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12.- "Preparativos"

Anthony Walker

—¡Sí se puede, equipo!— gritó un emocionado Dimitry arriba de una mesa.

—Sería más fácil que cargaramos mesas... ¡Si no estuvieras arriba de ellas!— lo regañó Acacia estresada.

—Qué carácter— finalizó el chico bajándose de la mesa que acabamos de mover.

La idea original era, que teníamos que llevar y acomodar mesas y sillas para el festejo, dicha tarea, Acacia decidió traer a Dimitry, Tristán, Daren, dos chicos de segundo y tercer año, y yo.

Realmente, no me molestó venir, pero hubiera preferido pasar el rato con Chad y Eliot.

Admitía que, volver a ver a Chadler no entraba en cosas que me más me esperaba, no porque no quisiera, simplemente porque no lo veía venir.

Y también era justo aceptar que me alegraba bastante verlo de nueva cuenta, y más comodidad me dió al ver que se llevaba bien con Eliot.

—Qué difícil es— se quejó la de ojos dorados, intentando reponer la pata de una de las sillas.

—Déjame ayudarte— dijo uno de los chicos de segundo año.

—¡No toques la silla!— gritó Acacia desesperada, levantando una llave inglesa al moreno —yo puedo. Ustedes rompen todo lo que tocan y si algo le sucede a esta silla ¡Yo les voy a romper a ustedes todos sus inútiles huesos!

El chico levantó sus brazos rendido y retrocedió lentamente, dejando a la chica.

—Hoy ha estado de un pésimo humor— comentó Dimitry por un lado —¿A qué crees que se deba?

Alcé los hombros. —Hay muchas explicaciones para su enojo.

—Probablemente sea de herencia— comentó tranquilo —alguna vez nos juntamos en su casa para hacer algún trabajo, ¡Su padre se enoja muy fácil!

—Quizá porque es su única hija— saqué —¿Qué se debe hacer cuándo está de mal humor?

Se acercó preocupado a mi. —Correr por tu vida.

Negué haciéndolo a un lado, para dedicarme a hacer las tareas más rápido y quitarle estrés a Acacia. A decir verdad, es una chica muy amable con todos, y tiende a organizar muchas cosas, por algo tendrá tanto desespero y estrés.

Para cuando terminé lo que me indicó hacer, tuve qué hacer también algunas tareas de Dimitry junto con Tristán, porque mi primo simplemente se distraía con todo.

—¿Por qué tan nervioso hoy?— pregunté al chico de cabello azul.

—Dimitry quiere que vaya a conocer a sus padres— contestó colocando manteles en morados y negros en todas las mesas junto conmigo.

—¿Ya son algo?

Negó. —Sí.

Giré mi cabeza juntando las cejas, realmente confundido.

—Quiero decir, no, ojalá lo fuéramos, pero ninguno de los dos se ha animado a decir algo más— contestó.

—Entonces... ¿Por qué va a presentarte con sus padres? Los cuales por cierto, les caerás muy bien, Bruno es como Dimitry pero más grande, y Daniel es... Un poco menos extrovertido.

—Tú dime, simplemente se levantó esta mañana diciendo que iríamos a pasar una noche con ellos, ¡¿Cómo voy a verme durmiendo en la casa de sus padres sin ser nada de su hijo?!

Alcé los brazos. —Ellos no saben que hay algo entre ustedes, pueden fingir que son amigos.

—Ese es el problema— insistió —¡Sí lo somos!

—Opino que no deberías ponerte nervioso, en serio, es imposible que Daniel y Bruno odien a alguien— dije por último —en caso de que suceda... ¿Puedo quedarme con tu auto?

—Mientras no hagan cochinadas Eliot y tú, estarás en el testamento— dijo.

—¡No vamos a hacer nada de eso!— me quejé, pero él ya había corrido hasta donde Dimitry se hallaba barriendo una esquina.

No nos detuvimos en la decoración del festejo hasta que finalizamos por órdenes de Acacia.
En ese tiempo, logramos que Acacia se despejara de su estrés, adelantamos todo lo que teníamos qué hacer mientras nos divertíamos, y al final, tuvimos éxito en dejar todo listo.

Mi última tarea, solo era traer cajas cerca de la mesa donde habría bastantes vasos y bebidas, la mayoría de estas contenían botellas.

