Discusión conmigo misma.
—¿Eres idiota?
—¿Por qué? ¿Qué he hecho ahora?
—Convertirte en lo que la gente quiere, ¿te parece poco?
—¿Qué tiene eso de malo? Tengo más amigos que antes, llego a más gente, sonrío cada día y me tienen en cuenta.
—Ya veo, he perdido esta batalla. Tengo que irme. Por cierto, te queda bien ese traje naranja, y a la sombra de los barrotes pareces más interesante.
—Gracias.
—De nada.
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