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Capítulo 13

Después de una hora, el fulgor se armó en el lugar, aumentado el nervio de los espectadores, incluyendo a Tony, que bajó de las gradas para animar a Dylan. Los resultados de los innings fueron desbastadores. El moreno no dejaba de apretar el bate de metal que tenía entre las manos.

Cuando el menor lo diviso trató de acercarse, pero él le respondió antes de que abriera la boca:

—No puedo hacerlo, ya te lo dije, no soy bueno en nada. Ni siquiera este estúpido juego es importante.

—Claro que lo es.

—Sí, ¿Por qué? — cuestionó, agresivo —. No es como si le tuviera que demostrar algo a Cristian.

—No quiero que le demuestres nada a nadie. Si no a ti mismo.

—Un juego no puede cambiar la situación.

—Tú, ¿Qué sabes? — lo vio decidido —, es simbólico. No es relevante si ganas o no. Lo crucial es que te levantes y lo intentes, ¿en serio estás haciendo tu mayor esfuerzo?

—Mira, quien habla. Él que casi me mata por quedarme dormido en el autobús.

—Sabes que no estoy realmente molesto por eso.

—¿Entonces?

—Es porque...

—Soy un imbécil — completó, apático.

Negó de manera tranquila.

Había un poco de lógica, pero no era la realidad. Odiaba darse cuenta de que él era el más imbécil por culpar a Dylan de sus sentimientos unilaterales.

Sí, era alguien egoísta, pero también muchas veces Anthony lo era con sus discursos de doble moral. ¿Por qué él tenía que priorizar su bienestar? No era como si fueran cercanos, no hace mucho eran extraños que los unían las casualidades desde que tienen memoria. Al fin de cuentas, Anthony solo conocía lo que observaba a lo lejos. Él era como los libros que leía. Al único papel al que podía aspirar era al de un simple espectador.

—Qué raro, pensé que era obvio —se rio de forma sarcástica —¿Cuál es la verdadera razón?

—No quiero que seamos hermanos —dijo cabizbajo. No era mentira, pero tampoco era una verdad completa.

—Ya somos dos, nuestros papás nos destrozaron la vida en un instante —se volvió a reír —. Pero, a pesar de todas las diferencias. No quiero que continuemos así.

Anthony se volteó, perplejo.

—Si, te odiaba, y a veces me sigues sacando de quicio, pero también me di cuenta de que te juzgué mal. Los dos estamos pasando por la misma mierda.

—Aunque no lo creas quiero ayudarte —se le salió a Anthony espontáneamente

—Lo sé, eso es lo que más me frustra; puedes darte cuenta de muchas cosas y confías en mí a pesar de que nadie lo hace, pero lo que más odio es no encontrar una razón a tu amabilidad.

«No soy tan amable como crees, solo soy un niño ingenuo que le gusta la persona equivocada»

—No tienes que encontrar una explicación, no la hay. Solo quiero que dejes de estar tirado en el suelo y te levantes. Te lo digo por experiencia, las actitudes de víctima nunca nos llevan a nada.

«Mentí cuando me dije a mí mismo que me atraes por razones superficiales. Tengo miedo de que el verdadero motivo sea por un estúpido recuerdo, que tú ni siquiera sabes que existe»

—No es victimismo, de verdad no puedo con tantas cosas...

—Yo a veces tampoco puedo. Aún peor. A veces hay días en lo que lloro sin parar y no le digo a nadie por miedo a preocupar a mi madre, pero como una vez me dijo un señor muy sabio: "tus problemas son muy válidos y la gente debería tener empatía si aún hay o poco de humanidad en ellos, pero ¿Qué pasa si no? El mundo no va a dejar de girar, al fin de cuentas, si quieres ser feliz y superar tus traumas, tú eres el único que va a poder hacer algo"

Esa frase le impactó, era igual a la de su abuelo.

—¿Y qué pasa si me caigo diez veces? Nunca voy a poder superarlo...

—Te vuelves a levantar, el punto es intentarlo.

—¿En serio, crees que hay chance de ganar? —dijo por primera vez esperanzado.

—No lo sé, todo apunta a que eso no va a pasar.

—Eres malísimo para motivar a la gente...

—Yo qué sé. No es como si la vida se tratara de posibilidades. Solo basta estar vivo para que cualquier cosa pueda suceder.

Otra frase del abuelo.

No las recordaba todas, pero solo bastaba escucharlas de su boca para que algo hiciera click. Él quería evitar los recuerdos amargos y volvían tan fácil con un simple gesto. Sin embargo, rememorar el pasado no era lo peor; La risa que se le escapó le resultaba muy bonita. Sus ojuelos eran la cosa más relajante y preciosa que había visto.

—No me voy a rendir —aseguró entre fascinado y aterrado.

—Perdimos, lo hice horrible. Yo te dije que no era bueno en esto. No sé para qué te hago caso...

—No soy bobo —comentó de forma descarada —, es...

—Algo simbólico, lo sé. Pero de verdad quería ganar. Por un momento vi la cara de pánico de Cristian. Estuvimos tan cerca de empatar...

—¿Acaso, no lo ves? — gritó — Si, lo arruinaste a lo último, perdimos a pesar de que te esforzaste, pero lo que cuenta es el instante donde el estadio creyó que todas las posibilidades podían dar una vuelta. Qué importa el resultado, estuviste asombroso.

Dylan no entendía por qué sus palabras hicieron que la frustración, tristeza y rabia que sentía se transformara en orgullo. Anthony tenía la habilidad de cambiar su estado de ánimo con una facilidad abrumadora, el moreno subió la mirada para agradecerle, pero él no contaba con que sus ojos se cruzaran por primera vez desde que se conocen. El impacto se hizo presente en cada músculo de su ser. Él sabía que Anthony odiaba el contacto visual y que le incomodaba mantenerlo mucho tiempo, por eso ni intentaba verlo a los ojos, pero un pequeño accidente causó otro problema más a su lista.

Su mirada era una bala directo a su conciencia.

Imaginó muchas situaciones cuando sus ojos se encontraran. Sin embargo, le resultó inesperado y aterrador el descubrimiento. Su corazón se aceleró al mismo tiempo que se le contrajo el estómago. Primera vez que un color de iris tan común le pareció distinto. Eran profundos como si de una obra de arte se tratara. Estaban llenos de brillo, intriga y esperanza. Simplemente una mezcla explosiva.

Ahí se dio cuenta que Tony no solo era el chico de la risa bonita que lo hacía sentir tranquilo, también era alguien hermoso. Él reconocía que Anthony no era feo. Es normal y listo, no obstante, era tan extraño explicarlo, antes solo era un chico promedio para él, alguien que le daba curiosidad, pero de un momento a otro por un pequeño detalle su opinión cambio radicalmente.

«Cálmate, Dylan. No es para tanto»

Él cortó el contacto visual a lo brusco.

—Vámonos.

Como si fuera obra del destino, la lluvia empezó a caer, indicando que la línea de Maginot se ha convertido en la línea de partida.                                     

Nota de autora:

*Línea de Maginot: fue una muralla fortificada y de defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial.

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