Y no era un trabajo individual, por mera coincidencia, tenía que traer esas cajas con Daren, era un ambiente bastante incómodo y pesado, sin embargo, prefería convencerme que Daren no existía aquí y ahora.

—No tienes que fingir que no estoy— opinó tranquilo —¿No te agradaría tener una conversación amena?

—Contigo no— respondí verificando que las botellas no estuvieran rotas o parecido.

Rió vagamente, siguiéndome por más cajas. —Sabemos que si no fuera por Eliot, tú y yo ni siquiera nos cruzaríamos en el mismo pasillo.

—¿Qué te hace pensar que no lucho por no cruzarme con tu presencia?— pregunté honestamente —no me agradas, no te agrado, ahórrate las palabras falsas. Si lo que buscas es llevarte bien conmigo para que Eliot no esté molesto contigo, no vas a conseguirlo.

—No te hablo para ser amigos— me detuvo mientras regresabamos —te hablo para decirte que mantengas tu distancia con Eliot, ni sus padres ni yo aprobamos la influencia que tienes en él.

Reí. —Eliot no es un niño pequeño ni una mascota que deben cuidar de todo.

Me daba igual la perspectiva que podrían tener los padres de Eliot y Daren de mi.
Sin embargo, si me importaba lo que eran capaces de hacerle por alejarse, mi duda más bien era, ¿Por qué Daren se esforzaba tanto en quitarme de sus vidas?

—Ustedes no temen que yo esté cerca de él, temen que se entere que no necesita que lo protejan de un mal que no existe.

—Él no sabe cuidarse solo de las personas— me advirtió —cree que todos son buenos y no es así.

—En ese caso, lamento decirte que ya llegué yo para enseñarle a cuidarse de esas personas— solté firme, más serio e inconforme que antes.

—Empezando por ti.

—Trabajo hecho. Ahora sí me permiten, no he dormido en dos días— informó la castaña interrumpiendo nuestra discusión desde lejos —pueden irse si terminaron, gracias por la ayuda.

—¡Sueña bonito!— la apoyó Dim, y el de pecas también estaba apunto de irse, junto con Tristán.

Volví a mirar al rubio, seguro de cualquier cosa que pudiera salir de mi boca.

—Vas a tener que seguir intentando mucho tiempo para alejarme de Eliot, porque hasta que él no lo decida, yo no voy a dejar que estés sobre él como perro guardián— finalicé, solo para dejar la última caja en la mesa, e irme de ahí.

Caminé casi por un lado de Tristán y Dimitry, el de ojos morados mantenía pegado a él a mi primo, normalmente siempre lo hacía caminar a su lado sin ningún problema, y parecía que lo hacía solo para que Dimitry no se distrajera.

—Estoy emocionado por llevarte con mis padres— comentó Dim alegre —¡Tienes que probar el platillo de Dani! Créeme, jamás probarás otro mejor cereal con leche en toda tu vida.

—Confío en qué así será— contestó el otro chico que lo abrazaba a la cintura por un lado.

—Tony, ¿Cuándo llevarás a Eliot a conocer a mis tíos?— preguntó ahora mi primo, convencido.

Dudé. —Eh... No había pensado en eso, no sé si sea apropiado ahora.

—Escucha, primo mío, ¡Soy alguien que destaca por su inteligencia oculta!— se defendió el de piercings —no le digas a nadie, pero en realidad, llevo a Tristán solo para que se motive a oficializar lo nuestro.

Elevé una ceja, mirando al de cabello azul.

—Sabes que sigo aquí, ¿Verdad?— preguntó él, mirándolo.

—Pero claro, y créeme, voy a triunfar— finalizó el chico —en serio, Tony, es lógico que Eliot no va a notar que te gusta hasta que empieces a darle señales más claras.

Tristán asintió. —Será difícil que se de cuenta si no lo demuestras, o si no se lo dices de una vez por todas.

—Usa el festejo con sabiduría, quizá ahí puedas hablar con él en privado. ¡Sin alcohol!— dijo mi primo, y así ambos se perdieron en la escuela, juntos.

No era el que mejor confianza tenía para seguir los consejos de Dimitry, pero en esta ocasión, incluso yo quería hacer algo al respecto ya.

...

Tienes un día para venir hasta acá antes de que te siga, ¡Y sé donde vives!— escuché el regaño de Ayden por el teléfono, casi al final de nuestra conversación.

