?— preguntó suavemente.
Mis ojos pasaron a sus labios, sus rosados y bonitos labios, que me fascinaba besar hace tanto tiempo, y que ahora moría por aunque sea probarlos una sola vez más.
De igual forma, esa no era una pregunta común del Eliot que se fue dos años, pero estábamos los dos tan ebrios, que ni siquiera me importaba si se parecía o no. Yo estaba excitandome y volviendome a enamorar.
Corrección, yo siempre estuve y he estado enamorado de Eliot Callaghan.
—Sabes, yo siempre quise que me tocaras— susurró dejando pequeños besos en mi cara, menos en mis labios —que me besaras por todas partes, que me hicieras morder la almohada... Solo que, digamos que mi mente no se daba cuenta de ello en ese tiempo.
—¿Aún lo quieres?— pregunté deseándolo, mi excitación subía por cada palabra que salía de su boca.
—¿Te parece que estoy aquí por algún consejo o parecido?— añadió sarcástico —tú me deseabas, y a la fecha noto que te moririas por quererme debajo de ti.
—Y tú mueres por quererme dentro de ti— respondí persiguiendo sus labios con mi mirada.
Se pegó más a mi cintura, dejándome tomar su parte trasera entre mis manos.
Era inusual que hiciéramos esto después de encontrarnos, él no estaba en todos sus sentidos, y yo tampoco.
Y si es así, ¿Por qué quiero que él siga?
—Si sigues hablando, no voy a detenerme después— advertí.
—Entonces, házlo, Anthony— se acercó a mí oreja —házme gemir tu nombre toda la maldita noche. Házme recordar qué tan tuyo soy.
Con esas últimas palabras, ni él ni yo contamos el tiempo que me tomó ponerlo sobre la cama, ni la forma en la que mis brazos tomaron sus manos contra ella, por los costados del castaño.
—Te dije que no me voy a detener— añadí conteniendome.
Negó pasando sus lengua por sus dientes en una sonrisa.
—No quiero que lo hagas.
Estampé mis labios contra los suyos, en un beso tan desesperado, dónde nos decíamos más que todo lo que hemos hablado. En él le dejaba muy en claro todo lo que le había extrañado, todos esos días y noches que deseaba que estuviera a mi lado.
Me correspondió en cuanto pudo, y aquí bien podía morir ya.
Era una gran felicidad hasta el punto en el que sentí que ya podía morir aquí mismo, y me iría realmente feliz.
Pero, en lugar de morirme, el beso se profundizó, más que cualquier otro que hayamos tenido antes, este era más intenso. Mis labios salieron de su boca, y sin dejar de besarlo, empecé a atacar su cuello.
Hoy no iba a dejarlo ir tan fácil como la última vez.
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Y dos capítulos seguidos por la tardanza cómo ves.
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