10.- "Día ocupado"
Eliot Callaghan
El lienzo vuelve a ser pintado y manchado por los pinceles, y una paz es la que vuelve a mi.
Aquí es donde simplemente me desconecto del mundo y vuelvo a pensar en que todo está bien.
El color negro del pincel se impregna en el boceto de un caballo, y claro que, la persona en la que esta pintura estaba inspirada, se encontraba en mi mente.
Anthony es, dentro de muchas cosas buenas, alguien bastante libre, realmente le importaba poco lo que pudiera suceder después, en estos meses que nos habíamos hecho buenos amigos, me atreví a romper más reglas de las que pensaba.
Quizá Tony era ese cómplice que tanto estaba esperando tener, la única persona que no le importaban las circunstancias y me motivaba a todo.
O bueno, eso era lo que él proyectaba.
Muy en el fondo, sabía que él no era fanático de mostrar sus malestares. Me resultaba extraño como alguien tan atento y sonriente, simplemente tenía miedo de abrirse a aquello que le afectaba.
Siempre minimiza sus problemas, como si no estuvieran ahí, o puede que no quiera que los demás se preocupen por él. Pero a mí sí me preocupaban todas las veces que en su rostro veía como le afectaban distintas cosas.
Aún así, sonreí al recordarlo, me gustaba pensar en él, cuando lo tenía en mi mente, me sentía feliz.
—Eliot— me llamó alguien, sacándome de ese pensamiento sobre el pelinegro —alguien te busca en la puerta.
Giré para ver la puerta, había algunas personas en la sala de pintura, todos haciendo un gran trabajo.
En cuanto ví al rubio, sentí un poco de desilución, habría sido más agradable que Tony fuera quién llegó.
—Gracias— dije a la persona que me avisó.
Dejé la paleta y pinceles a un lado, y pasé por los caballetes que los demás ocupaban.
—¿Qué pasa?— pregunté acercándome a Daren que me esperaba en la puerta.
—¿Por qué no te vi en la primera clase?— dijo el ojiazul.
—Eh...— dudé, no creí que él fuera a descubrirlo.
—Pasé enfrente de tu salón y no te vi en ningún lado, ¿Se puede saber dónde estabas?
—Yo estaba...— quise inventarme algo, en ese momento, recordé la razón por la que no entré, y no quería ocultarla —fui a desayunar con Tony durante esa clase, la pasamos agradable.
—¿Es en serio?— se quejó —¿Cuándo te va a quedar claro que él no es bueno para ti? Salta sus clases, miente con respetar las reglas y por si fuera poco, es violento.
—Él no es así— solté en defensa —tú deja de creer que lo conoces como yo, Anthony no es violento ni mentiroso, te recuerdo que fuiste tú quién dijo aquello sobre su familia.
—¿Y miento?
—¡Probablemente sí!— ataqué —no conozco a su familia, pero ellos no son malos.
Se acercó a mí con autoridad. —No quiero que faltes a clases de nuevo, o que rompas más reglas por ese chico, porque si es así, me encargaré de él.
Me crucé de brazos sin importancia, de cierta manera, el hecho de que intentara algo para alejarme de Anthony, me estaba enojando demasiado, pero empezaba a conocer cada vez más y más al chico, y sabía que él no permitiría eso, ni yo.
No tenía mucho qué decir, hasta que ví en un reloj que la hora de comer ya había llegado.
—¿Me dejas pasar?— le pregunté aún pasando por un lado de él, quité el delantal que usaba para no mancharme y lo tendí sobre su hombro —tengo qué buscar a Anthony.
—Eliot tienes que apartarte de él— me advirtió, pero yo ya estaba encaminado a buscar al ojiverde.
Caminé con rapidez por varios salones, queriendo encontrarlo para comer juntos, no podía regresar al dormitorio, él me lo prohibió a la hora de desayunar, dijo perfectamente que no tenía permitido ir sin él. No sé por qué.
—¡Eli!— gritó un chico detrás de mi, y me cargó completamente —¡¿Cómo resultó nuestro plan de despertar a Tony?!
—¡Bien!— dije sacando una risa —¿Por qué estás tan alegre?
Me bajó de nuevo, y Dimitry se colocó enfrente de mí, arreglando mi ropa por lo que acababa de hacer.
