Me han dicho que no debo llorar, que debo ser fuerte, que debo enfrentar lo que me viene y que debo mostrar una sonrisa cada día, que debo preocuparme por cosas importantes y dejar de lado las insignificantes, que me ocupe de mi vida, y deje las de los demás tranquila.

Pero no digamos tonterías, somos personas, lloramos cuando algo nos duele y sentimos daños a causa de ello, solemos meternos en cosas que no nos incumben y sin intención de causar daños, quizás solo para dar nuestra opinión o para mejorar la situación.

Como toda personas tenemos miedos, miedo a al cambio, a la inseguridad. Tenemos miedo a la muerte, también a la vida, miedo a no cumplir las expectativas que nosotros mismo nos ponemos y a ser inferiores. Tenemos miedo a perder a la gente que queremos, a lo diferente, a lo desconocido, miedo al futuro, a esas despedidas que comprendes que serán las última, tenemos miedo a nosotros mismo.

No es el miedo a la causa, si no a lo que conlleva. No es el miedo al amor, sino a amar y no ser amado, no es el miedo a las alturas, sino a la caída de después. No temo a la oscuridad, sino a lo que oculta.

 Pero por nuestro bien, debemos ser los acompañantes de nuestros propios miedos.     

También tenemos debilidades a insultos, a las críticas, y a las opiniones que tendrán los demás de nosotros, y sí, aunque en ocasiones aparente que estoy muy feliz, que nada me preocupa y que todo me da igual, puede que sea todo lo contrario.

Soy una más, a la que le afecta cada una de estas cosas, lloro si me hacen daño, le temo a la soledad al igual que a las despedidas y si me das en mi punto débil me llegas a derrumbar.

Pero que no muestre lo que siento en el momento no significa que no sea frágil, cada persona tiene su forma de ser.

Por ello, aprende, que los que aparentamos ser fuertes, puede que seamos los más débiles.

Atte: Inbame♥