C16: ¿Están...jugando conmigo?
Nathan Flores.
Sus sonrisas se borraron de golpe al reparar en mi presencia.
—Espera, ¿Acabas de decirnos que estabas desnuda? —inquirió la pelirroja, mi vecina y yo intercambiamos una mirada de estupefacción. Entre tanto ajetreo cualquier cosa había salido de su boca y no pensamos ni un momento en el malentendido abismal que eso provocaría.
—Vaya, vaya…y eres tan desvergonzada que se lo cuentas a casi todo el edificio —bufó la otra cruzándose de brazos.
—Es que no, no es así —replicó mi vecina rápidamente llevando las manos al frente.
—En verdad no era eso —añadí nervioso, mientras el bebé me hacía tambalearme al dar saltitos en mis brazos.
—¿Entonces qué? —preguntó otra vez la pelirroja, con un tono de exigencia.
Y en ese momento recordé sus nombres, la pelirroja era Carolina y la de expresión simpática todo el tiempo era Diana. La chica a la que felicité por su embarazo…
—Espera —murmuré y jalé a mi vecina levemente del brazo—, ¿Entonces en realidad está embarazada o es lo que estoy pensado?
—Si estás pensando que mentí para ocultar mi espantosa situación, estás en lo cierto —respondió en un susurro y logré comprender la reacción de Diana aquel día.
—¿Y bien? —inquirió Carolina sentándose en el sofá y siendo seguida por su pareja.
—Caro, recuerda —advirtió Diana poniendo una mano en su hombro—; no debes invadir la privacidad de Eli.
Ella asintió con desdén y yo me quedé ahí, parado y esperando a que preguntaran algo acerca del niño que tenía en brazos. Supuse que Diana se acercaría emocionada a pedirlo para cargarlo, era demasiado tierno y aunque no me gusta juzgar por apariencias; ella se veía como el tipo de chica que amaría hacerle cariñitos a una criatura. Carolina, que siempre se veía sería —aunque su cabello era muy avivado—, seguramente debería preguntarme cosas y también a mi vecina.
Pero no dijeron ni una sola palabra acerca de ello. Miré a mi vecina buscando alguna reacción, pero parecía adaptarse muy bien a la situación y no hablar acerca de Javi.
—Bueno, ya. No vamos a preguntarte más pero, ¿Podrías dejarnos solas un momento y volver luego? —preguntó Diana en un tono afable.
—Claro, claro —repliqué al instante sintiendo un inmenso alivio al obtener un escape de aquel pesado ambiente.
Estaba en mi camino a la salida, pero la inquietud me carcomía por dentro y no podía irme así nada más. No sin antes saber porque ignoraban al bebé.
—Vecina, ¿Puedes cuidar un rato a mi primito? —mentí pasándoselo y ella asintió un tanto confundida.
—¡Ah. Están jugando a la mímica! —exclamó Diana aplaudiendo.
—¿Pero qué tipo de mímica? —inquirió Carolina alzando sus cejas con una sonrisa maliciosa.
—¿De que hablan? —me pregunté a mi mismo, cada vez más aturdido que el segundo anterior—. Les presento a mi primito, se llama Javier, ¿No creen que es muy tierno?
—Vecino —llamó en voz baja la chica con el niño jalando su cabello—Detente.
—¿Por qué debería hacerlo? —mi voz empezaba a temblar—. Tomen, pueden cargarlo un rato. Le gusta mucho jugar.
Sus reacciones eran de total desconcierto y parecían buscar respuestas en la cara de mi vecina, ya que la miraron por un largo rato. Entonces noté que Carolina apretó sus labios, reprimiendo una risa.
—¿Están…jugando conmigo?
—Tranquilizate —vocalizó mi vecina sin hablar, dándoles la espalda para que no la vieran.
—Oye, con lo poco que te conozco ya sé que te quiero lejos de Elisa. Seguramente consumes cosas y no es bueno mantener a una persona así cerca —dijo Diana levantándose y hablando de manera autoritaria—. ¡Y tú Elisa, deja de poner tus brazos de esa forma!
—Es que…es que —ella no supo que decir y simplemente se quedó parada un momento para luego ir a su cuarto.
Creía que empezaba a entender todo, ellas me estaban jugando una broma. Y es que si, cualquiera querría burlarse de un blandito como yo; pero esto estaba muy lejos de ser divertido y solo sentí como la ansiedad se hizo paso por mis entrañas...no lo sostuve más y las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera marcharme y llorar tranquilamente donde nadie me viera.
—En serio esto no es divertido —espeté viéndolas directamente—. Si, sé que me veo como un completo imbécil que es muy fácil de engañar. Pero han llevado esto muy lejos.
—¿Pero de qué hablas? —inquirió Carolina encogiéndose de hombros.
—Mi mamá tendrá algún problema con su vista, luego me encargaré de ella. Pero ustedes…¿Por qué fingen no verlo? Me están haciendo pensar que estoy loco y me siento realmente mal.
Por el rabillo del ojo noté que mi vecina había vuelto sin el niño y estaba parada a mi lado, inmóvil y sin decir nada. Seguramente sentía vergüenza por lo que estaba haciendo.
—Oye…
—No, tú eres la principal y en serio no sé porque me elegiste para tu tonta historia de un bebé que "no existe" —la fuerza que conllevaba contener el llanto estaba provocando un fuerte dolor en mi garganta.
—No puedo soportar que hables tonterías sin sentido, y peor aún que nos acuses de hacerte algo cuando ni siquiera entendemos de lo que estás hablando —rebatió Carolina poniéndose en pie.
—Chicas, es que ustedes no entienden y no espero que lo hagan. No lo traten así que él no tiene la culpa de nada y luego hablaré contigo, porque ellas han venido para decirme algo importante, supongo. Te veo más tarde —dijo mi vecina con los ojos cristalinos. Puso su mano en mi hombro y me llevó hasta la puerta.
—Yo lo lamento tanto…aunque no sé si deba disculparme porque no soy yo el que planeó una broma de mal gusto a una persona "frágil" —pronuncié con la cabeza baja.
—Sé como te sientes y te juro que no es un show, porque jamás se me ocurriría hacer algo tan siniestro a esa persona tan atrevida y audaz que me salvó la vida y a muchos más. ¿Te veo más tarde?
Asentí desganado.
—Y trata de dormir un poco, pensar mucho no resolverá nada y te dará un dolor de cabeza infernal. Lo digo por experiencia —finalizó con una sonrisa ladina y entró.
Yo hice lo mismo y al cerrar la puerta tras de mí fuí directamente a la cama. Tal vez ella tenía razón y solo debía descansar después de haber cometido semejante imprudencia y desquitarme con esas chicas inocentes que se veían genuinamente confundidas.
Pero es que la vida se había convertido en una novela de ficción en cuestión de horas y las emociones que todo el asunto me provocaba eran demasiado intensas. Y yo nunca había sido bueno manejando cualquier tipo de emoción que suscitara terror o tristeza.
Siempre había considerado el "no saber" (llámese ignorancia), como una bendición porque de esa manera podría adquirir un nuevo conocimiento que antes no poseía. Aunque en este momento lo único que más anhelaba era esclarecer todas y cada una de las dudas que no me dejaban pensar con claridad.
Ya habían pasado alrededor de diez minutos cuando alguien llamo a la puerta, me levanté y mi vecina estaba parada ahí, usando un vestido y su cabello peinado. Ni rastro de la chica con apariencia desahuciada y desprolija que habia visto ayer.
—No digas nada —murmuró y con la mirada hizo notar que sus amigas estaban detrás de ella, mirándome con un notable descontento. Me entregó mi teléfono y luego de susurrar que volvería más tarde, se marchó.
Al desbloquearlo lo primero que ví en la pantalla fue una nota que decía lo siguiente:
“Supuse que a pesar de lo asustado que estás ahora, te preocuparías por el bebé. Pues siempre lo dejo solo y ya sabes, mi teoría de que es un fantasma se fundamenta principalmente en que siempre que regreso está "vivo", jajaja. Como sea, adiós”.
Cerré la aplicación y me dispuse a hacer una rutina de ejercicios, siempre me ayudaba a relajarme. En el primer estiramiento que hice fuí interrumpido por el sonido del teléfono, me volví para ver de qué trataba y esta vez era una llamada de Ángela.
—Hola, Ángela —saludé confundido.
—Nathan, por favor necesitas venir, por favor —sollozó al otro lado de la línea y su respiración entrecortada resonaba por el micrófono.
—¿Qué pasa, estás bien? —inquirí sintiendo como mi pulso se aceleraba.
—Melany. Melany está enferma y está en el suelo y yo no se qué hacer—contestó con voz temblorosa.
—¿Están en su casa? —inquirí y luego de escuchar una respuesta afirmativa salí corriendo para llegar cuanto antes.
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