—Me gusta estar alegre, ¿A ti no? Pienso que es mejor ver la vida feliz a pasar un mal momento— respondió complaciente —pero justamente hoy estoy de mejor humor, ¡Un chico tuvo la amabilidad de regalarme algunos brownies en el estacionamiento!
—Oh, me alegra por ti— sonreí a él —y, emh, ¿Por qué en el estacionamiento?
Apunto de responder motivado, cayeron todas sus energías.
—¡Esa es...! Una gran pregunta— se cuestionó a si mismo —mmh...
—¿Sabes dónde está Tony?
Pensó de nuevo profundamente. —Creo que mencionó algo sobre qué estaría fuera de la universidad unas horas y volvería más tarde.
—Oh, ¿Y no sabes a dónde fue?— pregunté de nuevo.
Se concentró de nuevo, con un rostro más relajado pero pensativo.
Reí viendo su confusión, Dimitry era bastante gracioso con su personalidad, y tenía tendencia a alegrar muchas vidas.
¿Y quién alegra la vida de Dimitry?
—Aquí estás— escuchamos por un lado —te traje esto.
El chico de cabello azul, Tristán, o como le decíamos en la preparatoria, Tritón, le tendió al castaño un plato sellado de plástico, que dentro contenía una hamburguesa, y de la otra mano, le entregó una botella de agua.
—¿Puedo comerlo más tarde? Me llené con mucho postre— añadió Dim en un puchero —te habría invitado un brownie de estacionamiento, pero estabas en clase.
—¿Un qué de dónde?— preguntó el más alto impresionado.
—Brownie de estacionamiento— afirmé seguro —un regalo de alguien, me gustaría saber quién fue, ahora quiero uno.
—Mírame— ordenó Tristán al chico, tomó el rostro de Dimitry entre sus manos y lo miró fijamente a los ojos —¿Se puede saber quién te los dió?
Rió divertido. —No lo sé, no recuerdo su rostro, pero hey, si lo encuentro puedo pedirle más.
—Dimitry esas cosas no tenían harina nada más— finalizó Tristán.
—También azúcar— respondí.
—¡Flores y mucho colores!— gritó Dim alzando sus brazos.
—Voy a llevármelo— informó el de ojos morados, tomó a Dimitry de la cintura y lo puso sobre su hombro —puedes quedarte con la comida.
—Gracias— contesté dudoso en el momento en el que tanto la hamburguesa como la botella de agua cayeron en mis manos.
Ahora que sabía que Tony no estaba en la universidad, opté por ir a almorzar yo solo.
Terminé por ir al estanque, realmente era un lugar muy bonito y tranquilo, las únicas personas que estaban ahí, solo se mantenían en silencio, durmiendo, o escuchando música con sus auriculares.
Me senté justo en el mismo lugar en el que estuve con Anthony el otro día, este empezaba a ser mi lugar favorito, ya que estábamos relativamente cerca del estanque.
Entre mi soledad y tranquilidad, degusté lo que al parecer había sido un regalo, más tarde se lo pagaría a Tristán.
—Disculpa— dijeron a un lado, elevé mi vista cubriendo mis ojos de la luz del sol, pero aún así no veía bien a quién me llamó.
—Oh, espera— expliqué mientras me levantaba.
Sacudí mi ropa ordenadamente, y por fin miré a quien parecía ser un chico.
—¿Puedes ayudarme? No sé dónde está la sala de canto— comentó el con serenidad.
No era fuera de lo común este chico, solo alguien medianamente más alto que yo, tenía un cabello rubio en una coleta baja, pero un mechón salía en rebeldía, ojos negros, muchas pecas, y lo que parecía ser las pestañas más grandes del mundo.
—Mmh, creo que queda en el edificio de por allá— señalé uno de los grandes edificios de la universidad a nuestra derecha —ese es el edificio de música, allá encontrarás todos los salones relacionados con eso.
—¡Perfecto! Muchas gracias— dijo con la sonrisa más calmada que alguna vez ví, era una persona bastante tranquila —me disculpo por interrumpir, solo que apenas me transferí a este lugar.
—No es nada— dije feliz extendiendo mi mano —encantado de ayudarte, eh...
—Chadler— me correspondió el saludo, incluso su voz era suave.
—Eliot— finalicé —espero encuentres lo que buscas, y suerte.
Agité mi mano a él en despedida, y él se mantuvo en su lugar con la misma sonrisa serena, había un aura de tranquilidad muy grande en él, o al menos eso sentía.
Me había beneficiado que llegara a preguntarme eso, ya faltaba poco para regresar a la clase de pintura, y yo tenía un caballo listo para darle más color.
En verdad tenía pestañas grandes, ¿Habrá nacido con ellas?
...
Ya casi las dos de la tarde, y no ví rastro de Anthony en lo que quedó de clases, me estaba empezando a preocupar en dónde podría estar, porque me no dijo nada más que no fuera al dormitorio hasta que él me encontrara, y lo que Dimitry me dijo, no cambió mucho lo que sabía.
Aunque tampoco pude pensar mucho en eso, ya que me mantuve ocupado todo el día hasta el momento.
Y por fin ahora, podía ir al dormitorio, pero como no lo tenía permitido, empecé a andar por la universidad, en mi caminata, quise escuchar música con los auriculares que justamente el pelinegro me prestó y no he podido devolverlos.
Todo iba normal, hasta que al cruzar en un pasillo, la figura alta fuerte de Anthony, se puso en el otro extremo de este.
Como una flecha disparada, la felicidad llegó a mi en cuanto lo observé, y sonreí al segundo.
—¡Tony!— lo llamé alzando mis brazos.
Se giró a verme, y otra sonrisa se dibujó en su rostro.
Un nuevo sentimiento se introdujo en mi sistema cuando lo ví, cuando recordé esas veces que ha sonreído al momento de verme.
Era una especie de confort y felicidad saber que yo podría alegrarlo cuando estamos juntos.
—A ti te estaba buscando— señaló acercándose.
Lo miré confundido. —¿Qué has estado ocultando?
—Una sorpresa— concluyó mientras arreglaba su cabello, que estaba realmente alborotado.
...
Luego de todo un día sin que Tony me dejara entrar al dormitorio, por fin empezamos a caminar hacia él.
—¿Por qué la prisa?— cuestioné riendo, intentando seguirle el paso.
Vió que apenas estaba cerca de él, solo me miró y yomó mi muñeca, para así mantenerme caminando con él.
—Lo verás cuando lleguemos— señaló confiado.
Negué sonriendo, a veces se le ocurren muchas cosas de las que no estoy enterado, y eso ya es suficiente para tener miedo.
Después de pasar por toda la facultad hasta los dormitorios, pudimos llegar, sin esperar mucho abrió la puerta con la llave que él poseía, y al momento de hacerlo, se hizo a un lado, dejándome entrar primero.
Caminé a paso lento al interior, con los nervios demasiado altos.
Todo para encontrarme con los muebles de la habitación en una esquina, incluyendo las camas, baldes de pintura sobre el suelo, brochas, pinceles, y mucho periódico regado por debajo de todo eso.
—¿Qué hiciste, Anthony Walker?— pregunté impactado.
—Dijiste que no te gustaba que fuera tan aburrida, y pensé que te gustaría pintarla tu mismo, además, pintas muy bien— soltó con un poco de vergüenza.
Lo miré con asombro, este chico hacía cosas que yo no pensaba con tal de que yo no la pasara mal, por más mínimo que fuera.
Ese mismo sentimiento intenso de felicidad volvió, pero era demasiado específico a él.
Muchas veces, esos detalles me hacían sentir como si fuera su protegido, me sentía tan frágil y delicado viendo como él intentaba siempre cuidarme, por un lado, era algo vergonzoso, pero por otro, me gustaba.
Y además, verlo hacer cosas así por alguien, lo mostraban demasiado tierno.
—Pero, ¿No sé supone que es contra las reglas modificar las habitaciones?— pregunté dudoso.
Suspiró. —Nadie viene a ver las habitaciones nunca, y creo que sí así fuera, verían que tú tienes talento, así que dudo completamente que eso los haga enojar, siendo una escuela de arte, deberían estar orgullosos.
Volví a observar todo lo que hizo, realmente todo estaba listo para que simplemente llegara a pintar, a pesar de que pasé dos horas haciendo eso hoy.
Entonces, esto era lo que estuvo haciendo con tanto misterio. ¿De dónde habrá sacado el dinero para comprar tantos botes de pintura?