Y también escuché la risa de Frank de fondo, su ya típica risa burlona.

Reí nervioso por igual. —Si, papá, voy a visitarlos ahora, estoy apunto de llegar.

Perfecto, gracias Tony— finalizó con amabilidad, colgando la llamada. Y ese fue Ayden Walker amenazándome de muerte.

Dejé el celular por un lado, negando con la cabeza, Ayden puede ser muy explosivo cuando se lo propone.
Y con justa razón, no me ha perdonado desde la última vez que los visité cuando él estaba dormido, y su solución a este problema, concluyó en qué debía ir a verlos.

Claramente, la idea de traer a Eliot conmigo cruzó cientos de veces, ni me había puesto a pensar todos los ánimos que tenía que lo conocieran, hasta lo que Dimitry y Tristán me dijeron.

El festejo sería mañana, y sinceramente, no tenía nada listo para hablar con Eliot.

También, en el transcurso de estos dos días, no hablamos mucho, él estaba de un lado a otro con sus pendientes de la escuela, después era yo quién debía salir a buscar trabajo, que por suerte, lo logré.

De igual forma, Chad hizo lo que pudo por acompañarme a varios lugares, y al final, decidí dejarlo en paz de todo, e ir yo solo a visitar a mi familia.

Pero, en verdad me gustaría que Ayden y Frank conocieran a Eliot.

En un corto rato, efectivamente llegué a casa de ellos, y en la última advertencia que Frank me dió, subí las ventanas del auto.

Bajé del vehículo para ir a tocar la puerta de entrada, y quién me recibió en menos de un segundo, fue el castaño de ojos rojos.

—¡Tony!— dijo Ayden abrazándome, alargando la "y".

—Hola, papá— lo saludé respondiendo su abrazo, ahora que lo veía, incluso Ayden relativamente más alto que Eli.

—Pasa, pasa, justo estábamos apunto de comer— indicó mientras cerraba la puerta detrás de nosotros.

Entramos a la cocina, dónde ya había comida en la mesa, y ahí estaba Frank Walker, sentado en su respectivo lugar, solo que, estaba bastante entretenido en unos papeles.

El pelinegro, ni siquiera me notó.
Y lo curioso era, que no me molestó, al contrario, se veía graciosa su expresión icónica de concentración, sus cejas subían o se juntaban, o a veces solo una subía, dejando ver qué en su mundo solo existían esos papeles ahora.

—Ya sabes cómo es— comentó Ayden sirviendo comida en un plato para mí.

Asentí. —No te preocupes, lo entiendo.

Y era cierto, todas esas veces que Eliot me explicaba sobre su teoría de por qué Frank era tan apasionado en su trabajo, ahora las entendía.

Realmente parecía que, podría haber un terremoto, y Frank solo pensaría en lo que está haciendo.

O, eso creí.

—Amor— lo llamó Ayden con una voz tranquila.

Una sola llamada bastó, para que el pelinegro dejara lo que estuviera haciendo, regresó a la realidad, e inmediatamente miró a Ayden.

—Dime— respondió con rapidez.

—Tony vino a comer... Por voluntad propia— añadió el castaño sonriendo abiertamente.

Frank me miró, y solo saludó con la mano, y yo por igual, a pesar de estar a una mesa de distancia.

—¿Podrías dejar tu trabajo para después de esto?— preguntó mi papá con la misma tranquilidad.

Reí viendo a Frank guardar todas sus cosas sin quejarse, las colocó dentro de un portafolio grande, que quizá era aquel que usaba para todos sus planos.

Lo dejó por un lado, y regresó a su lugar, viendo a su esposo inocentemente.

—El amor te domina— comenté de brazos cruzados.

—No puedo decirle que no— me respondió en una mueca —aún tengo mucho por lo cuál me gustaría seguir viviendo.

—Do-mi-na-do— agregué en sílabas.

Volvió a mirarme con frialdad y autoridad, para después asentir rendido.

Miré mi celular, el cual lo había dejado en la mesa al llegar aquí, y en él, estaba una llamada entrante de Eliot.

Contesté rápidamente, levantándome de mi asiento y yendo a la sala principal.

—¿Qué pasa, Eli?— pregunté.

Y ahí, la carcajada de Frank salió disparada.

Eh, ¡Tony! No encuentro mi camisa azul, ¿Está en lavandería?— preguntó inocente.

