13.- "Festejo"
Eliot Callaghan
Después de todo un día de un lado a otro en la universidad, dejé mi cuerpo caer sobre mi cama.
Haber decidido hacer todos los pendientes para último día, nunca es buena idea. Originalmente no iba a hacerlo, pero al final mi consciencia no me dejó sentirme irresponsable.
Ahora podía decir que estaba libre cierto tiempo, al menos hasta que los deberes vuelvan.
Mientras tanto, esperaba a que Tony llegara de la calle.
Debía hacer algo muy grande por él por el favor de mi camisa, ¡Lo hice perder su tiempo seguramente!
No quería sentirme culpable, mucho menos saber que pudo haber estado haciendo algo importante cuando lo llamé.
Entre la soledad del dormitorio, recibí un mensaje de alguien, que al entrar a verlo, sentí mi sangre ir de arriba a abajo en pánico.
Mi padre me envió una foto, en la que se mostraba la pintura que hice con Tony.
No, no, no no no no.
¡¿Cómo se enteró?!
Comencé a caminar de un lado a otro, pero al final escapé al baño, viendo mi celular en la cama conmigo desde la puerta.
Es imposible que Tony haya hecho algo así, nadie entra a nuestro dormitorio más que nosotros.
Antes de seguir pensando en qué sucedió, observé que una llamada entrante estaba puesta en la pantalla, y de igual forma la melodía que lo acompañaba.
Con presencia temerosa, no tuve más que ir a responder.
Acepté la llamada, colocando el altavoz.
—...Holi— dije con miedo.
—Eliot Callaghan, ¿Qué clase de porquería hiciste?— regañó la voz ronca de mi padre —no puedo creer que te hayas atrevido a hacer algo tan bajo como rayar la pared de los dormitorios.
—Papá...
—Cállate. No quiero que te justifiques, rompiste las reglas, sabíamos bien que los dormitorios no pueden ser dañados, y todo por estar con ese chico insolente— siguió sin piedad —te lo dijimos una vez, no quiero repetirlo a la próxima, aléjate de él, no voy a permitir que nuestro hijo se convierta en un irreverente. ¿Qué harás después? ¿Grafitear los pasillos?
—Anthony no es malo, papá— dije decaído, más preocupado por lo que decía de él —él es muy bueno conmigo.
—Eso no me interesa, no me interesa ni él ni nadie más que tú. Te explicamos perfectamente, si Daren cree que es mejor que te alejes de alguien, confías en él.
—Pero, yo en serio soy feliz estando con Anthony— comenté, e inmediatamente, sentí mis ojos humedecer —Daren cree que es malo, y no es así.
—No me gusta llamarte la atención y lo sabes. Así que es mejor que vayas tomando tu distancia con él, sabes a qué me refiero. Y si Daren vuelve a verte incluso viéndolo, yo mismo me encargo de que olvides que lo conoces.
Sus palabras volvían a adentrarse como un veneno en mi cuerpo.
Había recibido estas amenazas durante muchos años, en los que mi familia siempre me hacía perder amigos por su creencia a quienes eran buenos para mí o no.
Era tan ridículo esto...
Pero yo no había hecho nada antes contra ellos, y no me sentía capaz de hacer algo ahora.
—Yo no quiero alejarme de él— solté la primera lágrima —si tan solo pudieran conocerlo, en serio, él es...
—Deja de llorarme, ya te lo he dicho, si quieres seguir teniendo lazos con Anthony, házlo, pero voy a tomar cartas en el asuntos— amenazó —podrías irte olvidando de tu universidad. Y mañana pinta esa pared a como estaba originalmente.
Colgué inmediatamente.
Sentí como mis ojos se habían llenado de puras lágrimas, mi pecho temeroso por lo que ellos podían hacer.
Y aunque acostumbro pasar por alto muchas cosas sin darme cuenta, esta no era una de ellas.
Salí del dormitorio con coraje y miedo, directo a un edificio diferente al mío.
El atardecer apenas iba cayendo, se me hacía raro que Tony no haya vuelto aún, si hace una hora me avisó que vendría ya.
De igual forma, llegué hasta el edificio de los chicos que manejan las artes corporales. Y para mí suerte, solo tenía que parar en el primer piso.
Golpeé la puerta de la habitación a la que quería llegar, lleno de impotencia.
El rubio abrió la puerta de su habitación, y me recibió bastante cansado, probablemente por la misma razón que yo.
Pero, mi enojo era mayor que mi preocupación y cansancio.
