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C18: Un año más para este vino de calidad.

Elisa Mendes.

—Y así es. Empiezo a trabajar un día después de sacar mis pies de la universidad. No sé tú, pero yo creo que es un mal momento para lidiar con un bebé fantasma —bufé a la vez que me concentraba en introducir la llave al cerrojo.

—También empiezo a trabajar pronto. ¿Deberíamos pedirle a la llorona que lo cuide mientras no estamos? —bromeó dejando salir una risita.

—No, no. Va a rematarlo y no quiero eso.

Me volteé para mirarlo, estaba haciendo mi mayor esfuerzo para ayudarlo a superar la peor etapa de esta terrible situación: el comienzo y la realización de todo.

Nadie estuvo conmigo en esos momentos, pero no es como si fuera fácil comprender a una persona que dice que hay un bebé en sus brazos y en realidad no hay nada, al menos para ellos. Y puesto que yo lo comprendía como nadie más en el mundo podría, sentía la necesidad de apoyarlo.

El chico se veía realmente exhausto, su mirada perdida en algún punto del suelo. No era el de siempre; respondía brevemente y sonreía desganado. Si las circunstancias hubiesen sido diferentes, probablemente me habría molestado su falta de interés, pero comprendía completamente que su mente estaba en la luna aunque su cuerpo estuviera frente a mí.

Reaccionó repentinamente luego de un prolongado silencio.

—Buenas noches.

—Buenas noches —respondí.

Caminó hacia su puerta y yo di un paso para adentrarme en mi estancia, lo observé mientras abría la puerta con movimientos dudosos, de repente alzó su vista y se paró frente a mí.

—No sé si ya te habías dado cuenta, pero los cerrojos se abren con cualquier llave —pronunció divertido negando con la cabeza y entró a su habitación luego de brindarme una corta sonrisa.

—Malditos embusteros —musité mirando el objeto en mi mano.

La falta de apetito me apartó de la cocina luego de beber un vaso con agua, caminé directamente hacia la habitación y la cama me estaba seduciendo, pero resistí ante tal ataque, consciente de que era hora de cumplir con mi ahora automática rutina nocturna de madre de un bebé fantasma.

Javi estaba sentado cerca del escritorio mientras mordía un objeto y luego lo azotaba contra el suelo.

—¿Qué tienes ahora, chucky? —me acurruqué junto a él y ví el retrato de mi mamá con el cristal roto.

Se lo quité de las manos y deposité un beso en su tierna calva de bebé, coloqué el cuadro en el escritorio y tomé asiento para extraer la imagen del interior.

—Un año más para este vino de calidad —pronuncié melancólica la frase que ella solía decir el día de su cumpleaños.

Retiré la foto del marco ahora inservible y la contemplé durante un rato. Su cabello castaño con unas ondas hermosas que le causaban severos enredos, la amplia sonrisa de la que nunca se avergonzó y esa pose de brazos cruzados que reflejaba la mujer carismática y llena de confianza que siempre fue.

Y casi seis años después de su fallecimiento me sentí plenamente feliz al observar aquella foto. Ya era hora para que dejara de recordarla con dolor.

Ella no merecía ser la espina clavada en el corazón de alguien, ella siempre sería la rosa más hermosa de mi jardín interior, y por tanto, como una epifanía reflexiva decidí que sus recuerdos vendrían a mi como el primer rayo de sol en la mañana y no como un relámpago que alimentara el temporal de mi tristeza.

Procedí a dar el biberón al niño y reemplacé su pañal por uno limpio, me puse la pijama y acomodé al bebé en la cama antes de tirarme en ella.

—Espero que no te despiertes a medianoche. Ah, ya es medianoche —me reí al percatarme de la hora—. Mañana será un gran día porque no solo iré con mi título universitario al cementerio. Es el cumpleaños de mamá, ¿Sabes? Así que le llevaré un gigantesco ramo de rosas blancas, sus favoritas.

Estaba tan ensimismada imaginando las rosas entre mis manos extendidas, que no había notado la expresión de disgusto en la carita de Javi, movía sus pequeñas extremidades con inquietud hasta que tomó una almohada y empezó a mordisquear las esquinas.

—¿Te pican las encías? —preguntó emocionada y luego me percaté del entusiasmo tan extraño que eso me producía—. Pronto tendrás dientes, hijo del diablo.

Hice cosquillas en su pancita hasta detenerme por la risa que sus carcajadas me provocaban.

—Ahora si, buenas noches.

Apagué la luz y cerré mis ojos, estaba a punto de caer en un sueño profundo pero el llanto del mocoso me despabiló por completo. Lo cargué y caminé con él de un lado a otro mientras intentaba tranquilizarlo.

A las cuatro de la madrugada cerró sus ojos para por fin dormirse.

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—¡Vamos!

—Go, go, go!

A las 6 de la mañana, Carolina y Diana habían entrado como dos gallinas descarriadas al apartamento y me sacaron de la cama casi arrancando mis brazos.

—Ya, ya —mascullé apenas abriendo los ojos— ¿No puedo dormir un rato más?

—Diana —pronunció Carolina y la mencionada aclaró su garganta.

—Ve a bañarte rápido, mi madre nos llevará al estilista. Pero antes iremos a desayunar al café donde trabajo, Karen llevará nuestros vestidos y podremos cambiarnos ahí mismo, tu padre nos llevará a la universidad; lloramos un ratito y nos despedimos de todos, cuando salgamos de ahí nos recogerá Richard, que antes pasará por la floristería e iremos al cementerio a visitar a nuestra hermosa tía —se detuvo para recuperar el aire—. Luego iremos a casa de Carolina donde nuestras familias organizaron una comidita, posterior a eso nos cambiamos de ropa y nos dirigimos al local que rentamos con todos los demás y a beber hasta que se nos caigan los calzones. Por último iremos a dormir a mi casa.

—Y solo tenemos veinticuatro horas para todo eso —finalizó Carolina sonriente.

—Amén —logré decir al quedarme boquiabierta.

Me bañé a regañadientes y me vestí rápidamente, luego de revisar a Javi que después de no dormir bien toda la noche, ahora parecía un tamal tieso, me dirigí a la sala donde las chicas me esperaban. Me sentía adormilada, pero eventualmente y gracias al entusiasmo de mis almas gemelas, el mío volvió a aparecer y lo noté al sentir un cosquilleo en el estómago.

—Suban al auto primero, necesito buscar mi teléfono —les pedí mientras peinaba mi cabello húmedo.

—Bien, apresúrate —dijo Diana y las dos salieron casi corriendo.

Si, ya estamos en nuestros veintes.

Me asomé para ver gradas abajo y corroborar que se habían ido, y así fue, a lo lejos escuché la peculiar risa de la madre de Diana. Volví a entrar apresurada y en la mochila vieja que usaba para ir al instituto metí los pañales, el bote de fórmula y el biberón de Javi, lo levanté cuidadosamente y me tiré la mochila al hombro para salir.

—¡Vecino! —llamé en un susurro alterado luego de tocar la puerta sin obtener respuesta alguna.

Abrió repentinamente cuando estaba a punto de tocar otra vez.

—También tuviste una mala noche —noté al observar las notorias ojeras y su expresión de odiar a la existencia en si.

—Mis pensamientos no me dejaron pegar ojo —habló flojamente con una vaga sonrisa.

—Toma, necesito irme —hice un gesto para entregarle al bebé.

—¡Ay! —gritó apartándose y tomando una pose defensiva.

—¿Qué, qué pasa? —inquirí asustada.

—Perdón, el niño me asustó —dijo avergonzado rascando su nuca—. Pero da-dámelo.

—Vecino, si no estás se-

Se acercó a pasos inseguros y tomó al niño con mucha cautela, le entregué la mochila y me provocó mucha gracia el ver sus labios temblorosos forzando una sonrisa.

—No te preocupes por el bebé, soy un hombre de Dios así que nada me pasará —me reí fuertemente—. Y muchísimas felicidades, vive este día al máximo y no pienses en nada más que en ti misma y en tus logros.

—Gracias —expresé conmovida y a la vez divertida mientras observaba como miraba al bebé durmiendo en sus brazos.

Bajé corriendo y me subí al auto de un tirón.

—¡Vamos! —dí el grito de guerra y todas se unieron repitiéndolo.

Y ahora a cumplir con el emocionante y extremadamente largo itinerario que nos esperaba.

•••

¡Ciao!

Confesión: me mareé al escribir la parte donde Diana enumera todo lo que harán, jaaaaa, me cansé solo de pensar que sería yo la de eso JAJAJAJA

Espero que esté capítulo también sea de su agrado, gracias por el apoyo y nos leemos hasta el próximo cap.

Les quiere: la mama aguacate ♥️

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