Capítulo 10
Jeongin miró a Jisung con una mezcla de preocupación, Minho estaba loco y Jeongin haría lo que sea por salvar a su Hyung de aquella situación.
No por nada estudió criminología, sabía que hacer. Tenía contactos.
— No debes volver ahí. Quédate aquí, ¿entiendes? Estarás seguro mientras no hagas ninguna tontería.
Jisung asintió, su cuerpo rígido por el temor. No tenía fuerzas para discutir.
— ¿A dónde vas? — preguntó Félix, apoyado en el marco de la puerta, con mucho terror luego de aquella terrorífica llamada.
— Voy a buscar a alguien que podría ayudarnos — respondió Jeongin sin mirarlos. Tomó su chaqueta y salió del departamento, dejando tras a ambos amigos, con la esperanza de que todo saliera bien.
El viento helado azotaba las calles mientras Jeongin caminaba con pasos apresurados. Sus dedos temblaban sobre la pantalla de su celular mientras escribía un mensaje a su contacto, estaba seguro que lo ayudaría con unas cuantas cosas para lograr mandar a ese loco a la cárcel. Estaba tan concentrado que no notó la sombra que lo seguía de cerca.
Un fuerte brazo rodeó su torso, inmovilizándolo, mientras un paño impregnado de un olor penetrante cubría su boca y nariz. Jeongin luchó con desesperación, pero su cuerpo pronto se rindió. Todo se tornó negro.
Despertó en una habitación oscura, atado de pies y manos. Frente a él, una figura con una máscara lo observaba en silencio.
— ¿Qué... qué está pasando? — balbuceó Jeongin, su voz temblando.
El hombre se quitó la máscara lentamente, revelando un rostro que Jeongin no reconoció pero que irradiaba peligro.
— Te advertí que no te metieras donde no debías — dijo el hombre con una sonrisa fría.
— ¡No hice nada! ¡No entiendo nada! — gritó Jeongin, luchando contra las ataduras.
— Eso es lo que todos dicen antes de morir.
El grito de Jeongin fue tan solo un susurro para todos aquellos que pasaban cerca, algo que se desvaneció en la oscuridad.
Por otro lado en el departamento se encontraban Jisung y Félix realmente desesperados, comenzaban a inquietarse. Los minutos se convertían en horas, y Jeongin no contestaba a sus llamadas.
— ¿Por qué no responde? — murmuró Jisung, mordiéndose las uñas, marcando al número de Jeongin nuevamente.
No se cansaría de hacerlo.
Aunque ya haya llamado 53 veces...
De repente, el celular de Félix vibró. Un número desconocido.
— ¿Será él? — preguntó Jisung con esperanza.
Félix contestó de inmediato, pero la voz que escucharon al otro lado no era la de Jeongin.
— Si Jisung no regresa, su amigo morirá.
— ¿Qué? ¿Quién eres? ¿Qué le hiciste a Jeongin? — gritó Jisung, arrebatándole el celular a Félix.
— Ya lo sabes. Y el tiempo corre. Mi amor.
La llamada se cortó, dejando un silencio mortal.
— Esto es mi culpa... — murmuró Jisung, cayendo de rodillas al suelo. Las lágrimas corrían por su rostro mientras Félix intentaba calmarlo.
— No es momento de lamentarte — dijo Félix, su voz firme —. ¡Debemos actuar! ¡Debemos hacer algo!
— Tú no Félix, yo debo hacer algo. — Félix agarro la mano de Jisung, negando con la cabeza. — No quiero que nada te pase Lix, huye, corre lo más lejos que puedas no vuelvas por mi.
— ¡Cállate Jisung! No me digas esas cosas, debemos ir juntos.
— No, Félix. — dijo mientras salía del departamento y dejando a Félix hecho lágrimas en el sofá. — Esto es algo de debo resolver solo.
Jisung tomó aire y salió corriendo del departamento, decidido a salvar a Jeongin. Cada paso lo acercaba más a su destino, pero también a la cruel verdad, la que más dolería.
Cuando llegó al lugar indicado, el cuerpo sin vida de Jeongin yacía en el suelo. Un grito desgarrador escapó de Jisung mientras caía de rodillas junto a su amigo.
Félix llegó poco después, siguiéndolo, quedándose sin palabras ante la escena. Jisung sollozaba, repitiendo una y otra vez:
— Esto es mi culpa... nada de esto habría pasado si nunca me hubiera mudado a ese maldito vecindario.
Félix lo abrazó con fuerza, conteniendo las lágrimas.
— Debemos salir de aquí antes de que sea demasiado tarde — susurró.
Mientras se alejaban del lugar, una sensación de venganza comenzaba a crecer en el corazón de Jisung.
No dejaría las cosas así, regresaría a ver al creador de su mayores pesadillas, al culpable, al asesino, Lee Minho.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro