"¿Qué hago?"
Capítulo 13.
—¡Vecina! — grité asustado mientras daba golpes a la puerta y giraba la manija para tratar de abrir, pero nada sucedía y estaba a punto de correr gradas abajo para buscar ayuda, pero si ella estaba adentro, y su bebé también...algo trágico podría pasar si perdía el tiempo.
Me tiré de costado sobre la puerta, mi brazo dolió pero empezaba a sentir el calor a través de ella y seguí arremetiendo una y otra vez, con la esperanza de abrir. Me sentí exhausto luego de unos minutos de intentos fallidos, pose mis manos sobre mis rodillas para retomar el aliento y en ese instante, como una revelación, las llaves de mi apartamento se salieron del bolsillo de mi pantalón y cayeron frente a mí.
—Tal vez... —pronuncié rogando al cielo. Albergando la esperanza de que si funcionara, traté de meter la llave con manos temblorosas y encajó perfectamente, me sentí confundido por un momento pero la giré y funcionó, la puerta se abrió y no me tardé en empujarla por completo y entrar.
Me quedé perplejo y di un traspié al detenerme antes de pisar la gran llamarada frente a mí que casi llegaba hasta el techo, a través del fuego pude ver a mi vecina al otro lado tirada en el suelo, su figura era temblorosa debido al calor, estaba a unos cuantos metros del accidente.
—Dios, ¿Que hago? —me pregunté repetidas veces pasando mis manos por mi cabello.
Todo el lugar se veía envuelto por humo, me sentí desesperado, tratando de solucionar todo, pero sin poder hacer nada quedándome estático en mi puesto, hasta que mi propia tos me hizo reaccionar.
Dejé caer mi mochila al piso y rodeé las llamas para llegar a su encuentro, ella estaba en ropa interior e inconsciente , ya sea por el humo o porque estaba ebria —en la mesa habían muchas botellas de alcohol—, pasé un brazo debajo de su pierna desnuda y otro bajo su espalda para levantarla. Me tambalee un poco y mis rodillas dolieron, pero pude ponerla a salvo en el sofá, lejos del fuego.
—¡El niño! —recordé y recorrí todo el lugar con la mirada, pero no había rastros de otra vida humana ahí. Una vez más me quedé congelado en mi puesto hasta que el sonido hizo que mi vista se concentrara nuevamente en el fuego que extendía su camino casi hasta la entrada y corrí a la cocina para buscar una cubeta y llenarla con agua.
Lo único que encontré fueron un par de depósitos de comida vacíos, los llené con agua y corrí de nuevo hacia la sala para verter el líquido sobre las llamas, escuché el siseo que provocó el fuego al entrar en contacto con el agua y un par de gotas saltaron y cayeron en mis manos, tensé la mandíbula por el leve ardor que sentí en la piel, pero no me detuve a pensar y me apresuré a traer más agua.
El calor golpeaba mi rostro y en un instante todo mi cuerpo estaba bañado en sudor, me detuve de tanto en tanto para darle una corta mirada a mi vecina para saber si estaba bien.
Sentí que mis esfuerzos eran inútiles, porque el fuego parecía estar más enfurecido que cuando llegué, y la alarma de incendios estaba averiada porque no sonó en ningún momento, a pesar de que ya habían pasado casi diez minutos desde que me dí la tarea de ser un bombero improvisado.
Pero la llamarada se extinguió en mi casi décimo viaje de la cocina a la sala con los pequeños recipientes llenos de agua. En el suelo solo quedaba un poco de fuego tambaleante, me quité la chamarra de mezclilla y empecé a azotarla contra aquella pequeña amenaza.
Luego de apagar todo por completo, empecé a agitar mis manos en el aire para espantar el humo, me sentía...libre y poco a poco mi sonrisa aumentó hasta convertirse en carcajadas, el sentimiento de satisfacción me embriagaba. Me asomé al espejo que estaba en una pared cerca del baño y sonreí aun más al ver mi cara embarrada de hollín.
Era la primera vez en mi vida que había hecho algo valiente, había solucionado un problema por mi mismo, y a pesar de que la situación era de extremo peligro...yo pude controlar todo. Al ver a mi vecina con el cuerpo en el sofá y la cabeza colgando, sentí un cargo de conciencia.
Ella estuvo a punto de morir incinerada, pero yo estaba feliz.
Pasé sobre la gran mancha negra del suelo chamuscado para acomodarla nuevamente, después me di la tarea de buscar por todo el apartamento al pequeño bebé, pero había desaparecido como por arte de magia. Entré al cuarto de mi vecina y aparte de todo el desorden, el retrato de una mujer sonriente estaba colgando en el estante con el vidrio roto.
Escuché un par de balbuceos provenientes de la sala y me asomé para ver, era mi vecina la que parecía estar despertando, me acerqué y la ayude a sentarse arrodillándome frente a ella, llevó su mano a su cabeza, como si está doliera y luego me miró confundida, su mirada se dirigió a su cuerpo semidesnudo y luego de proferir un grito ronco y corto, me dió una patada en el pecho.
—¿Qué?, ¿Qué pasa? —inquirí asustado poniendo mi mano en el lugar atacado.
—¡¿Por qué estoy desnu-
Se detuvo antes de terminar y dió un aplauso para luego empezar a reír fuertemente.
—Ya recordé que yo me quité la ropa —dijo divertida—. Por cierto, huele a muerte por aquí.
—Vecina, ¿Estás bien? —me aproxime a ella y tomé sus hombros.
Estaba preocupado por qué experimentara ciertos efectos secundarios luego de estar cerca de una sustancia tan tóxica como la gasolina, pero aparte de ebria y desconcertada, todo parecía estar en orden.
—¿Donde esta el bebé? Lo escuché llorar, pero no lo encuentro.
—¡¿No está?! —preguntó sorprendida y se levantó de un tirón, casi cae al piso pero la sostuve a tiempo. Me empujó y empezó a caminar por todo el lugar, luego de revisar toda su estancia empezó a reír otra vez.
—Vecina, ¿Dónde está el bebé? —casi olvidaba el pequeño detalle de que ella solo se encontraba en ropa interior, hasta que se acomodó el sostén y aparté la mirada avergonzado.
—Yo —pronunció con un flojo tono de arrogancia—, yo me deshice de ese maldito.
Traté de decir algo pero aquello me dejó atónito, llevé mis dedos al entrecejo y a pesar de buscar alguna respuesta lógica, no encontré ninguna.
Ella se volvió a sentar en el sofá y esta vez la seguí para sentarme a su lado, estaba a punto de dar otro sorbo a su bebida pero detuve su mano antes de que colocara la botella en su boca.
—Deja de beber, estás muy ebria —esperaba un puñetazo de su parte, pero solo me contempló haciendo un puchero y dejó caer sus manos sobre su regazo—. Ahora, explícame, ¿Qué pasó con el bebé? ¿Dónde está? ¿Lo pusiste a salvo? Pero antes que todo, ¿Cómo ocurrió esto?
—¿Ponerlo a salvo? —inquirió en voz baja y empezó a llorar, sus mejillas estaban rojas por estar alcoholizada, pero esta vez su nariz estaba al rojo vivo y le faltaba el aire al no poder detener su llanto.
No sabía qué hacer, me quedé ahí sentado mirándola y esperando que se calmara, me sentía muy intranquilo, estaba empezando a asustarme por la ausencia del niño. Miles de cosas empezaron a inundar mi cabeza:
"¿Y si se quemó?". Imposible, no había olor a carne quemada y ni un cadáver ahí.
"¿Y si se cayó por la ventana?", No puede ser, estaba cerrada.
"¿Y si salió del apartamento cuando yo abrí la puerta?". No lo creo, no lo ví.
Todo esto se esfumó cuando me vi obligado a recostarme en el sofá, debido a que mi vecina colocó su cara cerca de mi cuello y se acostó de lado con sus brazos quedando sobre mi pecho.
Contuve el aliento, estaba nervioso por el repentino contacto...pero no podía alejarme de ella.
No cuando lloraba tan amargamente en mi pecho.
Sentí como se humedecía mi camiseta e incluso pequeñas gotitas de saliva fueron salpicadas en mis brazos, cuando ella abría la boca para recuperar el aliento.
—Vecina, ¿Qué pasa? —iba a abrazarla pasando mi brazo por su hombro, pero dí un respingo al sentir sus piernas desnudas acomodándose sobre las mías. Sentí lástima antes que cualquier otra cosa, estaba en posición fetal y a pesar de no ver su rostro, sabía que estaba perdida, pude notarlo...porque alguna vez también me sentí así.
—¿Puedes guardar un secreto? —preguntó con una voz aguda y casi inaudible.
—Dime —esta vez si pasé mis brazos alrededor de ella y con inseguridad pose mi mano levemente sobre su cabello, sorbió su nariz fuertemente antes de empezar a hablar.
—Yo...yo creí que estaba loca —su voz entrecortada empezaba a estabilizarse—, un bebé apareció en mi cama y pedí ayuda para hacer algo con él.
Entonces no era de ella.
—Pero no tenía que pedir ayuda para el bebé, sino para mí misma —pronunció y se sentó repentinamente para verme a los ojos—. Porque resulta que era la única persona que podía verlo, creí que era una alucinación.
—¿Alucinación? —me enderece en el sofá, la plática empezaba a tomar un rumbo extraño.
—Si, pero ahora to-da la maldi-ta tarde es-tuve buscando mal-ditos síntomas de u-na maldita alucinación —habló siendo interrumpida por el hipo—, ¿Que crees? No e-ra una alucinación. Era un de-monio. Esa co-sa no exis-te.
—Antes de que sigas, mantén la respiración por cinco segundos —me miró confundida, como si estuviera hablando en otro idioma así que tuve que hacer pinzas con mis dedos y apretar su nariz, instintivamente abrió su boca mientras me veía como una niña pequeña—, cierra la boca y aguanta, así se te quitará el hipo.
Hizo lo que le pedí y con sus dedos empezó a contar hasta cinco, sonreí ante aquel gesto. Cuando ya hubo pasado el tiempo apartó mi mano dándome un golpe en ella.
—Busqué y busqué toda la tarde —golpeaba su mano con su puño mientras me explicaba enérgicamente—, porque si era una alucinación, yo tendría que asistir al psiquiatra y renunciar al trabajo al que ni siquiera he ido. En fin —se dejó caer exhausta hacia atrás y sus ojos bailaban inestables en sus cuencas—, todos los síntomas no concuerdan con lo que a mí me pasa. Pero, ¿Adivina qué?
—¿Qué? —pregunté al ver que esperaba eso de mí parte.
—¡Todo apunta directamente a que esa cosa es un demonio! —señaló el suelo quemado—. Dejé al bebé en medio de un círculo hecho de gasolina y ¡pum! Que estaba a punto de arrepentirme de hacer eso cuando me tropiezo y el fósforo cayó ahí —se rió y me dió un golpe en el brazo, luego se encogió de hombros—. Supongo que era el destino de ese mocoso.
Tragué grueso, no sabía si correr y esconderme debajo de mi cama hasta ordenar mis pensamientos o simplemente quedarme ahí y escuchar su historia.
Que obviamente no creí, estaba ebria.
Pero ahora que mencionaba al bebé de esa forma, me preocupé. Pensándolo bien, mi vecina a veces actuaba de forma extraña, quizás tenía problemas mentales y yo no lo sabía; el bebé podría estar en peligro si se quedaba junto a ella.
—Vecina, ¿Dónde está el bebé?
—¿No te lo acabo de decir? Está achicharrándose en el infierno —apoyó sus manos en el suelo y tuve que luchar para no mirar su trasero alzado—, ¡Javi, me saludas a mi tío el satán! JA, JA, JA.
Luego de pensarlo unos segundos formulé la pregunta—: ¿Tienes que salir a algún lado mañana?
—¿Mañana? ¿Qué es eso? —al parecer el alcohol la hacía olvidar palabras.
No sabía si lo que tenía planeado hacer estaba bien, bueno, claramente no estaba bien. Pero ella me preocupaba, era una buena persona. Aparté todo atisbo de duda de mi cabeza y le pedí la llave del apartamento.
—¡Aquí está! —exclamó contenta luego de ir corriendo como si el suelo estuviera caliente a su cuarto y regresar de la misma forma.
—Bien… —dejé salir un suspiro mientras veía el objeto en mi mano—. Buenas noches, ve a dormir un rato.
Recogí mi chamarra sucia y también mi mochila, caminé hasta la puerta y ella me siguió.
—¿Te vas? —preguntó y asentí.
—Vendré mañana temprano —salí antes de que dijera algo más y le puse seguro a la puerta, para que no pudiera salir a ningún lado—. Siento que te estoy secuestrando —dije arrepintiendome al instante mientras apoyaba mi mano y mi frente en la puerta.
Estaba a punto de entrar a mi habitación, pero sentí que si la dejaba sola podría cometer otra locura, además, aún estaba preocupado por el niño. Me sentía mareado, nunca en mi vida había lidiado con emociones tan intensas.
Estaba caminando de su puerta a la mía mientras pensaba, cuando el teléfono me sacó un brinco al sonar.
—¿Si?
—¡Nathaniel! —exclamó mi madre—, ¿Cómo estás?, ¿Debería ir a tu apartamento?, ¿Ya estás mejor?
—¿A qué te refieres…? —luego de preguntar esto, caí en cuenta del motivo por el cual había regresado temprano a casa. Había olvidado por completo que me sentía enfermo hace un par de horas.
—¡¿Cómo que a qué me refiero?! —gritó desconcertada—, estabas pálido. Sabía que no tenía que dejarte ir solo porque te pasa-
—Mamá, mamá, mamá —la detuve antes de que me dejara sordo—. Ya estoy bien, me tomé una pastilla y me siento mucho mejor.
Dejó salir un gran suspiro que juro que lo sentí a través del teléfono—: Es un alivio. En serio estaba preocupada.
Seguía caminando de un lado a otro y se me ocurrió la maravillosa idea de consultar el asunto con mamá, después de todo, ellas siempre saben que hacer en cualquier situación.
—Mamá, ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro, ¿Qué pasa?
—Voy a plantearte una situación, dime qué es lo que harías, ¿Ok? —escuché un «ajam» como respuesta y continué—. Digamos que tú vecino está mal de la cabeza, entonces hace unos momentos tuvo un accidente y para empeorar todo, vive solo y está borracho, ¿Que harías?
—Por supuesto que no me metería en sus asuntos —contestó sin dudarlo—. Está borracho y mal de la cabeza, ¿Que podría hacer yo?
—¡Pero! Ese vecino es muy vulnerable y necesita ayuda, como la gran persona que eres…¿En serio te irías así sin más? —pregunté esta vez esperando otro tipo de respuesta.
—Mmm, en ese caso, creo que llamaría a su familia para que cuiden de él.
—¿Y si no conoces a su familia?
—Nathan, ¿Tienes un vecino loco y alcohólico?
—No, no. Estoy viendo una serie, quería saber tu opinión —respondí nervioso.
—Bueno, creo que si estoy segura de que ese vecino borracho y loco no es peligroso, trataría de hacer algo para ayudarle. Sabes que hay muchas personas solas en este mundo, sus vidas son muy tristes... haría lo que estuviera en mis manos. Pero claro, siempre manteniendo una distancia.
—¡Verdad que sí! —respondí aliviado—. Eso es lo que se debe de hacer.
—Hijo…parece que te metes demasiado en las series —bufó—. Bueno, si aún recuerdo como lloraste cuando murió Mufasa —dejó salir una risa.
—Gracias por la ayuda mami, te quiero. Tengo que terminar este capítulo —colgué luego de que se despidiera y después de tanta vuelta decidí volver a entrar a la estancia de mi vecina.
La encontré con la cara aplastada contra la mesa de la cocina, sostenía un vaso de agua pero estaba roncando por la posición en la que se había quedado dormida. Traté de despertarla pero era imposible, parecía una piedra. Senti que mis rodillas protestaron en el momento en que la cargué por segunda vez en el día, bueno, ahora ya noche.
La llevé hasta su cama luego de apartar unas camisas sucias con los pies para no tropezar. La cubrí con la manta y después de dejar salir un quejido y apartar el cabello de su rostro se quedó profundamente dormida.
Me fuí hasta el sofá y coloqué mi mochila como almohada. Me sentía demasiado cansado y a la vez agitado por tantas cosas ocurridas en un solo día, que más parecía haber sido un año.
Empecé mi día siendo burlado por mis calzones de Superman, luego tuve que soportar las insinuaciones de Sofía y me enfermé. Terminé apagando un incendio y durmiendo bajo el mismo techo que mi vecina por segunda vez.
Cerré mis ojos luego de sonreír por lo absurdo que había sido todo y dejé que la oscuridad del descanso fuera apoderándose lentamente de mí.
"Hola aguacaticos"
Me encanta este capítulo y espero que a ustedes también. Gracias por sus comentarios, los llevo en el órgano palpitoso :')
¡Ah! Con respecto a la escena de Elisa acostándose sobre Nathan, no sabía cómo describirlo así que les dejo una foto acá abajo por si no me entendieron :(
Algo así. Con la diferencia de que Nathan tenía sus pies en la tierra JAJAJA literal.
Ahora sí me voy, los amo 🥑
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro