04: Un encuentro fortuito
*Palabra de la semana: luna
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Son más de las 10 de la noche en mi ciudad, las calles se encuentran vacías y solo son iluminadas por las pequeñas luces de los postes que se combinan con el claro de luna llena. El viento es suave mostrando la delicadeza de la estación que ha azotado mi hogar, pero no me quejo porque es mi estación preferida.
Acabo de salir de la universidad y para llegar a casa debo tomar un bus, pero he tenido tanta mala suerte que hace solo unos minutos acaba de pasar el último y eso me deja con una única opción, tomar un carro particular. ¡Uhm!, no sé porque me han dado unas terribles ganas de caminar hasta casa, aunque eso implicaría tomar treinta minutos de mi tiempo y llegar más tarde de lo usual. Pero a quien engaño, es un capricho y quiero cumplirlo.
Durante mi camino escucho como el sonido del viento se mezcla con el canto de las luciérnagas, generando un hermoso sonido digno de escuchar. Muchos deben pensar que debo sentirme solo, pero no es así. Pues aunque no me comprendan, desde pequeño he tenido una extraña obsesión por la brillante luna que parece cuidar mis pasos. Aunque distante pero es mi acompañante en mi regreso a casa.
Sin embargo, cuando voy pasando por un edificio de un solo piso, algo capta mi atención tan rápido que ni cuenta me doy que me he quedado observando a través de la ventana. Un trío de adolescentes conversan amenamente mientras reciben unos refrescos y algunos bocadillos por parte de una mujer, que por su devoción puedo asegurar es su madre. Aunque no pueda escuchar sobre qué hablan, no entiendo porque no puedo quitarles la mirada además de enternecerme con esa conmovedora escena.
Sin embargo, tardo en darme cuenta qué realmente ha llamado mi interés. Y puedo asegurar que es la enorme televisión en dónde se está reproduciendo un videoclip donde aparecen imágenes de unos atractivos muchachos bailando vestidos en trajes negros. Aunque cuando van apareciendo de forma individual, solo uno logra desencajarme con su penetrante mirada color negro, haciendo pensar que realmente me está viendo.
En la parte inferior de la pantalla puedo leer unas letras que imagino son parte de la canción, el único problema es que están en un idioma que desconozco. Pero por su forma imagino debe ser alguna escritura asiática. A pesar de no escuchar nada ni de entender como quisiera, puedo decir que este momento me transmite mucha tranquilidad, una paz que realmente necesitaba después de largas semanas de estrés. Y no solo eso, un extraño sentimiento que no comprendo, una sensación que estoy seguro es la primera vez...; solo puedo compararla con la calidez que me brinda la luna al conectarme con ella.
Después de largos minutos, el videoclip termina y continúa otro, esta vez aparece una chica. Con una sonrisa decido marcharme a casa, porque viendo mi reloj de pulsera me entero que es pasada la medianoche y no es bueno llegar muy tarde a casa, ¿no creen?
Los días siguientes puedo asegurar que estuve buscando desesperado videoclips de agrupaciones masculinas famosas, pero debo mencionar que me sentí realmente frustrado cuando solo encontré las típicas agrupaciones americanas. Y por encontrarme a finales de mi carrera, ese momento ha pasado a ser un recuerdo.
Luego de diez años esa memoria a vuelvo a mis pensamientos mientras admiro una hermosa y resplandeciente luna llena desde un parque en la ciudad de Tokio. ¡Sí!, por motivos de trabajo tuve que viajar más de veinte horas para instalarme en una nueva ciudad.
Con una sonrisa decido despedirme y marcharme a casa, porque es tarde y aún no logro familiarizarme con mi nuevo hogar. Mientras camino la silueta de un chico caminando en mi dirección capta mi atención. No entiendo por qué pero esos penetrantes y brillantes ojos color negro hacen que mi corazón de un vuelco, logrando inquietarme.
Estoy seguro que no es la primera vez que tengo esta sensación, como hace diez años es una calidez que desconozco pero me brinda mucha felicidad. Hace mi corazón descontrolarse y querer salir de mi pecho, mis mejillas se ruborizan sin un motivo aparente y mi estómago no deja de revolotear como si miles de mariposas estuvieran invadiéndolo. Con la mirada gacha por una vergüenza que no entiendo, paso cerca del muchacho y nuestras miradas se conectan por unos segundos, sintiendo una presión en el pecho mientras la luna parece resplandecer con más fuerza. Creo que este es el inicio de un encuentro fortuito.
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