Capítulo tres
—¡Por favor Mary!- grita.
—La verdad, me encanta escucharte gritar,es música para mis oídos.- digo acercándome a Rick aún amarrado.
—¡Me la pagarás!- exclama.
—Nunca me la cobrarás, estarás ahí el resto de tu vida...- pienso un momento.— pero si me prometes algo te soltaré-
—Lo que quieras, pero desatame por favor- ruega.
—desde ahora en adelante yo seré la que manda aquí, se harán las cosas a mi manera no a la tuya.- digo calmada mente.
—¿Que ganaras con eso?-cuestiona.
—¿Eres estúpido o qué?, ¡Ya no me usarás más!- hago un gesto con las manos.
—Pero todo lo que hacemos te gusta ¿o no?.-
Ésta pregunta es la más difícil que me han hecho, no sé, no sé si me gusta , no sé si quiero seguir con esto, no sé si es la costumbre.
Siento unas cosquillas en mi cuerpo, este hombre hace que cada parte de mi reviva.
Le digo “Que no me gusta” o le digo “Si me gusta.
—¡Mary! ¿Te gusta o no?- cuestiona nuevamente.
—Existen otras formas de hacerlo- escupo sin pensar, sin dejar espacio.
—¡Escuchame!- exclama.
—¿Si?- vacilo por unos momentos.
—Haré todo lo que me pidas, cuándo quieras y lo deseé, pero por favor desatame.- ruega
— Sabes porque ...-
—¿Porque qué?- cuestiona desesperado.
—¡Olvidalo!- exclamo.
Lo que iba a decirle me iba a dañar la dignidad, mi valor y todo lo que soy.
“Sabes porque no dije que no, porque todo lo que hacemos me gusta”
.
—Ya éstas libre!- Vacilo por unos segundos antes de soltarlo, pero en realidad no puedo tenerlo ahí toda la vida, como en realidad quería.
Me observa con cara de pocos amigos, lo sé ya me odia. Pero tenía que darle una lección.
[*]
Después de un día largo, de dejar de pensar en lo que pasó con Rick ésta mañana, decido llegar a casa, estoy súper cansada sólo quiero un refrescante baño.
Al llegar a casa encuentro la puerta del departamento abierto y una musica de Ricardo Arjona, al entrar a la puerta se siente el aroma a fresas y chocolate.
Me deleito por unos segundos hasta llegar al corredor que divide nuestras habitaciones, el cuarto de Rick está abierto.
Pero no está sólo.
Observo cuidadosamente y miro una espalda desnuda y una cabellera larga negra, cubierta hasta la mitad con sabanas, abajo estaba Rick.
Ella gemía, gemía de placer, él lo disfrutaba y yo me quebraba.
Lo disfrutaba tanto que ella aceleraba el ritmo del sube y baja ,cada segundo iba más rápido y más lento.
Me torturé mirando esta escena, no pude seguir viendo más , me largué, salí corriendo como toda cobarde que soy, luego le preguntaré quién es ella.
Para qué me engaño, no puedo reclamarle nada, no somos nada.
Espalada desnuda, gemidos, espalda desnuda, gemidos. Cabellera negra. Éstas tres imágenes no salen de mi cabeza y temo volverme loca por ello.
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