"¡Drogaste a mi hijo!"
Capítulo 14.
—Ah…
Me quité las mantas de encima a base de patadas, tenía mucho calor y mi cabello estaba desperdigado por todo mi rostro, traté de sentarme en la cama pero me sentía muy débil. Abrí los ojos y sentí un leve escozor en ellos, mi garganta también ardía y el rayo de sol colándose por la ventana me anunciaba que ya había amanecido.
Y la penumbra de la noche se robó mi memoria, ya que no recordaba en qué momento había llegado a la cama y peor aún, no sabía qué rayos hice antes de llegar hasta aquí. Y eso me puso nerviosa, tenía un muy mal presentimiento, nunca antes había olvidado todo por completo después de una borrachera.
Tomé un profundo suspiro para calmar las náuseas y me senté, estaba a punto de levantarme para ir rápidamente al baño, pero el vómito empezó a salir a borbotones de mi boca y no me dió ni un minuto más para pensar.
Solo sentía la muerte en cada arcada.
Al ver el líquido asqueroso caer sobre las sábanas me sentía aún más nauseabunda y no podía parar, hasta que un par de lágrimas salieron y sentí un inmenso alivio.
Me levanté rápidamente tratando de no mover tanto la cama porque sino todo se derramaría y ya tenía demasiado estrés en tan solo unos minutos de haber despertado.
—Todo esto por borracha —me reproché y mi voz era muy ronca. Era la primera vez que una resaca me atacaba de esta forma.
Me quedé parada un momento viendo todo el desastre con una tremenda sensación de disgusto y a la vez trataba de recordar que había pasado, no entendía porque el sentimiento de inquietud me afloraba, pero tenía que haber hecho algo muy malo como para sentirme de esa manera.
Mi intuición casi nunca fallaba, pero rogaba con el corazón en la mano que esta vez si. Porque a pesar de tener fragmentos de recuerdos muy vagos de la noche…la imagen de Javi rondaba por mi cabeza y eso me atemorizaba. ¿Pero por qué? Si ya me había acostumbrado a su presencia.
Caminé a pasos lentos e inseguros hasta llegar a la sala, necesitaba beber agua, me sentía demasiado sedienta. Pero había todo un desorden ahí, recorrí el lugar con la mirada: botellas de alcohol en la mesa, muchas; mi laptop abierta y tirada a un lado y me extrañó mucho ver el galón de gasolina de papá puesto a un lado del sofá. Me asomé un poco más y lo que ví me dejó petrificada, había una gran mancha negra cerca de la entrada.
Escudriñando en lo más profundo de mis recuerdos logré ordenar todas las piezas en mi cabeza…y comprendí la situación.
Me acerqué a la escena con el cuerpo temblando y el olor a quemado hizo que toda esta locura parecía tan real que mi boca se abrió sola y las lágrimas acumulándose en mis ojos empañaron mi visión.
—Javi…
Con el miedo a flor de piel me apresuré a buscar por todos lados al pequeño demonio.
Si. Recuerdo que ayer decidí que acabaría con él, me dije que iría al psiquiatra…aunque eso echaría todo mi esfuerzo directo al caño. Pero antes de agendar una cita tomé la absurda decisión de buscar en internet, porque todo me parecía tan raro. Y el internet siempre tenía la respuesta.
No lo encontraba por ninguna parte, me detuve un momento para recuperar el aliento, porque sentí que el llanto me estaba ahogando.
Busqué y busqué y al parecer todo encajaba:
"Alucinaciones visuales, auditivas y hápticas"
Pero había algo que no me cuadraba…o quizás solo era yo tratando de convencerme de lo contrario. Javi crecía y evolucionaba como un ser humano de verdad lo hace, también empezaba a murmurar cosas que solo los bebés entienden, era tan normal que me atemorizaba, mi vecino lo veía también, ¿Pero por qué Diana y Carolina no pudieron hacerlo?
Y a mi brillante cerebro llegó la idea de que si no era normal…entonces tendría que ser algo fuera de este mundo, algo paranormal. Así que me di a la tarea de investigar más cosas y en un arrebato de desesperación decidí que con la poca información que había recaudado, Javi definitivamente era un demonio.
Entonces tomé el galón de gasolina que papá dejó un día en mi apartamento y un par de cerillos que encontré en la encimera.
—¡Por Dios! —exclamé con mi garganta ardiendo—. Por favor…Javi, ¿Dónde estás?
Luego bebí mucho, porque después de todo quemaría a un bebé. Aunque era un demonio seguía siendo un bebé que parecía tan real como cualquier otro. Dibuje un círculo con gasolina y lo puse al medio. Recuerdo que el chiquillo solo me miró confundido y me arrepentí, retrocedí un paso pero a la vez dejé caer el cerillo encendido que sostenía entre mis dedos. Y entonces empezó a llorar, lloraba de una manera espantosa y no recuerdo más.
Me senté en el sofá exhausta, Javi no estaba.
—¿Qué hice? —abracé mis rodillas mientras contemplaba la estupidez que había provocado y más lágrimas empezaron a salir al pensar en todo lo que pudo haber pasado, pude haber muerto por el incendio y de paso también matar a todos mis vecinos del edificio.
Pero no, analicé todo y la marca se había corrido casi hasta la puerta de entrada y luego…
Nada. Ni siquiera un cadáver calcinado en el lugar de los hechos.
¿Cómo se había extinguido? Probablemente no puse demasiada gasolina como para provocar un gran desastre. Pero me parecía tan ilógico, todo en ese momento me parecía tan absurdo que no pude más que quedarme ahí mirando a la nada hasta que un extraño sonido me hizo dar un brinco en mi lugar.
«Beat it, beat it, beat it..» cantaba Michael Jackson desde un lugar desconocido, miré hacia todos lados tratando de encontrar de dónde provenía la canción y en la orilla del sofá había un teléfono hundido.
Lo saqué y definitivamente no era el mío, había una llamada entrante y por eso sonaba.
"Mamá"
Oh, claro que no era el mío.
Por supuesto que no contesté, dejé que la llamada se desviara y luego traté de desbloquearlo para saber de quién era. Con cada segundo que pasaba sentía que el mundo era una comedia satírica escrita por alguien con aburrimiento.
La persona dueña del teléfono no era nadie astuto realmente, su contraseña era el patrón de la letra "L" al revés. Me fuí directamente a la galería y me lleve una sorpresa al ver en el rollo de la cámara varias fotos de una chica rubia que se me hacía muy conocida, pase una foto tras otra y luego había una mujer mayor y un hombre abrazados.
No fui capaz de identificar al dueño misterioso del teléfono, hasta que volví a ver una foto de la chica y la reconocí, era la ex novia de mi vecino.
El teléfono era suyo y pude comprobarlo al seguir buscando y encontrar una foto suya junto a la que supuse era su madre.
Él había estado aquí.
Él debía saber algo sobre Javi.
¿Y si él salvo al bebé?
Me puse de pie y salí para tocar su puerta lo más rápido que mis débiles piernas me permitieron.
—¡Oye! —golpeé su puerta tan fuertemente que mi palma estaba roja—. ¡Abre, por favor!
A lo lejos escuché el sonido del agua cayendo, seguramente estaba tomando una ducha, esperé un rato mientras caminaba de un lado a otro y minutos después un chico rociado de colonia y con una apariencia fresca abrió la puerta.
—Vecina… —pronunció sorprendido.
—Estuviste en mi casa anoche —no era una pregunta, aún así él asintió—. ¿Que rayos pasó ahí?
Puse mis manos sobre sus hombros y esperé por una respuesta, me miró con desconcierto y fruncí el ceño.
—¿No sabes nada?
—Es que yo… —cerró sus ojos y sacudió la cabeza levemente—, no sé qué pasó porque cuando llegué ya había un incendio ahí.
Dejé caer mis brazos desilusionada, él no sabía nada, lo que también significaba que mi esperanza de encontrar a Javi debía esfumarse y yo tendría que vivir el resto de mis miserables años cargando con la culpa de haberle hecho daño a una criatura inocente.
Volví la mirada hacia él y forcé una sonrisa, tragué grueso porque no quería que nadie, ni una sola persona lograra ver a través de mis ojos el desastre que llevaba por dentro. Sin decir nada más volví a mi habitación y entré a la ducha con la ropa interior puesta. Solo me quedé parada mientras el agua fluía por todo mi cuerpo y hacía que todos mis pensamientos negativos se detuvieran por un momento, que me hubiese gustado fuera eterno, pero unos golpes insistentes en la puerta me hicieron salir del trance.
—¡Vecina! — escuché y luego más golpes fuertes— ¡Vecina!
—¡Ya voy! —anuncié y salí corriendo para abrir—¿Qué pa-
—No sé que diablos pasó, pero estaba en mi recámara, te juro que no tengo ni la más mínima idea de cómo llegó hasta ahí —explicó hablando rápidamente mientras el bebé en sus brazos jalaba su cabello.
—¡Javi! —exclamé perpleja, inmediatamente lo arrebate de sus manos y lo apreté dándole un fuerte abrazo—. Sé que esto es loco, lo sé, yo estoy loca…pero me alegra tanto que estés de vuelta.
—¿Hola? —una mujer de porte elegante estaba parada al final de las gradas mientras veía todo, al parecer ya llevaba unos minutos ahí.
Mi vecino se volteó al escuchar su voz—. Mamá.
—¿Mamá? —inquirí en voz baja.
—Vine a ver cómo te sentías, pero al parecer estás muy ocupado —musitó acercándose y mirándome de pies a cabeza.
Fue entonces cuando recordé que aún seguía en ropa interior. Vaya suerte la de esa familia, primero el hijo y después la madre, ¿Qué faltaba? ¿Que su abuelo también me viera en calzones ?
—Ho-hola —saludé nerviosa tratando de cubrir mi cuerpo detrás de la puerta mientras hacía muecas extrañas porque Javi no paraba de hundir sus dedos en mi rostro.
—Buenos días —pronunció de manera cortante—. Soy la madre de este hermoso chico y conozco a las de tu clase, estás semidesnuda frente a él para tratar de seducirlo porque si, él es muy ingenuo, pero déjame decirte que estás perdiendo tu tiempo así que ve a taparte un poco y cuida tu dignidad.
Una ráfaga de palabras ofensivas salió de su boca, provocando que la mía cayera al piso. Oh no, nadie, ni por qué tuviera más años de existencia que yo vendría frente a mí a insultarme con prejuicios tontos.
—¡Mamá!
—Pues ahora señora —salí por completo y la apunté con el dedo—, le recomiendo ponerle un cierre a sus labios para que lo use cada vez que quiera estallar contra alguien, y más aún si no conoce a esa persona.
—¡Eres una malcriada!
—Pues recuerde que como usted trate, así la tratarán.
Mi vecino pasó sus manos por su rostro, aturdido. —Mamá, traje el bebé a mi vecina, solo estoy aquí porque su bebé estaba…conmigo, lo cuide un rato porque ella me lo pidió —dijo mirándome de reojo.
—¿Bebé? —inquirió ella y alzó su cabeza para tratar de ver el interior de mi apartamento.
—Si, bebé —dije y le dí un beso en la mejilla a la criatura en mis brazos.
—Ya, vámonos —pidió mi vecino tomando a su madre por el brazo.
—No, espera —ella se paró nuevamente frente a mí con el ceño fruncido y la boca entreabierta—.¿Dijiste bebé?
—Si mamá, dijo bebé, es un lindo y tierno niño. Vámonos.
—Hijo… —volteó a verlo aterrorizada.
Contemple su reacción confundida, hasta que recordé cual era la situación.
—¡Drogaste a mi hijo! —gritó furiosa y se abalanzó contra mí para poner sus manos en mi cabello.
—¡Por Dios, sueltala!
—¡¿Qué le pasa?! —inquirí agitada tratando de no golpear a Javi mientras ella sacudía mi cabeza como si fuera una piñata con dulces adentro.
Pero no, no era una piñata y lo único que tenía adentro en ese momento, era enojo. Me esforcé para poner al niño en el suelo sin hacerle daño mientras ella gritaba cosas que no logré entender, cuando Javi corrió hacia adentro me puse manos a la obra.
O mejor dicho, manos a su cabeza.
—¡Vieja loca, quiero conservar mis tres pelitos así que suelteme o mi vecino tendrá una madre calva! —exigí viéndola a los ojos.
—¡La loca eres tú, drogadicta y nudista! —contraatacó jalando más fuerte.
—¡Basta, las dos! —mi vecino se metió entre nosotras y accidentalmente su madre hirió su rostro con sus uñas.
Que lástima.
Nuestra respiración agitada mientras nos veíamos por encima del hombro del moreno y estoy segura de que terminó de arrancarme el cabello en su imaginación.
—Yo…en serio lo lamento y tú también deberías disculparte —habló señalando a su madre—, y tú vecina, también debes hacerlo.
—¡¿Yo?! —inquirí ofendida—. Pero si fue ella la q-
—Solo porque veas a alguien disparando, ¿Sacarás tu arma y también lo harás? —preguntó en un tono de molestia que jamás había escuchado antes.
La señora se dio la vuelta y salió del apartamento dando fuertes pisotadas, mi vecino negó con la cabeza con decepción y fue tras ella.
Y me sentí culpable, en serio había perdido el control. Y todo esto lo había ocasionado yo, ya que mis emociones estaban descontroladas por todo lo que había pasado en tan poco tiempo.
Todo seguía igual, ella no lo vió, pero mi vecino si así que salí y caminé sigilosa para pegar mi oído a su puerta.
—¡Es que no había nadie en sus brazos! —escuché que le dijo.
—Estaba ahí, casi lo golpeas cuando la atacaste —replicó él.
—Esto no puede seguir así, si no te estás drogando entonces te estás volviendo loco. ¡Vamos al hospital ahora mismo!
—¡No entiendo que te pasa, el bebé estaba claramente ahí! —gritó abrumado.
Mientras más escuchaba, más mareada me sentía. Aunque a la vez me consolaba un poco, ahora ya no era la única "loca". Escuché los tacones dirigiéndose a la puerta y corrí para irme de ahí.
Al cerrar la puerta tras de mí, me recosté en ella y dirigí la mirada hacia el pequeñin que estaba sentado en la gran mancha, un feo sentimiento me envolvió. Era tan inocente, estaba sobre la que había planeado sería su tumba. Y si, sentía un miedo desmesurado.
Pero la felicidad que me provocó el ver a el pequeño demonio —concluí en que era eso, porque si fuera normal ya estaría achicharrado—, era un gran consuelo para el infortunio que él mismo causaba.
•••
¡Hola, volví!
Ya no lloren, bueno creo que ni siquiera recordaban que existía jsjs.
Espero que disfruten de este capítulo, ¡Gracias por leer!
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