Me gustaría escribir una historia como la nuestra.

No sería una de esas en las que existen un millón de razones por las que sus protagonistas no pueden estar juntos, aunque no han faltado los baches en el camino. Tampoco sería una novela histórica, pero sin duda sería romántica. No tendría que escribir un argumento en el que él y ella tuvieran dudas sobre su amor, o se negasen a reconocerlo, o viviesen atormentados por los celos, porque nada nunca fue tan fácil como querernos.

Sería una historia sencilla, con sus altos y sus bajos; en la que ellos siempre sabrían que son afortunados de haberse encontrado. Trataría de una pareja que se entiende, a pesar de ver el mundo con gafas distintas; que se protege, incluso de los miedos y las verdades; que se miman, en las pequeñas y en las grandes cosas; que se ríe de todo, juntos, y que lucha, lucha con todas sus fuerzas para saltar por encima de las insignificantes mareas y de las inmensas galernas.

Creo que sería una gran novela, una de esas que acaban teniendo las páginas ajadas de tanto releerla. Pero no voy a escribirla, no creo que pueda.

Yo, que soy una romántica empedernida, que he leído miles de historias, soñado cientos y escrito tres. Yo, que solo he amado de verdad una vez en la vida, sé con toda la certeza que puede tenerse, que nunca conseguiré escribir una historia de amor tan grande como la nuestra.