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03: El guardián de la luna

*Palabra de la semana: luna

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Como en todas las noches de luna llena, me gusta adentrarme en la profundidad del bosque para descansar en mi lugar preferido. Una hermosa laguna que se conecta con una cueva algo terrorífica que esconde el cauce de sus aguas hasta llegar a un lugar a un desconocido para mí.

Llámenme extraño o ermitaño pero prefiero disfrutar de mí mismo en un lugar iluminado por un claro de luna, que pasarlo con mis compañeros moviéndome de fiesta en fiesta.

Me estaba olvidando de un detalle, del terror que me causa cruzar un extenso bosque en plena oscuridad. Aún siento miedo de esas pequeñas voces que aún desconozco, cánticos de diferentes animalitos que van desde un uh-uh, combinándose con un cri-cri y un extraño hiic.

Pero como siempre han dicho mis padres, la tranquilidad que uno quiere conseguir siempre cuesta y se deben hacer sacrificios. Así que antes de venir he tenido que inyectarme mucha valentía que espero me dure hasta llegar a mi destino.

Vuelvan a llamarme, esta vez loco u obsesionado, pero desde que tengo recuerdos siempre me ha gustado apreciar la luna. Siento como si intentará decirme algo, como si estuviera llamándome. «¡Lo sé!, sueno a un chiflado», así que no me hagan caso.

Cuando llego a mi destino, quedo admirado con el bello paisaje que tanto veces he prometido fotografiar aunque a las finales termino por convencerme que es mejor guardarlo en mis propias memorias.

—Como lo prometí, he regresado a visitarte como cada noche —me acerco hasta la laguna y me siento tan cerca que hasta puedo hundir mis piernas—. ¿Ahora sí te atreverás a llevarme contigo? —pregunto con cierto tono enigmático, intentando sonar misterioso.

—Es interesante saber que te sientes atraído por una perla resplandeciente. Puedes entenderla, ¿verdad? —escuchar una voz dirigirse a mí en este desolado lugar, «por qué se está dirigiendo a mí, ¿o no?», ha hecho que me quede petrificado sin saber cómo reaccionar.

Quisiera voltear y averiguar quién me está hablando. Salir corriendo no es mala opción, o hacerme el desmayado también podría ayudarme; pero todos mis sentidos se encuentran bloqueados para reaccionar a cabalidad.

Tragando saliva e intentando recuperar mi valentía que se ha esfumado, volteo en dirección de donde se escucha más cerca esa voz, quedando sorprendido al encontrarme con unos profundos ojos marrones muy cerca de mí, observándome curioso. —¡NOOO...! —un grito se me escapa mientras caigo sobre mi espalda.

Un muchacho de unos quince o tal vez unos diecisiete años, intenta disimular su risa al ver mi tonto comportamiento. «Debo verme patético», pensar en eso me enoja un poco aunque también me parece algo, posiblemente algo gracioso.

—Es divertido ver a un muchacho como tú —escucho una segunda voz, tan cálida como la primera.

Y mis ojos están más que abiertos al encontrarse con su dueño, un hermoso gato de largo pelaje plateado como el brillo de la luna llena y con unos ojos profundamente celestes como el agua cristalina de esta laguna.

«¿Cómo es que un gato está hablándome?, ¿es eso posible?, ¿acaso me estaré volviendo loco?», tengo muchas preguntas en estos momentos pero sus respuesta son tan o más confusas.

—No estás loco, es normal que puedas hablar con nosotros. Todos pueden hacerlo —y recién caigo en la cuenta que el felino no articula ninguna palabra, eso quiere decir que..., que...—. ¡Oye calma!, te agobias por muchas cosas sin importancia.

Las risas de ese extraño par solo me confunden más, me hace querer desmayarme por sentirme atolondrado al no entender nada. Pero algo resalta, no tengo miedo y no quiero salir corriendo como antes.

—¿Quiénes son ustedes? —sacudiendo la cabeza para despejar mis miedos, me atrevo a preguntar—. ¿Qué hacen por aquí?

—Mi nombre es Spero y este chico es conocido como el Guardián de la Luna —susurra el gato dentro de mis pensamientos mientras menea la cola—. Nosotros aparecemos cada noche ante una persona que ha perdido las esperanzas, es nuestra misión —ambos se observación con despreocupación.

Estas últimas palabras llaman mi atención, nunca he escuchado a nadie apodarse de esa manera.

—Mi nombre es Dorsteinn, un gusto conocerlos —extiendo mi mano en forma de saludo mientras ambos sonríen devolviéndome algo que pensé había perdido. 

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