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05.- "Aula de Música"

Eliot Callaghan

—No me agrada ese chico, ¿De dónde lo conoces?— preguntó con autoridad aquel rubio, esperando a que guardara todo en un casillero.

—¿No crees que estás exagerando?— respondí —no se ha mostrado como alguien malo, al contrario, es muy amable.

Negó. —Sigue sin agradarme, y sabes lo que pasa cuando alguien no me agrada para ti.

—Sí, Daren...— suspiré cansado —terminan siendo ladrones, malas personas o buenos para nada, lo recuerdo. Pero, Tony no se ve así.

Cerré el casillero y caminé junto con él, no podía quejarme tanto por su insistencia en qué Tony fuera malo, muchas veces terminaba teniendo razón con otras personas, y al final era Daren quien terminaba protegiéndome.

Aunque, yo siempre he creído en que todos podrían ser buenas personas, solo había que motivarlos a eso. Para algunas personas era un pensamiento muy inocente, pero para mí, era una señal en qué quería hacer felices a todos.

—Ah, ¿No?— exclamó —entonces cómo es que lo ves.

Miré hacia abajo sin darme cuenta y sonreí, recordando lo que había visto del chico.

—Yo lo encuentro tierno... Y, lindo— confesé con una voz más relajada —tiene bonita sonrisa.

—¡Solo mira su físico!— lanzó exagerado —un golpe de esos y te regresa por dónde llegaste.

—Pero él no es violento— expliqué —ni siquiera es malhumorado, es todo lo contrario a eso, ¿Por qué no crees en las buenas personas?

—Eres muy incrédulo aún, Eliot, ni siquiera lo conoces bien— comentó —por eso te cuido, para que los demás no te hagan creer que son totalmente buenas personas.

—Ajá, y tú casualmente lo conoces de toda la vida— incluí.

Y sí, era cierto que Daren Geyer era la persona que más me cuidaba, lo había hecho desde siempre, pero su protección ha llegado al punto de no querer que yo esté con cualquiera.

Muchas veces nos tratamos con más cariño del que las personas podrían llamarlo amistoso, pero la realidad era que, no nos gustabamos, solo era Daren cuidándome a cada segundo, estoy seguro que ya debió haber puesto el ojo en alguien aquí.

Siempre ha dicho que es una batalla hacerme entender entre el bien y el mal de este mundo, que hay personas que son buenas y hay quiénes no.

Yo no lo creía así. Yo creía que todos teníamos algo bueno, pero muchas personas no pudieron demostrarlo o sentirlo al pasar por tantas cosas.

Podrán llamarme incrédulo e infantil, pero así era lo que yo percibía, más cuando pintaba, que era cuando sobre el lienzo mostraba la mayor parte de mis emociones y mi verdadero ser.

Si todas las personas pintaran, más de una sentiría paz y relajación, y encontrarían mucha bondad en ellos.

—Cuidado por dónde pisas— dijo el rubio antes de jalarme a un lado, tomándome de la mochila y evitando que chocara con otra persona.

—Sabes, si fuera tú empezaría a dejar que descubra el mundo por mí mismo— dije seguro —ni siquiera dejas que me moje los pies cuando llueve.

—Tus padres me tienen confianza para cuidarte del peligro del mundo— respondió.

—¡Eso fue hace años!— reclamé —sé cuidarme solo, y no creo que haya un mal en este mundo.

—Pues lo hay, Eliot, y prefiero mantenerte alejado de ese mal— concluyó.

Seguí caminando, él tomó otro camino y yo me quedé pensando en cómo haría para controlar a Daren en los próximos años de universidad.

Mentiría diciendo que no le agradecía por todo el tiempo que había invertido en mantenerme a salvo de personas malas. Solo que cada vez me convencía más que yo necesitaba conocer varias personas y comprobar que lo que dice es verdad.

El hecho de nunca haber tenido mucha libertad de hacer lo que yo quiero con quién quiero, es algo que me ha atormentado de cierta manera en querer sacar mi lado rebelde.

Nunca me he atrevido a romper las reglas, quizá porque sabía las consecuencias que traería después, pero, muy dentro de mi, quería soltar esa rebeldía que crecía en mi interior.

Y también deseaba que alguien fuera mi cómplice en ello.

—No puedes decir que el representante será el chico de artes dramáticas— comentaron algunas personas por el pasillo en la que iba caminando —¿Has visto al chico de ojos verdes de música? Es simplemente bello.

—Es muy agradable también, podría intentar acercarme a él— mencionó otra en su grupo de amigas.

Alguien será muy popular por aquí.

Considerando que Tony parece ser el próximo ícono universitario, hay gran probabilidad de que empiecen a hacerme preguntas sobre él si es que se enteran que somos compañeros de habitación.

Admitía que la primera impresión que tuve de él, era que yo no iba a agradarle por haber chocado, pero la sorpresa que me lleve al verlo ser tan amable, fue mejor.

También que se veía muy tierno cuando se ponía nervioso, o cuando olvidaba que yo le estaba hablando por estar en su mundo.

Sonreí espontáneamente recordando ese hoyuelo que se marcaba en su rostro al sonreír. Tony era bastante lindo realmente, y apenas lo conocía.

Cómo por conexión o arte de magia, justo al estar pasando por una sala de música, escuché una guitarra siendo entonada.

Por simple curiosidad miré entre la puerta, porque algo me decía que quizá Tony estaba aquí, y así fue, el pelinegro se encontraba sentado en una mesa con su guitarra en sus piernas, quizá afinandola. El resto del aula estaba vacío, solo había muchos instrumentos.

Los dos primeros días de universidad anteriores, él se mostró bastante amable, pero ahora se veía más serio y concentrado.

Inconscientemente, lo estaba viendo juntar sus cejas y hacer gestos de concentración.
¿Es posible que alguien se vea tan apuesto concentrado?

—¿Vas a verme tocar guitarra o vas a entrar de una vez?— contestó seriamente y su cabeza se elevó a mí.

Antes de poder contestar o irme, sentí que alguien tuvo el descaro de empujarme dentro del aula, perdí el control y caí justo de rodilla.

Me quejé en cuanto sentí alguna piedra pequeña clavarse en mi rodilla, era muy pequeña, pero el impacto fue lo que me dolió.

Lo miré nervioso, sacando la risa más inocente que pude.

—Hola, Tony— solté, e interiormente deseando no ser ejecutado aquí.

—¿Estás bien?— se acercó apresurado a levantarme.

—Solo fue una caída— respondí al estar de pie.

Juntó mis cosas sin problema y me las tendió, con su cuerpo bastante cerca del mío.
Entre más pegado a mi estaba, más notaba lo alto que era.

Solo que, hoy no tenía el mismo rostro iluminado y amable que hace dos días.

—No deberías estar aquí, es hora de clase— comentó y regresó a su lugar.

—Iba a mi clase pero... Te vi al pasar— no bajé la guardia de amistad, yo sabía que él no me había hecho nada malo aún como para responderle de mala manera —creí que buscabas compañía.

—Por ahora no— soltó sin verme —puedes quedarte si quieres, aunque dudo que te fascine la idea de faltar a clase.

Asentí sin estar cómodo, miré la primer silla cerca de mí y tomé lugar en ella. Tenía razón en que no quería faltar, aunque me preocupaba más verlo así.

No tenía fundamentos para decir que estaba mal, ya que no conocía mucho de Anthony, no podía distinguir si este era un estado natural suyo, o si simplemente algo le pasa.

—¿Todo bien?— pregunté sin bajar mis ánimos —podríamos ir a la cafetería a otra carrera por quién toma más rápido, fue divertido ganarte la primera vez.

—Estoy ocupado ahora— finalizó.

Hice una mueca con preocupación, no había necesidad de conocerlo bien para saber que algo le sucedía.

Se giró a mí, y ese rostro de seriedad cambió a uno totalmente arrepentido. Sonreí difícilmente, ya ví que no debía provocarlo.

Ahora más que nunca, tenía miedo de que Daren tuviera razón otra vez, yo en verdad quería tener una buena relación amistosa con Anthony, una en la que Daren no estuviera todos los días detrás de mi.

—Lo siento— indicó —no quise sonar grosero.

Sonreí comprendiendo. —No te preocupes, si hay algo en lo que pueda ayudar, dímelo, o si necesitas desahogo.

Asintió y una pequeña sonrisa ladina salió de él.

—Discutí con mi padre por teléfono, es todo— comentó —no es primera vez, pero supongo que está en nosotros reaccionar así a un problema... O al menos es lo que siempre me dicen.

—Mmh... Quizá es por eso que discuten— propuse —por ahí me han dicho que las personas con las que más discutimos es porque se parecen a nosotros mismos, y es por eso que tenemos ciertos choques.

—No— me corrigió de una vez —yo no soy como él, solo piensa en el dinero y en cómo generar más.

Estaba totalmente negado a hablar, dejé que él me contara todo como realmente lo sentía.
Si eso iba a ayudarlo, yo estaba de acuerdo.

—Es difícil explicar el sentimiento— comentó sin dejar de tocar las cuerdas del instrumento —yo no quiero que esté sobre mi a cada segundo, pero, hubiera sido agradable que alguna vez haya demostrado interés en mi hermano o en mi, ¿Tanto cuesta?

Me acerqué y me senté detrás de él sobre la mesa, dejando mis pertenencias por un lado.

—¿Y qué más?— pregunté curioso.

—No es mal padre, nada de eso, pero el dinero no lo es todo y el mejor que nadie lo sabía— siguió, y yo recargue mi espalda con la de él, era grande y resistente al peso de alguien más —se quejó tanto de su padre y está haciendo lo mismo.

Se quedó en total silencio, y solo pude hacer unas cuantas preguntas más para poder conocerlo, casualmente quería saber por qué Tony tenía este tipo de rencor a su padre.

Sabía bien que esto era señal de una mala relación que Anthony empezó desde pequeño, y que quizá su padre no lograba percibirlo.

A mí parecer, ninguno de los dos tenía la culpa.

—¿Y tu hermano qué dice al respecto?— cuestioné viendo por arriba de mi los cabellos color azabache.

—Nunca le he preguntado, no suele hablar de cómo se siente y yo no planeo preguntárselo— agregó.

Reí por lo bajo. —Bueno, si lo pones de esa manera, puede que tu padre y tú se parezcan más de lo que crees.

Me bajé de la mesa listo para decirle algo más, porque entendía la parte en la que apenas nos conocíamos, y él no estaría muy ameno a contarme toda su vida.

—Tú no le cuentas a tu padre cómo te sientes, y al parecer él tampoco planea preguntarte— tomé mis cosas por un lado —por algo son de la misma sangre, deberías intentar al menos comentarlo a tu madre.

Negó. —Mis padres son hombres, y ya hablé con el otro, pero no es suficiente, no quiero que me lo digan nada más, quiero entender por qué es como es.

Pensé instantáneamente, que sus padres fueran dos hombres me causaban cierto asombro, no porque lo sean, más bien, por la opinión de la homosexualidad que mis padres alguna vez quisieron ponerme a mi, fallaron mucho.

Intentaron dejarme en contra de la diversidad de gustos, y terminé encantado por las personas de mi mismo sexo.

—Entonces pregúntaselo tu mismo— lo apoyé —¿No sería sorprendente si él te da una respuesta diferente a la que te imaginas?

—Sí, puede darme una respuesta peor de la que creo— dijo por última vez —él no habla de estas cosas sentimentales, no le interesan, y si es así, a mí tampoco.

Agachó su cabeza volviendo a concentrarse en aquella guitarra, un par de cabellos cayeron por su frente, mismos que acomodé discreto.

Era bueno saber algo más de él, pero aún así, también me ponía un poco triste enterarme en qué él tiene cierto trauma con el afecto paternal.

Por lo que escuchaba, pude saber que solo era con uno de ellos, así que a partir de ahora, tendría que investigar mucho para saber qué hacer para ayudarlo.

—Nos veremos en el dormitorio— le indiqué —si quieres ir a perder una vez más en el juego de quién toma más rápido, ya sabes dónde estaré luego de clases.

Rió burlón. —¿Irá tu novio? No tengo deseos de acercarme a alguien más a socializar.

Yo no estoy loco, puedo diferenciar tonos y modos de voz, y ese fue Tony, diciéndome algo con mucha más molestia que hace segundos.

—Hablas de Daren— comenté risueño —él no es mi novio, es casi como un hermano.

Me miró frunciendo las cejas y colocó sus brazos sobre la guitarra, pensando profundamente.

—¿Solo tú no te has dado cuenta que está horriblemente enamorado de ti?— preguntó.

—Eso no es posible, nos conocemos de hace años y jamás hemos insinuado nada de eso.

Rió abiertamente burlándose de mí, mientras que yo lo veía ahí sentado.

—Me gusta tu inocencia, Eliot— puso su sonrisa deslumbrante —pero cuando él llegue a declararse a ti, no digas que no te lo dije.

Volví a mirar la hora en el reloj de pared, ya iba quince minutos tarde a la clase.
Me puse nervioso enseguida, yo nunca llego tarde a clases, porque simplemente no me lo permiten ni mis padres, ni Daren.

Tony por igual vió que ya era un poco tarde, pero no sé vió preocupado.

—¿Quieres ir al estanque de patos?— se ofreció sencillamente, dejando de lado su mal humor.

—Eh, creo que debo ir a clases, no quiero tener problemas después.

—Entonces vamos al estanque— concluyó.

Tomó mi muñeca libre sin esperar nada y así nos hizo salir del aula de música.

No sé cómo pudo hacer que su guitarra pasara de su mano a estar colgada en su espalda, pero ahí íbamos, corriendo por los pasillos a un estanque de patos.

Había mucha adrenalina en mi, sería la primera vez que rompía las reglas de una escuela.

Encontré a mi cómplice.

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Eh we, yo si qm al mal padre.

Es el amor de mi almaaaaaa 🎶

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