—¡¿Por qué se los dijiste?!— dije dolido —¡No tenías que mostrarles la pintura!
Respiró pesadamente, y me hizo pasar.
Aún inconforme, entré a su dormitorio, en el que él intentó acercarse.
No tenía qué darme una explicación de cómo lo hizo, yo sabía que él fue, quizá cuando hace unos días le pedí acompañarme por unas cosas, o quizá logró usar mi llave en algún momento. Pero sabía que era él.
—Eliot, tienes que entender, no lo hice por querer afectarte, es todo lo contrario— explicó Daren.
—No, lo hiciste porque solo quieres que Tony este lejos de mi. ¡Él no es malo, Daren!
—Él es lo suficientemente descuidado para que yo haya hecho algo al respecto. ¿Qué no ves que empezaste a romper tantas reglas en cuanto lo conociste? Te está cambiando para mal y no pueden soportarlo.
—¡¿A quién le importan las reglas?!— grité, es que no podía creer que querían que fingiera que Tony nunca existió —¡Yo no sabía lo que era diversión hasta que conocí a Tony, y lo que ustedes buscan es que vuelva a creer que divertirme es sinónimo de hacer cosas malas!
—¿Y qué querías que hiciera? Tú me preocupas, Eliot, a tus padres igual, ni ellos ni yo haríamos algo para perjudicarte.
Jamás había tenido esta impotencia y coraje hacia alguien cercano a mi, de hecho, a nadie.
Pero era tanto mi miedo a que ellos se atrevieran a incluso sacarme de esta universidad por eso. ¿Qué tanta desconfianza tenían de Anthony para querer cambiarme de escuela?
Y era más mi coraje al no saber cómo defenderme, al no tener idea de cómo levantar la voz tanto como quería.
Me limité a sollozar, limpiando mis lágrimas con la manga del suéter de Tony.
—Eli...
—No me llames de esa forma— me quejé —solo le permito a Anthony que me diga así, no tú.
Juntó las cejas. —Bien. Pero el día que Anthony te muestre su verdadera personalidad, no vengas llorando conmigo.
Negué. —Él no haría nada de eso... Pero, yo ya conozco tu verdadera personalidad, y es horrible.
Me fui de ahí otra vez, alejándome de la voz insistente de Daren para que volviera.
Miles de preguntas cruzaban mi cabeza, ¿En verdad era que existían personas malas?
O solo era un resentimiento de Daren que lo hacía actuar así.
No quería creer en que él era malo tampoco, pero prefería mil veces alejarme de él que de Anthony.
Volví a mi edificio, intentando mostrar una mejor cara para cuando él llegara al dormitorio, no quería contarle nada de esto aún, quizá porque no quería que él en verdad decidiera que lo mejor era hacer caso.
Fuera lo que fuera, yo nunca iba a separarme de Anthony Walker.
...
Abrí la puerta para poder entrar y desahogarme antes de la llegada del pelinegro.
Pero cuándo cerré la puerta, me di cuenta de que, él ya estaba aquí.
—La tengo— dijo sentado en la orilla de su cama, elevando mi camisa azul.
Se levantó hasta mi, para entregarla en mis manos.
—Al final, puede que haya olvidado sacarla de lavandería antes— dijo penoso.
Tomé la camisa, y este momento fue suficiente para que el miedo de hace segundos, se borrase.
—¿Estás bien?— preguntó frunciendo el ceño.
Miré para abajo, pero terminé por negar con la cabeza. Rápidamente, fui con libertad y desespero a él, abrazándolo.
Pasé mis manos por su cuello, y oculté mi cabeza en él, las últimas lágrimas salieron de mis ojos.
Sin preguntar ni nada, él me correspondió abrazando mi cintura y espalda con fuerza, y yo me aferré a él por igual.
En este punto, sentía que mi miedo huyó en cuanto Tony me recibió en sus brazos.
Todo lo que hace minutos sentía, esa traición y simple rencor por haber sido nuevamente controlado por otras personas, eso y más, siempre se perdía en estos momentos.
Estaba herido de que quisieran alejarme de la única persona que en serio me impulsaba a dar lo mejor de mi, y que juntos o no, siempre me apoyaba a vivir tal cuál yo quería.
—No quiero que un día te alejes de mi— dije sin verlo.
Agradecía tanto que no preguntara aún, solamente decidió subir mis piernas a su cintura, y nos llevó a su cama que era la más cercana.
