C27: ¡Le dijo mamá!
—Él podría venir pronto —noté viendo la hora. Me levanté del sofá y mi cuerpo empezó a pagar factura por haber pasado más de una hora en una posición estática.
Empecé a caminar alrededor tratando de encontrar el valor para salir de ahí y volver a mi lugar.La luz del sol no era tan intensa como para hacerme sentir segura y libre del oscuro enigma en el que me encontraba atorada.
—Elisa —llamé a mi reflejo en el espejo—. Estás siendo una cobarde, ¿Qué te pasa? Nunca has huido de los problemas. Es un bebé indefenso así que vas a volver y utilizarás diferentes métodos de tortura para que al fin te diga de dónde vino ¿Entendido?
Asentí con determinación y tomé mi teléfono para marcharme. Creí que ya no tenía miedo. La puerta estaba frente a mí, pero no el coraje para salir y volver a mi retorcida vida. Mi mano estaba suspendida en el aire mientras contemplaba el pomo, quería girarlo. Quería, pero cada vez que sentía la fría superficie tocando mi piel, mis nalgas se contraían por los nervios.
Si, mi cuerpo funciona de esa manera.
—Mierda.
Fue lo único que salió de mi boca cuando la puerta que parecía tan lejana se abrió de repente y ahora tenía frente a mí a la persona que trabajaba duro para vivir en un apartamento en el que se supone no tendría que haber entrado.
—No, mierda tú no —dije rápidamente al ver su estupor.
—¿Qué…? —preguntó y dudó en dar un paso para entrar a su propio cuarto.
—Pasa, pasa —invité sonriente y al escuchar mis palabras me dí un puñetazo mental.
—Gracias —respondió él. Pero que muchacho tan idiota.
—No es más idiota porque no es más grande —murmuré frustrada. Nathan traía en sus manos una bolsa plástica que colocó en la mesa de la cocina.
—¿Quieres agua?
—No, ya tomé —respondí—. En mi casa, antes de venir aquí. Podré haber entrado, pero tomar de tus fluidos, jamás —bromeé y me arrepentí al instante.
—Ah —dejó salir una risita y asintió.
—Perdón. La cosa horrorosa volvió a asustarme después de tanto tiempo.
—¿Estás bien? —inquirió y se acercó a mí con pasos dudosos—. Yo...sé que te molesta que me entrometa demasiado, pero es que ahora te ves como si estuvieras a punto de colapsar y aunque no quiero incomodarte, no puedo ignorar eso. No puedo evitar preocuparme, Elisa.
Tranquila, tranquila, tranquila. Apreté los puños, intenté controlar mi respiración y luché para sacar del fondo esa formidable excusa.
—Es solo que ten...tengo su-
Tengo sueño. Quería decir eso, pero antes de que pudiera terminar la frase, ya estaba ahogándome en mis propias lágrimas.
—Vecina… —pronunció con pasmo y con la visión borrosa noté como sin dudarlo ni un segundo, se acercó a mí y me envolvió en un abrazo—. Está bien. No te preocupes, todo estará bien. Y no estoy molesto porque hallas entrado aquí —añadió—, si te sientes segura en este lugar...puedes venir cada vez que quieras.
Acarició mi cabello mientras decía palabras de aliento. Me sentí extremadamente frustrada, había luchado tanto contra mis propios pensamientos para alcanzar un estado de tranquilidad para lidiar con el dilema del fantasma y ahora estaba destrozada. Llorando solo porque el niño dijo "mamá".
Nathan me guió hasta el sofá qué hace unos segundos había dejado atrás y con mucho tacto me preguntó qué era lo que había pasado. Le conté todo con la voz entrecortada y pasando mis manos repetidas veces por el rostro para secarlo.
—¡Le dijo mamá! —pronuncié asustada—. ¿Por qué me da tanto miedoooo?
Me lancé a su pecho para seguir descargando toda la ansiedad que había estado reprimiendo por tanto tiempo. Estaba tan ensimismada en mis lamentos que no me dí cuenta del momento en que quité mi rostro de su camiseta y un gran y elástico hilo de mocos nos mantuvo conectados. De mi nariz a su camiseta.
Cuando sus ojos viajaron a ese hermoso puente me sentí curiosa por saber que era lo que veía, bajé la mirada y vaya sorpresa.
—¡Dios mío! —exclamé avergonzada y me di a la tarea de succionar mi slime 100% natural—. Lo siento, lo siento tanto.
Con el antebrazo empecé a limpiar su prenda y cuando lo miré, él sonrió. Estaba a unos centímetros de su rostro y esos labios estirados me derritieron el corazón.
—Vamos al baño —dijo apartando la mirada.
—¿Qué? —pregunté incrédula, aún sin moverme.
—Para lavar tu rostro...están por todos lados —mencionó divertido y me retiré nerviosa.
—Hey muchacho, cuida tu lenguaje que esto ya parece película porno —dejé salir nerviosa y corrí al baño.
—¿Qué? —pronunció entre risas y me siguió, su cara de asombro en el espejo me hizo reír aún más mientras sumergía la cara en el chorro de agua.
Luego de pasar un rato charlando sobre nuestras breves experiencias en el trabajo, salimos de su apartamento.
—¿Crees que puedes entrar? —me preguntó cuando estábamos frente a la puerta.
—Si, solo necesito ir por mi mochila. Será un momento.
Cuando entré escuché los ronquidos de Javi. Estaba tirado en el suelo como un pedazo de jamón. No era una buena comparación, pero sus mejillas eran tan rosaditas que en realidad parecía uno.
—Que Dios te guarde y se le olvide a donde –dejé salir un suspiro y contrariada por los cambios tan extremistas de mi estado de ánimo me acurruque para verlo de cerca y tras meditarlo unos segundos, lo tomé en brazos para dejarlo en la cama.
Lo miré durante un tiempo, su pecho subía y bajaba con una respiración tranquila, sus pequeños labios formando una "o" lo hacían ver demasiado adorable. Dejé salir un suspiro y mi vista reparó en la foto de mamá. La mujer sonreía como si a su hija no le estuviese pasando nada.
Me dirigí a la puerta y susurros apresurados de una conversación que parecía tener la intención de ser discreta, se colaron hasta mis oídos y con sigilo, abrí la puerta para permitir a mis ojos metiches satisfacer sus necesidades y ver de quiénes se trataba.
—¿Cómo...? —inquirió Nathan que de repente había perdido el color del rostro—. ¿Le dijiste a mi mamá?
—Si… —respondió una voz femenina. Estiré un poco más el cuello y Melany apareció en mi campo de visión.
—¿Le contaste que estás embarazada? —preguntó con la mandíbula tensa, la chica asintió y el la tomó del brazo para llevarla adentro.
Me recosté en la pared sintiendo las piernas y los ojos débiles, el aire me había sido robado y mi estómago protestó con nerviosismo.
Dejé de negar el hecho de que Nathan me gustaba y eso fue razón suficiente para que un par de lágrimas silenciosas danzaran por mi rostro. No era consciente del desarrollo tan rápido de mis sentimientos hacia él. Me gustaba demasiado, tanto que dolía.
—Bien. Ahora que la situación está clara, también puedo esclarecer nuestra relación —pronuncié minutos después de que la resignación golpeara la puerta de mi corazón.
Retoqué mi maquillaje y seguí mi camino.No sin sentir un poco de decepción, que se desvanecía en cada paso que daba.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro