Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

"¿Será ese el motivo?"

Capítulo 6.

Tragué saliva nerviosa, me senté más recta que un poste y les sonreí a todos —: ¿Bebé?, ¿Hombre? No sé de qué me están hablando.

—No te hagas. Ayer que llegue a tu casa recuerdo que un hombre estaba ahí —señaló Diana con un tono acusatorio.

—Ay no seas tarada, el llegó después de ti, estúpida —dejé salir un poco irritada y al instante me llevé la mano a la boca.

DOÑA PENDEJA ME LLAMAN.

—Ajá —exclamó Karen con una sonrisa maliciosa—. ¿Cómo se llama? ¿Es guapo? ¿Trabaja?

—¿Estás embarazada? —inquirió mi papá de brazos cruzados.

—¡No! —me levanté para negar esa pregunta con todo mi cuerpo—. Si quieres me tiro de panzaso al suelo para que veas que no hay nada que pueda morir ahí adentro. —señalé mi estómago y todos se alborotaron para sentarme otra vez.

—No es necesario que te alteres, solo queremos saber todo con lujo de detalles —exigió Carolina.

—¿Pero por qué tengo que decirles? —pregunté frunciendo el ceño—. Soy una adulta y soy responsable de todas las decisiones que tome o de las cosas que haga, después de todo es MI vida y soy dueña de ella.

Todos se quedaron callados, mi padre titubeó al querer decir algo y Karen me dió un pulgar arriba, Diana y Carolina solo me veían  con un gesto de consternación en sus rostros.

—Es porque te queremos...tú eres una gran mujer y no nos gustaría que una persona completamente extraña para nosotros venga y te robe —dijo Diana haciendo un puchero.

—Exacto —se unió mi papá—. Solo cuéntanos acerca de él, no creas que seremos de esas familias que se unen para destrozar una relación. Eso es una pendejada —hizo un gesto con su mano y todos soltamos una risita.

—Para empezar: no tengo novio —aclaré y todos me miraron esperando más—, si el chico llegó al apartamento esa noche es porque escuchó ruidos "extraños" —hice comillas con mis dedos y miré directamente a Diana, avergonzada me sonrió y saludó con la mano.

—¿Y que acerca del bebé? —preguntó Carolina, malhumorada.

Siempre que se presenta alguna situación inesperada o huele algo sospechoso, es insoportable...nunca está tranquila hasta saber todo; estudió enfermería pero al parecer tiene vocación de detective.

O simplemente es muy metiche y controladora.

—¿Bebé? —pregunté nuevamente, sacando mis dotes de actriz para que no se dieran cuenta de que estaba fingiendo.

—Nos hablaste para decir que habías encontrado a un bebé en tu cama.

—Ah, ¿Eso? —sonreí un poco nerviosa—. Arregle ese problema, lo lleve a servicios infantiles y ellos se encargaron del asunto.

—¿Y por qué me preguntaste si conocía a un exorcista? —inquirió esta vez alzando una ceja. Odio con toda mi alma su excelente memoria.

—Ah, ¿Eso? —tragué saliva nerviosa y pensé algo rápido— Es que creí que a mi gato se le había metido el chamuco porque maullaba raro.

—¿Gato? Cuando fuimos a averiguar sobre el apartamento nos dijeron que no estaba permitido tener animales ahí —recalcó Diana confundida.

—¡Estoy criando a un gato de la calle! —exclamé cuando se me vino la idea a la mente.

—Que buena persona es mi hija —espetó mi papá en un comentario lleno de sarcasmo.

—Creo que no es correcto que nos metamos demasiado en su vida —habló Karen un poco apenada.

—Cla-claro que es correcto, ella es nuestra niña y tenemos que cuidarla —dijo Diana tartamudeando y señalándome con histeria.

—Me pica el trasero —hablé con el delicioso tono del cinismo decorando mi voz.

Todos intercambiaron una mirada de confusión y yo seguí.

—A veces me huelen mal los pies —hice una mueca de asco—, casi siempre que llegó a la casa me tiro el pedo que me estuve aguantando todo el día...

—Elisa, basta —espetó Carolina rodando los ojos.

—¿Por qué? Ustedes quieren saber todo sobre mi vida —me encogí de hombros.

—No esos detalles tan...asquerosos —dijo Diana en una voz casi inaudible.

—¿Por qué no? Soy una humana y hago todas esas cosas, no soy un personaje de película que no mea ni caga, yo si lo hago y el olor es espantoso, casi infernal...creo que el diablo vive en mis intestinos.

—¡Elisa, comportate! —exigió mi papá levantándose, todos dimos un saltito por el repentino grito.

—Miren, me voy porque tengo cosas mejores que hacer —me levanté y caminé hacia la salida...pero me pareció muy grosero irme así—. Sé que se preocupan por mi pero tranquilos, todo está bien.

Tomé el autobús para regresar al
apartamento y en una de las paradas se subió un hombre cuya apariencia y olor corporal provocaron que se me parara la inexistente.

Durante todo el camino no pude apartar mi mirada de él, apoyé mi mentón en mi mano para observar semejante obra de arte con mayor comodidad. Cuando se levantó me asusté y crucé los brazos para luego ver por la ventana; sin querer mis ojos vieron en su dirección antes de que la puerta se abriera y él también me miró...y me dió una sonrisa de boca cerrada antes de bajar.

Mierda, acaba de sonreírme. Seguramente notó que estaba babeando por él.

En unos minutos me bajé en mi parada y caminé un poco para llegar al apartamento, cada paso que daba estaba cargado de intriga: "¿Seguirá esa alucinación ahí?"

No quería llegar, estaba más temerosa que el día que le clavé un lápiz a mi compañero en el brazo y no sabía si moriría, tenía siete años. Ahora con 22 años deseo volver en el tiempo y solo preocuparme por si llegaría a casa a tiempo para ver los Backyardigans.

Hundida en mis afliciones ni siquiera me di cuenta de que ya estaba abriendo la puerta, suspiré profundamente y me adentré en el lugar con la esperanza de que este martirio haya llegado a su fin.

Todo era puro silencio, me dirigí a mi cuarto y encontré la foto de mi madre en el piso, la recogí y la dejé en su lugar para revisar todo el apartamento y asegurarme de que todo había vuelto a la normalidad.

Después de unos minutos de una intensa búsqueda me senté en el sofá y contemplé la entretenida pantalla apagada del televisor. Y pensé, como nunca antes lo había hecho en mi vida pensé por mucho tiempo.

¿Será ese el motivo?

¿En serio será ese el motivo por el que veo al bebé?

Ni siquiera fue mi culpa, no me afectó en mi vida personal...¿podría ser posible que me esté haciendo daño ahora? ¿Aún cuando fue hace mucho tiempo?

Saqué mi teléfono y tomé un profundo suspiro antes de marcar el número. Dos tonos después, la alegre voz de una mujer me saludó.

—¿Es esta la clínica de la psicóloga Anne George? —pregunté nerviosa.

—Así es, ¿Que necesita?

—Lo mismo me pregunto...

—¿Disculpe?

—¡Ah! —cerré mis ojos fuertemente y tomé una decisión en ese momento—. Quiero programar una cita.

—Por supuesto, dígame su nombre y apellido. Buscaré una fecha y puede confirmar si ese día está bien para usted.

—Elisa Mendes.

—Bien, Srta.Mendes. ¿Le parece bien el miércoles a las 9:00 de la mañana?

—No me parece bien... —susurré reconsiderando la situación—. Si, estaré ahí. Muchas gracias.

Pasaron tres días y no sabía cómo abordar la situación, me podía de los nervios el hecho de saber que durante toda mi vida no necesité un psicólogo, siempre creí que era innecesario porque uno mismo aprende a lidiar con sus problemas.

Durante esos tres días no ví al bebé y empezaba a sentirme tranquila, en dos horas tendría que ir a la clínica así que me metí al baño para ducharme.

Error.

Mientras lavaba mi hermosa espalda y cantaba a todo pulmón me di la vuelta y ahí estaba el bebé. Me resbalé y al tratar de no caer me aferré al lavabo, mis manos se deslizaron por este y di un fuerte golpe con mi frente.

Quejándome por el dolor me levanté a duras penas y me ví al espejo, esto dejaría un moretón.

—Jamás creí que odiaría tanto a los bebés —dije tratando de no llorar.

Me senté frente al tocador y me puse un poco de polvos para disimular la marca roja que decoraba mi hermosa piel. El bebé sentado en mis piernas tratando de alcanzar los labiales para luego morderlos.

Cuando estaba lista para irme lo dejé sentado con un labial para entretenerlo en la alfombra de la sala.

—Hey papi, me cuidas la casa —le sonreí y cerré la puerta.

No estoy loca, solo estoy uniéndome al enemigo porque no puedo vencerlo. Definitivamente es así.

Llegué a la clínica y solo esperé unos minutos para pasar. Al entrar en el cuarto sentí una extraña sensación de comodidad y al ver a la psicóloga sentí una sensación de homosexualidad. Era hermosa.

—Bienvenida —me dijo sonriente y con la mano me invitó a sentarme en un pequeño sofá que estaba frente al de ella.

—Buenos días, soy Elisa Flores —me presenté estirando mi mano para estrechar la de ella.

—¿Quiere que hablemos un poco antes de pasar al motivo de su visita o le gustaría ir directo al grano? —inquirió trayendo hacia ella una página y un lapicero.

—Quiero ir como Asepxia, directo al grano —bromee un poco nerviosa, ella me miró fijamente durante un instante.

—Pero antes, ¿Sufre de violencia intrafamiliar o algo por el estilo? —me di cuenta de que había notado la marca en mi frente.

—Ah, ¿Esto? Tuve un pequeño accidente ahora en la mañana.

—Bueno —sonrió un poco aliviada—. Entonces puede empezar a hablar.

—Veo a un bebé —solté y ella me miró extrañada—. Soy la única que puede ver a ese bebé. Ah, también los borrachos pueden verlo.

—¿Un bebé? —empezó a escribir sin apartar su mirada de mí—. ¿Desde cuándo lo ve?

—Desde hace aproximadamente ¿6 días? Si, eso creo. Pero durante tres días no lo ví, hasta esta mañana.

—¿En el pasado ha consumido algún tipo de droga?

—No que yo sepa.

—¿Qué?

—Ya sabe, en las fiestas uno se termina comiendo hasta las plantas de sus amigos...y a veces hasta a sus amigos —me eché a reír y ella un poco confundida también sonrió.

—Entonces digamos que no —tachó algo y luego dejo el papel a un lado—. ¿Cree que exista algún motivo por el cual tiene esa alucinación?

—Bien... —escuchar la palabra "alucinación" me desequilibró un momento—. He estado pensando en eso desde que empecé a verlo y creí que no había una razón lógica. Hasta que ayer recordé algo. —tomé un profundo suspiro y fijé mi vista en mis manos entrelazadas.

—¿Que recordó? —preguntó con una voz dulce.

—Fue hace dos años, casi tres. Yo estudio enfermería, entonces tenía que ir al hospital a hacer mis prácticas. Era mi primer semana ahí, estaba haciendo todo mi trabajo de una manera excelente —recalqué—. Pero un día llegó una mujer en labor de parto y justo ese día hubo un accidente de tránsito, alrededor de catorce personas heridas de gravedad fueron trasladadas a nuestro hospital. La sala quirúrgica se llenó en un instante...

—¿Quiere un vaso con agua? —ofreció al ver que aclaré mi garganta.

—Si, por favor. —se lo pidió a su asistente y ella me lo entregó, tomé un sorbo y seguí—. Yo estaba junto a ella, casi perdiendo la cabeza. Sin saber que hacer solo permanecí a su lado tratando de calmarla, ella estaba a punto de dar a luz en la sala de emergencias, tenía mucho dolor y pasaron casi quince minutos donde me rogaba que la ayudara. Lo único que hice fue sostener sus manos fuertemente porque estaba muy nerviosa como para moverme de ahí.

Ella me escuchaba atentamente, se sentía tan bien sacar todo eso.

—Luego todo pasó cómo una película de terror frente a mis ojos —cerré mis ojos recordando aquello—. Ella gritó de una manera que me erizó la piel, todos se voltearon a vernos y yo salí corriendo luego de decirle que aguantara un poco más. Fui a buscar a la doctora encargada y ella también venía en mi encuentro a preguntarme cómo estaba todo en la sala, le comenté acerca de la chica y rápidamente ordenó preparar una sala para hacerla pasar. Me permitieron entrar, le realizaron una cesárea sin siquiera ponerle anestesia porque estaban en un apuro, hicieron todo lo posible pero el bebé... nació muerto.

—Debe haber sido duro para todos ustedes al presenciar eso.

—Fue horrible, ella cargó a un bebé muerto en su vientre por siete meses sin tener la más mínima idea —mis ojos se llenaron de lágrimas—. Pero ella creyó que yo era la culpable y empezó a gritarme y cuando su esposo llegó también me culpó a mí por haberme tardado, porque ella le dijo que yo no hice nada y por eso el bebé murió —concluí sintiendo una punzada en el pecho.

—¿Usted está segura y es consciente de que no tuvo culpa de ese trágico suceso? —inquirió como una pregunta final en un juicio.

—Lo estaba...hasta que hablé de ello en voz alta —respondí cabizbaja.

Nuestra primera sesión concluyó, salí y me sentía liviana, como si hubiese soltado un saco de arena que cargaba sobre mi espalda.

—Pero mira a quien tenemos aquí —esa tan conocida voz me sacó de mis pensamientos.

—Diana, Carolina —estaban sentadas en la sala de espera—, ¿Que hacen aquí?

—Vinimos por el asunto del bebé —dijo Carolina con un tono de aborrecimiento—, ¿Tú?

—Que casualidad, yo también...vine a esta clínica justo hoy —rectifiqué antes de que notaran mi nerviosismo.

—Bien... —contestó Diana con un tono de sospecha—. ¿Entonces por qué viniste?

—Ah, estrés. Ya saben, en un mes es la graduación, luego entro a trabajar tan rápido y estoy un poco tensa.

—Ahora que lo dices yo también, aunque descansaré un año...pero dejar la universidad me hace sentir fuera de rutina —me acompañó Carolina con un movimiento de hombros—. Hace rato que no nos reunimos las tres, ¿Deberíamos ir por un café luego de nuestra cita?

—Perfecto —asentí y me sentí animada, es cierto que nos hemos distanciado un poco en los últimos días. Y todo se debe a la extraña condición en la que me encuentro.

Me senté a esperarlas mientras veía imágenes random en mi teléfono.

•••
Hola, aguacaticos.

Quiero agradecer a esa personas que se han expresado tan bien de esta historia. Me hace muy feliz saber que estoy haciendo un buen trabajo.

Espero disfruten el capítulo, ¿Ustedes también creen que ese incidente sea el motivo por el cual Elisa ve al bebé?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro