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C1:Te lo contaré después

—Tienes que hacer la limpieza en toda la casa y hacer la comida, recuerda que Richard es manco para la cocina— reclamaba Elena, mi madre recostada en la camilla a punto de entrar a su operación.

—¡Oye!— exclamó Richard, la pareja de mi madre, parado a un lado de ella— estoy aquí por si no lo recuerdas.

—Claro que lo recuerdo, estoy viendo tu fea cara frente a mi —le sacó la lengua juguetona.

—Ya basta —me quejé aburrida sentada en el banquito al lado de la camilla— y si, trataré de hacer todo pero si Richard termina en el hospital por intoxicación no quiero que nadie me eche la culpa.

—Tienes razón, la culpa la tiene la vesícula de tu madre por necesitar ser operada —refunfuñó cruzado de brazos.

—¿No deberíamos estar preocupados?  —preguntó mi madre repentinamente.

—Bueno, el doctor dijo que mientras recibas tu cirugía a tiempo nada malo pasará —me tendi ligeramente sobre ella para darle un abrazo.

—¿Cariño, puedes salir un momento?- se dirigió a Richard y éste la miró confundido— cosas de chicas.

—Esta bien —respondió vencido y salió de la habitación.

—¿Qué pasa? —le pregunté apartándome de ella.

—¿Qué hora es? —inquirió apoyándose en sus codos. Miré mi reloj de mano.

—Son las 6:55 ¿Por qué?

—Oh rayos, el doctor vendrá por mi a las 7 de la noche —espetó haciendo un puchero —bueno, te contaré cuando salga de ese cuarto de operaciones.

—¿Contarme qué? —inquirí con mucha curiosidad.

—Te lo diré después y punto —respondió dando un toquecito en mi nariz con su dedo índice, dejándome con la intriga.

Pasaron un par de minutos en el cual me dió muchos consejos acerca del lavado de ropa, tips para cocinar y mucho más...era como un tutorial, "Consejos para sobrevivir mientras tu madre no está en casa". Tocaron la puerta y alguien asomó su cabeza, era el doctor González que estaba encargado de mi madre desde que llegamos al hospital de emergencia por su fuerte dolor.

—Lo siento por interrumpir, chicas— sonrió abiertamente dejando ver sus blancos dientes y las arrugas a los lados de ella se notaron mucho. Mi madre me confesó que había tenido un flechazo en el doctor...y no la culpo, es de estatura baja pero para su edad está en muy buena forma y su rostro es muy masculino.

—¿Ya es hora? —preguntó con un atisbo de preocupación en su voz.

—Ya es hora —respondió serenamente. Me volteé hacia ella y le di un beso en la mejilla, la abracé fuertemente y le prometí que mantendría la casa limpia...o al menos lo intentaría.

Un enfermero llegó y la saco de la habitación en la silla de ruedas; al salir Richard se agachó hasta quedar a su altura.

—Amor, te amo demasiado y no sé cómo haré para cuidar a una chica amargada de 16 años mientras tú no estás —hablo rápidamente apretando las manos de mi madre.

—¿Me dijiste amargada? —pregunté llevando una mano a mi pecho y fingiendo estar ofendida.

—Ay, ya sabes que Elisa es como un gato, si la alimentas y dejas que duerma sus 10 horas diarias no te hará nada —dijo mi madre aliviada y todos soltaron unas risitas.

—Pero no puedo cocinar... —murmuró Richard con la cabeza baja.

—Pero ella si puede, tu solo compra los alimentos y ella los cocinara muy bien —ordenó—. Ah, y por favor necesito que le compres a Elisa el kit de enfermería que le pidieron en el instituto— recordó.

—Ya es hora de irnos, señora —susurró el enfermero a su lado.

—Esta bien, los amo chicos, volveré pronto. No se queden aquí, vuelvan mañana —nos despedimos con la mano y se la llevaron— ¡No se olviden de alimentar muy bien a Mochi!- gritó.

—Bueno —Richard dió una palmada en mi espalda—, vámonos.

—Vamonos a nuestro infierno, ¿Que será de nuestra vida sin mamá? —pregunté exagerando la situación, cuando claramente nos dijeron que solo estaría en el hospital por dos días.

—Tenemos que adaptarnos, sobrevivir y vencer —exclamó con voz heroica formando un puño.

Salimos del hospital y subimos al auto para llegar a casa, sin la voz enérgica de mamá, el ambiente se sentía muy solitario. Estaba exhausta ya que había ido directo al hospital después de salir de estudiar así que al llegar a casa subí a mi habitación y me tiré boca abajo en la cama, en ese momento Richard llamo a mi puerta.

—¿Qué?— pregunté desganada.