Se dejó caer en ella conmigo abrazado, no le importó que pudiera estarlo aplastando, acarició mi cabeza y espalda, para al final dejar un beso en mi cabeza.
—Nunca voy a irme, Eli— pronunció en un susurro —te prometí no dejarte caer.
Me permitió abrazarlo por tanto tiempo, era como una fobia a qué si me despegaba de él, algo malo sucedería.
Pero no fue así, en un corto tiempo después, dejé de estar totalmente arriba de él, me mantuve por un costado, abrazándolo. Y él igualmente no se atrevía a dejarme ir.
No me molestaba ni un poco este grado de confianza, me sentía seguro y a la vez muy libre con Tony, y esperaba que él compartiera las mismas emociones.
Entre que él me charlaba sobre la visita a su familia por petición mía, yo me relajaba y me sentía feliz de escucharlo hablarme así, con calidez.
Su voz era una dulce melodía, no dudaba en qué Tony tenía el don de la música, y que podía deleitarlos con su voz y talento.
Esto era lo que yo quería, lo único que mi mente necesitaba para estar más tranquila, la simple presencia de él, me llevaban a un paraíso.
Ahora que lo pensaba, nunca he escuchado a Tony cantar.
Pero eso dejé de pensarlo en un corto tiempo, pues me había quedado dormido en el pecho del ojiverde.
...
—Mmh.
Tony me miró curioso. —¿Mente ocupada?
Callé unos segundos, con mi mano en mi mentón, un pensamiento repentino vino a mi.
—¿Por qué nunca supe si era el huevo o la gallina?— pregunté seriamente.
—Porque... ¿Quién cruzó el camino?— preguntó de vuelta.
Lo miré alzando la vista, de acuerdo en su duda.
—Touché.
Sonrió negando, para seguir acariciando mi cabello.
Desde ayer en la noche, fue que no me atreví a despegarme de él. Oficialmente había dormido al lado de Tony, y no había sido nada incómodo, me sentí demasiado cómodo y seguro tan cerca de él.
Aún así, cuándo amaneció, descubrí que estábamos en la misma posición, y desde hace media hora solo estábamos despiertos, hablando nada más, sin embargo, yo seguía con mi cabeza en su pecho, y su brazo rodeandome.
Sabía que lo que ocurrió ayer, podía hablarlo con él hoy, y lo mejor era que el pelinegro ni siquiera me estaba presionando, de hecho, se veía muy paciente conmigo.
No obstante, no me sentía listo aún para decirle todo. Desde que descubrí que me gustaba, hasta que ahora me habían amenazado con alejarme de él.
—¿Tienes tu disfraz, cierto?— pregunté curioso.
—Quiero creer que sí.
Sonreí. —Tengo las pinturas listas, ¡Encontré pintura que brilla en la oscuridad!
—Imagino que yo seré el valiente con quién la uses primero— preguntó temeroso.
—Eh, bueno, si quieres... Pensé que te gustaría— moví mi dedo sobre su pecho, haciendo figuras.
—Lo haré por ti, mientras no intentes pintarme el cabello.
Asentí. —Todo estará bien.
...
Saltaba de felicidad constantemente, ya era hoy y ahora el festejo.
Muchas personas ya se estaban incorporando a la fiesta que apenas comenzaba. Acacia iba de un lado a otro hasta que por fin pudo irse a su dormitorio a vestirse.
Mientras que, yo la pasé maquillando personas de distintas formas, me divertí bastante en realidad, conociendo nuevas personalidades.
Había escuchado que Anthony también debía arreglar unas cosas, y que pronto vendría a cambiarse.
Y por mientras, yo elegía mi vestuario. No tenía idea de qué me pondría, solo veía entre los trajes de teatro alguno que funcionara. No todos tomarían ropa de aquí, pero yo no tenía nada qué perder.
Encontré en algún momento, una camisa de franjas negras y amarillas. Que complementaban un traje de abeja.
Me ví en el espejo riendo por como lucía, hasta que alguien entró a la pequeña zona donde yo estaba, cruzando las cortinas.
—¿Pasa algo?— pregunté incómodo, viendo a Daren entrar.
Negó dejando la cortina entre abierta.
—Solo quería verte— comentó.
—Ya me viste— agregué —... ¿No vas a ponerte disfraz?
—No vengo a la fiesta, tengo que salir de la ciudad hasta pasado mañana.
—Qué te vaya bien— le sonreí a través del espejo.
—Eliot— me llamó riendo —¿Qué tienes puesto?
