Capítulo 05
Dylan trabó con seguro la puerta del cuarto, se acostó en la cama y puso las manos encima de su cara. Otra vez las lágrimas empezaron a salir disparadas. Su rostro se empapó, en un momento de lucidez rebuscó en el gavetero. Ahí encontró un papel muy colorido que decía:
«Nunca cometas el error de confundir las pequeñas casualidades con las causalidades»
A duras penas lo pudo leer, el movimiento repetitivo de las letras le sumaba dificultad.
Ese papel fue escrito por su abuelo hace muchísimo tiempo. Era una de sus frases favoritas, y un gran acertijo para el muchacho.
No era que Dylan no creyera en el destino, simplemente no era muy fan de la idea. Le parecía muy triste que nuestra vida estuviera escrita. Siguiendo esa lógica su camino era sufrir. No comprendía lo que quería decir su abuelo con las pequeñas casualidades.
—Hijo, abre la puerta —gritó su papá a la par que golpeaba la madera —. Ya estás muy grande para hacer berrinche.
—Déjame en paz —dijo, alterado —. Se supone que quieres arreglar las cosas, pero me dices que te vas a casar con esa tipa.
—No es como piensas —se excusó —. Abre la puerta.
Dylan se levantó acelerado y limpió sus cachetes.
—Adelante, habla —dijo, desafiante —. Que sea rápido, por favor.
—Marcela es especial. Juntos podemos volver a ser una familia.
Dylan rió con amargura.
—Mi mamá apenas tiene unos días de muerta y ya quieres traer a otra mujer a la casa. No tengo ganas de jugar a la casita feliz.
—Marcela no es mala y Anthony es buen muchacho, los dos son hijos únicos. Capaz puedan hacerse amigos.
—Haz lo que te parezca mejor —le cerró la puerta en la cara.
—Eres muy egoísta.
«Tú también» argumentó Dylan cuando se recostó en la madera.
—No me vas a convencer con tus berrinches, Marcela y su hijo se van a vivir aquí esta noche, así que acostúmbrate porque cuando nos casemos nos vamos a mudar —dijo antes de abandonar el pasillo.
El pelinegro se colocó la mano en la cabeza y gritó en frustración.
«Nadie me entiende»
«Ahora para colmo voy a tener que compartir cuarto con el raro de Anthony»
—Bienvenidos, están en su casa —vociferó el señor Ernesto.
—Eso no es posible porque no es nuestro hogar —dijo Anthony viendo de refilón a Dylan, él estaba con los brazos cruzados y apoyado de la pared.
El chico de piel oscura soltó una risa, sátira.
—Peter Pan tiene razón.
—No empecemos de nuevo, Dylan José.
—Yo no me llamo Peter Pan —interrumpió el pecoso.
—Es un apodo —se acercó a él y se quitó la gorra.
—¿Eh? —Anthony casi se queda mudo al notar que le estaba colocando la prenda.
—Eres igual a Peter Pan. ¿No tienes espejo en tu casa? —dijo cuando terminó de acomodar sus mechones rebeldes.
—Dylan, mejor lleva a Tony a su habitación. Deja la grosería y respeta su espacio personal.
—Si no tengo opción —Sopló el aire contenido y dirigió la mirada hacia Marcela con sorna —. No creas que ganaste, nunca vas a ocupar el lugar de mi mamá.
—Dylan —Ernesto lo regañó.
—No le digas nada, ha pasado por muchos cambios —la mujer le rozó el hombro.
—No te hagas la buena, no te queda —agarró con brusquedad el brazo del pecoso —. Vámonos Peter Pan, no tengo todo el día.
El pobre muchacho en medio de tantos problemas, lo único que hizo fue llevar su maleta a lo torpe.
El cuarto no era ni muy pequeño ni muy grande, era de un tamaño promedio, podía ser amplio si no se compartía, pero este no es el caso. El menor se dedicó a sacar un póster de Sia y otro del calentamiento global, le urgía decorar un poco las paredes grises. El sitio era tan monótono y simple como el pueblo, nada se salvaba de las garras del tiempo, ni siquiera la arquitectura más bonita.
—Es irónico que pegues un póster del calentamiento —prendió su laptop, estampada con calcomanías de Naruto y Neon Genesis Evangelion.
—Son de material reutilizable —dijo, mientras sacaba sus libros de astrología y filosofía —. Trato de no contribuir a la contaminación, tampoco me gusta comprar ropa a menos que le vaya a dar un uso prolongado. Creo que lo único nuevo que tengo es esto —le mostró con orgullo los zapatos de charol que le compró su mamá —. La verdad, me encantan. Espero que me duren años —subió una de las comisuras de sus labios.
«Que sonrisa tan hermosa»
«¿Algún día podré sonreír de esa forma?»
Dylan sacudió su cabeza, era mejor alejar cualquier pensamiento al que no le encontraba una explicación. Al posar de nuevo los ojos en el pecoso se dio cuenta de que tenía un martillo en la mano.
—Si quieres te ayudo —No confiaba mucho en las habilidades del castaño. Después de todo seguía siendo su cuarto, no va a permitir que las paredes queden con huecos espantosos.
—No te preocupes, lo puedo hacer solo.
—Como digas, pero ten cuidado —volvió a mirar la pantalla. Escribió Animesflv.com en el buscador y se sumergió en su mundo ficticio.
—Pfff...—bufó —, estás exagerando, no es como si fuera demasiado complicado poner un par de pos... ¡ahhh mi dedo! ¡Me duele! ¡Ay no! ¡Está sagrado! ¡¿Qué hago, qué hago?!
Sus quejas fueron interrumpidas por las risas del moreno.
—No te burles —dijo al mismo tiempo que se chupó el dedo.
Dylan rodó los ojos.
—En definitiva, eres super exagerado —comentó cuando se paró de la cama —. Voy a buscar alcohol y curitas.
—Sí, supongo...—dijo mirando hacia los lados.
Anthony recapacitó en lo ridículo que sonó al responder.
Sus habilidades para pasar vergüenza eran sorprendentes. La mayoría del tiempo no le importaba mucho, pero no podía evitar querer agarrar el crucifijo de su mamá y echarse agua bendita para ver si así se le quitaba un poco lo estúpido.
Ya en este punto estaba dispuesto a un exorcismo.
Se golpeó la frente con ganas.
—A mí tampoco me gusta compartir cuarto, pero no es para que te quieras matar, tranquilo —le dijo, risueño.
El castaño se sintió irritado por ser pillado en plena retrospectiva.
—¿Qué es tan gracioso? —cuestionó a la defensiva —. No soy payaso de nadie.
—Entonces, compórtate como una persona normal —dijo, ya más calmado —. Déjame ver la herida.
—No es para tanto —le extendió su mano.
—Deja de hacer berrinche, después dicen que el malcriado soy yo.
—Bueno...
—No puedo negarlo, soy un desastre —completó, escondiendo una sonrisa amarga.
El chico se arrepintió por el comentario, por primera vez todo marchaba bien con Dylan y lo arruinó a lo tonto.
Él agarró su mano de repente.
La acción alteró a Anthony, su cuerpo se calentó y su mente se nubló.
«No puede ser, está sujetando mi mano»
Su interior parecía un volcán a punto de explotar, es que por más que lo intentó no pudo apartar estos sentimientos tan intensos. Aunque no quería que le gustara. No es fácil ignorar las sensaciones que destruyen su cuerpo con cada pequeña acción. Anthony está en una encrucijada peligrosa, pero en su defensa era muy difícil escapar cuando el causante compartía habitación con él.
—¡Wow, cálmate! —opinó con una risa aún más burlona —. No te muevas, te estoy colocando la curita —levantó la cabeza —. Pareces un tomate... —arrugó la frente.
—Déjame —se soltó de su agarre y se giró para no verle la cara.
—Sabes que busqué la letra de together —trató de llamar su atención —. Es muy buena, ahora me gusta más la artista. No puedo cumplir lo que dice, pero quiero intentarlo.
—Qué raro, hoy estás siendo menos imbécil.
En vez de disgustarse se rió.
—No lo sé, me dio ganas de contarte, no me malinterpretes. No necesito que seamos amigos ni nada parecido —tomó distancia —. Solo te curé porque te debía un favor, no me gusta tener deudas.
—Eres una persona muy complicada, si tienes un manual para entender lo agradecería —Anthony se burló —. Pero, me alegra que escuchar música conmigo te ayude.
—Hace mucho tiempo que no me sentía tan tranquilo —murmuró, y se rascó el cabello ansioso —. Ahora no molestes, quiero ver mi anime.
—¿En serio, no me digas que eres otaku? —dijo, conmocionado.
—Claro que no, yo sí me baño.
—Típico argumento de otaku en el closet —se asomó para chismosear qué tipo de dibujo le gustaba. Anthony no era muy fanático de la cultura japonesa, pero estaba lo suficiente familiarizado con la internet para reconocer el anime —. Porque no me sorprende que te guste My Hero Academia, eres todo un niño rata en potencia, solo que sin la apariencia.
—Oye... —Dylan se detuvo al percatarse de un detalle muy significativo —, primero; no te metas con el fandom de My Hero Academia, no hables si no sabes ni lo que dices. Segundo; ¿me puedes decir qué apariencia tiene un niño rata?
—Eso es lo mismo que haces tú con la comunidad LGBT y con todo lo que tu cabecita no entiende —se cruzó de brazos.
—Es diferente... —arrugó la cara de nuevo y se acercó de manera sorpresiva. Por un momento sintió su respiración agitada —, no me cambies el tema, ¿a qué te refieres con que no parezco un niño rata?
—¿Para qué quieres saber? —los nervios invadieron su cuerpo y empezó a tartamudear —, no te hagas el inocente, no necesitas que te diga.
—De verdad no lo sé.
El chico le lanzó una almohada en la cara para que se detuviera con sus insinuaciones.
—Mejor hagamos algo más divertido; vamos a ver el anime juntos. Capaz hasta cambie de opinión —le quitó la laptop y la puso arriba de sus piernas.
Cuando Dylan se dio cuenta de lo cerca que estaba, prefirió hacer como si nada hubiera pasado y siguió la corriente.
—Sé que te vas a volver fan —jaló un poco el computador para que quedara en medio de los dos y le dio play al capítulo.
Pasaron toda la tarde viendo la serie.
Anthony no lo quería aceptar, pero le gustó. También era genial ver a su crush en otra faceta.
Dylan por su parte, estaba en la misma situación. Era la segunda vez que sentía calma y felicidad después de muchísimo tiempo. Lo más curioso es que fue gracias al fanático de Sia.
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