—Me gusta romper las reglas contigo— opiné acercándome a los pinceles y brochas —pero, ¿Te gusta manchar tu ropa?
—No pensaba mancharla— respondió confundido.
—Tony, ojalá no estés creyendo que yo seré él único que haga garabatos en el cuarto— expliqué —busca ropa que no te importe si se queda manchada, haremos esto juntos.
—¿Y qué me dices de ti?— se cruzó de brazos —el mueble con nuestra ropa está totalmente cubierto por la base de las camas.
Alcé los hombros. —No me importa manchar esto.
Fui a la esquina de mi escritorio, que con suerte no fue cubierto por tantas cosas, y de ahí solo tomé un lápiz pequeño, listo para empezar el boceto.
Y así me acerqué de nuevo a la pared, totalmente seguro de que Tony solo observaba.
—Si no quieres manchar eso, quítate la camisa solamente— le señalé tranquilo, trazando con el lápiz —mi mano se va a cansar si lo hago yo solo.
—Si insistes— dijo rendido —pero tengo qué advertirte que soy el peor dibujando.
Escuché sus pasos, como la camisa cayó en alguna parte, y después el sonido de varios lápices siendo escogidos, hasta que finalmente se decidió por uno.
Mientras iba trazando pocas líneas, fue que una gran idea llegó a mi mente.
—¡Ya sé qué haremos!— grité girando a mi derecha.
El cuerpo de Tony estaba semidesnudo claramente, y vaya qué, no esperaba verlo así alguna vez.
Aunque viviéramos juntos, usualmente él prefiere ir al baño a cambiarse de ropa, todo con el argumento que no quiere que me sienta incómodo, pero jamás supe por qué habría de sentirme así.
Me miró curioso. —¿Qué haremos?
—Tengo una idea en mi cabeza, con los botes de pintura, tienes que ayudarme a combinarlos para hacer otros colores— dije acercándome a él —yo me encargaré del trazo.
—Será un placer— añadió confiado.
...
—¡Listo!— alcé la voz despegando el lápiz de la pared —¿Tienes la pintura?
—Insultas mis habilidades— señaló algunos baldes de pintura que tuvo qué ir a tomar "prestados" de la sala de pintura, para poder combinar los colores en ellos.
Todo estaba listo para empezar a pintar, no habíamos tardado tanto como creí, pero él ya parecía tener un poco de pintura sobre sus manos.
Entre los dos, fue que empezamos a crear sobre el muro de nuestro dormitorio, en el boceto que había hecho, estaba plasmado todo lo que Anthony y yo somos en cuestión de personalidad.
Mejor dicho, es con algo que nos apasionaba.
El boceto trataba de una guitarra gigante, que iniciaba en la mitad del muro, la mitad que iba a la izquierda pertenecía a la cama de Tony, o su territorio más bien, de esa guitarra, iban saliendo notas musicales en su pentagrama, para que al estar yendo a mi lado, esas notas se estamparan en un caballete, dejando manchas de pintura sobre él.
—Serás el encargado oficial de pintar el pentagrama, solo es pintura negra después de todo— le señalé feliz.
—Me dijo inútil en todos sus idiomas— susurró entre dientes.
Fue por un pincel casi en queja y se llevó consigo el balde de pintura negra.
Reí al ver sus cejas juntas, literalmente Anthony Walker acaba de hacer una rabieta.
Qué lindo.
Por mi parte arrastré la pintura café, que suertudamente quedó del mismo color café que su guitarra, fue una gran decisión decirle que hiciera dos combinaciones de café claro y oscuro.
Así fue cómo pasamos la mejor tarde que he tenido en mucho tiempo, estuvimos muy ocupados pintando y añadiendo de nosotros a nuestra pared.
Estaba tan feliz de estar haciendo este tipo de cosas nuevas con Anthony, que cada vez se hacía más importante para mí.
Escuchamos música, pintamos, escuché una y otra vez las rabietas de Tony porque solo se encargó de un color, que después tuvo que limpiar una zona en la que se equivocó.
Fue en otro momento, que lo ví muy concentrado en lo que hacía.
Me perdí en él simplemente. Casi tres minutos observando su rostro fijado en la pintura, sus manos haciendo el trabajo, o su simple torso desnudo.
Tony tiene un rostro muy marcado, en especial su quijada, pero todo estaba perfectamente combinado en su lugar, incluso su cabellera que caía a los lados en forma de libro abierto como él lo llama.
—¿Sueles mirar a la gente así?— preguntó en burla, sin siquiera voltear.
Negué seguro —Mmh, no, solo creo que eres muy lindo en verdad, no me sorprende que tengas tantas personas queriendo acercarse a ti.
Su reacción fue carraspear al instante y una expresión se nervios llenó su rostro.
—Oh, ¿Te incomodé?— pregunté arrepentido —lo siento.
—No, nada de eso— contestó —pero gracias.
Lo dejé pasar y seguí en lo mío, y entonces volvió a hablar.
—Tú también eres lindo, Eliot— contestó sonriendome.
—¡Gracias!— sonreí abiertamente.
Entre pintar y seguir hablando, pasaron las horas, y cuando yo ya finalicé ambas partes de pintar, observé que, cuando ya estaba lista la guitarra y el caballete, él apenas estaba acercándose a terminar el pentagrama.
Supongo que Tony no estaba nada acostumbrado a las artes plásticas.
Y entonces, se me ocurrió una pequeña maldad, después de todo, ambos ya estamos con pintura sobre nosotros.
Con el pincel que portaba pintura café más claro, lo agité hasta él, y parte de esa pintura cayó en su brazo.
—¿Cómo osas hacer eso?— preguntó indignado.
Reí por su expresión, hasta que él fue quién rápidamente echó pintura negra en mi camisa.
—¡Atrevido!— dije aún más indignado.
Y ahí todo se corrompió, empezamos una pelea de pintura, Anthony contra Eliot, Walker versus Callaghan, música contra pintura.
Las risas de ambos estaban por todo el dormitorio, usamos de todo para defendernos y atacar al otro.
—¡Tony, no, no!— grité en pánico cuando puso mi mano dentro del balde de pintura café.
Rió alejándose de mi, casi apunto de esconderse en el baño.
Pero lo seguí hasta allá, y terminé tocando todo su torso y parte de su cara en pintura de varios colores, en especial café.
Me detuvo, quiso taparse e incluso me abrazó, evitando que mis brazos se movieran, pero ya estaba más pintado que yo.
Finalizamos en unas risas más, llenos de diversión, decidí solo manchar la palma de mi mano derecha de pintura café.
—Ven acá— lo llamé —trae el color verde.
Me hizo caso enseguida, lo acompañé manchando la palma de su mano izquierda de color verde.
Me acerqué a un lugar donde estaba la marca de la cama, y justo a un lado, presioné mi mano, dejando marcada esta.
Señalé con la cabeza mi lado del dormitorio, y entendió enseguida con una gran sonrisa, hizo lo mismo que yo, y una mano más grande que la mía quedó sellada.
Tuve que levantarme satisfecho, hoy había sido un día bastante ocupado, pero todo estaba valiendo la pena, absolutamente todo.
—Si pones la cama cerca, siempre que te sientas triste toca mi mano— señalé viendo la marca —solo para que recuerdes que, aún si todo tu mundo se cae, estaré apoyándote.
No hubo respuesta, solo miré para encontrar aún chico sonriendo demasiado, negando y ocultando su expresión.
—¿Dije algo malo?
—¿Te parece si buscamos dónde dormiremos hoy?— propuso balbuceando —no creo que quieras dormir con olor a pintura en toda la habitación.
Asentí viendo su sonrojo, últimamente se pone rojo muy fácil.
—Hay que cambiarnos primero, y ducharnos además de todo— señalé.
—Adelántate, yo sacaré ropa limpia— señaló ya sin siquiera mirarme.
Fui directo a la ducha, sonriendo sin detenerme.
Me gusta cuando Anthony hace cosas por mi para pasarla bien.
Me gusta cuando puedo estar con Anthony divirtiéndonos, a veces con cosas tan simples.
Me gusta ver a Anthony sonriendo y riendo.
Me gusta ver a Anthony tocar música, hacer trabajos de la universidad.
Me gustan las expresiones de Anthony cuando está quejándose.
Me gusta incluso cuando soy yo quien puede estar con él en sus momentos difíciles.
Me gusta Anthony.
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Yo quise pintar mi cuarto y quedó dlv.
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