—Era un disfraz de abeja...— contesté en un puchero —no encuentro nada.
Rió aún más. —Ven aquí, quítate esto y consigue algo mejor, sé que hay disfraces más lindos.
Él mismo vino a mi, y sacó la camisa de mi cuerpo, no tenía nada abajo de esta, y cuando me despojó de ella, un escalofrío recorrió mi cuerpo por el cambio de temperatura.
Hubo un pequeño silencio, en el que Daren aprovechó para hablar.
—Lo que dije ayer, sobre no regresar a mi llorando, lo lamento, no quería sonar así de grosero, solo que estaba muy preocupado por ti.
—Daren, no hablemos de esto— contesté —estoy bien, considero que, si en serio quisieras que yo esté feliz y cuidado, no harás nada contra Tony.
Aplastó sus labios rendido, y yo después me atreví a abrazarle, de la misma forma que abracé ayer por el cuello al pelinegro, pero no con la misma emoción, ni un poco.
Apretó mi cintura por igual, rodeándola, y solo me alejé un poco más, dando por finalizado que estábamos bien.
Probablemente no debía perdonar tan pronto, sin embargo, no me sentía con la maldad suficiente para quedar en malos términos con alguien que ha estado conmigo hace tanto.
Daren se fue pronto, diciendo que ya debía irse de la ciudad a un asunto familiar.
Me quedé solo de nuevo, ahora sí para elegir el verdadero disfraz, y luego de tanto tiempo, lo encontré.
Me puse el quitón blanco del disfraz de Apolo, un dios griego, en el que descubrí que ese quitón me quedaba un poco corto, llegando hasta mis muslos. No me veía mal, y estaba cómodo, se veía como un vestido blanco nada más.
De igual forma, añadí las sandalias respectivas, los dos adornos de hojas verdes en el cabello, el arpa detrás de mi en mi espalda, y finalmente una especie de cinturón que era el que mantenía el arpa detrás.
Me miré al espejo varias veces, no sabía por qué, pero me sentía muy cómodo así. Y tenía esperanzas de que esto le gustara a Anthony. Aunque, no sé qué pudiera decir sobre esto.
Pero fuera de las cortinas, escuché a una chica decir que Tony ya estaba aquí, y que su traje estaba listo.
Esperé un poco de tiempo para poner toda mi ropa sobrante en una maleta muy pequeña, que después vendría por ella.
Luego de un rato, saqué la pintura roja que brillaba en la oscuridad, y al mismo tiempo, otras pinturas.
Fui corriendo hasta donde maquillaban a las personas en el teatro, y ahí ya me esperaba el gladiador romano.
El traje que eligieron para él, era de un gladiador bastante... Expuesto.
No tenía armadura, ni casco, solo era la falda de gladiador negra, algunos arnés en su torso, unas sandalias parecidas a las mías pero más largas, unas muñequeras de cuero, y claro, que el casco lo dejó tirado por otro lugar.
Se veía muy atractivo así, más con su cabello despeinado.
—¿Listo?— pregunté al chico que estaba distraído en su celular.
—Meh, he estado más listo antes— respondió con su cabeza aún centrada en el dispositivo.
—Oh, en ese caso, puedo esperar a que lo estés— finalicé sonriendo.
—Es mejor que empecemos con esto, llegaremos muy cansados a dormir después— dejó su celular en el mueble que acompañaba el espejo del lugar.
Giró de nuevo a mi, y ahí, su mirada bajó y subió por todo mi cuerpo, con una expresión sorprendida.
Noté que de nuevo, su cara tenía un pequeño toque rojo, y sus labios balbuceaban.
—¿Estuviste bajo el sol?— pregunté preocupado.
Negó. —No, no, no es eso... Tú, te ves muy bien.
—¡Gracias! No esperaba ponerme esto alguna vez, pero creo que es bastante cómodo y bonito— expliqué —por hoy seré Apolo, dios del sol y la luna, ¿Qué tal? Quise investigar mientras me vestía y descubrí que también es el dios de la música. ¡Pero ese puesto te pertenece a ti!
Sonrió tiernamente. —¿Eso crees?
—¡Pero claro!— dije sacando las brochas que me asignaron para maquillar —justamente ayer estaba pensando, en qué sería agradable escucharte cantar alguna vez.
—No me gusta cantar mucho— dijo haciendo muecas al ponerle la base en la cara —pero si a ti te gustaría, lo haré con gusto.
—¡¿De verdad?!— abrí la boca emocionado —¡No creí que aceptaras!
—¿Por qué no habría de hacerlo?— me miró fijamente, pero yo solo estaba concentrado en su rostro por igual, era primera vez que podía tocar sus facciones con libertad.
—Oh, bueno... Pues, quizá preferirías cantar con Chadler, ya sabes— mencioné avergonzado —los dos están en música, y yo solo sé de dibujitos y colores.
—A mí me parece que todo lo que haces es bonito— contó —en serio, Eli, tus manos tienen mucho talento, eres un artista.
—Uno muy pequeño— añadí en broma al notar que apenas sentado, era cuando por fin estaba del mismo tamaño que Tony, el banco donde estaba sentado era lo que le ayudaba a no verse más pequeño.
—Exacto, un pequeño artista— finalizó dando una sonrisa débil.
Seguí llenando el rostro de Tony con heridas falsas, me tenía que acercar varias veces a su rostro para ver los detalles, y en esos instantes era cuando más nervioso le veia.
Ahora mismo no se notaba el brillo de la pintura roja, pero en cuanto entrara a la fiesta y las luces solo vinieran de la caja de DJ, ahí se notarían sus heridas más que otra cosa.
Para cuando terminé de maquillarlo, me di a la tarea de desordenar más su cabello, ahora sí parecía un guerrero romano que acababa de salir de combate.
A primera vista, uno creería que se ve como alguien bastante rudo y que en verdad sería capaz de estar en una pelea a sangre.
Sin embargo, cuando lo veía sonreír, sabía que él en serio es muy dulce, y yo estaba muy feliz de saber que conozco al verdadero Anthony.
...
Si creía que iba a estar toda la fiesta con Tony, probablemente estaba muy equivocado.
Fue todo lo contrario a lo que creí, porque al parecer todos querían ver más de cerca al guerrero romano, que tenía casi todo su torso desnudo, por ende, muchos querían llegar y halagarlo.
En un momento, nos perdimos en la fiesta, llena de personas vestidas de cosas fantásticas, le pusieron mucho empeño a sus trajes.
Y mientras yo buscaba a Tony, quizá él buscaba escapar de quiénes perseguían al chico que tenía sangre brillante.
—Oh, lo siento— dije cuando choqué con lo que parecía ser un lobo de espaldas.
Se giró junto con su pareja, dejándome ver a un lobo y un vampiro juntos.
—¡Apolo!— gritó Dimitry, el chico que vestía de vampiro, luciendo sus colmillos falsos.
Sonreí. —Hola, Drácula y... El lobo de los tres cerditos.
—Lobo de caperucita roja, más respeto, señor dios— me regañó el castaño burlón.
Tristán se acercó a su oído con cizaña, susurrándole algo, y en ese instante, Dimitry tomó un color rojo en las mejillas ocultando su rostro en el pecho del lobo.
Ellos dos siempre se mantenían juntos, Tristán acostumbraba a mantener a Dimitry cerca suya, y los dos parecían estar bien con eso.
—Entonces, diviértanse, voy a buscar a Tony— indiqué.
Asintieron de acuerdo antes de permitirme pasar, volví a ir por el montón de personas, de lejos observaba a Acacia, en su traje de algo que parecía ser diosa del sol y la luna, logró combinar su traje perfectamente para ello, y se veía demasiado bella.
Entre más buscaba, más iba acercándome al centro de las personas, hasta que aparecí en un espacio libre, y me topé con un guerrero romano que caminaba hacia la dirección de la que yo venía.
Quedamos frente a frente, rodeados de tantas personas, entre la música y las luces que alumbraban en colores.
Sonreímos al mismo tiempo, casi en burla por habernos encontrado así.
—¿Me buscabas?— preguntó risueño.
—Y tú me encontraste— añadí.
Tomó la palma de mi mano, y yo me aferraba a la suya con fuerza.
—Tengo algo qué decirte más tarde— finalizó.
Asentí feliz, y rápidamente fuimos solo a pasar el rato, aunque muchas personas querían apartarnos para acaparar su atención, él me mantenía junto a él a cada momento.
Estos eran los momentos en los que me sentía más especial estando con él, y ahora era cuando me estaba decidiendo en decirle sobre lo que Daren causó.
Había probabilidad que fuera directo contra él, sin embargo, quería pensar que podía convencerlo en mantener nuestra distancia con él.
Nada ni nadie iba a poder hacer que él y yo dejáramos de tener este lazo de ahora. De eso confiaba.
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Mírenlo, no sabe que se va a poner la peda de su vida.
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