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Capítulo 7

Narra Aria.

- ¿Como haces?

Juan acostó a Cielo y me miró.

- ¿Como hago qué?

- Para hacer que deje de llorar y se duerma.

- Tuve practica con mis primos... Aparte adoro los bebés. Y no se que hago, bebé que toco, bebé que se tranquiliza.

Se sentó al lado mío y sonrió.

- ¿Quieres ir a dormir?

Su mirada cambió.

- Aunque creo que quedó algo pendiente...

Sentí mis mejillas arder.

- No lo se, no me acuerdo...

Se acercó mas a mi.

- ¿Te lo recuerdo? Puedo hacerlo muy bien Nena.

Empezó a besar mi cuello con lentitud. Gemí bajo.

- Juan... No... Ya basta.

Trate de alejarlo y reí.

- Te necesito preciosa. Te quiero sobre mi.

- ¿Y que hacemos con Cielo mientras tanto?

Suspiró sobre mi cuello.

- Ella duerme... Además en esa cama está bien

Juan tenia una cama chiquita que era de su primo, y la armó para Cielo. Ella está durmiendo ahí y nosotros sobre la cama de Juan.

Me acostó en la cama, quitó mi blusa y se subió sobre mi.

- Juan... Ah...

Se movía despacio. Tenia demasiado calor, ya me estaba sintiendo ahogada. Pero esto era demasiado.

- Nena... Mirame.

Hice lo que pidió.

- Quiero que nos miremos a los ojos mientras llegamos al clímax... Necesito sentirte.

Me besó y abrimos los ojos. Así como él dijo, así pasó. Fue genial.

- Estoy agotada.

Lo abracé. Todavía estaba sobre mi.

- Yo igual...

Me besó despacio mientras se quitaba de encima mío.

- Ve a ducharte Bonita... Yo cuido a Cielo.

- Ve tu, yo lo hago después.

- Ve a ducharte.

Lo mire.

- Si, señor.

Me puse una mano al costado de la Cabeza, rió.

- Ya... Ve.

Me levanté, levanté mi ropa del suelo y me di cuenta que faltaba algo.

- Dame mis bragas Juan Luis.

Rió.

- No.

Lo mire mal.

- Encima que son nuevas, son mis favoritas. Dámelo.

- Ahora son mías Nena. Ya, ve a ducharte.

- Ah, entonces yo puedo llevarme un bóxer tuyo. Digo, ya que me sacas mi ropa interior.

Volvió a reír.

- Cuando quieras hermosa.

Guiño un ojo. Reí y fui a buscar mis cosas para ducharme.

Mientras estaba en la ducha, escuchaba a Juan caminar por afuera del baño. La verdad no se que está haciendo, o qué le pasa, pero es raro.
De repente, sentí unas manos en mi cintura. Pegué un salto y voltee.

- Idiota.

Golpee su pecho, rió.

- Dejaste a Cielo sola...

- Esta dormida. Si se despierta, salgo y voy con ella.

- Ok...

Esta vez, solo nos bañamos juntos. Solo esta vez, porque ya se como es cada vez que nos bañamos juntos.

Una vez que salí, fui a ver a Cielo. Dormía abrazada a... ¿Una camisa?

- Juan ¿Por qué Cielo tiene una camisa tuya?

- Estaba inquieta. Le di eso cuando fui a ducharme para que sienta mi perfume y no se sienta tan sola ni incómoda.

Asentí y me fui a acostar.

Me sentía extraña... Quizás era por lo sucedido, pero no lo se. Estoy confundida, mas que antes.

¿Y ahora que?

Narra Juan

- Hola hermosa.

Levante a Cielo y sonreí.

- ¿Vamos a hacer el desayuno para tu mami?

Ella sonrió y puso su manito en mi cara.

- Creo que eso se te hizo costumbre Beba.

Reí.

- Uy... Creo que tengo que hacerte un cambio.

La acosté en la cama y le saque su pantalón. Busque el pañal, el liquido blanco para limpiarla y el algodón. No se como se llama ese liquido, en fin, limpia todo.

- ¿Y ahora como era?

Le cambié mil y un pañales a Apolo, pero no me acuerdo.

Y bue, hay que acudir a alguien despierto.

- Ma, necesito ayuda.

- Hola Hijo -Respondió adormilada- ¿Que pasa?

- ¿Como cambio un pañal?

Mamá rió.

- Pon un poquito de óleo calcáreo en el algodón y pasa por la zona sucia.

Me quede mirando a Cielo.

- ¿Sabes cual es el óleo?

- ¿El liquido blanco?

- Si, ese.

Hice lo que dijo.

- ¿Ahora?

- Ponte un poco de talco y pasalo para que no se lastime.

Busque eso y lo pase por donde debía.

- Por último, acuesta al bebé sobre el pañal y cierralo con las etiquetas.

Hice lo que pidió y suspire.

- Gracias ma.

- De nada... Nos vemos, tengo que hacer el desayuno.

Cortó.
Levante a la pequeña otra vez y fui con ella a la cocina.

- Quedate aquí Beba.

Deje a Cielo sentada en la sillita de Apolo y me puse a hacer el desayuno.

- ¿Sera que tomas esto?

Mire la leche que tenía guardada.

- Uhg, esto esta vencido.

Lo tiré. Levante a la beba y fui a despertar a Aria.

- Bonita...

Abrió un ojo.

- ¿Que toma la beba?

- En el bolso está su mamadera y cajitas de leche... Dale eso.

Agarre el bolso y volví abajo.

¡Ahora si! Desayuno terminado.

Mire la mesa y me era extraño ver una mamadera ahí. En realidad me era extraño ver toda la mesa como estaba. Ya me acostumbré a estar sólo, y ahora ver cosas para tres personas es extraño.

Aria bajó bostezando y se quedo viéndome.

- Me hubieras llamado para que te ayude a hacer esto.

Levante a la pequeña y empecé a darle su mamadera.

- No era necesario, yo pude.

Me senté y mire a la beba. Era hermosa, no me cansare de decirlo.

Amo a mi hija.

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