—Mmh, no recuerdo haberla llevado, pero puedes ponerte algo de mi ropa, después pasaré a revisar si prefieres— respondí.

No quiero molestarte pero... Tengo qué ir a llevar muchas cosas a la clase de escultura— soltó decaído.

—No te preocupes, yo pasaré a revisar, ve tranquilo.

¡Gracias! Recuérdame comprarte algo de beber por eso.

Sonreí feliz por su ilusión y amabilidad, es que no hay nada que no me guste de él.

Nos despedimos de forma rápida, y cuando volví a la cocina, ya me estaba esperando un Frank de brazos cruzados, con una mirada pícara.

—Do-mi-na-do— dijo seguro, notoriamente burlándose de mí persona.

Ayden recibió ayuda de él para terminar de poner los platos con comida sobre la mesa, y ahí, el castaño me pidió ir por mi hermano.

Subí las escaleras en silencio, llegué a su habitación y abrí la puerta de imprevisto.

Escuché un grito de pánico y vergüenza, cuando me encontré Sam frente al espejo, usando una falda negra.

—¡Toca antes de entrar, carajo!— dijo cubriéndose.

Inmediatamente, observé sus ojos en estado lloroso cuando lo descubrí, tomó lugar en la cama, con su mirada baja.

—No sabía que tenías ese tipo de preferencia— indiqué acercándome, sentado a su lado.

Tomó a su peluche de dinosaurio detrás, y lo abrazó para cubrirse.

—Yo no quería que me vieran así...— dijo con una lágrima cayendo, se esforzaba por ocultarla.

—¿Quieres hablarlo?— pregunté, recordando perfectamente, lo mucho que me gustaría entablar conversación con Sam, y lo feliz que eso pondría a Eliot.

Se calló unos segundos, en los que su lágrima iba desapareciendo.
Ciertamente, mi hermano no era el mismo, recordaba cuando de pequeño, a pesar de ser más desapegado, tenía más confianza de estar con nosotros, y ahora que cumplía los quince, se notaba el cambio, y que Sam prefiere la soledad muchas veces, y otras veces le gustaría tener alguien familiar en quién apoyarse.

No mentiría diciendo que él es independiente, porque en serio lo es, y a diferencia de mi, Sam es mucho más desapegado en demostrar sus emociones.

De igual forma, es mi hermano.

—No creas que quiero conventirme en mujer— opinó seguro —no es eso... Solo me gusta usar faldas, no sé qué tal te parezca eso.

Sonreí. —No es nada de otro mundo usar falda, no me molesta, eres mi hermano después de todo, aparte, ¿Qué va a pasarte si usas eso?

—Yo no sé cómo vayan a tomarlo. Es decir, quizá sean demasiado abiertos al tema de homosexualidad pero... No lo sé, me preocupa.

—Escucha, independientemente de lo que ellos piensen, no serán ellos quiénes usen esa ropa, serás tú y es porque te gusta— aclaré —pienso que, no es necesario decírselos, quizás sean nuestros padres, pero no nuestros dueños.

Rió quitando su lágrima seca. —Ya parece que escucho a Frank hablar de los abuelos.

Asentí con una sonrisa ligera.

Después de todo, si me parezco más a mi padre de lo que creía.

—Pero, con todo respeto, Sam...— dije incómodo.

Su rostro fue de preocupación pura, como si supiera que yo diría algo negativo a su ropa.

—De hermano a hermano... ¡Esa falda está sucia! No puedes ponertela así!— señalé una mancha de café que esta tenía —eso es caer bajo, tienes que lavarla si vas a lucirla.

Respiró de nuevo con tranquilidad, y terminó por golpearme en la cabeza.
Quizá podría conocer más de Sam, me intrigaba mucho saber acerca de quién era mi hermano menor en realidad.

El castaño que tenía ojos azules, esta vez él fue quién me dió la señal para ir a comer, claro que, antes de eso decidió quitarse esa falda y colocarse algo más largo.

Eventualmente, lo esperamos abajo en la comida, y por primera vez en mucho tiempo, mi familia estaba junta en la mesa, comiendo luego de muchos años, sin discusiones, ni hombres que trabajen de más, ni incomodidades.

—En una semana tengo que viajar a Alemania— comentó Frank, más a Ayden que a Sam y a mí —¿Quieres ir conmigo?

