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C21: Buenas noches, pequeño.

Nos adentramos en el local marcando nuestros pasos con el ritmo de la música que ya sonaba fuertemente, adentro la única iluminación era la que salía de una gigantesca bola disco colgada en el techo y los reflectores que apuntaban al DJ.

—¡Estoy tan feliz! —gritó Sofía eufórica sacudiendo su cabello y arrastrándonos al medio.

—¡Madre mía! —exclamó Alexis tomando mi mano para hacerme dar una vuelta— ¡Ya hazme caso!

—¡Ni lo sueñes! —bromeé y él golpeó mi brazo haciendo un puchero.

Nos entretuvimos un largo rato bailando y cuando sentí el sudor en mi frente me detuve y caminé hacia la barra, donde Lucas, uno de mis mentores en la bebida, me esperaba con una cerveza en mano y una mirada maliciosa en sus sonrientes ojos.

—Toma, mi amor —ofreció con caballerosidad.

—No —negué con la cabeza y me senté en el taburete impulsandome con las manos porque era demasiado alto, apoyé los codos en la barra para seguir viendo la pista de baile.

Se levantó abruptamente y se paró frente a mí.

—¿Es que ya tienes a otro compañero de bebida? —inquirió de manera dramática— ¡INGRATAAAAAA!

Compañero de bebida…mi vecino, ¿Cómo lo estaría pasando con Javi?

—¡Hey! —chasqueó los dedos frente a mí y desperté del trance.

—No —le arrebaté la botella y tomé un gran sorbo—. No voy a permitir que ese niño me arruine la noche.

—¿Qué?

—Nada.

Seguimos tomando y riendo hasta que  Rebeca se acercó a él para llevarlo a bailar, no quería dejarme así que tuve que insistir como si estuviera tratando de hacer comer a un bebé. Maldita sea, ahora todo era comparable con asuntos de bebés.

Por el rabillo del ojo noté cómo Santiago se acercaba a mi con pasos indecisos, como si una ola lo estuviese arrastrando contra su voluntad. Se paró junto a mí y tragó el último sorbo de su vaso, le dí una corta mirada para luego seguir ignorando su presencia.

—Elisa… —pronunció dubitativo.

—¿Qué?

—Perdón por llamarte "maldita presumida", por favor entiende que solo sentía un poco de celos cuando la Dra.Gómez nos comentó acerca de tu querencia en el gran hospital San Deus —al terminar de decir todo eso en un solo instante dejé salir una carcajada, su tardía disculpa era un tanto inesperada.

—No te preocupes, perdóname también por llamarte "envidioso de mierda" —bufé y él se relajó.

—Bueno, me lo merecía. Al final de la carrera pero amigos —extendió su mano hacia mí.

—¿Amigos? —inquirí y al ver su expresión de confusión sonreí y correspondí a su gesto.

—En serio te odié tanto durante toda la carrera.

—Oye amigo, al parecer el alcohol ya está haciendo su trabajo.

—No —rió y negó con la cabeza—. Es que ni siquiera sé si era odio o envidia...siempre te admiré por como eres, confiada y carismática y honesta y eres simplemente sensacional —dejó salir un suspiro—. Tu vida parecía tan perfecta que a veces quería golpearte.

—Lo que tú no sabes… —murmuré bajando la mirada a la cerveza en mis manos—, es que ahora desearía ser cualquier persona, menos yo.

—¡Wow! —exclamó y cubrió su boca abierta con la mano—. Lo que acabas de decir…nunca creí que me sorprendería tanto escuchar a la loca de la clase exponiendo sus penas.

Alcé la mirada y me reí con él.

—Oye, pero ¿Qué te pasa? —apretó mis hombros en un gesto cariñoso.

—¡¿Qué pasa de qué?! —preguntó Carolina apareciendo de la nada.

—Ah, es que Elisa dice que quisiera se-

—¡Que quiero bailar hasta que mis huesos se conviertan en polvo! —interrumpí poniendo mi mano en su brazo y bajándome del taburete en un brinco.

Él me miró consternado y tardo un par de segundos para darse cuenta de que no quería hablar del tema. Nos dirigimos todos hacia la pista de baile y cada uno de nosotros tuvo la oportunidad de brillar en el círculo que habíamos formado.

—¡Eso! — gritabamos animados a cualquier paso que los bailarines del momento realizaban.

Momentos más tarde todos nos encontrábamos ocupando un lugar junto a la barra, algunos sentados y otros parados, pero todos en la misma sintonía. Nos dedicamos a jugar diversas dinámicas…y por supuesto el alcohol estaba involucrado en eso, tengo tanta mala suerte en cualquier juego que lo último que recuerdo es que bebí alrededor de cinco cócteles "Toro bravo" ¿O fueron siete?

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Nathan Flores.

Luego de que mi vecina se marchara corriendo, nos quedamos solos. El bebé y yo. El bebé inexistente y un cobarde. La alucinación y una persona que creyó que era normal.

Nos miramos directamente a los ojos durante unos segundos hasta que me sentí temeroso por su expresión curiosa, propia de un bebé; lo senté en el sofá y tomé sitio a unos cuantos metros de él.

—¿Qué hago? —me pregunté una y otra vez, dándole cortos vistazos, él solo chupaba su pulgar y parecía irritado—¿La dentición?

Me arrodillé frente al niño y apartando suavemente su manita, con mi dedo índice y pulgar formé una pinza para levantar un poco su labio superior y la inflamación en sus encías confirmaba lo que sospeché, limpié la baba acumulada en su barbilla con el reverso de mi camiseta.

—Entonces tiene 6 u 8 meses —pronuncié pensativo llevando mi mano a mi mentón. Me reprendí a mi mismo al descubrir cuán arduo estaba tratando de calcular la edad del bebé cuando era un dato que seguramente no serviría de nada…aún así era muy extraño porque recuerdo que mi vecina dijo que el bebé apareció en su cama hace dos meses y era tan pequeño y crecía como un bebé normal…¿Entonces por qué estaba en la etapa de dentición siendo un "fantasma" y por qué tenía ocho meses cuando llegó aquí hace tan solo dos?

El llanto del niño me dió una bofetada para despertar de mis pensamientos y me volví rápidamente hacia él para levantarlo.

—Shh, shh —empecé a mecerlo en mis brazos mientras me esforzaba por sostenerlo firmemente ya que sus movimientos eran tan insistentes—. Sé que te sientes mal pequeño, iré a comprar algo y en un instante podrás descansar de esa molestia.

Cuando me aseguré de que sus ojitos estaban completamente cerrados lo coloqué en la cama en medio de un fuerte de almohadas que hice por precaución «Si tienes que dejarlo solo un momento, entonces colocas las almohadas a su alrededor, así, si sus sueños son tan emocionantes y se pone a rodar en la cama, no caerá ni se hará daño» recordé las indicaciones que había recibido de mamá hace algunos años y la turba de sensaciones melancólicas me invadió durante unos instantes. Dejé salir un suspiro y lo contemplé durante unos minutos, se veía tan inocente e indefenso ¿Cómo podía ser posible que no fuera real y que su presencia ocasionara tanto miedo?

Fuí rápidamente a la farmacia y compré un aro de goma y unas cuantas ibuprofeno, mi segunda parada fue el supermercado, lugar del cual solo necesitaba un pañuelo de tela suave, un par de manzanas y condimentos y aún así me tardé más de diez minutos por la larga fila de espera para pagar. Al salir de ahí tuve que soportar la mirada cuestionante de todas las personas que rebase mientras iba corriendo camino a casa.

—¡Llegué, Javi! —entré apresurado y cerré la puerta dándole una patada ya que mis manos estaban cargadas con las bolsas, fuí directamente a la habitación y al ver que aún dormía me puse manos a la obra en la cocina.

Me tomó alrededor de cinco minutos pelar y cortar las cinco manzanas en cubos, me sentí orgulloso al notar que mi habilidad aún seguía siendo la misma. Estaba agregando la canela en polvo cuando escuché que Javi empezó a lloriquear…es solo que el sonido parecia estar muy cerca, limpié mis manos en el delantal y saqué el aro que previamente había metido al refrigerador, con desconcierto caminé para llegar a donde hace unos minutos lo había visto dormir.

Y entonces fijé mi vista a tiempo en el suelo. El bebé gateaba en dirección a la cocina, aterrorizado dí un traspié y logré pasar sobre él sin hacerle daño, pero no pude mantener el equilibrio al tratar de pararme al otro lado y mi brazo derecho recibió todo el peso de mi cuerpo al caer sobre él de costado.

—¡Ahg! —me senté y coloqué el aro en una mesa, sujeté mi brazo  y apreté los ojos y los labios, intentando soportar el dolor que me provocaba, miré a Javi para comprobar que estuviera bien y así era. En su carita solo había una expresión de preocupación, como si fuese consciente de lo que estaba pasando.

Luego de sobar mi brazo por unos minutos me levanté y cogí el aro de goma, cargué al bebé y lo coloqué en el sofá poniendo el objeto en sus manos.

—Mu-er-de —le dije y sonrió siguiendo mi indicación, a pasos apresurados caminé hacia la estufa para apagar la llama que cocinaba las manzanas—. Perfecto.

La compota había quedado excelente, seguí haciendo movimientos circulares con mi hombro a la vez que presionaba la zona magullada y podría haberme sentado a quejarme todo el día de mi dolor, pero la imagen de Javi sentado en el sofá mientras mordía el aro y veía atento las caricaturas de la televisión me calentó el corazón y me brindó una sensación de complacencia. Me encargué de darle la comida, a pesar de su rechazo al principio, luego del primer bocado pareció feliz y siguió comiendo hasta el final.

—Tú existes —pronuncié experimentado un sentimiento de calidez y tuve que secar un par de lágrimas con el dorso de la mano.

Cuando terminó la merienda, limpié sus encías con un trapo húmedo y nuestra tarde se basó en cambiar un pañal y ver capítulos de "Tom y Jerry". Cuando abrí los ojos, la vista de la ventana me anunciaba que ya era de noche, Javi se había quedado dormido con su carita aplastada en mis costillas. Lo llevé a la cama y lo acomodé en el medio nuevamente, tenía la esperanza de que mi vecina vendría por él, pero ya era demasiado tarde, al consultar mi reloj me llevé la sorpresa de que eran las 12:46 a.m. Apagué el televisor y lavé mis dientes, mi reflejo en el espejo delataban el miedo que empecé a sentir una vez más, puesto que ya era de noche y la oscuridad tenía ese poder de hacer las cosas más terroríficas.

—Buenas noches, pequeño —me acosté sigilosamente junto a él para no despertarlo y me preparé mentalmente para dormir toda una noche con un bebé fantasma. Ya había pasado un día entero con él y aún seguía vivo, ¿Qué cosa tan grave podría pasar?

Me estaba convenciendo a mi mismo y casi lo lograba, el sueño me hacía imposible el mantener los ojos completamente abiertos, estaba a punto de abandonar mi miedo...y una ráfaga de golpes incesantes en la puerta me arrancaron un grito ahogado de los labios, apreté mis ojos  y sujeté fuertemente la sábana sobre mi pecho. Pero era la realidad, los golpes en serio estaban sucediendo en ese momento y me levanté a ver.

—¡Vecina! —deduje tratando de ponerme las pantuflas. Me asomé por el agujero de la puerta y en definitiva, era ella.

—¡Gracias al cielo! —exclamó sonriente y se dejó caer en mis brazos, la atrapé sintiendo el tirón en mi brazo lesionado y el olor a alcohol invadió mi nariz.

—Otra vez…

—¿Dónde está mi niño? — preguntó alarmada mientras caminaba por todos lados apoyando su mano en mi hombro.

—Está en la habitación —pronuncié una vez más y cuando me escuchó caminó rápidamente y tambaleándose. Corrí tras ella y la tomé de la cintura antes de que se tirara a la cama.

—¡¿Qué haces?! —inquirió gruñona dándose vuelta en mis brazos y empujando mi pecho con sus manos.

—Por favor no lo despiertes, está pasando por la etapa de dentición así que debemos evitar cualquier situación molesta para él—expliqué rogando que me entendiera a pesar de su estado.

—Ah… —dejó salir con tono de comprensión y se zafó de mi agarre más tranquila, se quitó el saco que traía puesto y también los tacones.

—No puede ser, se va a desnudar otra vez—pensé angustiado, cubriendo mi cara con la palma de mi mano.

Pero no, solo se escabulló a un lado del niño como si fuera un gato a punto de robar un pescado, me reí al ver como se posaba junto a él, exageradamente recta y con las manos entrelazadas sobre su regazo. No lo había notado, pero su vestimenta me recordaba a las criminales de series narco, de alguna forma u otra quedaba muy bien con su personalidad, tomé una almohada para llevarla al sofá y dormir un poco más cómodo.

—Ven —me llamó en voz baja haciendo un gesto con la mano al notar que me iba.

—Tranquila, descansa —respondí y seguí con mi camino.

Entonces escuché el movimiento en la cama y luego un par de manos en mis hombros, me dió la vuelta y me llevó hasta el mueble.

—Acuestate —ordenó tratando de cruzar sus flojos y borrachos brazos.

—En serio estoy bien durmiendo allá.

—No, no, por favor duerme con nosotros —pidió  entre gimoteos.

—¿Qué? —inquirí pero no respondió, solo regresó a su puesto y se acostó de lado para verme, con su mano tanteo la cama en una invitación a que también me acostara.

Cuando lo hice ella sonrió y casi al instante se abandonó al sueño. Era muy cómico y tierno. En su primera borrachera —la primera que presencié—, había terminado durmiendo en mi cama; en la segunda, tuve que quedarme en su sofá y en la tercera estábamos los tres juntos en mi habitación. Una mujer ebria en la izquierda, un hombre temeroso y adolorido a la derecha y una pequeña travesura fantasmal al medio. Vaya cuadro.

•••
Buenos días, buena tardes y buenas noches. Una vez más deseo que este capítulo sea tan entretenido para ustedes como lo fue para mí. Gracias por leer y que les caiga un aguacate del cielo 😔✌🏻

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