—¿Quieres que ordene comida china? —inquirió asomando su cabeza.

—Eso sería mejor que cocinar algo y que terminemos con diarrea —respondí y él hizo una mueca de afirmación.

—Ok, te aviso cuando la traigan.

—Si, si, como sea —cerró la puerta y yo pude descansar por un rato.

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—¡Elisa, la comida está aquí! —escuché un grito lejano y abrí mis ojos lentamente.

—Comida... —murmure mientras me levantaba de mala gana.

Bajé a la sala y me dirigí al comedor donde la comida ya estaba servida y por servida me refiero a los recipientes puestos sobre la mesa.

—Delicioso, huele a demasiadas calorías por aquí —exclamó con un tono alegre.

—Oh si, creo que engordaremos en estos dos dias —bromeé y Mochi, nuestro pequeño bichón maltés se paró en dos patitas.

—¿Tú también quieres engordar? —preguntó Richard sacando un recipiente de la bolsa donde habían traído la comida y la colocó en el suelo para que el bebé comiera.

—Esto es muy irónico —me reí— en China comen perros...pero mira a Mochi desafiando sus costumbres y consumiendo comida china.

—Hay clases y Mochi está en el piso 68 de la élite —expresó con un intento de voz elegante.

Acababa de despertar y tenía la boca amarga, pero al abrir la tapa y ver ese arroz frito con camarones no pude resistirme y empecé a comer como una desquiciada, el teléfono de Richard sonó y luego de quejarse y poner el tenedor a un lado contestó.

-Si, soy yo- asintió, levantó su vista hacia mí y leí sus labios diciéndome "el hospital".Llevé un camarón a mi boca con inquietud mientras esperaba.

-¿Que pasa?- pregunté en voz baja y con la mano me indico que esperara.

-¡¿Urgentemente?!- se levantó abruptamente de la silla y tiró la servilleta que estaba en la mesa. Al escuchar eso también me levanté rápidamente y le puse la tapa al recipiente, Richard con nerviosismo abrió la puerta del auto y nos pusimos en marcha.

-¿Que te dijeron?- pregunté rogando que no fuera algo grave.

-Que fu-fuera rápido porque era algo urgente- explicó sin respirar.

-Quizás mamá les pidió que te hablaran así, ya sabes que ella es muy bromista- le dije tratando de ocultar mi preocupación para calmarlo un poco.

-Ojala que sí- arrancó y manejo a toda velocidad apretando fuertemente el volante hasta que llegamos al hospital. Me quité el cinturón y salí corriendo para entrar, choqué con un enfermero que lucía muy nervioso y preocupado.

-Lo siento- me disculpe pero él parecía estar en otro mundo.

Richard me alcanzó y nos dirigimos hasta la recepción para preguntar.

-Buenas noches, soy Richard Castillo y hace un momento me hablaron para que viniera urgentemente- explicó con sus manos apoyadas en la mesa.

-¿Algún familiar suyo está aquí?- preguntó la mujer amablente.

-Mi pareja, ella fue operada de la vesícula y a esta hora ya tendría que estar en su cuarto....su nombre es Elena López- sin preguntar nada más, la mujer tecleo algo en la computadora.

Torció su labio inferior- Por favor vayan a la Unidad de Cuidados Intensivos, está al final del pasillo- nos indico con su mano.

Al escuchar esto nos miramos asustados y sin esperar más caminamos hacia aquella zona.

-Por Dios, Elena....- murmuraba Richard, mientras caminaba a pasos largos apretando mi brazo para no perderme. Cuando llegamos todo parecía muy solitario y silencioso, inquieta buscaba con la mirada a algún doctor pero no aparecía nadie hasta que unos minutos después llegó el Dr.González.

-¿Que pasó con mi esposa?- inquirió angustiado.

-Señor...- suspiró y sentí como una torrente nerviosa era enviada a mi cuerpo, me miró a mí y jaló a Richard para decirle solo a él.

-¿Qué le pasa?- inquirí con molestia y me acerqué.- también tengo derecho a saber lo que está ocurriendo es mi madre de la que se está hablando.

-Tiene razón, cualquier cosa tenemos que saberla los dos- exigió tratando de sonar fuerte. El doctor apretó sus labios.

-El asunto aquí es que la vesícula de su esposa explotó al momento de la operación...un poco del líquido goteó pero logramos extirparle.

-¿Eso es muy grave?,¿Dónde está ella ahora?- paseó su vista por toda la sala.

-Si quiere verla tendrá que usar la vestimenta que le brindaremos- se volteó y divisó a una chica-enfermera- le llamó- por favor, el señor quiere entrar a ver a su esposa...se que no es horario de visita pero haremos una excepción ya que él acaba de enterarse de lo sucedido- La enfermera asintió y Richard la siguió, yo me quedé con el doctor.

-Digame- me paré firme y lo mire directamente a los ojos- mi mami...Lo que le pasa no es tan malo, ¿O si?

-Querida, deberías de sentarte un rato y esperar por tu padre- respondió evadiendo la pregunta.

-Por favor respóndame- exigí de brazos cruzados.

-Mira te diré esto porque parece que eres muy madura para tu edad...tu madre está en una condición muy grave y tendremos que ver su avance en estos días- me explicó.

Había algo en su mirada...algo que no me gustaba para nada pero ignoré luego de su explicación. Me senté un rato y en ese momento las puertas de la UCI se abrieron, un enfermero empujaba una camilla en la cual yacía una persona cubierta con una sábana blanca...

-¡Esto no puede ser posible!- gritó la temblorosa voz de una anciana que venía corriendo en encuentro al enfermero.

-Lo lamento mucho- expresó uniendo sus manos sobre su regazo.

-¡No! ¡Mi Katy!- negaba con la cabeza repetidas veces y con sus manos cubría su boca para ahogar el llanto.

-¡Mamá!- gritó alguien más, otra chica llegó corriendo hacia ellos y al ver la camilla y a su madre llorando, retrocedió atónita.

Ver todo esa escena me llevó a pensar de nuevo "¿En serio quiero estudiar enfermería?" Tendría que ser testigo de muchas cosas y creo que la peor sería dar la noticia de que el ser amado de alguien ha partido. Me sentí un poco mareada y me dirigí al baño, al llegar no pude contener el vómito que amenazaba con salir desde que llegamos aquí. Me enjuague la boca y volví a donde estaba sentada, me fijé que Richard ya había salido, se quitaba la bata y la mascarilla que le habían dado, entonces empezó a llorar.

Apretaba sus puños fuertemente contra la mesa y con la mirada hacia el suelo no hacía nada más que llorar.

-¿Pero qué mierda?- mis ojos se llenaron de lágrimas en un instante...acabo de presenciar esa escena...trate de evadir malos pensamientos y en silencio esperé hasta que él llegara a mi- ¿Cómo está?

-Elisa...tu madre se ve mal, muy mal- dijo con voz temblorosa mientras secaba las lágrimas que habían caído en su barba.

-Pero el doctor me dijo que todavía tendrán que supervisarla hasta que se ponga bien- reí sin motivo alguno- todo estará bien- mi voz salió súper alegre y le di un golpecito en el hombro. Siempre que estoy nerviosa suelo reír.

-Esta ahí acostada con un tubo pegado a su boca porque a la tontita se le olvidó como respirar- sus ojos llenos de lágrimas mientras veía un punto fijo en el suelo- cuando despierte la regañare mucho por esto.

-Seguramente te dé un buen sermón - una tras otra las lágrimas comenzaron a salir.

-Es lo más probable- él me jaló para abrazarme y con su mano acarició mi cabeza- es una gruñona.

Luego de un rato de lágrimas silenciosas nos levantamos para ir a casa, el doctor nos recomendó que lo mejor sería ir a descansar un rato para mañana estar más pendientes de ella. Aceptamos a regañadientes, no queríamos alejarnos ni por un solo momento de la mujer que tanto amamos.

Cuando llegamos, al encender la luz había todo un desastre en el suelo, Mochi había tirado los restos de comida que le quedaban. Richard subió a su habitación luego de decirme que descansara.

-¡Ah!- deje salir un gruñido-¡Maldita sea, Mochi!- inocentemente el perrito se acercó a mí moviendo su cola pero en un arrebato de furia arrastrado por el dolor...le di una fuerte patada que pegó en su costado. Mochi se fue chillando y luego yo caí de rodillas para llorar aún más con mis manos sobre mis ojos que parecían estar ardiendo. El perrito se acercó a mí nuevamente y puso su patita sobre mi pierna, lo mire y lo acaricié, empezó a mover su pequeña colita- ¿Mami fue muy mala, verdad? Lo siento mucho.

Tomé un fuerte suspiro, seque mis lágrimas con el dorso de mi mano y me levanté. Tengo que limpiar el desastre, cuando mamá venga no querrá encontrar su brilloso suelo con manchas de grasa.

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-¡Elisa, apresurate!- me llamó Richard desde abajo. Era un domingo por la mañana y queríamos estar cuanto antes en el hospital.

-¡Ahí voy!

Nos fuimos y al entrar todo estaba muy tranquilo. Nos dirigimos directamente a la UCI para saber cómo estaba mamá. Preguntamos en la recepción por el Dr. Erick González pero al parecer estaba ocupado atendiendo a pacientes así que tuvimos que esperar afuera, desde la ventana de cristal podía ver la camilla de mamá, me destrozó el corazón verla así pero contuve mis lágrimas y me quedé parada contemplando su inerte cuerpo en esa quizás fría e incómoda cama.

-No te preocupes tanto- Richard dejó caer su mano sobre mi hombro- estoy seguro de que tu madre está teniendo una pelea con la muerte...y ya sabes que a ella nadie le gana- bromeó con una sonrisa triste en sus labios.

-Lo sé, probablemente está usando su frase "Y no me contradigas"- reímos al recordar todas aquellas peleas sin sentido que habíamos tenido en el pasado.

Richard se sentó y yo seguí ahí parada cuando repentinamente una luz roja se encendió en la pata de la camilla donde estab mamá, entonces una alarma sonó. Algo estaba mal, sin pensarlo dos veces entré a la sala y corrí hacia ella.

-¡Elisa, ¿Que hacés?!- Richard se quedó ahí afuera confundido mientras veía a todos lados.

La máquina que monitoreaba los signos vitales de mi madre estaba en una línea recta.

-No no no- repetí con mi respiración acelerada, mi madre estaba muriendo frente a mis ojos...no podía quedarme ahí sin hacer nada.

Desesperada me subí a la camilla y abrí las piernas para subirme a su regazo, en el instituto nos habían enseñado la reanimación cardiopulmonar hace un par de días. Tal como me habían explicado; coloqué la mano derecha en el centro de su tórax y puse la izquierda encima entrelazando mis dedos, empecé a presionar su pecho una y otra vez, las lágrimas nublaban mi vista y caían sobre mis manos.

-¡Niña, bájate de ahí!- entraron varios enfermeros y el doctor, uno de ellos me cogió por la cintura y me puso en el suelo.

—¡Saquenla de aquí!— ordenó el doctor mientras se ponía su estetoscopio.

—¡Mamá! —grité mientras lloraba fuertemente y le pegaba al enfermero en el pecho para que me soltara pero en un instante ya me había sacado. Richard me sujetó del brazo y me jaló para abrazarme— ¡Mamá está muriendo!

—Todo estará bien —dijo en un hilo de voz y sentí como sus lágrimas caían sobre mi cabello.

Logré frenar el llanto y sentía que mi cabeza palpitaba, Richard caminaba de un lado a otro con sus manos entrelazadas rogando al cielo.
Observé mucho movimiento por parte de enfermeros y luego el doctor salió...con la cabeza baja.

—No —fue lo único que pude decir.

—Dr... —Richard pidió una explicación.

—Lo lamento mucho —todos apretaron su mandíbula.

—¡No puede ser cierto! —grité con mis puños a mis costados— ¡Mami!- trate de entrar pero me detuvieron— ¡Mami yo limpie la casa antes de venir, también alimente a Mochi y metí mi uniforme a la lavadora!

—Elisa... —Richard trato de tomar mi brazo pero lo golpee para que me soltara.

—¡Mami hice todo lo que me pediste!—sorbi mi nariz— ¡Lo hice todo así que no me castigues así y despierta!

—Ella no puede volver, Elisa— Richard tomó mi mano y una vez más me abrazó mientras llorabamos.

Un par de minutos después la enfermera salio con la camilla, caminamos hacia ella con pesar, Richard se recostó sobre ella abrazándola fuertemente y su llanto haciendo eco en todo el pasillo

Una leve brisa entró y levantó un poco la sábana que la cubría, delicadamente la arreglé para no dejar al descubierto su cuerpo, mi mano hizo contacto con su pierna y lo fría que estaba ocasionó escalofríos en todo mi cuerpo.

—Mami... —tragué grueso- se suponía que solo estarías dos días aquí y luego con nosotros...no un día aquí y toda la eternidad con la muerte —limpié mis lágrimas y le di una palmadita a Richard en la espalda.

—Te amo, te amo, te amo —repetía una y otra vez enterrando su cara en el cuello cubierto de mamá.

—Lo siento mucho por ustedes...tengo que llevarmela —nos indicó la enfermera y nos apartamos.

Una despedida...mi pecho se oprimió de una forma dolorosa, golpeé una y otra vez tratando de aliviar el dolor pero solo lo hacía más fuerte. Richard cayó arrodillado al piso con sus manos sobre sus piernas mientras respiraba irregularmente.

Mamá murió...sabía que este día llegaría, la vida es así, todos se van pero...no tendría porque ser tan pronto. Yo aún la necesito, siempre la necesitaré y no sé qué haré.

Es doloroso saber que seguiré viva pero la persona que me motivaba a vivir ya no estará junto a mi.


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