—¿Aún sabes alemán?— preguntó Ayden con cizaña, bebiendo de un vaso de agua.

Frank lo miró indignado. —¡Du beleidigst mich!

(¡Me estás ofendiendo!)

Rió negando. No nos sorprendía la facilidad de idiomas de Frank.
Se desempeñó tan bien en su trabajo, que ya tuvo la oportunidad de ir a varios países a sus negocios, sus proyectos de construcción.

Era de admirar eso, Frank sabía demasiados idiomas, y muchas veces lo vimos enseñarle algunos a Ayden.

—Entonces, ¿Irás conmigo? Tony vive en la universidad, y Sam... Es Sam— añadió el pelinegro con obviedad —sobrevivirá menos de un mes.

—Tiene quince años— lanzó Ayden —no podemos dejarlo solo.

—Puedo ir a pasar los días con Izan— contestó Sam sin importancia.

—Lo ves, estamos libres, ¿Preparo tus maletas?— se ofreció mi padre muy motivado.

Ayden me miró buscando apoyo, pero ambos sabíamos que no íbamos a poder cambiar la decisión de un Walker.

—Estás condenado— le dije.

Poco a poco pensé y me daba cuenta de aquella razón por la que Frank daba todo por Ayden, era diferente el amor a padres por sus hijos, que una pareja.
Quizá el amor hacia los hijos era más grande, pero era diferente aún así.

Ayden conocía cada parte de Frank, cada miedo, cada virtud y defecto, y aún sabiendo eso, ambos se amaban.

En especial Frank, él podrá ser la persona más fría con nosotros por su pasado, o la más cerrada en términos de afecto, pero nadie quitaría el hecho de que Frank adoraba a Ayden con toda su alma, y con él era el único con quién podía ser quién era y mostrarse vulnerable.

Me había estado costando mucho tiempo saber eso, entender qué diferencia había entre la pareja y los hijos.

Ahora lo sabía, lo estaba entendiendo por un chico que se había metido a mi vida.
Negué sonriendo, Eliot me estaba haciendo ver muchas cosas que antes no podía.

Más que nada por la forma en la que todos los días me daba sus razones por las que debía entender a mis padres, en especial a Frank.

Al inicio fue demasiado trabajo, pero pasado un tiempo, empecé a notar reales todas esas cosas que Eliot me decía.

Quizá Eli no era tan desconocedor de la vida como creía, y quizá él sabía más cosas que lo han dejado ser así de feliz y tierno, sin ninguna mancha de maldad o sufrimiento.

—¿Y cómo está ese chico que conociste?— preguntó Ayden, llamando mi atención.

—¿Eliot? Él está muy bien, de hecho. Ha tenido bastante cosas qué hacer estos días, pero mañana tendremos una fiesta en toda la universidad, espero que ahí pueda despejarse.

—Vaya, ¿En serio alguien tiene la valentía de querer estar contigo?— preguntó Sam confundido.

—Eh... Digamos que no— contesté —mejor dicho, no lo tengo claro.

—Te gusta, ¿Y no lo sabe?— preguntó Frank impresionado —¿Por qué no le has dicho?

—Eliot es un poco inocente para entender el asunto de la atracción. Necesito ser muy claro para eso y, no estoy seguro de hacerlo.

—Escúchame, Anthony Walker— me amenazó Ayden con un tenedor elevado a mi dirección —vas a confesarte a ese chico mientras puedas y vas a sacarte de dudas, o iré a tu dormitorio y te voy a...

—Sin amenazas, amor— Frank bajó el tenedor de su esposo, y este solo me vió en advertencia.

—¿Este es el tipo de seguridad que te brindan en este hogar?— pregunté a Sam.

Asintió dramático. —Somos regidos bajo el control de Ayden.

Continuamos en una ardua conversación, en la que tuve la oportunidad de contar algunas cosas sobre la universidad.
También me enteré que sí, Sam había terminado la relación que mantenía con su novia, y me hago una idea de por qué.
Ayden decidió que empezaría a contratar más meseros jóvenes. Y Frank, ya sabíamos que se iría de viaje con su esposo.

Por mi parte, me fui casi una hora después, con una grata sonrisa en mi, ya que en alguna parte de la conversación, los tres mencionaron querer conocer a Eliot.

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Ta chuloh el Sammy

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