02.- "Compañero de Cuarto"
Anthony Walker
Las clases universitarias no son tan aburridas como parece, y supongo que había que darle mucho crédito a la carrera, siendo algo que te guste, dudo que te aburra.
Y las primeras clases ya habían pasado, casi todas en silencio, nadie se conocía y debíamos de cambiar de salón y personas continuamente. No me molestaba, en cada clase tuve al menos dos amigos, jamás había sido un problema para mí hablar con los demás.
Así como el chico del pasillo, muchos creían que iba a empezar a tratarlos mal, o que en cualquier momento empezaría a golpear y gritar. Luego llegaban las sorpresas, cuando descubrían que al contrario de ser poco empático, me gustaba hablar.
Solo que ahora, tendría que ir por las llaves de mi dormitorio, de cierta manera, conseguir un dormitorio compartido me emocionaba.
Pude haber conseguido uno individual, pero al ser yo quien lo pagó, solo tuve para el compartido de dos personas.
Todo por Frank, la lección de vida que él nos ha dado desde pequeños siempre fue que nos esforzaramos por conseguir lo que queríamos en cuestión de dinero, su idea era que debíamos apreciar y aprender sobre el dinero y lo que costaba ganarlo para que al tener nuestro primer trabajo formal, no fuera tan pesado organizarnos.
Y lo agradecía, tanto Sam como yo empezamos con trabajos pequeños desde los catorce años, como limpiar toda la casa, ayudar a los vecinos, trabajos acorde a nosotros que nos ayudaron ahora.
—¿En qué piensas?— escuché a un lado de mi.
Era Tristán, un chico de la última clase, y él es sorprendentemente simpático, rápido nos hicimos amigos. Inclusive, habíamos apostado, yo apostaba que mi compañero de habitación sería hombre, y él creyó firmemente que el suyo sería mujer. Tristán si es más alto que yo y era notorio, raramente había encontrado a alguien más alto que yo.
Negué. —En todo quizá, no es importante, siempre me mantengo pensando.
—Y muchas se mantendrán pensando en ti— comentó volteando detrás de nosotros.
Íbamos saliendo de esta clase, y dentro del salón había algunas chicas murmurando entre risas, mirando hacia acá.
Mi primera reacción fue saludar con la cabeza y sonreírles, por educación, su respuesta fue simplemente reír nerviosas, eran lindas.
—¿Cómo harás para lidiar con tu club de fans?— preguntó peinando su cabello azul oscuro.
Reí. —No son fans, son lindas pero, no planeo salir con alguna relación de la universidad.
—Al menos tú tienes posibilidades— habló.
Caminamos directo a una oficina donde dijeron podríamos pasar a recoger nuestras cosas.
Casi enseguida nos entregaron nuestras llaves, no nos pudieron decir aún con quiénes compartiriamos habitación, no tenían las listas. Vaya organización.
—Creo que iré a dejar mi guitarra al dormitorio, ¿Tienes algo que hacer tú?— pregunté al chico de ojos morados, sí, no sé cómo, pero sus ojos son de un morado brillante y claro.
—Iré por algo de comer y luego al mío— pronunció, asentí rápidamente y desapareció por otro pasillo.
Caminé pasando pasillos y zonas lejanas al edificio de clases, hasta llegar al edificio donde estaban los dormitorios.
Al entrar, mi vista se fue a los detalles, a la decoración, al tipo de construcción, tener un padre arquitecto te influenza mucho a lo largo de tu vida, ahora, inconscientemente o no, siempre analizaba los detalles de acabados y construcción a dónde fuera.
Y se sentía una vibra de hotel u hospital, porque todo estaba en tonos claros y brillantes, se veía muy limpio, y por si fuera poco, había una pared exclusiva para cuadros y pinturas con nombres de estudiantes abajo, también se veía bien, le daban un toque acogedor.
El guardia del edificio enseguida me visualizó y tuve que acercarme.
—Buen día, ¿Sabe en dónde queda el dormitorio treinta y dos?— pregunté firme.
Asintió y habló con amabilidad, se veía de unos buenos cuarenta años, pero una especie de aura tranquila y de confianza desprendía de él.
—Tomas las escaleras de la derecha, subes hasta el sexto piso, es la segunda habitación.
Dejé caer mi mandíbula en sorpresa, ¡¿Sexto?!
—Seguro, gracias— respondí amable, él solo se despidió de la misma manera.
Empecé a caminar a las escaleras que me había señalado. En ese instante fue que me preguntaba porqué tan alto, si no mal, llegué a una conclusión, los dormitorios para dos personas, tenían cuando mucho cincuenta habitaciones, y el edificio quizá era de diez pisos y en cada uno solo había cinco.
Si lo pensaba bien, era una buena construcción y manera de organizarse. Considerando que esta escuela es de las últimas que se han construido, no me sorprendería que Frank haya estado en medio de todo esto.
Mi única pregunta fue la siguiente; ¡¿Qué tan difícil era poner un elevador?!
Con cansancio, y apunto de perecer, llegué al piso número seis.
—Agua— pedí en susurro hacia mi mismo, sofocado.
Giré a mi derecha, viendo así, a una chica salir de un elevador.
Me quedé pensando por un momento, la gente no es lo que uno cree, y ese guardia sabe lo que hizo.
Negué y fui directo a la habitación, siendo la número treinta y dos, estuvo caía enseguida de las escaleras.
Lo primero que hice fue tocar, por si acaso ya estaba alguien dentro, no hubo respuesta, nadie abrió, y esa fue la señal directa para usar la llave.
Entré mirando con cautela, no era una habitación muy diferente o extravagante, las paredes iban pintadas de gris claro, dos camas individuales separadas por un mueble en medio, dos escritorios y un sofá pequeño.
Había una sola ventana, y un pequeño cuarto que correspondía al baño.
Dejé la mochila sobre la cama, tomé una respiración larga y terminé por sentarme en ella con la guitarra en mis piernas. Me senté al borde, dejando colgar un pie.
Era claro que aún todo se veía muy vacío, solo había muebles y nada más, mis cosas ya las traería eventualmente.
Sin más, decidí meterme a la ducha, había toallas dentro del baño, y recordé que había dejado un cambio de ropa en el auto. Tomé las llaves de este y la llave del cuarto para así salir.
No tenía demasiado tiempo para hacer lo que quisiera sin presentarme a clases, pero, siendo sincero, solo faltaba una, y ya era costumbre mía faltar a la última clase el primer día de escuela. Claro que, eso no lo sabían Frank ni Ayden.
Salí del cuarto y caminé hasta el estacionamiento, pensando en el camino, ni siquiera me causaba curiosidad saber quién era mi compañero, no me emocionaba o intrigaba, como cualquier persona, estaba esperando el momento de conocerla, pero no de una manera emocionante.
Aquí es donde me doy cuenta de lo diferente que era de mi hermano.
Y es que, Sam, podría ser la persona más curiosa que conozco, todo lo quiere saber, todo lo cuestiona, ese enano si no sabe algo lucha hasta encontrar la respuesta, y si hay algo que no conoce, su día a día es buscar cosas nuevas.
Mientras que yo, me conformo con mi día a día, con lo que conozco estoy bien, y no me entraba tanta curiosidad y ganas de saber lo que aún no conozco, no era por creer que lo sabía todo, era simple aburrimiento a lo nuevo, cosa que me parecía rara, porque lo cotidiano también me aburría.
Pero muy dentro de mi, quería pensar que en la universidad eso cambiaría, la mayoría de mis conocidos adultos me han relatado que sus vidas cambiaron en la universidad.
Daniel y Bruno, se conocieron en la universidad, ellos siempre han sido igual de desastrosos y con una personalidad que era solo de ellos, y entre los dos se entendían, pero fue en la universidad que por fin centraron sus ideas y se dieron cuenta que ya no eran unos niños, aunque actuaran como unos.
Mi padre, Frank, me ha contado desde que tengo memoria, que el último año de universidad fue el mejor de su vida, porque hizo tanto como quiso hacer en su carrera, y conoció a Ayden.
Bien dice que haber conocido a su esposo le devolvió la alegría, las ganas de ser mejor, y que aprendió la frase perdonar y pedir perdón.
Y claro, que los amigos de ellos habían pasado por cosas similares, algunos conocieron personas nuevas, otras llegaron a una etapa de madurez.
Yo tenía la esperanza de que en esta nueva etapa de mi vida encontrara lo que tanto buscaba; emocionarme por algo, esperar a tener algo con tanta fuerza, a preguntarme sobre qué pasará después con emoción, o al menos a preocuparme por algo, o alguien.
Mientras más pensaba, ya había llegado a pocos metros del estacionamiento, y de nuevo, como la persona inoportuna que es, llegó Dimitry por un lado, eufórico.
—¡Tony!— gritó pasando su brazo por detrás de mi cuello —¡Adivina!
—Eh, ¿Ya reprobaste alguna materia?— pregunté.
—Estoy apunto, pero no es eso— contestó simpático —adivina quién comparte habitación con un chico de primer año.
—Mmh, no sé, ¿Dimitry?
—¡Yo!— lanzó seguro —mi último compañero se cambió de habitación, dijo que lo fastidié mucho, así que pusieron a alguien de primer año conmigo, quizá pase lo mismo.
Intentó decirlo con el mismo tono simpático que lo caracteriza, pero notaba su decaimiento.
Dimitry era muy enérgico, jamás se quedaba quieto y siempre tenía algo que decir, siempre mostraba una sonrisa y te reconfortaba con sus "todo estará bien", pero yo sabía que eso a él le afectaba, muchas personas se alejaban de él por ser así de enérgico, y no entendía porqué, Dimitry es una excelente persona alegre, y no tener tantos amigos por esa situación, a veces lo ponía triste sin que él quisiera mostrarlo.
—Ajá, ¿Y cómo es tu nuevo compañero?— pregunté mientras caminábamos.
—Es un jodido edificio— lanzó y habló con emoción —en serio, es más alto que nosotros dos, pero es bastante simpático y paciente, ¿Alguna vez has oído hablar de alguien con ojos morados? Pues, ¡Mi compañero de cuarto los tiene! Y creo que le caí un poco mal, quizá se enojo por haberle derramado su bebida en sus notas de piano, pero, él no mencionó nada con enojo, no sé.
—Espera— hablé, ya habíamos llegado a mi auto —¿Tu compañero es Tristán?
Abrió la boca en sorpresa. —¡Mi primo es vidente!.
Golpeé su cabeza con la palma de mi mano.
—Idiota— emití —no soy vidente, Tristán es un amigo de mi clase, es simpático, no sabía que tocaba piano.
—Yo tampoco, tuve que descubrirlo en la charla— habló —sigo creyendo que le caí mal, no fue mi intención arruinarle sus notas, pero estaba muy emocionado por conocerlo— finalizó con un puchero, bajando la cabeza.
—Debes ver el lado positivo en esto— solté sacando mi ropa de una mochila aparte —ya me hiciste ganar una apuesta.
—Eh...— analizó —¡De nada!
Reí negando y volví a los dormitorios, él por otro lado, ni siquiera recordó que estaba conmigo cuando se fue corriendo a su siguiente clase quizá.
Mantuve mi rumbo hasta volver a mi habitación, odiaba que quedara no tan cerca del estacionamiento.
Luego de algunos minutos por el campus, y de saludar a personas que conocí en las clases, llegué al edificio de los dormitorios, el guardia solo saludó sonriente, como si no me hubiera engañado.
Llegué a la habitación, creyendo que mi compañero o compañera aún no llegaba.
Abrí la puerta con las llaves, todo para encontrarme con una figura masculina, pequeña y de espaldas.
Él estaba acomodando ropa en uno de los armarios, tranquilamente.
Supe quién era, lo reconocí por la ropa, el cabello, por los pinceles y pinturas que había regados en un escritorio.
Era ese mismo chico de hace horas que chocó conmigo.
Eliot.
—Hola— emití.
Se giró alegre, pero cuando me vió, subió al escritorio, literalmente subió a ese pobre mueble.
—¡Sabía que era un engaño!— gritó señalandome —fingiste ser buena persona para que nadie sospechara que querías cortarme en pedazos aquí, ¡Malvado!
Me señalé confundido, miré hacia atrás, corroborando que si me decía a mi, luego me giré de nuevo a su dirección, riendo.
No entendía cómo era que este chico me hacía reír, quizá era porque al ser más pequeño que yo, daba bastante risa.
—¿Te encuentras bien?— pregunté ladeando mi cabeza —te prometí no hacerte daño, compañero de cuarto.
—Oh, ¡¿Somos compañeros?!— preguntó, asentí sencillamente —¿Prometes no golpearme o matarme mientras duermo?
—Lo prometo— levanté la palma de mi mano derecha —palabra de un Walker.
—Uh, las promesas que vienen de apellidos son las más creíbles— bajó con cuidado —estarás en modo de prueba una semana.
Sonreí. —Estoy listo, creo que no nos presentamos muy bien la primera vez.
Extendió su mano hacia mi. —Eliot Callaghan.
Su estatura y sonrisa me estaban hipnotizando, de una forma extraña, jamás había sentido esto, ni con chicos ni con chicas, puede que sea por la inocencia y ternura que proyecta, no me sorprendería no ser el único que queda así. Espero.
La tomé en forma de saludo, feliz.
—Anthony Walker.
—Llegas justo a tiempo— siguió hablando con entusiasmo, encaminandose a una caja —¿Qué cama prefieres? Ya sabes, no quise llegar y marcar mi territorio sin siquiera saber quién era mi compañero, algo me decía que la guitarra de la cama ya la había visto.
Tardé en responder, porque estaba mirándolo con detenimiento.
Mierda, qué me está pasando.
—Eh, creo que la de la izquierda está bien— señalé dicha cama.
—Ya veo, prefieres que la luz del sol no te pegue en las mañanas— comentó sacando algunas hojas con algo pintado en ellas —no te culpo, yo puedo tomar la otra, no hay ningún problema.
En verdad me estaba comiendo la mente sin saber qué me ocurría pero, estaba ¿Feliz?, De saber que era Eliot mi compañero, quizá porque me pareció alguien alegre y tierno.
—Voy a... Ducharme— le informé señalando el baño, mirándolo.
Pero él ni siquiera me miraba a mi, estaba ocupado pegando pinturas en su territorio de la cama.
—Oh, claro, no te interrumpo, de cualquier manera, quizá salga más tarde por mis cosas, veo que tú tampoco has traído mucho hasta el momento.
—Solo lo necesario para hoy— respondí —solo tengo una duda, ¿No deberías estar en clases?
—Creo que el término correcto sería; deberíamos— se giró a verme —tenía muchas cosas de aquí para allá, y decidí ya dejar de sufrir y traerlas, ¿Qué haces aquí tú?
—Me gusta faltar a la última clase cada primer día— dije confiado.
—¿Tradición? Excelente, no me meteré en eso, ya después me tendrás confianza para contarme más, ¡Tengo muchas preguntas qué hacerte!
Nada podía borrar su sonrisa, y casualmente, no me molestaba ni un poco. De hecho, igual me daba algo de gracia ver cómo su humor cambió de un momento a otro.
Asentí y caminé al baño, cerrando la puerta detrás de mi.
He estado acostumbrado a convivir con gente así, Ayden siempre tiene ganas de hablar y de hacer algo, Frank todo el día tiene algo qué hacer o pensar, además de que es poco el tiempo que lo vemos, y Sam como ya bien sabía, es demasiado curioso y enérgico, a eso, sumarle que mis tíos y mi primo eran igual o hasta más desastrosos que nosotros, toda mi vida he estado rodeado de gente así.
Pero no me molestaba, solo me hacía preguntarme porqué yo era más tranquilo, quizá porque Frank no era muy extrovertido pero, tampoco era de quedarse muy quieto.
Y Eliot tenía otra manera de ser extrovertido a primera vista, era más tierno y alegre que aventurero y extremista, además de que parecía hablar bastante y entender la situación.
Abrí la regadera, dejando que cayera el agua fría tal cual a mi, tenía que despertar.
El agua cayó como balde, tardé tiempo en acostumbrarme a la temperatura, pero era para poder despertar por fin.
Tengo que ser práctico a la hora de ducharme, normalmente en mi familia todo lo hacíamos muy práctico y con rapidez incluído bañarnos, no podíamos perder tanto tiempo, y eso porque Frank era quién nos lo integró, si fuera por Ayden, nos llevaríamos todo con calma.
Después de los pocos minutos que tardé aquí, supuse que Eliot ya estaría de regreso a sus clases, ya no escuchaba nada afuera.
Salí secandome el cabello con una toalla más pequeña, y como lo sospeché, Eliot ya se había ido, dejó todas sus cosas ordenadas, me acerqué a mi mochila para sacar la ropa que cambiaría, pero además de eso, había una nota a un lado.
La tomé con curiosidad, seguro fue él.
"¡Hola! Compañero de cuarto, o Anthony... O Tony, no sé cómo llamarte ahora, pero ese no es el punto.
Acabo de irme a clases, pero no sé si ya habías almorzado, yo tenía un sándwich de respuesto y pensé, ¿Qué mejor que un sándwich para formalizar la amistad? Al final, pasaremos mucho tiempo juntos, así que lo dejé dentro de tu mochila, ¡Disfrútalo!
Tu compañero, Eliot :) ".
Una sonrisa burlona salió inconscientemente, este niño era muy tierno e inocente quizá.
Era curioso que pensara así de alguna persona, puede que sea porque no acostumbro a conocer tantas personas con tanta euforia en la primera impresión, además de Dimitri, a pesar de no recordar como fue que dos niños se conocieron hace años, sé que debió ser de una manera llena de juegos y gritos de bebés.
Dejé la nota por un lado y me coloqué la ropa, en efecto, ahí estaba un sándwich de dudosa procedencia, porque no tenía idea de qué podría ser, pero, tampoco tenía mucha curiosidad o miedo de saberlo.
Lo saqué de una envoltura de plástico que él mismo puso, y comencé a devorar el alimento, sabía demasiado bien.
Cómo última parte, me entretuve con la música en la habitación, lavando mis dientes y acomodando mis cosas, ya iría a casa por mis maletas y demás.
El gusto por la música lo tengo desde que era pequeño, fue Frank quién inició todo esto, desde que tengo memoria, siempre lo veía en su estudio, formando planos, pero de fondo tenía diferentes estilos musicales, por eso era que siempre iba a visitarlo ahí de niño.
Y claramente, fue él quien me enseñó a tocar la guitarra, jamás iba a olvidar esas fechas, en las que nos sentabamos con Sam en una parte de la casa, y él nos enseñaba.
Sam nunca tuvo gusto por tocar música tan fuerte como nosotros dos, pero aún así disfrutaba cada vez que Frank tocaba alguna canción.
Sumido en mis recuerdos, caminaba por los pasillos del edificio, dispuesto a llegar al estacionamiento.
Probablemente hoy no dormiría en la habitación, realmente daba mucha pereza traer todo hasta acá hoy.
Salí de la universidad en mi auto hasta mi casa, con suerte podría traer algunas cosas, no eran muchas a decir verdad, pero tenía pocas horas de sueño acumuladas como para cambiar drásticamente de cama.
...
Abro la puerta con la única llave que tengo de la casa, como siempre, a esta hora no hay nadie.
La reputación que teníamos de familia perfecta, era mentira, realmente todas son mentiras.
No era que no nos quisiéramos.
Pero la verdad de todo es que, la mayor parte del tiempo nunca estamos juntos.
Ayden casi siempre necesita ir al restaurante a tener todo bajo orden, de vez en cuando pasaba por la casa a vernos a nosotros y luego volvía.
Frank, era peor, su primera acción era irse al trabajo temprano y volver a altas horas de la noche, la última vez que recuerdo que estuvo con nosotros fue hace siete años o un poco menos, luego de eso, su día a día era trabajo y más trabajo.
Y Sam, tenía bastantes amigos también, por alguna razón, ambos éramos relativamente buenos para hacer amigos, él más que yo por el simple hecho que siempre quiere estar en todos lados y termina conociendo gente nueva en todos los lugares, así que Sam siempre tenía un plan para salir.
Sí, venir a casa solo, no era un motivo de querer quedarme, no había nadie nunca hasta en la noche.
Hogar, dulce y complicado hogar.
________________________
Y así las cosas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro