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Capítulo 11

Aquel veintisiete de febrero, los pájaros cubrían el cielo y los papagayos se asomaban por doquier, fue un día cargado de emoción para el grupo. El detalle es que el pecoso y el moreno no lo lograron ver enseguida. En lo único que podían pensar era en lo incómodo de la situación.

—¿Me puedes explicar por qué vamos a ir con ellos? —dijo cuando cerró la puerta. La palabra desconcierto era lo más exacto que sentía Dylan, pero mentiría si asegurara que no hay otra.

Anthony lo miraba con recelo, se notaba que seguía molesto con él y que Camila prácticamente lo estaba arrastrando. Mientras tanto, Paula quería hablar con los chicos y arreglar el ambiente, no fue posible, al instante fue interrumpida.

—Resulta que Paulito y yo ahora somos muy buenos amigos —la pelinegra le colocó el brazo en el hombro.

Ella prefirió ignorar su comportamiento.

—Aquí algo me huele mal —opinó Dylan —, ese cuento nadie se lo cree. Ni siquiera una niña ingenua que sueña con que One Direction se vuelva a unir —al percatarse que Anthony no le prestó atención se molestó más. Cuando el grupo pasó por la calle estaba a punto de marcharse, hasta que Paula le hizo un gesto con las manos para que dejara de ser tan estúpido.

—Vamos a pasar antes por la casa de Lucas —informó con tranquilidad.

—¿Y eso? —él arqueó las cejas.

Camila le lanzó una mirada matadora.

—Yo lo invité, ¿hay algún problema? —sacó un chocolate de su mochila y lo mordió a lo brusco.

—Esto se va a descontrolar —opinó Anthony en un murmullo mientras tenía la vista en el celular.

La pelinegra lo codeó, ella era imprudente, pero a veces Tony se pasaba.

—En definitiva, no entiendo su relación.

—No tienes que entender, es problema de Lucas y Paul —lo señaló con sus dedos sucios, el chocolate derretido cubría casi toda su mano.

Él se fijó en ese detalle. Arrugó su cara y empujó los desagradables dedos de la chica.

«Que asco»

—¡Oye, casi me tumbas el chocolate!

—Entonces, deja de señalar. ¿No te han dicho que eso es de mala educación?

—Por Dios, no puedo creer que estés diciendo eso precisamente tú.

El autobús llegó en ese momento y para Paula y Anthony fue un alivio. Entraron lo más rápido posible. Parecía por sus expresiones que estaban huyendo de una bomba nuclear lanzada desde corea del norte, y sí. No se equivocaban, una pelea entre ese par podía ser igual o más potente.

Cualquier persona inteligente se alejaría ahora mismo, además, escucharlos era hasta repetitivo.

Después de que la intrépida muchacha tocara como diez veces el timbre, Lucas abrió la puerta, se notaba que se encontraba soñoliento. A la chica no se le escapó el detalle de que estaba usando una sucia camiseta azul que le quedaba grande. En cuanto a la parte de abajo solo tenía puesto un bóxer holgado, que lograba que su figura delgada y pálida se hiciera más visible. Una parte de la pelinegra sentía risa por sus fachas y otra encontraba bonita su estructura ósea.

Lucas se puso muy colorado. Apartó la cara hacia otro lado y agachó la cabeza, de forma que miraba al suelo entre sus rodillas; el pelo le cayó sobre la cara como una cortina y se fue disparado a buscar sus anteojos. Se subió los jeans de un tirón y se puso a deshilachar el aguajero de su pantalón, se encontraba tan apenado que casi se cae de boca contra el suelo.

—¿Estás bien? —cuestionó. Ese espectáculo tan divertido como tierno era la razón por la que ni siquiera había entrado a la casa.

La tensión en el ambiente se incrementó cuando Lucas hizo acto de presencia con un peine y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja como si ella fuera la única en el recibidor. Camila trató de taparlo con su característico humor, pero se dio cuenta que Paula arrugó la cara. 

Mientras tanto, Dylan y Anthony seguían en su mundo, ignorando la situación. Ellos querían llegar a las canchas para acabar este particular encuentro, para rematar ni siquiera estaban de humor.

—¿Qué haces aquí, Cami? —sus ojos brillaban.

—Vamos a ver un partido de béisbol —lo agarró del brazo —, ¿te unes?

Paula se atravesó en medio de ambos, y quitó con sutileza las manos de la pelinegra, hasta aprovechó para recostar la cabeza en su hombro y hacer un puchero.

—Seguro estás sorprendido —comentó, extraviada en la mirada de él —, sé que no te gustan mucho esas cosas, pero no está de más pasear un rato.

—Déjame buscar un libro para leer en el camino —le agarró los cachetes y le dio una leve palmadita —, deja de hacer muecas, ya te dije que no funciona conmigo.

—Claro —le sonrió ampliamente —, cuando aprendas a mentir, Lu —le tocó la punta de la nariz.

—Ay, Paul, tú nunca cambias —masculló cuando se fue a buscar su lectura.

—Son demasiado lindos, no entiendo como aún no están juntos —Cami se abalanzó a la espalda de Paula.

—Sí, por qué será... —suspiró un poco irritada.

—¿Soy yo o esto parece una novela? —le susurró Dylan a Anthony. La escena era muy llamativa, había un aura muy extraña entre los tres que él no lograba explicar.

El castaño solo alzó la mirada para dedicarle un gesto extraño.

—¿A qué te refieres?

—Parece que.... —soltó un poco dudoso —, olvídalo, son cosas mías.

—Okey —volvió a bajar la mirada —, tampoco es que me interese, además, sigo molesto contigo —se alejó de él y se sentó en un muro que no estaba muy lejos del lugar.

El moreno no podía creer que había sido tan tajante con él, sabía que el pecoso era demasiado sincero, pero a veces rozaba el límite de lo que él estaba dispuesto a tolerar.

«Un poco de hipocresía no quedaría mal, Peter pan»

En todo el camino Paula tenía su cámara entre las manos y grababa cada pequeño detalle. Ella era una fanática del cine y del mundo de los audiovisuales. Llegaba a tal punto que hasta tenía un canal de YouTube, donde hablaba de cine y hacía vlogs de su vida. Obviamente como estaba empezando tenía pocos suscriptores, el problema es que casi no se despegaba del aparato. Algunos pasajeros se tapaban la cara y otros como Camila sonreía con una gran capacidad frente el lente.

—Hola, mis cielitos —levantó la mano para enfocar la cámara —, como pueden ver, hoy voy en camino con mis amigos al polideportivo. Mis más fieles seguidores sabrán que amo el beisbol. Es lo segundo que más me gusta después del cine, ¿Qué puede ser mejor? —exclamó de manera exagerada —, obviamente salir con amigos —volteó la cámara a Lucas, él estaba concentrado en su libro —. Hay esta mi crush, como ven es todo un cerebrito, algunos dirían que es demasiado gallo, pero ese es su encanto, o ¿a poco no es lindo? —murmuró al micrófono.

—Deja de decir cosas tan vergonzosas, te puedo escuchar —Lucas cerró su libro y se colocó una mano en la cara.

—Vamos, no te hagas, sabes que te encanta que les hable a mis suscriptores sobre ti.

—Paul, déjame leer tranquilo —se tapó la cara por completo, quería ocultar el color carmesí que brotaba de sus mejillas.

—Pero, si ya lo has leído un millón de veces. Ni siquiera es tan bueno.

—No te metas con Carrie, todo lo de Stephen King es una obra de arte.

Dejo de grabarlo e ignoró colosalmente su parlamento de adoración. Ya lo escuchó un millón de veces. No necesita otra.

—Mejor me ahorro esta charla. Lu, es muy intenso cuando se trata del viejito King —le explicó a la cámara mientras se alejaba.

—Oye, graba aquí. Quiero salir en el video —Camila le quitó el aparato.

—Ya has salido demasiado.

—¿y? —sonrió con picardía —, podemos realizar una colaboración en mi tiktok. Tengo muchos seguidores, es fácil, solo tienes que bailar conmigo y hacer challenge.

—Ya dame la cámara, Camila.

—¿Qué opinan ustedes?, apuesto a que una colaboración entre los dos sería genial, ¿verdad?, pongan muchos likes si están de acuerdo.

—Voy a editar esa parte, no te preocupes.

—No serías capaz....

—Pruébame, es mi canal.

—Puedo lograr que tengas millones de vistas.

Paula decidió darle un voto confianza y no forcejar más.

—Observa y aprende —se levantó del asiento e hizo Zoom para que se viera a la perfección el espectáculo.

Había un Anthony dormido y tambaleando, debido a los frenos apresurados del conductor. Dylan también se quedó completamente rendido ante los brazos de Morfeo. En contra de todo pronóstico, a los dos les tocó sentarse juntos en el autobús. Tal vez pueden evitar hablar, pero era imposible escapar ante la mirada atenta de Camila. Los chicos parecían piezas de rompecabezas que encajaban perfectamente. Anthony tenía enterrada su cabeza en la clavícula de Dylan, él otro estaba apoyado en el castaño de la misma manera. Cualquiera juraría si no conociera la historia completa que eran una pareja. 

—¡Awww, son demasiado cute! —gritó, embelesada —, si lo planeo no me sale tan bien.

—¿Ese es tu plan para subir las vistas?, ¿violar su privacidad? —arqueó las cejas.

—No, querido —negó con su dedo —. Esto se llama mentalidad de tiburón —ella se mostró en el video sonriente, y le habló al público —, como ven, este shipp destrona al de Paul y Lucas. Si quieren más contenido de la parejita que no tiene nada que envidiarle a heartstopper, déjenlo en los comentarios, capaz hasta le hacemos un preguntas y respuestas —detuvo el video y devolvió el objeto en conflicto.

—Ellos no son pareja.

—Aún, pero pronto lo serán y tendrás contenido de amor adolescente para reventar, dulce y tierno, y todas esas pendejadas que les agradan a los pubertos.

—Chama, tú eres adolescente.

—Exacto, por eso sé lo que gusta —dijo, segura —. Sería mejor si te terminaras de empatar con Lucas, pero como a falta de tortas buenos son panes....

—No quiero lucrar con una relación ni mucho menos con lo LGBT.

—La mayoría de los medios de entretenimiento lo hacen. El romance vende, Paulito, y si es protagonizado por personas que antes eran vulneradas, mejor todavía. Si hay gente que no sabe nada por lo que hemos pasado y se beneficia, ¿Por qué no podemos hacerlo nosotros?

—Disculpa, ¿nosotros?, tú no eres parte de la comunidad...

—Estoy de acuerdo, no hay nada más comercial que un libro de romance adolescente. En lo que sí difiero es sobre lo otro. Debe haber gente así, pero, no tanta como crees, a la mayoría le gusta el tema LGBT por la sexualización que hay detrás. Lo principal que se busca es el contenido +18 —intervino el de anteojos.

—¿Tú no estabas leyendo?

—No soy sordo —pasó la página de su libro con calma y continúo hablando —. Yo apoyo la idea de Camila, hasta puedes hacer un vlog sobre sus primeras citas

—Ustedes están dando por hecho muchas cosas, ¿y si nunca surge ese supuesto amor?

Paula estaba impactada, juntar a dos chicos que a leguas se sabía su incompatibilidad era un grave error.

Hace unos días le contó a Lucas sobre el plan tan rebuscado de Camila, y ya parecía que se había incluido sin pensarlo mucho.

Ella estaba muy dudosa con todo esto, era obvio que las intenciones de los dos no eran malas, pero no estaba muy segura de interferir con los sentimientos ajenos y forzar algo que para ella era sumamente frágil e incierto.

También hay que sumar, que se les olvida lo más importante; Anthony y Dylan pronto se harán hermanos, eso podría causar más conflictos para su atormentado amigo.

—No vamos a hacer nada, así que deja tu loquera —lo señaló sin un ápice de dulzura —, mejor sigue leyendo tu libro, esto es entre Camila y yo.

—No lo escuches, Luke, si quieres unirte eres bienvenido.

—Te dije que no, Lucas Miguel. Esto no es una novelita de esas que lees.

«En mala hora acepté ayudarle. Ahora la situación se está poniendo color hormiga»

—Aunque, no lo crean, desde hace tiempo me he dado cuenta que a Anthony le gusta Dylan, y Dylan bueno... no sé, hay que ver, pero ¿por qué no?. Hacen una linda pareja.

—Pensé que eras más sensato, ¿Dónde quedó el maduro y centrado Lucas?

—Lo siento, nadie se puede resistir a un romance, es mi debilidad. Cami tiene razón, son una monada. Solo hay que taparle la boca a Dylan con tirro y listo.

Camila se rió, es un chiste, pero lo peor es que era muy cierto. Paula tampoco lo podía negar. Dylan es muy atractivo, pero era suficiente escucharlo hablar para espantar a cualquiera.

—¡yeyyy! —Camila abrazó a Lucas, emocionada, a la vez que trataba de jalar a Paula, que mostraba resistencia. Al final no le quedó otra que dejarse.

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