05: Ángel de la luna
*Palabra de la semana: luna
------- *** -------
Y por último hemos llegado a nuestro destino, el majestuoso e imponente hotel JW Marriott que solo unos pocos en este país pueden darse el lujo de visitar, sobre todo si tienen en mente usarlo solo para una velada romántica.
Si me pongo a pensar en todas las parejas que he tenido, chicas y chicos realmente muy guapos con cuerpos de ensueño; —¡sí!, soy bisexual y me enorgullezco de decirlo —cualquiera de ellos hubiese estado más que complacido en tener una aventurilla conmigo en este hotel y no en la habitación de mi humilde departamento. Imagino sus caras de asombro y sus falsos te amo solo para hacerme cumplirles todos los caprichosos que quisieran mientras los utilizaba para olvidar mi dolor.
Tampoco es como si me hubiese acostado con media ciudad, debo dejar en claro; solo digamos que he tenido una vida un poco desordenada después de la ruptura con la persona a quien consideraba proponerle matrimonio, entregarle mi vida.
Su traición me dejo dolido cuando lo descubrí con mi mejor amigo, restregándome en la cara que nunca podría darle la vida que necesitaba. Por eso me esforcé mucho en estudiar mucho más, prepararme en todas las materias que me sirvieran para mi futuro laboral. Llegué a aceptar trabajos sin paga con la sola idea de ganar experiencia. Y véanme ahora, como solo 38 años soy el gerente general de una de las más prestigiosas empresas de este país.
Pero con Ricardo todo es totalmente diferente, pues desde que llegamos a este lugar no ha dejado de mostrarse asombrado. —Creo que es un error haber venido aquí, este lugar es realmente costoso. Creo que ni con cinco años de trabajo lograría pagar una habitación como esta para pasar una noche —dice mi dulce chico de ojos plateados mientras recorre la habitación.
Hasta ahora no puedo entender como un simple muchacho de 25 años me ha sacado de mis casillas, haciéndome perder en él y sintiendo que es indispensable en mi vida. Me ha ayudado a olvidar la traición de quien consideraba mi persona amada, y aunque suene gracioso, he roto mi dolida promesa. Porque después de aquello había buscado la forma que ese par sufriera, una estúpida venganza que me había llevado a utilizar mis influencias para dejarlos sin oportunidades en este país. Pero gracias a mi chico de mirada noble, eso ha quedado en el pasado.
—Creo que es mejor ir a una habitación más simple, no sé porque pero me siento incomodo en este lugar —son las palabras que siempre me repite cuando intentó deslumbrarlo. Y es que hace mucho tiempo sé que es un chico con una vida más simple, muy distinta a la mía.
Cuando me proponía llevarlo a algún lugar lujoso para deslumbrarlo, terminaba por arrastrarme a lugares más simples. Puedo decir que nunca imaginé terminar comiendo unos sabrosos anticuchos en una carretilla ubicada a las afueras de un centro comercial. Con esos pequeños detalles que muchos llamarían ridiculeces o tacañería, a mí me maravillaron y me hicieron enamorarme de él. —No busco tu dinero, sino tu esencia —fueron sus palabras cuando nos reconciliamos de nuestra primera pelea luego de un mal entendido.
—Solo por esta vez déjame complacerte y ser yo qu... —intento hablarle pero me aterro al verlo parado en el balcón, alzando la mano hacia el cielo. Corro rápido hacia él y lo tomo por la cintura, jalándolo hacia mí y provocando que ambos caigamos al suelo, sacándole un quejido.
No sé qué me sucede, llámenme patético pero desde que lo conocí siento envidia de la luna. ¡Sí!, ríanse de mí, de la luna. Muchas veces puedo ver a mi chico deslumbrarse al observar esa resplandeciente perla plateada que ilumina el oscuro cielo. Justo ahora al verlo extender la mano, pude ver como su silueta se rodeaba de un aura blanca y no sé porque me lo imagine con unas plateadas alas, como si la luna reclamara algo que le pertenece. El ángel de la luna que quiere volver a casa.
—Por favor nunca te alejes de mí, no permitas que nadie nos separe —le susurro al oído mientras lo escucho quejarse, sorprendiéndolo con mi extraño actuar.
—No creo que debas ponerte así —suelta con una pequeña sonrisa mientras dejar caer su cabeza sobre mi pecho—, puedo asegurarte que la luna siente más envidia de ti —se voltea a mi altura para posar sus labios sobre los míos, transmitiéndome la calidez que solo él sabe darme.
Y para quienes quieran saber, no pasó nada porque mi chico no dejaba de quejarse por sentirse incómodo. Así que tuve que entretenerlo con algunos juegos de mesa pero terminé cansándolo hasta que cayó dormido. Bueno, tal vez nuestra primera vez tendrá que ser en otro lugar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro