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C28: ¡Hoy es San Valentín!

Nathaniel Flores.

Había pasado una semana, siete largos días que se sintieron de esa manera por el repentino cambio de actitud de mi vecina. Siempre mantenía esa sonrisa pegada en los labios y bromeaba con todos nuestros compañeros, pero ahora hablaba menos conmigo. Siempre que pregunto por Javi su única respuesta es «Está bien, no debes preocuparte» acompañada de un gesto alegre y se va.

—Melany… —dejé salir un suspiro y pase la mano libre por mi rostro. Me estaba cansando de la dependencia de mi ex novia y era la primera vez que me molestaba tanto con una persona. Pero no podía decirle nada. Ella estaba sola en esto, solo me tenía a mí…no quería herirla.

—¿Qué pasa?

—No, nada ¿Cómo te sientes ahora? —pregunté finalmente.

—Estoy de maravilla —exclamó y percibí una sonrisa—, de hecho, ahora saldré con mis padres y les contaré todo. Deséame suerte.

—Todo saldrá bien. Carmen y Jorge son muy comprensivos —alenté.

La llamada terminó y con esta se difuminó mi sonrisa, dejé caer los hombros y guarde el aparato para volver al trabajo.

—Escuché que el Dr.González será transferido a nuestro hospital —dijo una enfermera que se dirigía al laboratorio a su compañera.

Me paralice en medio del pasillo. Tragué grueso y sentí como mi corazón aceleraba el flujo sanguíneo de todo mi cuerpo. Apreté los ojos fuertemente e hice mi mayor esfuerzo por seguir mi camino.

No puede ser él, pensé una y otra vez hasta que logre el máximo estado de tranquilidad que podía alcanzar en ese momento. Llegué a los casilleros para tomar mis cosas y marcharme a mi tan ansiada noche de descanso.

—Nathan, vamos —me llamó Alyssa animada, era la enfermera más tierna de todas.

Aunque para mí existía una aún más adorable.

—¿A dónde? —le pregunté cuando estuve a su lado y entrelazó su brazo con el mío para arrastrarme a lo desconocido.

—Ya casi llegamos —dijo al ver mi expresión de desconcierto—. Ves, prepara tu mejor sonrisa.

—¿Que?

Nos habíamos detenido frente a la puerta del consultorio del Dr.Torres. Abrió y lo primero que ví fueron miles de globos con forma de corazón flotando pegados al techo, lo siguiente fueron todas las sillas formando un círculo y por supuesto, siendo ocupadas por nuestros colegas y un único doctor que amaba la fiesta.

—¿Que es todo esto? —pregunté a Alyssa en un susurro.

—¡Hoy es San Valentín! —exclamó su respuesta y se unió a los demás.

—¡Hey, papi! —saludó el único doctor presente—. Siéntate aquí.

Me di cuenta de qué —o a quién— buscaban mis ojos cuando Elisa me llamo con su mano para que me sentara junto a ella.

—Hola —habló en voz baja y dió una palmadita en mi pierna—. Creí que no vendrías porque tendrías algún plan.

—Ni siquiera recordaba la fecha —respondí torciendo los labios.

—Oh no, a algunas mujeres les importan muchísimo este tipo de eventos —mencionó con asombro—. Espero que no tengas problemas luego.

—¿Problemas?

La pregunta se perdió en el aire ya que Alyssa vocifero con tal entusiasmo el comienzo de la celebración. Me sentí angustiado. Comparable a ese momento en que llegabas a la escuela después de faltar un día y todos tenían cartulina, menos tú. Mi vecina pareció notarlo, ya que posó su mano sobre la mía.

—No te preocupes, nadie sabía que Alyssa, Lana y Alonso estaban planeando esto.

—Yo sí —comentó el Dr.Torres con una sonrisa divertida, Elisa golpeó su costado con el codo y él rió aún más.

¿Desde cuándo se habían acercado tanto?

Todo fue algo fugaz. Era notable la falta de organización en cuanto a los juegos y los aperitivos estaban helados porque al parecer, Alonso olvidó recogerlos temprano en la panadería. Decidí no esconder la cabeza en la tierra y rogar que todo terminara rápido, en vez de mi habitual yo, me permití reír en voz alta y comí con todos, hablé más de lo que solía hacerlo e incluso bailé en una dinámica.

Todos concordaron en que el baile no era lo mío.

—Tienes… —mi vecina se giró hacia mí y fijo su vista en mis labios, paso los dedos por los de ella para hacerme notar algo.

—¿Mm?

—Tienes chocolate —dijo y dejó caer sus hombros, rendida ante mi confusión. Pasó su dedo pulgar por mi labio inferior y estaba a punto de limpiarse en el uniforme, pero se encogió de hombros y se deshizo del rastro de chocolate con la lengua.

¿Podía una acción tan insignificante como esa provocar millones de explociones en el corazón de alguien? La respuesta era si. Al menos para mí.

—Amigos, estamos llegando al final —anunció Meredith después de correr al rincón para responder una llamada—. Marcos ya nos está regañando y no todos tenemos la noche libre así que pasaremos al último juego y nos vamos.

—Marcos es un aburrido —espetó Lana haciendo un puchero.

—Y eso que nos libramos de Yaneth —comentó mi vecina y todos asentimos compartiendo el alivio de dicha situación.

—Bueno ya. Antes de que venga y nos saque la sangre a todos, vamos a jugar —empezó haciendo un redoble de tambores y todos nos unimos— ¡Preguntas picantes! Vamos a cuestionar a aquella persona que tenga la presión arterial alta.

Un silencio espectral ocupó todo el espacio. Creíamos que hablaba en serio, pero fue la escandalosa risa de Lana la que nos hizo carcajear.

—No me digan que se lo creyeron, ineptos —bufó y tomo una botella de agua vacía que estaba al lado para ponerla en el centro.

—Lana, cariño, te creemos todo hasta que lo desmientas. Eres una desquiciada —le dijo el doctor con tono burlón.

—No tienes derecho a decirme eso Elijah, no cuando todos sabemos que eres un malote que inhala acetaminofén y se inyecta amoxicilina  —colocó una toalla en el suelo y se sentó dejando salir un sonido de queja—. Vamos, todos abajo porque no quiero ser la única cerca de Satán.

—Para los nuevos: ya trataron con él y probablemente no sepan si creer lo que Lana dijo porque suena muy verídico —interrumpió Meredith y el aludido solo cruzó los brazos sobre el pecho, los ojos cerrados y asintiendo con resignación a cada broma—. Pero no es cierto, solo es un chiste, ¿O me equivoco?

—Ustedes —se enderezó en el asiento y señaló a las chicas con el dedo acusador—, seguro quieren que me despidan, ¿Verdad?

—Silencio, vamos a jugar ya —lo bloqueó Elisa y todos rieron ante su expresión de ofensa.

Nos tomó unos cuantos segundos sentarnos en el suelo, tratando de limpiar con nuestras manos la suciedad para que esta no se pegara en nuestros uniformes. Lana hizo girar la botella en un ágil movimiento.

—Hola Dios, soy yo de nuevo —dije en voz baja alzando la vista al techo—. Que no me toque a mi, que no me toque a mi, que no me toque a-

—Eli —llamó Alyssa con una gran sonrisa. Dejé salir un suspiro.

—¿Quién es el doctor más sexy? —inquirió Lana alzando una ceja.

—¿Siquiera debo contestar esto? —mencionó encogiéndose de hombros—. Es tan evidente que no hay necesidad de pensarlo tanto.

—Es cierto, es tan evidente —repitió el Dr.Torres aclarando la garganta y entrelazando las manos por detrás de su cabeza.

—¿Quién es? —pregunté inquieto.

Fijó la mirada en el doctor con una sonrisa juguetona, él la contemplo de una manera que me hizo sentir mariposas en el estómago. Si, ese hombre me pone nervioso.

—Derek Shepherd —respondió y la habitación se llenó del caos provocado por los gritos y pataleos de las enfermeras presentes que estaban completamente de acuerdo con ella.

Se callaron durante unos segundos y de manera sincronizada clavaron su mirada en el doctor, esperando haber dañado su ego.

—Tendré que disentir —empezó a hablar con voz ceremoniosa—. Puesto que para mí, el primer lugar se lo lleva el Dr. Elijah Torres y luego está el Dr. Gregory House, que ese hombre puede dejarme embarazado aunque la ciencia diga que es imposible.

—¡Concuerdo! —respondió Alonso y luego más risas y golpes a objetos o a sus propios cuerpos por no poder dejar de reír. Incluyéndome, estaba empujando el hombro de Alyssa sin darme cuenta mientras ella daba palmaditas en mi espalda.

Era la primera vez que experimentaba algo tan caótico, con Carlos todo era muy formal y con Melany no había espacio para juegos ¿Así se sentía pertenecer a un grupo?

—¡Ya fue suficiente! —un susurro alterado bastó para enmudecer a la multitud. Ni una sola persona se había percatado de que Marcos estaba parado junto a la puerta abierta, una mueca de dureza es lo que había en su rostro.

Nadie se atrevió a pedir más tiempo, ni siquiera la audacia de Lana se atrevió a asomarse; mucha veces nos habían advertido acerca de Marcos. Un tipo extremadamente agradable...pero también temible cuando se enojaba.

Parecíamos una manada de ovejitas huyendo del lobo feroz mientras nos poníamos de pie para tomar nuestras pertenencias, que en mí caso, seguían en el casillero así que caminé inseguro hacia la puerta para irme.

Meredith, Lana, Alyssa y Alonso; salieron apresurados apartándome del camino con disculpas incompletas. Ellos no tenían la noche libre. Mi vecina y el doctor fueron los últimos que quedaban en la habitación. Mire de reojo hacia atrás y terminé por salir.

—¡Hey moreno! —el doctor me persiguió metiendo pasando un brazo por la correa del maletín—. Vamos, también estás libre ahora.

—¿A dónde?

—El doc quiere ir al bar —contestó Elisa situandose a su lado—. Comprende a los solteros, este día solo tienen dos opciones: reunirse con amigos o llorar.

—Hablas como si tuvieras a alguien —rebatió él, sacándole la lengua y se adelantó—. Tráelo contigo.

—No te sientas presionado por ir —puso una mano en mi hombro—. En serio, no debes hacer lo que los demás quieren, ¿Qué quieres hacer tú?

Si no voy y mi vecina toma demasiado...podría pasar una catástrofe...el probablemente no sepa dónde vive...si los dos se emborrachan... podrían tener un accidente...

—Vamos —pronuncié decidido y después de una expresión de asombro, sonrió y me acompañó al casillero, tomé mis cosas y nos dirigimos al aparcamiento.

—Sabía que vendrías —abrió la puerta del copiloto para que me sentara a su lado.

—¿Y si lo sabía por qué tiene el rosario afuera? ¿Estaba rezando? —bromeó mi vecina y encendió el vehículo entre risas.

No me sentí incómodo, de hecho, estaba muy feliz por no haber ido a casa a refugiarme en el calor de la soledad causada por mi timidez. Ahora me había atrevido a formar parte de un grupo. No fue tan difícil y me sentía bien.

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